Primera Propuesta:
Mudanza
Mi nombre es Uchiha Sasuke, tengo 23 años, y muchos me preguntan cómo una persona como yo pudo querer ser publicista, alguien a quien precisamente no le gusta estar rodeado de mucha gente, ni interactuar demasiado con multitudes, y obviamente, amante de la tranquilidad ¿Cómo podría querer alguien así convertirse en publicista?
Pues siendo sincero, no lo sé, pero nada de lo que mis padres querían que fuese funcionó, lo intente todo y nada me agradaba, simplemente no eran para mí. Doctor, no tengo paciencia ni amor para los pacientes, ingeniero, odio la física, arquitecto, nunca me vi a mi mismo diseñando edificios para los demás, biólogo, odio los animales, e incluso abogado, lo mismo que hace mi hermano mayor, ni en sueños.
Cuando tenía 19 y mis padres estuvieron a punto de rendirse encuentro un volante sobre periodismo y publicidad, y la idea de escribir artículos para periódicos, especialmente columnas, y así poder expresarme desde la tranquilidad de una silla no era mala en lo absoluto, y aprender a manipular lo que la gente compra y hace, tampoco era mala idea. Eso logró convencerme.
Así que aquí estoy, recientemente desempleado y viviendo solo en un apartamento de Osaka, un poco patético si lo sé, pero es mi vida. Y aunque probablemente no les interese mucho, les voy a hablar un poco sobre mí para evitar malos entendidos mas adelante; soy introvertido, me gusta la paz, me encanta leer, especialmente novelas de misterio, no tengo muchos amigos, solo mis ex compañeros de mi trabajo: Suigetsu, de 23 años, muy extrovertido, algo extraño y loco, pero excelente persona debo decir; Juugo, de 28 años, amante de los animales, serio, pero comprensivo y muy inteligente, alguien maravilloso para hablar por horas; y esta Karin, que aunque es excelente en lo que hace, es algo molesta e insufrible. Y no puedo olvidar a Shikamaru, mi mejor amigo desde la primaria, inteligente, muy tranquilo, algo perezoso pero lo compensa con todo lo demás, somos increíblemente parecidos, es en verdad el mejor amigo que he podido tener.
Mi familia, por el otro lado…no me malentiendan, aprecio mucho a mis padres, a pesar de que mi padre es excesivamente estricto, le tengo aprecio, me dio todo lo que necesité a final de cuentas, y quiero mucho a mi madre, lo debo admitir. Pero mi hermano mayor pues…digamos que es otra historia.
Su nombre es Itachi, tiene actualmente 30 años y se casó recientemente con una Británica, vive en Inglaterra, Londres para ser exactos, y como ya dije, él es abogado, pero no les voy a hablar de lo que hace o como le va en la vida, ya que resulta ser que de todos mis parientes, al que menos aprecio es a mi hermano, admito que le tengo algo de cariño, pero mis padres siempre prefirieron a Itachi; él siempre era el más talentoso, el que ganaba todo premio que le pusieran en frente, se graduó con honores en cada maldita etapa educacional, no que yo no fuera igual, claro está, pero después de que ya mi hermano mayor lo logró no se impresionan tanto conmigo, en resumen, a él le decían "Estamos orgullosos de ti" a mí me decían "Justo como tu hermano", jamás reconocieron ninguno de mis logros como propio. Itachi consiguió un buen trabajo, gana mucho dinero, es feliz como una lombriz, todo lo que yo aun no he logrado, y además se casó con una excelente mujer, y esto último es algo que lo diferencia mucho pero mucho de mí.
Se preguntaran, ¿Por qué?, porque no estoy casado, pensaran. No. Porque soy homosexual.
No veían esa venir, ¿O sí?, si, soy Gay.
Se que lo soy desde los 16 más o menos, pero lo hice publico justo al terminar la secundaria, cuando cumplí los 18. Mi padre no estaba feliz, si quieren saber, a mi madre y a Itachi no les importo, ni si quiera a Shikamaru, incluso hacia bromas de vez en cuando para animarme. Pero mi padre casi me deshereda en serio, mi madre e Itachi lo convencieron de que no lo hiciera, pero claro, eso no lo evito de querer mudarse a Kyoto; decía que no se iría de Osaka hasta ver a su hijo menor casado y con familia, pero cuando supo esto…digamos que empaco enseguida.
Como ya les dije soy muy introvertido y tengo pocos amigos, tampoco he tenido novio, no que me importe mucho tampoco, y mi vida no es lo más feliz del mundo, casi no hablo con mis padres, quizás con mi madre más seguido, pero rara vez oigo la voz de mi padre, con mi hermano mayor me veo forzado a hablar seguido ya que él me llama casi todos los días. Estoy desempleado y la renta de mi apartamento sube cada vez más, si no fuera por los pocos amigos que tengo, Shikamaru en especial, no sé qué haría.
Pero debía cambiar mi vida pronto, hacer algo distinto, o me volvería loco.
Y un sábado por la tarde mientras tomaba un café con Shikamaru, me dijo algo que cambiaria todo.
- Oye, Sasuke, tu renta subió en abril, ¿verdad? – preguntó él mientras tomaba otro sorbo de su bebida, ya a medias.
- Si – respondí observando el contenido de mi taza.
- Oh, pero que problemático…- suspiró Shikamaru llevando su mano hasta su nuca, "problemático" debía ser su palabra preferida, todo le parecía problemático. - ¿Qué piensas hacer? – me preguntó.
- Aun no lo sé, llevo tres meses buscando algo y nada aparece…- suspiré mientras tomaba un gran sorbo de mi café, se estaba empezando a enfriar. – Es que parece que nadie necesita publicistas hoy en día, joder. – resoplé colocando la taza de nuevo en la mesa.
- ¿Y la herencia? – preguntó.
Ya había considerado esa opción centenares de veces, pero trataba de no utilizarla mucho, uno nunca sabe cuando la necesitara.
- Sabes que no me gusta gastarla, y menos para algo tan rutinario como la renta…- le dije volteando un poco mis ojos.
- Era solo una sugerencia…-suspiró tomando otro sorbo, y luego devolvió la taza con lentitud, mirando al vacio, parecía estar pensando en algo.
- ¿En qué piensas? – le pregunté al verlo tan en las nubes, solo se ponía así cuando su loca mente se ponía a calibrar un extraño plan, planes que siempre funcionaban cabe resaltar, pero locos igual.
- ¿Sabes esos trabajos que estoy haciendo en Tokyo? – me preguntó saliendo de su transe y dirigiendo su vista hacia mí.
- ¿Con el museo? – pregunté. Shikamaru es antropólogo y llevaba dos meses trabajando en el Museo Nacional de Tokyo ayudando en investigaciones y a organizar eventos culturales que a veces se realizan allí, es muy impresionante debo decir.
- Si – respondió a secas.
- ¿Qué con eso? -
- Pues, que la semana pasada cuando estuve ahí conocí al vicepresidente de una compañía de consultores que ayuda al Museo en algunos trabajos, y una cosa llevo a la otra, en fin, terminó mencionándome que en el departamento de publicidad de su compañía había vacantes…- dijo, y ya yo sabía a dónde iba esto, trataría de convencerme de trabajar en Tokyo otra vez, odio las capitales. – Se que odias Tokyo, pero me han ofrecido trabajar allá permanentemente, Sasuke, tendré que mudarme… ¿Así que por qué no vienes conmigo? – me propuso. – Incluso le hable de ti al vicepresidente, y se mostro muy entusiasmado, la paga no es mala tampoco…- dijo dibujando una ligera sonrisa – Vamos, múdate conmigo, así compartimos el alquiler, eso me ayudaría mucho a mi también.- terminó tomando el último trago de su café.
Esa fue la primera propuesta que pondría mi mundo patas arriba.
Debía cambiar de vida, lo sabía, hacer algo más que seguir buscando trabajos pequeños para poder mantenerme. Si aceptaba aquello, a pesar de ser Tokyo, al menos no tendría que pagar yo solo el alquiler y no estaría solo en ese ambiente que tanto odio, y con todo eso la idea de mudarme ya no sonaba tan mala, ni tampoco tan loca.
- ¿Qué dices, Uchiha? – me preguntó con una media sonrisa.
Lo mire a los ojos por unos segundos, y entre mas lo pensaba, mas me gustaba la idea de irme de Osaka. Sabía que debía marcharme, debía hacer un cambio. Baje mí vista hacia mi café, probablemente ya estaba frio, no pensaba terminármelo, luego cerré mis ojos y sonreí, al abrirlos le contesté:
- Esta bien…- dije y la sonrisa de Shikamaru se hizo más amplia.
- Así se habla, Sasuke – me dijo con la misma sonrisa.
Reímos un poco, nos tomamos otro café mientras hablábamos sobre el apartamento, y por suerte Shikamaru ya le había echado el ojo a un buen apartamento a las afueras de la ciudad, no muy lejos realmente, algo muy bueno para lo que se suele conseguir allá.
Luego de hablar un poco del papeleo nos despedimos porque él debía irse a terminar un informe, y aunque por un momento me vi tentado a acompañarlo, preferí ir a casa y llamar a Itachi para decirle, y quizá también llamar a mamá. Así que le pedí que me diera un aventón.
- Te llamo mañana, Sasuke – me dijo Shikamaru cuando me bajaba del carro.
- Está bien – respondí y me despedí con un simple gesto de mi mano y entre al edificio.
Mi apartamento era pequeño, casi todas las habitaciones eran blancas, tenía pocos muebles, como ya he dicho soy muy sencillo, mi cocina era casi totalmente negra (exceptuando el piso) al igual que mi habitación. Mi sala estaba cubierta por alfombra negra, me gusta mucho el negro, por si preguntan. Y en la pared de la sala había un cuadro que compre hace tiempo de una fotografía en blanco y negro de una casa japonesa muy antigua.
En el suelo de la entrada estaba una carta del encargado, ahora que recordaba tenía que anunciarle mi mudanza. Suspiré dejando la carta en la mesa del recibidor mientras pasaba una mano por mi cabello, deje las llaves junto a la carta y fui a prepararme un té.
Y mientras terminaba de prepararlo el teléfono sonó, tuve cierta corazonada de que sería mi hermano incluso antes de ver el identificador de llamadas.
- Itachi – dije contestando el teléfono. Les dije que sería él.
- ¡Sasuke, ¿Cómo estás?! – preguntó con su típico entusiasmo. Algo que nos diferencia mucho es que él es extrovertido y alegre, yo soy todo lo contrario.
- Pues bien, en realidad estaba a punto de llamarte…- le dije.
- Al parecer te gane, hermanito – dijo riendo, volteé mis ojos, odio cuando me llama así. - ¿Y para que ibas a llamarme? – preguntó antes de que pudiera decirle algo.
- Tengo buenas noticias…- empecé, y al no escuchar nada de Itachi, seguí hablando – El Museo de Tokyo contratara permanentemente a Shikamaru, y casualmente consiguió un muy posible y buen trabajo para mi allá, así que hoy me propuso mudarme con él y así compartir el alquiler, y acepté. – dije casi sin respirar, me gusta ser breve.
- ¡¿En serio?! – gritó Itachi, casi tuve que apartar el teléfono de mi oreja. – Entonces te mudas a Tokyo, ¿eh? – rió, casi podía ver esa sonrisa de idiota que a veces pone.
- Si…- respondí dando un ligero suspiro.
- ¿Cuándo? -
- En una semana – dije tomando un poco de mi té.
- ¡Pues que les parece, mi hermano menor, el odia multitudes se mudara a Tokyo, eso es material de primera plana! – volvió a reír Itachi, jamás entendí su sentido del humor. - ¿Le dijiste a mamá? – preguntó.
-No, ahora la llamo…- dije.
- ¡Ah, perfecto! – Dijo, y pude detectar como aun sostenía esa sonrisa – Hablamos luego, Sasuke, aquí es algo tarde ya… - dijo bajando el tono de voz.
- Hablamos luego entonces. – me despedí, y luego de que me dijera adiós, se lo devolví y tranqué inmediatamente.
Apenas terminé mi té llame a mamá, y se puso igual de contenta que mi hermano, no paraba de hablar sobre lo mucho que mejoraría mi vida, un poco molesto, pero me agrada escuchar sus palabras de aliento. No hablé con mi padre, pero ya de eso se encargaría ella, no quería hablar con él de todas maneras.
Y como ya eran cerca de las cinco de la tarde fui a comprar Yakisoba en una tienda cercana y comí en la tranquilidad de mi apartamento. Leí un poco de uno de los últimos libros de misterio que me encontraba leyendo, estaba cerca del final. Me di un buen baño, revise rápidamente mi cuenta en el banco y me acosté.
Se que mi vida no parece muy emocionante ni agradable, y no lo es, se que sueno como un pesimista y amargado, pero me gusta ser realista, eso es todo. Solo esperaba que ese cambio de ambiente, de vida, de todo en realidad, fuera para bien. Lo único que parecía prometedor acerca de todo eso es que no llegaría solo, al menos estaría con Shikamaru.
Durante toda esa semana estuvimos ambos ocupados mandando y firmando los papeles para el alquiler, y justamente el viernes anterior a la mudanza por fin terminamos con el bendito papeleo y pudimos realizar la mudanza en paz.
- ¿Se siente extraño? – me preguntó de repente Shikamaru mientras esperábamos en el pasillo del edificio a que los empleados de la mudanza terminaran de sacar las dos últimas cajas de mi apartamento.
- ¿El qué? – pregunté.
- Dejar Osaka…- respondió, apoyando sus codos en el barandal del pasillo, viendo el paisaje.
- Un poco…pero realmente no estoy dejando mucho atrás así que… ¿Y tú? – le volví a preguntar volteándome hacia él, y este dibujó una ligera sonrisa.
- Nos criamos aquí, Sasuke…- suspiró sin voltear hacia mí, el clima era suave ese día, soplaba una brisa muy fresca, a pesar de que fuera julio. - …estamos dejando todos nuestros recuerdos atrás, todos los lugares, todas las personas… - dijo él, siempre fue muy bueno escogiendo las palabras correctas para los momentos correctos.
- La secundaria…- reí sin querer, y Shikamaru simplemente soltó una suave carcajada mientras pasaba su mano por su nuca.
Y la conversación fue interrumpida por uno de los empleados.
- Ya estamos listos para irnos. – nos informó el coordinador, así que nos miramos y lo seguimos.
Al salir le di mis llaves al encargado del edificio, le agradecí por todo el tiempo que estuve allí, y nos fuimos hacia el aeropuerto. Naturalmente, tanto nosotros como nuestras cosas fueron en avión. Nosotros en uno y nuestras cosas en uno especialmente para mudanzas.
Al aterrizar en Tokyo una hora después, tomamos un taxi y nos dirigimos directo a esperar el camión de la mudanza. Shikamaru tuvo que vender su auto antes de irnos, por lo que no tendríamos automóvil hasta después de un mes, quizás tres semanas, lo único bueno era que como lo compraríamos entre los dos también iba a ser mío, así no tendría que tomar siempre el bus o taxi.
El apartamento se encontraba a las afueras de Tokyo (como a una hora de viaje en tren de la ciudad), era un complejo pequeño, dos edificios de tres pisos cada uno, nada muy lujoso, pero muy pacifico, perfecto para ambos. El nuestro estaba en el último piso del primer edificio, de esa manera no tendríamos molestos vecinos arriba, parecía como si yo hubiera escogido ese lugar, a veces olvido lo parecidos que somos.
Y luego de conocer al encargado nos entregó las llaves y nos guió directo al apartamento.
- Casi parece que lo hubieras escogido tú, ¿No es así, Sasuke? – rió Shikamaru luego de que nos despidiéramos del encargado en la puerta del dicho apartamento.
- Si, casi…- dije metiendo mis manos en mis bolsillos, una manía mía que verán tan seguido que se aburrirán.
- ¿En serio, casi? – preguntó, casi indignado, pero con una sonrisa en su rostro.
Yo solo reí mientras entraba al apartamento, y lo primero con lo que me encontré fue con recibidor, pequeño y simple, pero agradable, con una ligera mesilla para colocar las llaves y con el espacio para colocar los zapatos. Por suerte el apartamento estaba completamente amueblado, así que no tendríamos que gastar tiempo trasladando muebles de Osaka hasta acá. Justo después del recibidor estaba una sala, un poco más grande que la que tenía mi apartamento en Osaka, sus paredes eran blancas y el piso era de madera, lo más cercano a la entrada era un sofá rinconera con una mesa de té de madera enfrente, y además había dos butacas, también alrededor de la mesilla. Detrás de las butacas estaba un mueble donde muy bien podría colocarse un televisor. Tenía también dos lámparas sencillas a ambos extremos de la habitación, sumándose a un ojo de buey al principio del pasillo. Bastante sencillo, pero no necesitábamos nada más. El resto de la sala era ocupado solamente por dos estantes del lado derecho, cada uno a los lados de la entrada a un pasillo. Al fondo de la sala había una puerta deslizable que debía dar a la cocina.
- ¿Casi, dijiste? – rió Shikamaru apenas ambos observamos la sala. – Parece tu maldito apartamento… - volvió a reír mientras cerraba la puerta y se iba a la cocina, yo simplemente sonreí y lo seguí.
La cocina era casi alrededor de un tercio de la sala, pequeña pero bien distribuida, el amueblado ocupaba todo lo largo de la habitación, y en el estaban empotrados la estufa y el lavaplatos, arriba había una despensa y abajo había gavetas. El piso, a diferencia del de la sala era de baldosas blancas, y poseía igualmente dos lámparas, más pequeñas por supuesto, a ambos extremos del techo. Frente al lavaplatos había una gran ventana, algo que nos salvaba de utilizar las luces durante el día, al menos en la cocina. Y por último, al lado de la puerta se encontraba la nevera, blanca y alta con su congelador arriba, lo común, y al fondo de la cocina estaba un ligero y sencillo desayunador. Tenía todo lo que necesitábamos, éramos solo dos a final de cuentas.
Segundos luego Shikamaru dijo que mejor decidiéramos las habitaciones antes que llegaran nuestras cosas, así que tomamos nuestras maletas y pasamos al único pasillo del apartamento. Era largo y encogido, no podrían pasar dos personas una al lado de la otra, al menos no cómodamente, sus paredes eran igualmente blancas (como lo eran aparentemente todas) las luces estaban apagadas, y no queríamos tampoco prenderlas en ese momento, pero se podía ver que eran dos a lo largo del pasillo. Y lo primero que se podía observar era una angosta puerta justo al inicio, la abrimos rápidamente y observamos que era el único baño del lugar, una ducha con bañera, el sanitario y un lavamanos con espejo, además de una mesilla con gavetas entre el sanitario y el lavamanos, su piso era de baldosas azul claro y sus paredes eran igualmente de baldosas pero blancas. La ducha no estaba cubierta "Necesitará una cortina" suspiró Shikamaru de repente. Al fondo de este había otra puerta, quizás al lado estaba uno de los cuartos, pensamos.
Cerramos esa puerta y fuimos a la que estaba casi en frente, en diagonal podríamos decir.
Y por fin allí estaba el primer cuarto, su puerta estaba en el medio y a los lados tenía dos closets de caoba, las paredes eran blancas, lo más probable era que Shikamaru las dejara así, y el piso era igualmente de madera, algo que no cambiaria tampoco, odiaba complicarse las cosas. Justo en frente de la puerta estaba la cama, matrimonial, lo mejor para un perezoso como él, con una ventana sobre ella y a ambos lados había mesillas de noche y pegada a la pared izquierda había un escritorio, igualmente de madera y muy sencillo.
- Yo quiero esta…- dijo Shikamaru apenas entramos al cuarto.
- ¿Seguro, sin haber visto la otra? – pregunte, normalmente él prefería ver sus opciones.
- Lo más probable es que la otra sea igual, además vimos que debía estar comunicada con el baño…y odio eso – suspiró negando con la cabeza, jamás entendí porque no le gustaba, a mi me parecía de lo más conveniente.
- La otra es mía entonces – dije yendo hacia la susodicha.
- Adelante…- rió siguiéndome.
La ultima puerta estaba al lado del baño, literalmente, justo cuando debía terminar el baño, allí estaba la puerta. Adentro, lo primero que vi fue la cama, igualmente matrimonial, a penas la vi pensé en cambiarla de inmediato, no me gusta tanto espacio. A sus lados había dos mesillas de noche y por sobre ella tenía un gran ventanal que abarcaba toda la pared, tendría que poner cortinas, pensé. A la izquierda de la puerta estaba un closet, y cerca de él un escritorio más una pequeña librería al lado de este. Las paredes, repito, eran blancas y el piso era de madera, quizás pintaba la pared, pero el suelo lo cubriría con alfombra negra, lo había decidido incluso antes de mudarme.
- Todo perfecto entonces…- dijo Shikamaru entrando a la habitación.
- Si, valdrá la pena el dinero – suspire tomando mis maletas del pasillo y dejándolas sobre la cama.
- Déjame ayudarte – dijo tomando rápidamente otra.
Luego de pasar cerca de una hora desempacando llegaron los encargados de la mudanza a subir las cajas con nuestras otras cosas: libros, utensilios de cocina, alguna que otra lámpara, sabanas, almohadas, uno que otro cuadro, cosas de decoración. Les pagamos a los empleados y nos dedicamos a desempacar solo un poco de las cosas.
- Odio las mudanzas…- bufé lanzándome en el sofá, odiaba abrir y abrir cajas, buscarle lugar a todas las cosas, guardar, botar cajas, y el clima de julio no mejoraba las cosas, que bueno que teníamos aire acondicionado. Y para colmo Shikamaru llevaba veinte minutos en su cuarto hablando por teléfono con yo no sé quién. – "Ese bastardo me las pagara, es un maldito holgazán" – lo maldije en mi mente mientras me tapaba el rostro con mis manos, de verdad no estaba de buen humor.
- Oye Sasuke, buenas noticias. – escuche de repente.
- ¿Le pusieron precio a tu cabeza? – pregunté, no hubiera estado mal tampoco, en broma, por supuesto, y sin retirar las manos de rostro pude escuchar la risa de mi compañero.
- Muy gracioso, Uchiha – dijo riendo - Te conseguí esa entrevista para mañana. – me informó, y apenas escuche aquello me levante de golpe y lo mire sorprendido.
- Estas jugando…- dije, no podía creer que en tan poco tiempo hubiera logrado aquello.
- Te dije que me hice amigo del vicepresidente, Sasuke – rio Shikamaru guardando su celular en el bolsillo delantero de sus jeans.
Yo suspire, aliviado, incluso dibujé una sonrisa en mi boca.
- ¿Qué dices si vamos a celebrar? – preguntó Shikamaru.
- Celebraremos si consigo el trabajo, no antes. – dije, inmediatamente pude ver como sus hombros se desplomaron, por lo que no pude evitar reír un poco. – Además tenemos mucho que ordenar, hay como diez cajas con tu nombre en ellas y no pienso desempacarlas yo…- le dije señalando un montón de cajas a la mitad de la sala que sabía muy bien eran de él.
- Debí imaginármelo – suspiró él pasando una de sus manos por su nuca. – Al menos salgamos a comer…igual no podremos cocinar nada aquí hoy. – dijo tomando una de las dichosas cajas.
- Esta bien – respondí desplomándome en el sofá, yo ya había desempacado casi todas mis cajas así que me podía permitir un momento de holgazanería.
Luego de unas pocas horas más de arreglar las últimas cosas, decidimos ir a comer Ramen a un puesto cercano. No me gusta mucho el ramen realmente, pero si lo puedo comer, y como no se me apetecía nada más no me importó. Y quisiera hacer un ligero paréntesis, se que están pensando, y la respuesta es no, no tengo sentimientos por Shikamaru que no sean de amistad, él es como un hermano para mí, me ha apoyado siempre y jamás se ha separado de mi sin importar que. Pero nunca lo vería de otra forma, sería como incesto, y eso es simplemente asqueroso.
En fin, fuimos a comer, regresamos al apartamento y luego de tomarnos un té nos fuimos a dormir. Era raro dormir en un apartamento, habitación y cama distintos luego de años viviendo en aquel cuchitril en el que vivía en Osaka. Me tomó una buena cantidad de minutos, o al menos así lo sentí, en quedarme finalmente dormido, pero eliminando aquello, dormí de maravilla.
Al día siguiente me levante un poco más tarde de lo habitual, alrededor de las diez de la mañana. Sí, eso suele ser tarde para mí, soy una persona mañanera. Apenas coloqué mi vista sobre el reloj digital en mi mesa de noche y me di cuenta de la hora, me senté, frote un poco mis ojos y troné los huesos de mis dedos y mis muñecas, es una manía matutina. Bajé de la cama y fui directo al baño para darme una ducha rápida, cepillarme los dientes, afeitarme y luego podría ir a hacerme un desayuno.
La noche pasada, de camino al apartamento habíamos pasado por una panadería a comprar pan, ya que siempre lo venden más barato tarde en la noche, si es que les queda, y también compramos un poco de queso, jamón, y uno que otro ramen instantáneo, además de agua y jugo.
Cuando salí del cuarto estuve a punto de revisar si Shikamaru estaba despierto, pero lo probable es que no lo estuviera, y si lo estaba no hubiera tampoco querido levantarse de la cama. Así que ni siquiera me moleste en entrar, y seguí hacia la cocina.
Me prepare un simple emparedado de queso, un vaso de jugo y recogí el periódico que estaba en el recibidor de la puerta, el dueño debió de haberlo dejado temprano en la mañana, así que me senté en el desayunador de la cocina y mientras terminaba mi desayuno lo empecé a leer.
Luego de comer y terminar de leer la sección de economía decidí a dar un paseo, dejándole antes una nota a Shikamaru en la mesa de la cocina, me coloque mis gomas y me fui.
Para ser Julio la mañana estaba bastante fresca y muchas nubes tapaban ocasionalmente el sol. Cerca del recinto había un pequeño parque, así que fui hasta allá para caminarlo un poco. Había mujeres paseando a sus perros, una que otra con un pequeño niño junto a ellas. Algunos hombres, la minoría debo decir, también se encontraban caminando o trotando al igual que yo. Mucha gente me dirigió miradas de curiosidad, obviamente, todos los que se paseaban por ahí debían conocerse, y al ver a un desconocido debían sentir tanta curiosidad como un perro en una nueva casa.
Mi entrevista era a las tres, así que estuve una hora en el parque hasta que me cansé, descansé unos diez minutos en una de las bancas y regresé al apartamento. Al llegar me recibió Shikamaru, ya preparándose para ir al museo, terminaba de comer un emparedado mientras ataba su corbata.
- ¿Jamás dejaras de peinarte así? – le pregunté, siempre llevaba su cabello recogido en una alta y alborotada cola de caballo, su pelo no era lo suficientemente largo como para caerle de manera lisa, si no que parecía un puercoespín a la mitad de su cabeza. Hasta se veía mejor con el pelo suelto, que le llegaba hasta el final de la nuca, que con esa cola.
- Jamás…- me respondió con aun un pedazo de pan en su boca.
- ¿Hasta qué hora estarás allá? – pregunté por curiosidad.
- No lo sé realmente… - murmuró terminándose su vaso de leche – Quizás hasta las seis, siete. – me dijo.
- Esta bien, nos vemos entonces. – le dije, él se coloco sus zapatos, se despidió con una sonrisa y se marchó.
Luego de aquello me dedique a organizar mi Curriculum, llevar en un CD una muestra de los trabajos en los que he participado, desempacar mi traje y mis zapatos, que aun no lo había hecho, y luego relajarme leyendo un libro.
Alrededor de la doce me llamó Itachi, hablamos un rato sobre cómo era el apartamento y demás, le hable sobre la entrevista, y terminamos hablando casi una hora, jamás había hablado tanto tiempo con él. Fue algo extraño. Pero cuando por fin terminé, llamé a mama para decirle, se alegró mucho y hablamos también unos minutos sobre el apartamento, luego me dirigí hasta el abasto más cercano, siendo en realidad casi el único del lugar. No quería comer ramen instantáneo, me rehusaba, así que decidí comprar un Yakisoba que ellos mismos hacían, mientras estaba en ello unas chicas sentadas en la barra del local se me quedaron observando todo el tiempo que estuve allí, un poco molesto en realidad, pero estoy acostumbrado, no soy vanidoso, pero lamentablemente soy apuesto, tengo que admitirlo ya que mucha gente me lo ha dicho, incluso el propio Shikamaru mientras se quejaba sobre que las chicas siempre me querían a mí; soy muy pálido, a veces lo odio, mis ojos son negros, hay ocasiones en las que no puedo ver mi propia pupila, mis labios son casi inexistentes, muy delgados, mi nariz es fina, y para colmo mi voz es excesivamente gruesa, mi acento es indiscutiblemente de Osaka, cualquiera lo reconocería al instante. Y por todo esto he sido siempre perseguido y atormentado por el ochenta por ciento de las chicas a donde quiera que vaya, especialmente en la escuela y en el trabajo. Lo detesto, pero no puedo negar que es divertidísimo cuando las chicas me invitan a salir y les digo que soy gay, no hay nada en este mundo que se pueda comparar a ver sus expresiones de decepción.
En fin, llegué al apartamento, comí mi Yakisoba en la sala mientras veía un poco la televisión, estaba realmente delicioso; me quede un rato mas viendo la televisión hasta que se hicieron la una y media. Y ya se me hacia tarde, así que me bañe rápidamente, vestí, tomé mi maletín que por suerte había empacado anteriormente y fui rápidamente a la estación del metro.
Mi viaje duró una insufrible hora, si no hubiera tenido mi iPod me hubiera vuelto loco. Hasta que por fin llegué a la estación que se encontraba más cerca de la compañía. Sinceramente odio las capitales, mucha gente junta, demasiado ajetreo, edificios tan altos y tantos anuncios en todas partes que el sol casi no llega al suelo, mucho ruido, muchos autos. Pero en fin, luego de exasperantes diez minutos pidiendo indicaciones llegue hasta un edificio de color gris con un gran cartel en la entrada.
- "Konoha" – leí lo que decía el letrero, encima de este se podía ver una espiral naranja, aquel debía ser su logotipo o algo así. Muy sencillo pero llamativo. Así que entré y me recibió una muchacha que parecía tener mi edad, pelo marrón oscuro y corto, una piel ligeramente bronceada y su cara era bastante común. Había otra chica en otro escritorio al lado del suyo, pero estaba con otro cliente.
- Buenas tardes, ¿En qué puedo ayudarlo? – preguntó ella con una sonrisa apenas me acerqué.
- Buenas, tengo una entrevista para el departamento de publicidad. – dije y ella hizo una ligera reverencia con la cabeza.
- Uchiha Sasuke, ¿cierto? – Preguntó y yo asentí – Acompáñeme, por favor. – me dijo saliendo de su escritorio con una tablilla y haciéndole una seña de "Ya vuelvo" a la otra chica.
La muchacha me llevó hasta el ascensor, y según el aparato el edificio tenía 15 pisos, ella presionó el botón para el piso 13. Era extraño que un departamento publicista estuviera tan alto, normalmente estaría en la mitad o algo parecido.
Cuando el ascensor por fin llegó a su destino ella me dejó salir primero, todo el piso del edificio estaba forrado en alfombra gris oscuro, con una que otra onda de color naranja, todo excepto el piso de la recepción en planta baja. Sus paredes eran blancas y frente al ascensor estaba el logo de la compañía junto a su eslogan: "Consultar nunca fue tan rápido". Reí un poco al verlo, pero no era un mal lema. La chica me pidió que la siguiera y me llevó a través de un largo pasillo hasta una puerta de vidrio opaco que tenia escrito:
"Vicepresidente Namikaze Minato
Compañía de Consultores Konoha"
¿Me entrevistaría el vicepresidente? Jamás me hubiera imaginado aquello, y por un momento entré en pánico, pero traté relajarme en seguida. Ella tocó a la puerta y una suave y algo despreocupada voz dijo "Pase" desde el interior de la oficina.
La chica abrió la puerta.
- El joven Uchiha Sasuke, el candidato para el departamento de publicidad, está aquí, señor Namikaze. – dijo rápidamente ella con una media sonrisa.
Frente a mí vi a un hombre que debía tener unos 48 años, abundante cabello rubio, un poco alborotado, pero no se veía desaliñado, sus ojos eran delgados y tenían un azul brillante muy llamativo, su piel era bronceada, no era muy alto pero tampoco demasiado bajo, quizás un metro setenta, lo normal, una amable sonrisa se encontraba en su rostro, y sinceramente se ensanchó apenas escuchó lo que había dicho la muchacha.
Se encontraba sentado en una gran silla de cuero negra, seguramente giratoria, con un enorme escritorio que tenía una laptop Mac y varios papeles sobre este, la misma alfombra decoraba el suelo, dos sillas de cuero negra estaban delante de él, y detrás un ventanal que cubría toda la pared con una hermosa vista de Tokyo.
El hombre se levantó con aquella sonrisa antes de hablar.
- Un gusto, joven Uchiha – me dijo haciendo una reverencia, la cual devolví rápidamente.
- El gusto es mío – dije antes de levantarme.
- Gracias, Shizune, yo me encargo. – le dijo con la misma sonrisa a la chica, de nombre Shizune, y ella, se marchó luego de hacer una reverencia. – Por favor, siéntate.
Yo accedí haciendo una ligera reverencia y me senté en la silla derecha frente al escritorio, el se sentó luego.
- Eres el amigo del joven Nara, ¿verdad? – me preguntó apoyando sus codos sobre el escritorio.
- Si, señor Namikaze.
- Perfecto, me dijo que eras excelente, y confío en su palabra – rió el señor Namikaze. – Pero yo no tendré el placer el entrevistarte, déjame llevarte al departamento de publicidad, el director de allí lo hará. – me dijo con una media sonrisa, era tan extraño para mi ver tanta calidez en un vicepresidente el día de tu entrevista, era tan distinto a los demás por los que tuve que pasar, pero se sentía agradable, así que le devolví la sonrisa y lo seguí.
Fuimos hasta el ascensor y el presionó el piso 7, mientras llegábamos me habló un poco de lo que necesitaba el departamento, y era justamente mi área, yo solo escuchaba y asentía, pero pude ver que aquel hombre era increíblemente culto, además de simpático, solo esperaba que el director del departamento de publicidad fuera igual.
Al llegar, dejé al vicepresidente salir primero, luego yo lo hice. Me guió por un corto pasillo hasta otra puerta traslucida que decía: "Departamento de Publicidad"
Al entrar, la paz del resto del edificio se esfumó, todas las personas en esa sala, incluyendo una de las impresoras y todas las computadoras llenaban el lugar de incesante ruido. Pero realmente todo aquello era normal en un departamento de publicidad. En este se encontraban ocho cubículos, de los cuales solo seis se encontraban ocupados, además de dos impresoras y dos scanner al fondo de esta, del lado izquierdo otro ventanal cubría toda la pared, frente a nosotros había un pasillo, y a los lados estaban repartidos los cubículos de trabajo, cuatro a la derecha y cuatro a la izquierda. Al final del pasillo se veía una puerta, debía ser la del director. Todo se veía normal, pero algo me desconcertó: cuando entramos a la oficina, nadie, absolutamente nadie se levanto al ver que el vicepresidente había llegado, algo que simplemente no era común en una compañía, seguí de pie allí esperando que alguien se diera cuenta de quien había entrado, hasta que el señor Namikaze le hablo a otro hombre.
- Kiba, ¿Mi hijo está allí dentro? – le preguntó a un hombre de pelo alborotado, piel bronceada, ojos grandes y dos triángulos invertidos tatuados debajo de cada uno de sus ojos, que se encontraba en el primer cubículo de la derecha.
- Debería, no lo he visto salir. – respondió asomando su cabeza por encima de su cubículo y encogiéndose de hombros, ni siquiera levantándose ¿Dónde había quedado el respeto y las formalidades en el trabajo?, me seguía preguntando.
Pero el señor Namikaze solo suspiró con una sonrisa y pasó una mano por su nuca.
- Esta allí, hace veinte minutos le entregue el último informe. – dijo de repente otro muchacho del ultimo cubículo. Se deslizó en su silla hasta el pasillo. Su piel era tan pálida como la mía, su cabello negro y corto, sus ojos eran completamente negros. Tenía muchas similitudes conmigo en realidad. Quizás su rostro era más redondo.
- Oh, gracias Sai. – rió el vicepresidente. – Sígame, joven Uchiha. – me dijo volteándose rápidamente hacia mí y caminando hacia la puerta, así que lo seguí, sin poder evitar escuchar un "carne fresca" de parte del primer chico al que le preguntó el señor Namikaze, al igual que unas ligeras risas.
Empezar en una nueva compañía siempre era difícil, pensé.
El hombre llamó a la puerta, pero nadie respondió, exhaló un gran suspiro y abrió la puerta de golpe, yo no me atreví a entrar. Pero apenas lo hizo lo primero que escuché fue un enorme resoplido por parte del vicepresidente, así que no pude evitar asomarme. La oficina se parecía a la del vicepresidente, pero era un poco más pequeña, sobre la mesa había como el triple de papeleo, y sobre estos vi una cabellera igual de despeinada y rubia que la del señor Namikaze, y ciertamente recordé que él preguntó por su hijo al entrar, ¿Era acaso su hijo el director del departamento de publicidad? Fuera como fuera, el director del departamento parecía estar dormitando sobre sus papeles. El desgraciado que se suponía era el director del departamento estaba dormitando sobre papeles de trabajo, no lo podía creer, "que irresponsabilidad" fue lo único que podía pensar.
- Discúlpame un momento…mi hijo es un perezoso…- me dijo el vicepresidente en voz baja, volteándose un poco y haciéndome una rápida reverencia con cabeza, yo se la devolví.
Se acercó hacia el escritorio del chico y se inclinó un poco sobre su cabeza. Observé que colocaba una mano sobre su hombro, pero este solo se movió un poco, el hombre suspiró y tomo una pila de papeles que estaba cerca y lo golpeó de lleno en la cabeza, esto hizo que el chico despertara enseguida.
- Diablos…papá…- se quejo frotándose los ojos.
- Lo siento, don "no quiero trabajar" pero el nuevo candidato está aquí. – dijo cruzándose de brazos y volteándose hacia mí.
El chico se levantó de golpe de su silla apenas su padre volteo hacia mí, con cierta expresión de sorpresa.
- Los dejare solos. – dijo de repente el vicepresidente con una sonrisa, y luego de que ambos nos despidiéramos con una reverencia, yo hablé.
- Uchiha Sasuke – me presenté haciendo una reverencia.
- Uzumaki Naruto – me dijo, devolviendo la reverencia.
Y apenas lo vi a los ojos el tiempo se detuvo por alguna ridícula razón, el parecido con su padre era inmenso, debía tener mi edad, su cabello era rubio y despeinado, aunque tenia menor cantidad que su progenitor era el mismo estilo y su piel estaba igual de bronceada, pero sus ojos, sin embargo, eran mas redondos y grandes, muy expresivos, el color si era idéntico, ese mismo azul brillante, pero se veían más radiantes, podría incluso atreverme a decir que más hermosos; en su boca se dibujaba una sonrisa, sus labios eran solo un poco mas bronceados que la piel, ligeramente delgados, en sus mejillas pude ver unas extrañas marcas (quizás de nacimiento, quizás tatuajes) que parecían tres bigotes en cada una, no sabía porque pero no se veían nada extrañas, diría que todo lo contrario, eran atractivas, parecía un zorro. Sus cejas eran solo un poco más oscuras que su cabello, y eran gruesas, muy cerca de los ojos además, pero su expresión no era seria, era bastante relajada en verdad. Llevaba puesta una camisa naranja y una chaqueta gruesa negra, además de unos vaqueros oscuros. A primera vista, como primera impresión, debía admitir que me había quedado impactado por su físico. Pero cuando me disponía a seguir analizando el momento, su voz me sacó completamente de mi letargo.
- Siéntate, por favor – me pidió, y así lo hice. – Ah, y puedes llamarme Naruto, ¿Está bien si te digo Sasuke, o no?
Jamás, pero jamás me acostumbraba tan rápidamente a llamar a alguien por su nombre la primera vez que los conocía, y viceversa, pero este tipo me transmitía una confianza que se podía incluso comparar con la de Shikamaru.
- Si, claro. – respondí asintiendo ligeramente, quería devolverle esa simpática sonrisa que tenía en el rostro, pero mis músculos no parecían responderme. Sentía como si estuviera embelesado por aquel rubio.
- Entonces, Sasuke, déjame ver ese Currículo. – me dijo con una sonrisa más amplia y extendiéndome una mano. Ahora, yo suelo sentirme extraño al oír mi nombre de una manera tan informal en un primer encuentro, en especial de alguien que se podría convertir en mi jefe, pero no lo sentía, de hecho me gustó como lo dijo, su voz, que aunque debía tener mi edad, era muy fina, raspada y extraña, sin ser desagradable en lo absoluto. Así que tomé mi maletín, saque mi Curriculum y se lo entregué, él lo tomo y lo empezó a revisar sin decirme nada más. Y yo de idiota no dejaba de mirar al hombre fijamente, odiaba no saber por qué demonios no podía quitarle los ojos de encima, jamás en mi vida, ni siquiera desde que soy abiertamente gay me había quedado tan fascinado por un hombre como lo estaba en ese momento por el Uzumaki, y muchos menos con esa rapidez. Sus ojos brillaban, quizás fuera mi imaginación, pero eso parecía; mientras leía el papel se relamió dos veces los labios, o los mordía ligeramente. A veces fruncía ligeramente el ceño, a veces levantaba las cejas. Sus manos eran delicadas, a pesar de verse gruesas y grandes, su cabello se veía liso y brillante, un rubio muy natural, y su porte era tan informal y confiado que lo hacía ver aun más atractivo. Maldición no podía quitarle los ojos de encima, "deja de mirarlo", me repetía, pero no podía, pasaba mí vista de las manos, a sus ojos, de los ojos a sus labios, de sus labios a su cabello, todo. Joder.
Y de repente, esa voz me sacó de mi letargo de nuevo.
- ¡Esto es impresionante! – exclamó el rubio con una gran sonrisa.
- Gracias. – agradecí con una ligera reverencia.
- ¿Qué hacías exactamente en la compañía anterior? – me preguntó de repente.
- Era el vicedirector del departamento, editaba todas las propuestas publicitarias que salían. – respondí.
- Ya veo…- susurró bajando la vista de nuevo al papel. – Y… ¿Qué tal la relación con tus compañeros? – preguntó sin levantar la vista, detestaba que hicieran ese tipo de preguntas.
- Pues bastante bien, suelo ser algo introvertido pero se llevarme con la gente. – respondí, no diciendo completamente la verdad, pero tampoco podía decir que era un asocial de mierda. Y ciertamente mi confianza estaba alta hasta que lo vi sonreír para sí y emitir una carcajada, pero no me dijo nada, solo mantuvo una sonrisa y coloco una mano en su nuca. El desgraciado hasta se veía adorable, si es que esa es la palabra correcta.
- Bueno…necesitamos a un buen coeditor, especialmente para los informes de campaña, y debe ser responsable al máximo, se nota que lo eres, ¿O no? – rió dirigiendo su vista hacia mí, con aquella misma sonrisa.
- Doy mi mejor esfuerzo por serlo. – respondí.
- Otra cosa, aquí no nos gusta ser muy formales, preferimos ser como una familia, bromeamos mucho y somos algo extraños, ¿Podrás con eso? – me preguntó riendo, me costó un poco al principio darme cuenta si era o no una broma.
- Pues, dado que mi antiguo jefe era un travesti, si, supongo.- dije, no teniendo ni idea de donde había salido aquello, y lo próximo que vi en el rostro del rubio fue una gran sonrisa y unas carcajadas. Si, adorable era la palabra.
- ¡Espero! – rio levantándose, así que hice lo mismo. – Creo que no necesito ver nada mas…y si mis instintos no se equivocan, estas contratado… - me dijo extendiéndome la mano, y con una sonrisa.
- ¿Qué? – pregunté, no podía haber obtenido el trabajo de manera tan rápida, jamás me había pasado.
- ¿Lo quieres verdad? – me pregunto bajando su mano por un momento.
- Si.
- ¿Entonces cual es la duda? – sonrió y volvió a extenderme la mano.
Y al fin pude sonreír, y estreché su mano, al hacerlo me dirigió una sonrisa más amplia que las anteriores, y sinceramente me retracto, sus ojos no eran lo más atractivo, era aquella sonrisa.
- Ven, vamos a presentarte al resto del grupo. – me dijo soltando mi mano y saliendo de su escritorio, yo lo seguí; abrió la puerta y anunció:
- ¡Todos, deténganse! – gritó y todo el mundo, increíblemente, volteo hacia él. – Tengo buenas noticias, tenemos a un nuevo coeditor: ¡Uchiha Sasuke! – dijo y todos se sorprendieron, volteando directamente hacia mí, que ahora estaba delante del Uzumaki, gracias a que él me había empujado allí al segundo siguiente. Y luego de segundos en silencio todos vitorearon y rieron, incluso escuché que alguien gritaba "¿Oíste, Kakashi? ¡Por fin!", hasta que en medio de la conmoción todos se detuvieron y gritaron "Encantados" haciendo una ligera reverencia.
- El gusto es mío – dije con educación, aun algo sorprendido por aquella reacción, pero les devolví el saludo.
- Bien, todos vuelvan al trabajo…- dijo y sin chitar todos volvieron a lo que estaban haciendo y el ruido regresó al lugar. - Ven – me dijo regresando a la oficina, así que lo seguí. – Ten este formulario, llénalo y tráelo mañana, podrás empezar entonces. – me dijo entregándome un formulario de dos hojas.
- Perfecto.
- Vamos, te acompaño hasta el ascensor – me dijo yendo hacia la puerta.
Era tan extraño para mi recibir esa informalidad, ya lo he dicho, y sin embargo no me terminaba de sorprender, pero debía acostumbrarme; por lo menos no me sentía tan incomodo alrededor de este rubio de nombre Naruto, eso quizás era algo a mi favor, ¿O no?
- Te espero mañana a las diez. – me dijo con una suave sonrisa.
- Si, aquí estaré. – respondí, y me dirigió una mirada con sus cejas levantadas como queriendo que dijera su nombre, aquello era obviamente una prueba. – Naruto.
Y efectivamente, apenas lo hice me dirigió una sonrisa más amplia, me dio una reverencia con la cabeza, yo se la devolví y la puerta del ascensor se cerró.
En ese momento fue cuando por fin pude soltar parte del aliento que llevaba conteniendo desde que me presentó ante el departamento. No pude pensar durante toda la media hora que estuve allí dentro, apenas podía respirar, normalmente no me pongo nervioso en las entrevistas, pero el hecho de que el ambiente fuera tan informal, tan extraño para mi, y sobre todo, el que se acababa de convertir en mi jefe no era precisamente alguien de mal físico me mantuvo malditamente distraído todo el tiempo, esa había sido una de las pocas veces en las que me hubiera gustado no ser homosexual, y aunque no suelo fijarme en todo hombre que me pasa por delante, no pude evitar fijarme en ese rubio. Debía relajarme, debía tomar unas buenas bocanadas de aire fresco, así que presione el botón de planta baja, y salí del edificio, tomé el metro de regreso al apartamento, sufriendo de nuevo esa casi interminable hora de camino (que si no fuera por mi reproductor de música me hubiera torturado pensando aun más en ese rubio), y al fin llegué a nuestro recinto.
Al hacerlo, dejé el maletín en la mesilla de la sala, me prepare un té y luego me lancé en el sofá para descansar y poner mis pensamientos en orden.
El formulario requería los siempre molestos datos personales, teléfono, correo electrónico, una foto tamaño carnet, y varias cosas rutinarias, así que al terminarme mi té me dispuse a terminarlo. Para entonces eran las cuatro y media, Shikamaru no regresaría aun, ¿Qué haría en esas horas restantes?, me pregunte casi en desesperación.
- Maldición, maldición, maldición, maldición… - repetí cubriendo mi rostro con mis manos, no sabía que me tenía tan frustrado, quizás era que no podía sacar el rostro sonriente de Naruto, oh genial, ahora lo llamaba espontáneamente por su nombre, no podía permitirme esos pensamientos, que sabía yo si estaba casado, con novia, si quiera si también era homosexual, además seria mi jefe. O quizás también era el hecho de comenzar en una nueva compañía después de tanto tiempo. Increíblemente esta era la primera vez que me hubiera encantado volver a esa extraña compañía con el travesti de Orochimaru. Nada me distraía del trabajo, nada podía frustrarme, y éramos tan silenciosos, quizás exceptuando a Karin y a Suigetsu, pero incluso ellos sabían hacer silencio. No sería sencillo, no lo seria para nada.
Para sacar de mis pensamientos todo rastro del Uzumaki tome uno de mis libros favoritos de Holmes, "El signo de los cuatro", no me pregunten porque es mi favorito, solo me gusta, y lo empecé a releer como por quinta vez desde que me lo compre. Cuando iba ya por la mitad del libro escucho la puerta de entrada y la voz de Shikamaru diciendo "Estoy en casa"
- Bienvenido – le dije cerrando el libro y levantándome del sillón. - ¿Qué tal el museo? – le pregunté acercándome con los brazos cruzados mientras él se quitaba los zapatos.
- Pues bien, algo ajetreado…pero bien. – respondió resoplando un poco y pasando a la sala. – ¿Y tú? ¿Qué paso con la entrevista? – me preguntó algo mas emocionado, incluso pude detectar una media sonrisa en su boca.
Y la maldita sonrisa del rubio volvió a aparecer en mi mente, pero por alguna razón no quise decirle a Shikamaru sobre aquello.
- Pues, tengo el trabajo. – respondí encogiéndome de hombros y dibujando una y que sonrisa.
- ¡No puede ser! – rio él levantando sus cejas.
- Si, me lo dieron – repetí, no estaba tan feliz como esperaba, y Shikamaru se daría cuenta de ello en cualquier momento.
- ¿Y por qué esa cara larga, Uchiha? – me preguntó, se los dije, se dio cuenta incluso antes de lo que esperaba, maldito Nara.
- Por nada en realidad, solo estoy un poco…nervioso. – dije, mintiendo a medias y tratando de dibujar una sonrisa.
- ¿Uchiha Sasuke nervioso? – rió ligeramente levantando sus cejas. – Jamás pensé vivir para ver este día – dijo, en cierto tono burlón.
- No es gracioso, Shikamaru…-suspiré yendo hacia el sofá y lanzándome de nuevo en él.
- Vamos a comer a algún lado, eso te animara. – dijo sin sentarse y acercándose al sofá con sus brazos cruzados.
- Prefiero quedarme aquí, la verdad – dije, de verdad no tenia ánimos para salir a comer, y mucho menos para el alcohol.
- Como tu digas…de todas formas estoy cansado…-suspiró él lanzándose en uno de los asientos cerca del sofá.
Así nos quedamos un rato, hablamos un poco sobre un nuevo artículo que había comprado el museo, algo sobre unos pergaminos o algo así, luego decidimos preparar unos emparedados de cena. Y en eso estuvimos riéndonos un rato, algo que debo admitir me sacó de la cabeza a aquel rubio por un momento.
Luego de lavar lo poco que utilizamos Shikamaru me "ayudó", según él, a terminar el formulario ¿Por qué las comillas? Porque lo único que hizo fue pasarme el bolígrafo una vez y traerme un vaso de agua, el muy perezoso no quería ni levantarse de su asiento.
Al terminar todo ya eran alrededor de las nueve, quizás nueve y media, así que decidí darme un baño, para luego poder preparar mi maletín, vaciar mi disco duro externo, y prepararme para dormir, necesitaría todo el sueño posible para mi primer día. Necesitaría todo el descanso que pudiera tomar, ya que debía ir con la menta clara y calmada si quería poder concentrarme al estar frente a ese rubio, además quien sabe cómo y quién sería el editor, esperaba que no fuera alguien demasiado extraño o algo peor.
Suelo ir muy confiado en mis primeros días de trabajo, después de todo, si no proyectas confianza la gente pensara que eres un perdedor, pero tenía el presentimiento de que no sería un primer día común y corriente para mi, sabía que en el momento en que viera al Uzumaki mi mente se pondría en blanco, que actuaria como alguien que no sabe cómo actuar y es un tímido del demonio frente a todo el mundo, y peor, frente a él.
Odiaba sentirme así, era en lo único que podía pensar mientras yacía acostado en mi cama, listo para dormir. Yo, que siempre había sido alguien muy confiado, nada temeroso de decir lo que pensaba, podría decir que tendía a ser como de hielo, una persona serena y lógica; estaba ahora sudando frío y dándole vueltas a estúpidos asuntos en mi cabeza sobre un nuevo jefe, en sus ojos azules, en las marcas de sus mejillas, en su adorable sonrisa en…
No, no podía seguir así, estaba poniéndome nervioso por algo que no tenía sentido, ya rayaba en comportarme como una colegiala estúpida, no, debía dormir y así mi mente se despejaría un poco, había sido un día largo y solo necesitaba un poco de descanso, sí, eso era.
Así que luego de respirar hondo y acomodarme lo mejor que pude en mi cama, pude dormirme.
A la mañana siguiente, el increíblemente molesto sonido de mi despertador por fin logro levantarme a las ocho. Tome una ducha rápida, me coloque mi traje y fui hasta la cocina donde sorprendentemente había un plato con dos emparedados de atún con un papel sobre ellos que rezaba:
"Compre esto abajo cuando desayuné antes de irme, espero sean tan buenos como los que yo comí. Suerte en tu primer día.
Shikamaru"
Sonreí suavemente al ver aquello, Shikamaru, al igual que yo no suele ser de hacer ese tipo de cosas, ser detallista, ¿No?, pero cuando era algo importante si lo era, algo extraño en el pero era agradable.
Así que me comí uno de los emparedados y guarde uno en mi maletín para comerlo después, tome un vaso de jugo de naranja y salí hacia la estación del tren bala.
El camino me pareció más eterno que el día anterior (si es que eso era posible), a pesar de tener mi música conmigo, sentí que estuve el día entero en esa máquina, pero cada vez que observaba el reloj solo habían pasado diez minutos. Me lo dije antes y lo repetiré, este no sería un normal primer día.
Luego de la interminable hora de viaje por fin pude bajarme del tren, para ese momento casi no sentía las piernas (estaba empezando a creer que de verdad había pasado 24 horas allí montado). Salí de la estación y me dirigí lentamente a aquel edificio que desde ese día tendría que llamar trabajo. No lo voy a negar, estaba nervioso, tan nervioso que cada paso que daba era más lento que el anterior conforme me acercaba al lugar, no estaba tan nervioso por el hecho de empezar en una empresa nueva, en una nueva ciudad, si no por, como ya he dicho muchas veces, mi nuevo jefe. Ese Uzumaki Naruto.
Pero inevitablemente tuve que llegar a la puerta de entrada de la edificación, y titubee unos segundos mientras observaba el logo de la compañía en la puerta de vidrio, pero decidido, tome una buena bocanada de aire y entré. La misma muchacha del día anterior, Shizune, estaba sentada en la mesa de la recepción, y al escuchar la puerta levanto la vista y me dirigió una sonrisa.
- Joven Uchiha, buenos días. – me saludó con una pequeña reverencia con la cabeza.
- Buenos Días – respondí devolviéndole el gesto para luego caminar hacia los ascensores.
Por suerte para mí no tropecé con nadie en los ascensores, no conocía a nadie, y no quería tampoco toparme con gente que no sabía quién demonios podían ser, clientes o trabajadores. Y sin darme cuenta llegue en un dos por tres al piso numero 7.
Y en el momento en que se abrieron las puertas volví a tomar una enorme cantidad de aire, lo solté suavemente y salí del aparato. Cuando me encontré frente a la traslucida puerta con el nombre "Departamento de Publicidad" en ella, me congele por un momento, seguro apenas entrara todos voltearían hacia mí, no que esa idea me quitara el sueño ni nada pero tampoco me agradaba, aunque…
No, estaba actuando como un idiota, debía entrar y afrontar lo que fuera que viniera; así que abrí la puerta y sorprendentemente no había demasiado ruido, tampoco demasiadas personas, de las seis que habían el día anterior solo se encontraban cuatro, el chico pálido de cabello oscuro, una chica rubia con una cola de caballo alta y un largo mechón tapando mitad de su rostro, otra chica con pollina recta, cabello excesivamente largo, liso, y de un color índigo, y finalmente otro muchacho, bastante alto, cabello oscuro cortado en forma de hongo, y unas cejas inhumanamente gruesas. Ese mismo chico se encontraba revisando unos papeles con el pálido y las dos chicas hablaban juntas, las computadoras apenas estaban siendo encendidas y en el lugar reinaba un silencio que por experiencia sabía que no duraba mucho. Nadie había notado mi presencia hasta que…
- ¡Sasuke! – la alegre voz del rubio Uzumaki diciendo mi nombre llegó a mis oídos y al levantar la vista el susodicho estaba asomado desde su puerta y mostraba esa gran sonrisa que me había dejado mudo.
Las chicas al momento susurraron con más entusiasmo, quizás más la rubia, la de cabello oscuro parecía tímida, pero la otra chillaba con emoción. - ¡Ven, pasa! – me dijo con la misma expresión, haciendo que por fin saliera de mi leve letargo y entrara a la oficina. – Me encanta ver que llegas temprano – escuche que decía el rubio mientras se dirigía a su escritorio. Hoy estaba vestido con otros vaqueros oscuros sumado a una franela naranja decorada con una –algo-floja corbata de color negro. Cuando hube entrado por completo en la oficina se volteó hacia mí y extendió su brazo. - ¿Tienes la planilla, no? – preguntó con una media sonrisa, yo, un poco nervioso, asentí entregándole la carpeta de manila que contenía dicho documento. Él me agradeció con una sonrisa más amplia y lo dejó en su escritorio – En la tarde te entregaré tu carnet, y mientras tanto…-empezó, pero el sonido de la puerta abriéndose lo calló.
- Buenos días – escuché que murmuro la voz de un hombre, se escuchaba aburrida y desinteresada, pero por alguna razón también con aires de humor.
- ¡Kakashi! – exclamó con una amplia sonrisa el rubio, yo no quise voltearme. – Pasa, te tengo buenas noticias – rió acercándose a la puerta. – El nuevo co-editor – le susurró (por suerte no lo suficientemente bajo como para no haber escuchado) – Sasuke – dijo y me voltee en seguida. – Te presento al Editor en jefe, Hatake Kakashi. – me dijo colocando la mano sobre susodicho sujeto.
Un hombre alto, le sobrepasaba al Uzumaki por quizás veinte centímetros, por alguna razón no recordaba verlo el día anterior, su rostro era pálido, sus ojos negros (uno de ellos era atravesado verticalmente por una cicatriz) se veían tan aburridos y desinteresados como se oía su voz, su cabello era de un extraño color gris y se encontraba peinado hacia arriba con una ligera inclinación hacia la izquierda, con solo unos pocos mechones que tapaban su frente. Vestía con unos pantalones negros con tirantes de cuero bastante holgados, y sobresaliendo de estos, una camisa gris con un solitario libro de color verde en el bolsillo derecho; y al igual que el rubio, tenía puesta una corbata negra no muy bien ajustada al cuello. Debía admitir que era un tipo extraño.
- Mucho gusto, Uchiha Sasuke – dije al segundo siguiente en que miré al hombre.
- Un gusto, pequeño Sasuke – rió el hombre con una sonrisa, y pude sentir como un tic apareció en mi ojo izquierdo, ¿"Pequeño Sasuke"? Como se atrevía ese sujeto a llamarme así cuando no tenía ni cinco minutos de haberme conocido. Cuando el Uzumaki decía que no acostumbraban a la formalidad no me imagine algo de esta magnitud, quizás solo fuera así en ese hombre, pero de todas formas no pensaba tolerar eso.
- Solo Sasuke – dije entrecerrando un poco mis ojos.
- Eeh…pudiste haber conseguido a uno con más sentido del humor, Naruto…-suspiró el hombre de cabello plateado, pero el rubio se limitó a reír. Ese instante podía haber sido añadido a mi lista de "Momentos en los que deseaba volver con Orochimaru".
- Bien, chico nuevo…- suspiró de nuevo el de nombre Kakashi. – Como quieras.
- Kakashi, muéstrale como funciona todo, ¿Si? Y ahórrate tus bromas para después…- rió suavemente Uzumaki cruzándose de brazos.
- No puedo creer que me de este dando órdenes el perezoso hijo de Minato…- suspiró de nuevo, pero el contrario solo se volteó y le dirigió una amplia sonrisa, Kakashi entrecerró sus ojos, sacó el libro verde de su bolsillo y lo golpeó en la cabeza con él, y de nuevo, el chico solo rió y se encaminó rápidamente de vuelta a su escritorio.
- ¡A trabajar! – mandó sonriendo, Hatake suspiró, le dirigió una sonrisa cansada y volteó hacia la puerta. – Vamos, Sasuke – me dijo con un gesto de la mano, así que lo seguí, no muy seguro de lo que había pasado allí dentro.
Al salir pude notar el ruido reinaba de nuevo en la habitación.
- Perfecto, escucha bien porque solo lo explicare una vez – me dijo deteniéndose frente a la primera hilera de cubículos. – Se nota que eres alguien a quien no es necesario repetirle las cosas – sonrió volteándose hacia mí. - ¿Me equivoco?
- Para nada – le respondí levantando mis cejas.
- Esta bien…- suspiró y me señalo los dos cubículos que se encontraban detrás de él. – Estos son nuestros cubículos, el primero es el mío y el siguiente es el tuyo – me explicó señalando ambos lugares. – Ahora, ven acá – me dijo haciéndose a un lado e invitándome a que me colocara a su lado así que lo hice, aunque algo realzo a hacerlo realmente, pero no tenía más opción; cuando lo hice coloco una mano sobre mi hombro y me señalo al chico de cabello negro que estaba en el primer cubículo del lado contrario. – El es Kiba Inuzuka, es comunicador social y periodista, el se encarga de conseguir los proyectos y acompaña a Naruto en todas las reuniones. – Me explicó, realmente no pensé que ese muchacho, que parecía tan irresponsable podría tener tal puesto – La que está a su lado es Hinata Hyuuga – dijo señalando a la chica de cabello largo y negro que había visto en la mañana. – Ella es diseñador grafico y arquitecta, trabaja aquí a medio tiempo y normalmente es la secretaria de Naruto, siempre lo ayuda a él y a Kiba con el papeleo. – dijo – Ah, y es soltera – rió guiñándome un ojo, pero no sentí el mas mínimo impulso de decirle mi orientación sexual, así que me limite a arquearle mis cejas – En fin, en los dos cubículos que están detrás se encuentra la computadora de repuesto, y en el primero esta Ino Yamanaka – me dijo, esta chica era la rubia que hablaba con la chica Hyuuga minutos atrás. – Ella es psicóloga, espero no tener que explicarte lo útil que es ella aquí – rió, y sinceramente no, no tenía que hacerlo, así que suspiré y le susurre un "No" – Me imagine – volvió a sonreír. – Los caballeros que están detrás de nosotros – dijo volteándome hacia los dos cubículos restantes detrás de nosotros. – Son, Rock Lee, publicista – explicó señalando al muchacho con corte en forma de hongo que había visto al llegar – Y a su lado, Sai, diseñador grafico y artista plástico – dijo señalándolo, era el chico pálido de cabello oscuro. - ¿Entendido? – preguntó.
- Si – le respondí, no tenia problema en aprenderme los nombres.
- A trabajar entonces – sonrió el hombre echándose cual rayo sobre su silla giratoria.
A partir de ese momento el pálido hombre de cabello gris empezó a explicarme un enorme proyecto con el cual estaban empezando a trabajar; necesitaban diseñar la nueva campaña publicitaria de la empresa, incluso pensaban en modificar parte del slogan (detalle que pensé sería muy necesario), nuevas vallas publicitarias, volantes, una ligera modificación de la imagen corporativa (algo que debía admitir llevaba mucho trabajo), incluso querían diseñar publicidades dirigidas a empresas en occidente. Solo yo tenía la desgracia de entrar en el preciso instante de un revestimiento total, no sería divertido, seria estresante y la peor manera para aprender a moverme en mi nuevo trabajo.
Pero a pesar de todo, el primer día pudo haber sido peor, si no menciono el único momento en que el rubio salió de su oficina para llamar a Inuzuka y a la chica Hyuuga, y yo de imbécil no pude evitar voltearme igualmente, causando que mi nuevo segundo jefe me golpeara en la cabeza (no me pregunten cómo me resistí a golpearlo de vuelta), el día estuvo normal. A la hora del almuerzo fui al cafetín del edificio al igual que algunos del departamento, y gracias a dios la tarde pasó más rápido de lo que pensé, ya que por ley el tiempo siempre pasa más rápido cuando hay infinidad de cosas que hacer. Las tranquilas dos de la tarde se convirtieron en las siete en un dos por tres, pero al menos mi día por fin había terminado.
- Bien chico, yo me retiro ya. – me dijo Kakashi (me acostumbre a llamarlo así al segundo siguiente ya que no sentía respeto alguno por ese sujeto) mientras apagaba su equipo y tomaba su maletín. – Hasta mañana. – sonrió levantándose de su asiento.
- Hasta mañana – respondí por cortesía mientras igualmente apagaba mi computadora; observe de reojo como dejaba el lugar, tomé mi maletín y me dispuse a irme.
Antes de salir por la puerta sentí un ligero golpe en el hombro, cuando levante mi vista era el rubio saliendo por la puerta y despidiéndose con una gesto de la mano y una suave sonrisa, de la sorpresa solo pude devolverle la despedida con una rápida reverencia con la cabeza, suspiré al verlo marcharse.
Dejé el edificio caminando más rápido de lo normal hacia la estación del tren bala. Y mientras sobrevivía a la hora de viaje rebobinaba lo sucedido en el día en mi mente, y debía admitir que aunque pudo haber sido un primer comienzo algo más traumático, me sentí completamente ajeno a aquel lugar, nunca, ni siquiera teniendo a un travesti pervertido de jefe, me había encontrado con un ambiente tan distinto. Durante toda la jornada se escuchaban tanto las computadoras como las risas y conversaciones triviales de los trabajadores, como si fuera un negocio familiar en la esquina de un boulevard. Empezaba a pensar que de verdad me sería difícil encajar en un lugar así, a pesar de que me acostumbre rápidamente a la informalidad con Kakashi, pero repito, fue debido al poco respeto que me inspiraba el hombre, no podía asumir que sería el mismo caso con los demás. Pero necesitaba el trabajo, de verdad lo necesitaba, además Shikamaru se había tomado la molestia de recomendarme, no iba a acobardarme, era algo que simplemente no me gustaba hacer; demonios, y aun así me era posible ignorar esa pizca de desesperación que sentía cada vez que pensaba en lo duro que iba a ser adaptarme, no solamente con mis compañeros, si no con aquello que prefería no recordar, pero que era el obstáculo más difícil: El Uzumaki; no importaba como abordara lo que me esperaba en ese lugar siempre terminaba haciendo conjeturas sobre aquel hombre de piel bronceada y ojos azules, no podía quitármelo de la cabeza, y siendo sincero esperaba que la mayoría de los días fueran como aquel, sin que saliera mucho de su oficina para no tener que ver su rostro, ni escuchar su voz, ni siquiera tener que escuchar a alguien mencionando su nombre, nada en absoluto, y quizás así, solo quizás, podría ignorarlo y olvidarme de él.
Y seguía sumergido en mis pensamientos cuando anunciaron la llegada a la parada.
Sorpresivamente me encontré con que Shikamaru había llegado antes que yo, y apenas comente mi primer día con él, no me emocionaba mucho el comentarle lo pesado que había sido para mí, mucho menos sobre el rubio, tampoco soy alguien que expresa completamente como se siente, ni siquiera con mi mejor amigo, así que solo comimos, conversamos un rato, me di un buen baño y cada uno se fue a dormir.
Mañana comenzaría el proyecto, no iba a ser agradable, no, definitivamente no.
Y siendo eso mi último fatídico pensamiento, suspiré, y caí dormido.
