Teddy sabe que su tío Harry lo quiere. Que fue como su primer hijo y que sigue siéndolo. Y que la tía Ginny lo quiere muchísimo y adora abrazarle por Navidad.

Pero cuando llegan a la Madriguera él y su abuela Andrómeda, ve algo que le hace sentir un poquito menos querido. Harry y Ginny están jugando con sus tres niños. James, Albus y Lily. Sabe también que los tres niños que considera como sus hermanos lo quieren mucho. Que es el mejor para jugar con ellos a cualquier cosa, para ver películas o para animarles.

Pero cuando ve que los cinco sonríen como nunca, que bailan juntos y que se abrazan a la vez, echa de menos tener padres. Especialmente cuando dicen que quieren hacer una foto de la familia y no le llaman.

Aunque se le olvida cuando el tío Harry y la tía Ginny le llaman, diciendo que la foto de la familia no era foto de la familia si no estaba él allí.

Entonces sonríe, como solo un niño de 12 años sabe hacerlo y se lanza a los brazos de su padrino, que es casi como su padre, porque le quiere tanto como sabe lo habría hecho si Remus siguiese vivo. Y le da la mano a Ginny, como le hubiese gustado hacerlo con Tonks caminando por la calle.

Sonríe. Porque sus padres no están, pero tiene a los mejores sustitutos.