Capítulo 01. "Trato"

Sólo ocho años. Sólo ocho años tenía . Sigue siendo muy joven. Un niño apenas. Un niño especial que sufrió la pérdida de sus padres pero gracias a su hermana gemela se ánimo a seguir con la vida. Dipper nunca se creyó alguien tan especial, por que él no sabía de la belleza que poseía.

Pero en estos momentos, sólo quería una cosa, y era regresar de nuevo a su hogar.

Su mente estaba únicamente en saber donde se encontraba y como regresaría de vuelta a su amado hogar.

Sus ojos veían con detalle la habitación, muy grande y hermosa. Todo parecía de oro puro, telas muy finas y caras. Decorada de una manera excepcional y elegante. Extrañamente, le gustaba. Aunque algunos tapices eran extraños, al igual que cortinas u obras de arte. Tenían grabado un triángulo aparentemente amarillo con un solo ojo dentro. Pero trato de no tomarle mucha importancia a aquello. Un ambiente algo cómodo para el pequeño castaño que yacía acostado en la recamara matrimonial, al parecer había estado dormido.

El lugar estaba oscuro, no tanto por que alcanzaba a visualizar algunas cosas esenciales, pero no había ni un rayo de sol Paseándose por el enorme lugar.

Sintió miedo y desesperación. No saber donde se encuentra y no recordar muy bien que le había sucedido. Su mente no pensaba en moverse, se quedaba quieto, pero su cuerpo temblaba ligeramente.

-Veo que ya despertaste. - oyó una voz masculina, serena pero con cierto tono curioso y risueño que le extrañaba. Se limitó a mirar al que se encontraba delante de él y poco a poco se acercaba a la cama. Dipper se puso más nervioso al ver como se acerca a él. No lo pudo ver muy bien, pero logra visualizar lo que más destacaba del chico; su pelo.

Es rubio, no uno cualquiera. Un rubio hermoso como los rayos del sol, no era ni tan claro ni tan fuerte. Simplemente perfecto. Su estilo de peinado era alborotado, viéndose muy bien. Destinguia que era alto, delgado y de piel bronceada.

Ya estando demasiado cerca del castaño, sólo le dedicó una sonrisa. Como dándole la bienvenida.

- Hola, un gusto. - saluda el mayor alzando su mano derecha para que el menor la estrechace.

-H-Hola... - especuló el castaño. Estrechando así, sus manos. Él sabía que tenía que ser educado. - ¿D-Dónde estoy? - con temor en su pregunta. Sus ojos reflejaban tristeza. El rubio vuelve a dedicarle una sonrisa, tratando de transmitirle confianza, cosa que no lograba del todo.

-Oh tranquilo pequeño. No estás en peligro ni nada parecido. Lo que ocurrió fue que... - se detuvo un momento para recordar lo antes mencionado, su voz sonaba tranquila y muy confiable. - Me encontraba paseando en las lejanías de mi imperio, cuando te vi tirado, en un muy mal estado cerca de un río. Parecías estar solo, así que decidí ayudarte. No te preocupes por las molestias. Ahora dime pequeño... ¿cómo es que te llamas? - sin duda, aquel rubio le parecía raro y muy alegre. Aun dudaba del mayor. Pero... ¿Qué otra opción tenía? Si actuaba de manera tranquila y amable, quizás el mayor no le haría daño.

-Em... M-Me llamo Dipper. - le contestó con una mueca inseguro. Sin embargo, sus manos temblaban. Odiaba actuar tan sumiso y tembloroso.

-Un gusto, mi nombre es Bill Cipher. - dijo con un tono amable y animado. Dipper lo miró curioso, hasta que su cerebro hizo memoria.

-Bill... Cipher... Cipher... ¡Cipher! - pensaba el pequeño, desde que tenía cinco años, él junto a su hermana fueron muy bien educados y les explicaron sobre las personas que gobernaban los otros imperios y que tan importantes son. El nombre de Bill Cipher fue el primero en ser nombrado, describiendo le como alguien sumamente poderoso e impotente. Una persona respetable e inteligente, aparte de ser muy joven para gobernar todo un imperio solo a tan cortisima edad.

Dipper sólo le miraba con sorpresa. Pero se sintió más confiado. Al menos era un Faraón respetable que un secuestrador o algo parecido.

En cambio, Bill, solo sonreía por la expresión del castaño al saber quien es él.

-¡U-Un gus-gusto! Muchas gracias por haberme acogido aquí... no le quitaré más su preciado tiempo así que... Puede mandar a traer a mis Tíos para que vengan por mí. - dijo Dipper lo más respetuoso posible y con cierto apuro.

-¿Tu tíos? - dijo con curiosidad.

-Oh si, bueno... mi nombre es Dipper Pines y soy el hijo del anterior faraón, pero como mis padres murieron y mis Tíos están a cargo del imperio Pines. - le explico el niño con total naturalidad. Bill se sorprendió un poco, no esperaba que el niño fuera alguien tan importante, aunque claramente él mismo lo es más.

-Ya veo. De inmeadiato iré a que los llamen para que vengan por ti, pero mientras te quedaras conmigo. - le dijo muy alegre sin apartar las vista del niño. A Dipper no le molesto en lo absoluto, sólo esperaba no molestarlo con su presencia.

-¿Seguro? No quiero ser una molestia... - siendo sincero, el no quería que el faraón Bill se tomase la molestia de cuidarlo o vigilar lo por que era muy seguro que el debería estar muy ocupado. Se sentía un poco avergonzado.

-No lo serás, si haces lo que yo te digo. - añadió en un tono como si estuviera dando una orden.

-D-De acuerdo... - logró decir. Bajó la mirada un poco avergonzado.

-Bueno, si me disculpas, ahora mismo tengo que mandar a alguien para que le avise a tus tíos. Mientras te traeré el desayuno. - mientras se paraba y se dirigía a la salida. Que solo era una cortina de tela dorada.

-N-No hace falta... Yo puedo- fue ligeramente interrumpido por la voz del mayor.

-Dipper, yo dije que no serás una molestia si haces lo que yo te digo. Iré por tu desayuno y punto. Estas muy delgado, se ve a lenguas que necesitas comer.

-Está b-bien... Este... Me podría decir ¿cuánto tiempo estuve dormido?

- Yo diría que...Mmm... unas quince horas. - dijo como si fuera lo más normal del mundo. El castaño se sobre salto. - Me tengo que ir. Adiós Dipper. - su voz era dominante. Salió de la habitación, dejando nuevamente al pequeño sólo en la oscuridad.

Los minutos transcurrían con lentitud, Dipper empezaba aburrirse, hasta que alguien entró, nuevamente.

-Toma. -avisó el rubio depositando en una bandeja de metal de oro, unos deliciosos bocadillos que hacían babear al pequeño, viéndose adorable, acompañado con una copa de agua refrescante. Lo mejor de lo mejor.

-Muchas gracias. - agradeció Dipper. Primero tomó de la copa de agua puesto que su garganta estaba seca. Al terminar la dejo a un lado.

-Se ve que tenias mucha sed. - comentó Bill entre un risa. Dipper sólo asintió tímidamente y prosiguió a comer.

La habitación estaba un poco más iluminada y pudo ver con más detalle a Bill. Y tenía que admitir, que era bastante guapo. Estaba convencido que su hermana en loqueceria de tan sólo verlo.

Los ojos de Bill miraban con profundidad todo lo que hacía Dipper, sus gestos, sus ojos, pestañas, cejas, pelo, TODO. Cosa que el menor notó y le incómodo. Pero no dijo nada. No quería enojarlo.

-G-Gracias. - dijo el castaño. Bill chasqueo los dedos y de pronto vino lo que seria una sirvienta a recoger la bandeja para luego retirarse con cortesía. Los ojos del castaño miraban por el camino donde se fue la sirvienta, cosa que molesto un poco al rubio sin saber el motivo exacto.

-Hey Dipper, tengo que hacer algunas cosas y no podré estar por aquí, y se que te aburriras si te quedas solo aquí... -busco entre sus cosas y sacó un juego de mesa. El "Senet". - Así no estarás tan aburrido. Te traeré una de mis sirvientas para que juegue contigo.

-Está bien.- dijo emocionado, le encantaba ese juego.

Bill se despidió, Dejando de nuevo a un Dipper sólo.

Salió y se dirigió a una señora de 40 años.

-Vigilalo y finje que te estas divirtiendo. - ordenó con la mirada sería y la voz fría.

-Entendido Amo Bill. - respondió la señora, casi con la misma seriedad que el rubio. Esta entró a la habitación con una sonrisa finjida, cosa que Dipper se la creyó.

Bill mando a uno de sus campesinos que trabajaba para él al imperio Pines a dar el aviso.

Por el momento, tenía que arreglar unos asuntos como, gobernar su imperio, así que se la paso realmente ocupado, y un breve momento libre, mandó a un reconocido artesano a crear un trabajo, claro, seria muy bien pagado.

Al caer la noche, aproximadamente las nueve, se diriguio a la habitación, donde salía la sirvienta en pasos silenciosos.

-Amo Bill, hace unos minutos se quedo dormido. - informó la mujer demostrando su respeto.

-Ya veo... Puedes retirarte. - dijo con sus ojos fríos. Mirando apenas de reojo a la mujer.

Entró a su recamara, como siempre, ordenada, limpia y preciosa. Se acercó a su cama, fijándose en el bulto que había entre las sábanas, viendo al hermoso niño durmiendo como un ángel. Un ángel que sólo él podía tener. Aunque en esos momentos, no sabía con exactitud que sentía por ese pequeño de ocho años. De sólo ocho años.

Solo vestía con una larga túnica de color blanca, collares azules en el cuello y unas sandalias bien adornadas. Pero en esos momentos, sus ropas estaban algo sucias.

Se acercó a el, con las llemas de sus dedos acariciaba con suavidad las mejillas del pequeño. Recoriendo desde su mentón hasta su frente. Su piel era tan suave y hermosa. Pudo percartarse de que gran parte de su pelo cubría su frente, donde tenía escondida una extraña y única marca de nacimiento. Una rareza que la parecía hermosa. Tenia la forma de un cucharón.

Se fijo en las pestañas del pequeño. Se sentía extraño. ¿era normal sentir atracción por alguien de su mismo sexo? Jamás se había enamorado, tenía muchas pretendientes, pero nunca sintió lo que ahora siente.

Movió un poco al castaño para que esté despertase, cosa que no funcionaba.

-Dipper... Dipper... levántate, tienes que darte un baño. ¡Dipper! - ahora sabía que el pequeño tenía el sueño pesado. Dio un suspiro de resignación, rindiéndose. - Bueno,¿y dónde dormiré yo? - se preguntó asi mismo en voz alta, aunque probablemente nadie lo escuchó. Miro de nuevo su cama, tan cómoda y grande. Estaba seguro de que ambos entrarían perfectamente, y más por que el castaño no ocupaba mucho espacio. En ese momento, Bill poseía unas prendas simples para irse a dormir, de color amarillo claro, tan claro que casi parecía blanco.

Sin pensarlo, se acostó en su cama, posicionándose de manera que más le agradaba.

Dos horas. Dos horas en las que aún no había consiliado el sueño. Estaba muy cansado pero por alguna razón no podía dormir. Y eso le irritaba. Miro hacia donde estaba Dipper, del otro lado de la cama, muy sumergido en sus sueños. Como lo envidiaba.

Quizás fue impulso. Quizás no. No lo sabe. Pero sus largos y fuerte brazos rodearon al pequeño, poniéndolo encima suyo. Le gustaba aquella sensación. Era tan frágil. Podía sentir su respiración. Su cuerpo jamás había estado tan cerca de una persona. Y menos de un hombre/niño. Sentía comodidad. Cerró los ojos con la esperanza de quedarse dormido. Cosa que empezaba a dar resultado.

Y en la noche. Dipper inconsiente de lo que hacía, se aferro más a Bill, disfrutando del momento el mayor, solo se dejó llevar. Quería ese niño. Ya lo había confirmado. Y por el momento, sólo quería descansar junto a él.

Aun no era de día, pero Bill se despertó sólo por mera casualidad. Y al hacerlo, notó algo que lo dejó pasmado. Dipper ya no estaba encima suyo pero seguí a su lado, volteado, pero, ese no era exactamente el problema. Si no que su pequeño trasero, en la posición que se encontraba era de lado, rozaba insunuadamente con su pene, sobre la tela. Un leve sonrojo se posó en las mejillas del mayor. Y quería más contacto, sabía que no estába bien, pero a él no le importaba. Con un movimiento, se acercó aún más y empezó a rozar su pene con el trasero del menor. Y si eso no fuera poco, sacó su miembro dejándolo al descubierto y frotandolo con brusquedad en el trasero del castaño que aún dormía. No podía parar y no quería. Le gustaba esa sensación. Siguió a sí por un buen rato, hasta que manchó de la parte de atrás la túnica.

Le resto importancia a lo ocurrido, puesto no era muy probable que el pequeño lo notase y Prosiguió a dormir.

La mañana se hizo presente, ambos jóvenes se levantaron al mismo tiempo, se saludaron y el mayor le explico que es lo que tenia que hacer.

Desayunaron, se bañaron, y como Dipper no tenia cambio de ropa, el mayor busco entre sus cosas la túnica más chica que tenia, y después de tanto buscar, encontró una que, recordaba él, no la había usado desde hace cinco años.

Dipper se la probó y le quedaba grande. Aun así, no se quejo, no tenia el derecho de hacerlo, según él.

Bill lo miró de pies a cabezas, y es que simplemente se veía adorable.

Dipper acompañó a Bill, por petecion de esté, a todas la labores que el rubio tenía que realizar Cómo faraón.

Sin duda, el rubio se merecía el respeto y la admiración que el castaño sentía hacia esté, era una persona muy inteligente, incluso más que su tío Ford, y eso que su tío Ford era la persona más inteligente que el conocía. Bill lo solía mirar, bastante de reojo y dedicarle sonrisas coquetas que el castaño creía que eran saludos.

-Es muy inocente. - pensaba el rubio con una enorme sonrisa en su rostro. Ese día, había sido más alegre para el mayor, gracias a la presencia del menor.

Dipper prestaba mucha atención a lo que hacía y decía Bill, puesto quería ser un buen faraón en el futuro. En pequeñas ocasiones, con mucha pena, le preguntaba cosas al rubio, del manejo de la agricultura y como mantener un buen reinado, y este respondía clara y brevemente.

Cayó la noche rápidamente. Y es que el tiempo sencillamente se va volando.

-Dipper. - Llamó Bill mirando al menor atentamente, de forma muy natural y relajada.

-¿Qué sucede Bill?- si bien, ahora le tenía más confianza al rubio, pero seguía manteniendo su respeto hacia el mayor.

-¿Puedo llamarte Pino?- dijo de repente causando curiosidad en el menor.

-Ahm... ¿P-Por qué Pino?- preguntó un tanto desconcertado. Se le hacía bastante raro aquel apodo.

-Por queeeee... - alargando más la "e" en forma cómica. - Cuando te encontré, en la arena había un enorme dibujo de un pino.

-Oh, eso... Es que, creo que lo hice por que estaba muy aburrido. Pero aún no me acuerdo de como fue que llegue a las lejanías de mi imperio. Es raro. - Argumento Dipper pensativo.

-A veces, es mejor no saber lo que paso.

-¿Qué dijiste?

-Nada Pino. - sonrió de manera burlona. - Hey Pino, te tengo preparado un sorpresa. - le dijo muy ansioso.

-¿Encerio? - dijo sorprendido. Se sentía muy alagado de que el rubio se tomará esas molestias. El contrario asintió afirmativo causando emoción por parte del mayor. - ¿Y qué es? - sonrió.

-Hermoso. - pensó Bill, cautivado por la hermosa sonrisa del menor. - Ya verás. - le contesto mientras lo llevaba a otra habitación aún más grande.

Enfrente de Dipper, se encontraba una mesa larga que traía encima, hermosas joyas, collares, brazaletes, aretes, entre otras cosas sorprendentes.

-¿Qué-Qué es to-todo esto? - preguntó un tanto desconcertado. Admirando las joyas que yacían ahí. Bill medio sonrió, para luego acercarse a la mesa quedando a la vista de Dipper.

-Son joyas Mi Pino. Y te puedes quedar con una. Soló quiero comentar que, entre todas estas, hay una en especial, puesto que la mande hacer apenas ayer. Adivina. ¿Cúal es? - siendo sincero, el rubio dudaba de que Dipper atinara aunque le gustaría que así fuera.

Empezó a observar con más detalles los hermosos objetos. Tratando de ver algo inusual o diferente que los distinguirá de los demás. Algo muy difícil para un pequeño como él.

Quizás fue uno, quizás dos minutos. Pero al fin hablo. Seguro de si mismo.

-Es ése. - señaló un brazalete de oro conformado por tres cadenas algo gruesas, con un símbolo. Un Diamente verde en forma de Pino. Mostrando el frente. Muy bonito, pero no lo suficiente como los otros. Para cualquier noble algo simple. Pero para Dipper era suficiente. Se ajustaba al tamaño. Bill abrió los ojos muy sorprendido.

-Has acertado. - sonrió feliz. Posó su manos hasta sus caderas. - Ahora lo puedes tomar. Es tuyo.

-¿De verdad?¡Muchas gracias! - volvió a sonreír, de manera dulce. Tomó el brazalete entre sus manos y apresuró a ponérselo. Cosa que se le complicaba por la emoción.

-Déjame te ayudo. - simplificó Bill, y lo ayudó.

Sin duda, un obsequio simple pero significativo para ambos.

Era tiempo de descansar. Dipper se negaba a dormir en la cama del faraón, por que no quería invadir su privacidad como la noche anterior. Pero Bill logró convercerlo.

La mañana llegaba, y pasaba de inmediato. Sólo que esta vez, Bill logró terminar sus asuntos antes. Así que decidió dedicarse un tiempo con su Pino. Eran las seis de la tarde.

-¿Cuántos años tienes Bill?- preguntó Dipper, recostado en el regazo del mayor mientras esté acariciaba su hermosa cabellera castaña.

-18. ¿Y tú? - preguntó interesado, observando esos bordes oscuros del menor.

-8 años. Eres muy joven Bill. - dijo mientras jugaba con sus dedos.

-Lo sé. No deberías ocultar está hermosa marca tuya. - Dipper se sorprendió y se sobre salto. Sus mejillas estaba un poco rojas. -Que tierno. - pensó Bill mirandolo fijamente.

-¿¡Cómo lo sabes?!

-Cuando te recogui en las lejanías tuve que revisar que no tubieras alguna mordida de una animal peligroso. Y ver si no tenias fiebre. ¿Por qué la ocultas Pino? - sonó algo deprimente. Muy interesado en realidad.

-B-Bueno... Es q-que yo... Me da vergüenza. Se que no pero, no me gusta. Es extraña. Solo mis Tíos y mi hermana lo saben. - declaró apenado.

-Dipper... No te debes avergonzar de algo tan único y especial. Tu eres... Perfecto y esa marca no te arruina en nada. No permitiré que nadie se burle de ti. ¿entiendes?

-Bill... Yo... Perdona. Aun así... Sólo no se lo digas a nadie. - dijo reprochado. Bill lo abrazo de forma cariñosa, Dipper no podía estar mas sorprendido y sentirse protegido en su vida.

-Si tu no quieres no lo haré. Nunca olvides que siempre te ayudare en lo que sea Pino.

-¿Por qué...? - preguntó sin entender ¿Por qué el rubio era tan amable con el?un niño de... tan sólo ocho años.

-Por qué eres especial Pino... - dijo sin más.

Las horas volvían a pasar. Cayó la noche pero tampoco era tan tarde. Las siete para ser más exactos.

-Pino, mejor duerme temprano para que mañana te levantes muy temprano. Quizás ya lleguen por ti. - esto último lo digo algo triste. Le había tomado mucho cariño al pequeño. Lo iba a extrañar demasiado, pero no tenía de otra.

- De acuerdo. - respondió el menor sonriendo amablemente. No tenía sueño, pero sabía que el mayor tenía razón.

-Hey Pino. - lo llamó, y esté se volteo para prestarle atención al mayor.

-¿Qué pasa? - preguntó aún con ánimos.

-Te quiero. - le declaró algo nervioso y con un sonrojo.

-¿Hm? Yo también. - Por supuesto que también lo quería, lo respetaba y admiraba, como faraón. Quizás, hermano mayor. Pero Dipper creía que ese "te quiero" era de amigos. Que equivocado estaba. ¿Pero quién lo culpa? Era tan solo un niño de 8 años muy inocente y sin experiencia alguna en el amor. El único amor que conocía era el de hermanos.

Bill lo acompañó y decidió acostarse a domir con él, sólo por unos minutos ya que luego tendría que ir a cumplir algunos asuntos.

Ya en la cama...

-Pino. - le habló y el nombrado escucho.

-¿Si Bill?

- ¿Te gustaría vivir aquí?

-Mmm... No lo sé Bill. Es que - fue interumpido.

-¿Tienes hermanos?- preguntó interesado.

-Bueno si, mi hermana gemela. Ella es la mayor. Ella va hacer el faraón. Pero yo siempre la apoyaré por que... Soy su hermano.

-¿No te gustaría gobernar junto a mí?

-¿Cómo? - pregunto sin entender muy bien a lo que se refería el rubio. Esté lo miró algo incrédulo pero con una sonrisa cariñosa.

-Jeje, nada Pino. Que descanses.

-Igualmente Bill. - y con ésto último, el menor se quedo profundamente dormido.

Horas mas tarde...

-Amo Bill, Los Pines han llegado. - informó uno de sus ciervos muy educado.

-Ya veo. Lleven los a la sala, quiero hablar con ellos. - dijo este muy escalofriante causando temor en el otro y lo obedeció sin quejarse.

Minutos después...

-¡Bienvenidos sean, a mi pirámide! - dijo con una enorme sonrisa.

-Literalmente . - pensaron ambos mayores; mirando de reojo la pirámide por dentro, era demasiada grande y brillante.

-Vaya joven Bill, ya veo el porque de su reputación. Impecable como siempre.

-Muchas gracias por esos a lagos Stanley, siempre tan interesado. - sonrió en forma burlona. - Bueno a lo que han venido. Como ya les habrán informado, encontré a su sobrino a en las lejanías de su mismo imperio, no se por que, y me gustaría saberlo. - Bill observó como los dos gemelos mayores a el se miraban cómplices y un poco nerviosos.

-Ah, Mira Bill... Fue un accidente, encerio. Hace días habíamos decidido salir en familia para explorar, pero no se en que momento, Dipper se perdió. - aclaró Ford seguro de si mismo y no mentía. -Encerio, perdone las molestias. Lo que pasa es que...- lo interrumpio su hermano.

-El niño es muy curioso. Y también poco sociable. - comentó Stanley con una mueca y cruzándose de brazos, con la mirada en los preciosos jarrones y las bellas obras de arte. Casi embobado.

-Si... eso. En fin, muchas gracias por cuidarlo. - dijo Ford mientras él y su hermano se ponían de pie.

-Esperen un momento. - dijo en voz alta, haciendo una señal para que ambos se sentarán, cosa que hicieron.

-¿Qué sucede Cipher?- preguntó extrañado Ford arqueando la ceja.

-Les quiero proponer un trato.

El silenció reino en la habitación, dejando ambos adultos tensos y nerviosos así como confundidos, a sí Cómo un rubio con una sonrisa maliciosa.

-¿Un trato?- esbozo Stan.

-Bill. Sinceramente, tus tratos son peligrosos. A veces son beneficiosos y otras veces... muy catastofricos y lo sabemos perfectamente. - aclaró Ford no muy convencido.

-¿Eso creen? - dijo finjiendo inocencia. Tenia una sonrisa que le hacían notar sus muy perfectos dientes que parecían colmillos, sin exagerar.

-Si. - afirmó el más inteligente de los Pines.

-Por lo menos queremos oír el trato. - recibió un codazo por parte del su hermano. - ¿¡Qué!? Aun no sabemos de que se trata. - dijo Stan causando que Ford revirara los ojos.

-Bien. - dijo Ford serio.

-Cómo decía. Ya saben lo inteligente que soy. Siempre predijo los movimientos o los desastres de los imperios vecinos. Incluyendolos. Tal vez ahora su economía y ganadería vaya muy bien. Pero con el tiempo, algo malo sucederá. Y cuando eso pase yo los ayudaré. - dijo el rubio de manera neutral.

-Incluso si eso fuera cierto cosa que no lo creo, ¿Qué querrías a cambio? - dijo Ford demandante.

- A tu sobrino.

-¿¡QUÉ!? - dijieron los dos muy sorprendidos. -

-¿Lo quieres para sacrificio o algo así? - pregunto Stan.

-Créanme que eso seria lo menos que haría. Quiero que viva conmigo. Como si fuera mi hermano. - explicó.

-Cipher... Se que no tienes padres y eres hijo único pero ni muertos te daremos a nuestro sobrino. Entiendo que te hayas encariñado con él, pero no, no aceptamos. - dijo Ford muy serio. Bill se enojo pero lo oculto con una sonrisa muy disimulan te.

-Está bien.

-Ahora trae a nuestro sobrino por favor.

-Claro seis dedos. - Ford se enojo por el apodo pero Stan se río.

Bill dio la orden para que lo trayeran y cosa que fue rápido.

-¡Tío Ford! ¡Tío Stan! - dijo muy contento el pequeño, corriendo para abrazarlos. -¡Los extrañe! - dijo muy cariñoso.

-Nosotros también mocoso. - dijo Stan mientras revolvía sus delicados cabellos.

-Bueno... Si nos disculpa, ya nos vamos Cipher. - dijo aún serio Ford.

-¡Adiós Bill! - gritó el castaño mientras era jalado por sus tíos hacía la salida.

-Recuerden esto Pines... El trato seguirá libre. Sólo es cuestión de tiempo. - Los dos Stan escucharon las palabras del rubio y sólo se miraron preocupados. Dipper no entendía nada pero decidió no darle mucha importancia.

-Sólo es cuestión de tiempo para tenerte de regreso mi Pino. - murmuró, los Pines ya se habían ido.

Y así es como no se volvieron a ver. No aún. Pero pronto estarán juntos.

Fin del primer capítulo.

Fecha original de creación: sábado, 2, julio 2016, a las siete de la noche.

Escritor: JaquiiAleWorld

Fecha de publicación: miércoles, 24, abril, 2019. literalmente esroy publicando a las 4:00 de la madrugada.

Au: Egipto.

Fandom: Gravity Falls.

Esta es una historia muy vieja mia que publique en Wattpad, y por asuntos personales decidí publicar aquí también;

no revise del todo los errores ortográficos que ya tenía.

Unos ya me conocen en Wattpad, y otros de seguro apenas lo están haciendo.

Espero les guste. Pero esta historia aún no termina.

La colección apenas inicia