El Destino es el poder sobrenatural inevitable e ineludible que, según se cree, guía la vida humana y la de cualquier ser a un fin no escogido, de forma necesaria y fatal, en forma opuesta a la del libre albedrío o libertad.

Se dice, que las personas estamos destinados a reencontrarnos con nuestros seres queridos.

En este mundo o en otro.

Que si pierdes a una persona importante en la vida, o simplemente son separados a la fuerza o por distancia, el destino se encargara de juntarlos de nuevo, los conecta.

El destino entre dos personas se puede estirar o contraer, pero nunca romper. Nos conecta a los amores eternos, a los profundos, esos que simbolizan el antes y por los que no hay después. El amor de una madre, de un padre, de un hermano, de un niño, de un amigo, de un hombre o de una mujer…

Existe independientemente del momento de sus vidas en el que las personas vayan a conocerse y no puede romperse en ningún caso, aunque a veces pueda estar más o menos tenso, pero es, siempre, una muestra del vínculo que existe entre ellos.

Nos muestra como los amores destinados son eso, no podemos escapar de la persona que nació para amarnos. No podremos imponer nuestros caprichos ni nuestra ignorancia.

Este destino simboliza el interés compartido y la unión de los sentimientos,

La conexión con esa persona con la que consigues la compenetración máxima para estar el resto de tu vida junto a ella.

En ocasiones, las casualidades son tan fuertes que no dejan lugar a dudas… Almas gemelas se llaman, corazones entrelazados con una o varias eternidades por vivir…

No importa la hora, lugar o circunstancia.

Algunos se encuentran asta en la otra vida, otros, antes de morir.

Mas sin embargo, el destino tiene formas muy extrañas, o a veces formas muy dolorosas de manifestarse.

Valka deseo con todas sus fuerzas reencontrar a su niño, cuidarlo y protegerlo con su ya tan suyo amor maternal.

Lo logró, pero no de la forma que hubiese querido.

De que le había servido, cuando lo inevitable e incorrecto ya había sucedido.

¿Cómo saber quién era él? ¿Por qué se enteró hasta después para su mala suerte?

Y todo por no saber quiénes eran entre ellos. Todo por el error que los separo.

¿Qué peor castigo? ¿Qué peor tortura? ¿Qué maleficio había cometido para merecer eso?

¿Por qué? Cuando su único propósito… Había sido reencontrarlo.

Capitulo 1

"Razón"

Todo comenzó con una puerta negra.

Un préstamo, estrictamente necesario. Estoico sabía que atravesándola no habría vuelta atrás.

Pero valía la pena por su gente, por su familia, y por las familias de sus empleados

Valía la pena.

-Así que tú eres "Estoico el Vasto"- llamó una voz tétrica con tintes de burla, al fondo de la habitación. Entre la obscuridad. Únicamente contrarrestada con la tenue luz de la lámpara de techo.

Estoico agudizó su vista dudoso y preocupado, podía ver únicamente la silueta del respaldo del cómodo asiento, pero no al sujeto que se encontraba frente a él.

Era imposible no estar nervioso y temblar, incluso para el gran Estoico, y no podía ser más que por miedo, miedo a las situaciones que esto podría causar, miedo al lio en el que se estaba metiendo, miedo a los sicarios y probablemente, lo que le harían si no regresaba todo el dinero a tiempo, o lo que le harían a su empresa, o a su familia.

Suspiró, liberando la tención que se condensaba en su pecho "Son gajes del oficio" se repetía una y otra vez como aliento, Como si esa fuera su única excusa para seguir avanzando, Intentaba buscar valentía y fuerza con aquellas simples palabras, que se transmitían de generación en generación, al igual de la empresa.

Quería, no. Más bien; necesitaba, la vida le demandaba a mantener el patrimonio de la familia, Por el honor de su linaje, para enorgullecer la memoria de su padre, y uno de sus mayores deseos: que su único hijo, en algún momento importante de su vida, manejara la responsabilidad del mantenimiento de la empresa, al igual que él, su padre, su abuelo y su bisabuelo.

Con mucho esfuerzo lograría mantener su semblante serio, aunque nervioso pero valiente y decidido.

-Si señor-. Contestó con respeto.

El asiento de enfrente dio vuelta hacia él, saliendo de las sombras y revelando así el rostro y físico del hombre sentado en este.

Cabello negro, largo y en rastas con tiras de cuero y detalles de metal, rostro hostil y lleno de cicatrices, físico robusto, tan intimidante como el de Estoico, y un semblante tan escalofriante capaz de helarte la sangre hasta al más valiente.

Se acercó a la mesa, apretando los puños al grado de dejar en blanco sus nudillos. E inspeccionó todo de él a su vista, entrecerrando los ojos y gruñendo, a su nuevo cliente.

Una vez, tenido en claro la personalidad y las intenciones de él, logro relajarse y regresar a su tranquila posición original, relajando también su quijada que había permanecido tensa, se recargo al respaldo del asiento, cruzo los brazos y sonrió.

-Entonces… empecemos.- bajo sus cejas de forma seria y enanchó su sonrisa triunfante y llena de malicia.

Reflejaba nada más que malas intenciones. Era obvio: Únicamente buscaba la mejor forma de beneficiarse de los más débiles que él, de los que buscaban ayuda como Estoico.

En la cabeza de Drago, no había más que corrupción, y egoísmo. Él era el único centro de su propio universo.

Ahora concentraría sus maldades en un nuevo y desafortunado cliente para su propio beneficio.

Estoico…. Y su recién empezada familia.