Señores y señoras, con todos ustedes...Mi nuevo fic negitoro OwO! (Gumi: y feliz navidaaaaaad!)
Bueno, por el título se puede adivinar que me basé en la canción "Magical Mirror" de Rin y Len. Me encanta esa canción, además Hitoshizuku es mi compositora favorita de Vocaloid nwn, así que un día pensé: "sería genial si existiese una versión de Miku y Luka...o un fic negitoro de la canción..." y surgió este fic. También tiene un poco de base en la precuela "Mirror's Magic" de Len, pero eso solo se verá más adelante.
Tengo que decir que no será muy largo ya que la imaginación y la base no me dan para tanto, y los capítulos podrían queda muy cortos y descompensados unos con otros, pero es necesario para lo que tengo pensado (Gumi: un cap por deseo OwO) Gumi no me fastidies mis ideas! Ah, y otra cosa que tengo que decir es que en principio esto iba a ser -y sigue siendo- un drama, o al menos un intento de drama (aunque la Rin de L&FD se muera de risa cuando lo lee ¬ ¬...), no sé qué tal se me da el drama así que...en fin, disfruten. Y feliz navidad! (Esto sería algo así como mi regalo de navidad para los lectores)
Cap 1: La llegada de la hechicera
El invierno se acercaba, trayendo con ello el frío y la nieve. En la ciudad aquello podía aguantarse e incluso disfrutarse, ya que con la llegada de la navidad las calles se llenaban de luces y felicidad. La gente era feliz, los niños se emocionaban pensando en qué regalos recibirían y las parejas se animaban a salir, pero no todo iba tan bien en cierto pueblo.
Aquella pequeña aldea hundida en la miseria y rodeada de la nada vivía asaltada por múltiples guerras. La gente no disfrutaba, los niños no podían permitirse ir a la escuela y muchos adultos eran reclutados para alguna guerra, donde la mayoría morían. Quienes tenían un mínimo de dinero acababan emigrando, y los que no, eran ayudados raras veces por ONGs poco conocidas o por conocidos lejanos.
Pero la historia se centrará en una aldeana en particular.
En una casa que muchos dan por abandonada, una chica llamada Miku Hatsune mira su ventana con aburrimiento. Ella estaba enferma de las piernas y, al no poder caminar, pasaba el tiempo en la cama. Sus padres murieron en una guerra y nadie más que su vecina Rin Kagamine la visitaba, y le llevaba algo de comida. Las visitas de Rin eran de las pocas cosas que animaban un poco a Miku.
–Miku-chan! Soy yo, Rin. Te he traído algo de comida.–dijo Rin haciendo su visita diaria.
–Qué traes esta vez?–preguntó Miku mirando cómo la pequeña figura de cabello corto y rubio y ojos azules se acercaba con una cesta.
–Un lindo cesto de frutas.
–Yo quería puerros...–protestó la Hatsune haciendo pucheros.
–Por qué pondría puerros en una cesta de frutas?
–Por lo mismo que has puesto bolas de arroz*.
–Eso es para que no mueras de hambre, no creo que la fruta te llene mucho.
–De todas formas gracias.
–Y qué tal estás?–preguntó la rubia sentándose con Miku y jugando con sus largas coletas aguamarinas a juego con sus ojos.
–Como siempre, y tú?
–Regular. Mi padre se va hoy a la guerra con el país vecino, espero que no le pase nada.
–No creo, esa guerra ya está casi ganada. No te preocupes, todo irá bien.
–Eso espero, gracias por los ánimos.–agradeció Rin con una sonrisa.
Rin vivía con su padre y su gemelo Len, quien era su viva imagen. Su madre los abandonó al año de nacer ellos, por lo que Rin hacía todo lo posible para ocupar su lugar en la familia.
–Rin! Tengo hambre, me preparas algo de comer?–gritaba Len desde fuera. Una enorme vena roja empezó a sobresalir de la frente de Rin, quien se estaba preparando para otra discusión con su gemelo.
–Coge algo del huerto y come! Estoy ocupada y ya eres mayorcito, baka!–gritó Rin violentamente por la ventana de Miku.
La escena no era algo nuevo para Miku, Len podía llegar a ser como un crío y su gemela siempre acababa gritándole. Era de los pequeños detalles que hacían más divertida su vida, pero ella sentía que faltaba algo, algo que dejaba un vacío en su corazón.
Más de una vez se había preguntado qué era. Pensaba en todos los bienes que no tenía: familia, salud, bienestar económico...Pero el vacío que hacía la falta de todas esas cosas en el interior de Miku no podía compararse a aquella sensación desconocida.
–Tal vez...un amigo?–pensaba a veces.
Realmente había momentos en los que se cuestionaba si de verdad era eso. Len solo era un conocido, no un amigo, y Rin...bueno, Rin era una amiga, casi siempre estaba ahí cuando la necesitaba y se divertía con ella. Definitivamente le tenía mucho aprecio, pero por algún motivo no parecía ser ese tipo de amiga la que le faltaba. Aunque...qué idea tenía ella de lo que significaba exactamente "tener un amigo"?
–Miku-chan! Miku-chan! –la voz de Rin la devolvió a la realidad.
–Eh...sí? –preguntó aún un poco ida.
–Mou, hazme caso! Te estoy diciendo que tengo que irme a preparar la despedida de papá, y a cuidar del inútil de Len.
–Oye!–protestó el nombrado desde fuera.
–Vale, hasta mañana!
Una vez que Rin salió fuera, Miku se quedó sola de nuevo. Sola en aquella pequeña habitación, como siempre estaba. Intentando olvidar su situación, se acercó con dificultad a la estantería y cogió un libro al azar de entre los muchos que había. Cuando veía la inmensa cantidad que tenía, se preguntaba cosas como de dónde habrían salido o en qué situación económica estaba su familia en el pasado para poder permitirse tantos libros.
Después de acomodarse de nuevo en la cama, abrió el libro por la primera página. La historia le había encantado desde siempre y soñaba con vivir algún día una aventura así, llena de magia como esa historia sobre una vendedora de manzanas** que tantas veces había leído.
–Como me gustaría que alguien viniese a sacarme a mí de mi soledad...–pensaba Miku en voz alta.
La chica se tiró del todo en la cama, cerró los ojos y empezó a soñar despierta. Se imaginaba a sí misma, en mitad de la calle, nadie le dirigía una sola palabra y ni siquiera la miraban. Entonces aparecía, la persona que le tendía una amable mano y que en su mente solo era una sombra negra con un interrogante blanco. Lo último que quedó en la memoria de Miku antes de dormirse fue cómo aceptaba la mano del extraño o extraña.
A la mañana siguiente la Hatsune se levantó con pereza al sentir los rayos de sol matutinos que llegaban fríos debido al invierno. Recordando la imaginación de ayer, miró inconscientemente la palma de su mano.
–Tenía un tacto frío.–susurró.–Todo a mi alrededor es frío.
Apartó las desgastadas cortinas y contempló la vista nevada que se presentaba. Cuatro personas pasaron cargando un ataúd, seguramente otra víctima inocente de la guerra.
Cogió otro libro para matar el tiempo mientras esperaba la visita de Rin. A medida que el sol iba ascendiendo, más libros terminados se acumulaban en la mesilla de noche, mientras Miku esperaba la llegada de la rubia que nunca llegó.
Una piedra diminuta golpeó la ventana. Miku se acercó a abrirla y allí vio a Len.
–Miku-san! Rin no podrá ir en un tiempo, últimamente está muy ocupada.–explicó el chico.–Así que te subiré la comida por la ventana.
–Vale, gracias por avisar Len.–no sería mejor ir a la casa y dejar la comida en lugar de lanzarla con una cuerda por la ventana?
Al día siguiente Rin tampoco fue a ver a su vecina, ni al otro, ni al otro tampoco. El tiempo fue pasando y llegó Nochebuena. La gente del pueblo parecía mínimamente más animada, se veían luces a través de las ventanas y se escuchaban risas y conversaciones animadas. La única que estaba sola era Miku.
La chica miró tristemente la casa de los gemelos, la luz dejaba ver sus siluetas, parecían felices a pesar de la ausencia de su padre.
–Me alegra que al menos ellos dos puedan disfrutar de este día.–decía para sí misma, dudando si de verdad sentía lo que había dicho.
Lentamente empezó a pensar en un libro que leyó hace tiempo sobre la navidad. Recordó todas las cosas felices que contaban: las luces, decorar árboles, cenar en familia, recibir regalos...Y recordando que ella no tendría nada de eso rompió a llorar, en silencio, nadie escucharía sus penas.
–Por qué tengo que estar siempre sola? Por qué no puedo tener ni siquiera un pequeño trozo de felicidad o calidez? Yo solo quiero...un amigo...ese sería el mejor regalo de navidad que pudiera recibir...–sollozaba. Poco a poco se fue tranquilizando y se durmió, en el mismo suelo donde se tiró a llorar.
La mañana de navidad no empezó diferente a cualquier otro día. A Miku le dolía la cabeza después de llorar la noche anterior, y le escocían un poco los ojos. Difícilmente vio un gran objeto que antes no estaba: un espejo antiguo de gran tamaño. La pequeña se acercó con desconfianza al espejo, en el que rápidamente apareció su reflejo.
–Qué raro, no recordaba esta cosa. Lo habrá traído Rin?–se pregunta Miku.
Sin darle mayor importancia volvió a la cama. Alguien llamó a la puerta, al fin su vecina tenía un momento para ella.
–Jou, jou, jou! Feliz cumpleaños!–saluda Rin vestida de Santa Claus, con barba incluida.
–Rin-chan, no es mi cumpleaños, es navidad.
–Es casi lo mismo. Mira, te he traído un regalo.–dice dándole una cesta llena de...
–Puerrooooooos!–grita Miku babeando.
–Todos para ti.
–Arigato. Por cierto, me trajiste tú ese espejo?–pregunta recordando el objeto.
–Eh? No, nunca había visto uno de esos.–contesta su vecina.
–Qué raro...
Según pasaban los días el misterioso espejo generaba más curiosidad en la chica de las coletas, que un día no aguantó más y decidió acercarse otra vez. Al lado del espejo vio un trapo, y se lo pasó al espejo hasta que quedó como nuevo.
–Listo, ahora estás como nuevo! Pareces mucho más feliz.–le dijo al objeto. La sonrisa de satisfacción de su cara se reflejó en el cristal, pero esta sonrisa se esfumó poco a poco.–La verdad es que es bastante triste hablar con un espejo...
Cuando estuvo a punto de retirarse de nuevo a la cama el objeto empezó a emitir luz, una luz cegadora que cubrió toda la estancia. Cuando esta se disipó, Miku pudo apreciar en el espejo un reflejo que no era el suyo, sino el de una misteriosa chica. Esa chica, aparentemente mayor que ella, tenía un largo cabello rosa y ojos azul, vestía un atuendo de bruja que conjuntaba bien con su buen cuerpo. Después de quedarse un rato mirándola embobada, la pequeña miró a su alrededor, buscando a la chica del reflejo.
–Qué buscas?–preguntó secamente la desconocida.
–Dónde estás?–preguntó Miku en respuesta.
–Delante de tus narices, idiota. Es que no me ves? Estoy dentro del espejo.
–Y cómo has llegado? Y por qué te vistes así, eres maga?–sigue interrogando la pequeña con emoción, ignorando el tono borde de la otra.
–No te importa.
–Sí me importa, estás invadiendo mi espejo. Por cierto, quién eres? Yo soy Miku Hatsune.
–No me interesa tu nombre, solo dime dónde estoy.
–No hasta que te presentes.
En ese momento el reflejo de la aparente maga desapareció, lo cual molestó bastante a Miku. No entendió por qué se fue, pero empezó a zarandear el pesado espejo bruscamente llamando a la desconocida, sin notar la presencia que llegó a su puerta.
–Miku-chan...Qué haces...?–preguntó Rin con la cesta de la comida en la mano, mirando a su amiga como si fuese una loca a la que hubiese que retener con una camisa de fuerza.
–A dónde ha ido esa borde maga tan linda...pero tan borde!?–gritó Miku enrabietándose.
–Quién...Déjalo, prefiero no saberlo. Te dejo la comida aquí, y no te preocupes, yo no he visto nada...–genial, ahora Rin pensaba que estaba mal de la cabeza. Nada más la puerta se cerró, el reflejo de la chica reapareció en el espejo.
–Por qué has desaparecido así?–preguntó Miku molesta.
–No puedo dejar que me vean.
–Entonces por qué dejas que yo te vea?
–Porque tú me has llamado! Pero veo que no quieres nada, así que me voy!
La desconocida empezó a caminar atrás en la habitación reflejada, en dirección a la puerta y sin mirar atrás. Miku se arrepintió en seguida de haberse puesto así, por muy borde que esa chica fuese con ella, algo en su interior quería que no se marchase, que no la abandonase allí sola.
–No...No te vayas...Por favor.–sollozó casi inaudíblemente, aunque en su interior quería gritarlo con desesperación.–Y-yo...siempre he estado sola...Pero ahora que tú estás aquí...
–Eso no es asunto mío.–cortó la más alta intentando abrir la puerta, en vano.–Por qué no se abre...? Déjame irme! Puerta del demonio, te odio!...Creo que estoy atrapada...
–Entonces...N-no te vas a ir...?–preguntó Miku limpiándose una lagrimilla.
–Por desgracia creo que no...
–Claro que no te irás, tienes una misión.–habló una voz.
Del interior de la capa de la chica salió una pequeña personita que se posó sobre su hombro izquierdo. Era una chica de no más de 10cm de altura, de pelo corto con dos coletas bajas más largas, y de color azul claro a juego con sus ojos, ropa y alas. En la cabeza llevaba una diadema con un gran diamante.
–Awwww, qué linda!–soltó Miku al ver a la pequeña.
–Gracias! Soy Aoki Lapis, la varita navegador de Luka.–se presentó.
–Cuál es la misión?–preguntó la tal Luka con fastidio.
–Ya deberías saberlo.–finalizó Aoki, convirtiéndose en varita.
Luka suspiró resignada, aceptando a quedarse en ese espejo. Miku no pudo contener su felicidad y abrazó con entusiasmo al objeto, a lo que Luka le gritaba que se alejase de ella. Cómo iba a aguantar viviendo así...?
Aclaraciones:
*Referencia a Fruits Basket
**Referencia a la canción "La efímera vendedora de manzanas", de Gumi.
Qué tal ha estado este primer cap? Sé que es muy corto, pero mi cabeza no da para hacerlo más largo. Más adelante serán un poco más largos (o eso intentaré). Ah, y lo siento si hay alguna cosa...rara...Espero que quede bien como drama (Gumi: si quieres hacer un drama no sería más fácil matarlos a todos y ya -m-?) Cállate Gumi, es mi fic ¬ ¬.
Y eso es todo, nos vemos, chaoooo OwO/
