Te quiero porque sí. Porque el cuerpo me lo pide.
Porque vienes de la ola sin orden ni concierto.
Porque la maleza del bosque te enrama la cabaña
sin cerrojos ni barrotes, en verde desvarío.
Maria-Mercè Marçal, "T'estimo perquè si"
Porque era él el que, pese a no tener la información completa de su situación, lograba entenderlo.
Porque podía perderse en la infinidad de sus ojos marrones y no encontrar el camino de vuelta a casa, y simplemente crearse una nueva en ellos. Tan benévolos y ahí para él, prometiendo el confort del estar con quien hay tal vínculo de amor.
La nueva casa en sus ojos y en su ser no sonaba tan, ni de lejos, mal. Más bien, una prometedora oferta que Connor ciertamente tendría en consideración.
En lugar de dar voz a tales cavilaciones, Connor simplemente juntó sus labios con los de Oliver. Estaban estirados en el sofá encarándose, y era cuestión de minutos hasta que esto pasara. Oliver no tardó en responder al beso, y la novedad de eso nunca pasaba, igual que las mariposas en el estómago de Connor en presencia de Oliver.
Te quiero. Era como si el beso propiamente tuviera el mensaje. Te quiero con toda mi alma, y no sé que haría sin ti. No sería sino los punzantes, adoloridos fragmentos de un espejo roto. Iba en ambas direcciones, a juzgar por cómo Oliver cogía su cabeza por detrás, a la vez firme y con la cautela de estar aguantando algo sagrado. Lo acariciaba con el pulgar mientras sus labios se mantenían unidos.
Una de las piernas de Connor se coló entre las de Oliver, no en búsqueda de fricción sexual sino de más, más cercanía con el hombre al que amaba. Así su torso quedaba en contacto con el suyo, a través de la ropa, y compartían más de su calor. Oliver pasó su brazo desocupado por la cintura de Connor, manteniéndolo cerca de él.
Separaron su ligero pero sentido beso durante unos segundos, en que conectaron sus frentes y se tomaron un respiro de ojos cerrados y mejillas ardientes. Connor besó la hemisura de la boca de Oliver, lo que trajo a este a apretar más el brazo que tenía en él.
Sobraban las palabras entre ellos. Estaba todo dicho, todos los sentimientos declarados y aceptados, todas las emociones conocidas.
Lo que no impedía que un "te quiero" saliera de los labios de Oliver, tan solo para ser recibido por otro de los de Connor, que luego procedieron a unirse con los suyos.
A volver al lugar perfecto para ellos.
