1. Sobre el Ilusionista, negaciones y regresiones.
El campamento de la Orden se hallaba guarecido de la intemperie en una cabaña abandonada. Harry Potter, que ese día cumplía 17 años, miraba nostálgico por la ventana. Igual que años atrás nadie se dignaba a decirle algo. ¿Reabrirán Hogwarts? "No sé"¿Se quedará la profesora McGonagall en lugar de Dumbledore? "No lo sé" ¿Por qué no puedo ir a Grimmauld Place? "No sé" ¿Dumbledore dejó instrucciones tras su…muerte? "No lo sé" ¿Alguien sabe algo? "Deja de hacer preguntas"
"Deja de hacer preguntas" esa frase le recordaba demasiado a su vida con los Dursley. Aquella mañana se había despedido para siempre de ellos y se le hacía increíble que la frase de la que creería deshacerse fuese la que más le repitieran. Nadie sabía nada… Ni Tonks, ni Lupin, Kingsley, McGonagall, los señores Weasley, Bill. Al recordar al mayor de los hermanos Weasley le dio un vuelco el corazón. En dos días sería su boda con Fleur y dadas las condiciones… no auguraba nada bueno aquella fiesta. Temía, al igual que todos, que los mortífagos se apersonaran en el evento y causaran una conmoción muy diferente a la que Fleur quisiera. De hecho, diferente a la que cualquiera quisiera.
Aquel verano fue muy diferente, con la muerte de Dumbledore y los elementos dispuestos para comenzar la destrucción paulatina de Voldemort, no había noche que Harry se sintiese tranquilo. Pensaba en Voldemort, en los horcruxes, en la pelea, y sobretodo, pesaba en la muerte¿quién caería esta vez¿Ginny¿Ron¿Hermione¿Los señores Weasley¿Lupin?
-La señora Weasley ha hecho de comer- dijo Hermione en voz baja, casi murmurando. Harry la miró y salió de la habitación sin decirle nada-¿y nosotros que hemos hecho?- musitó la castaña saliendo de la habitación con expresión compungida.
La comida transcurrió en un horrible silencio. Todos estaban conmocionados por la batalla llevada a cabo el día anterior. Nadie había muerto pero Lupin había sido gravemente herido en una pierna, por esa razón el licántropo no había podido ir a buscar a Harry aquella mañana.
-Esta noche te resolveremos todas tus preguntas- dijo Tonks de repente dirigiéndose a Harry, quién asintió, satisfecho.
-Debería hacer una lista- murmuró el ojiverde sirviéndose un poco de puré y guisado. Los comensales se miraron sin decir nada.
He vivido muchos años, tantos que ya no recuerdo el número aproximado, pensando tal vez en un siglo, dos¿un milenio, tal vez? Pero esta historia no es para hablar de mí, sino de todos los personajes que conocí en la última década. Su pasado es tan interesante que me veo en la necesidad de hablar de ello; sus tristezas, sus alegrías, sus cambios y lo que les deparó el destino, si es que existe algo así. Antes que nada debo mencionar que estas personas son comunes y corrientes, o al menos así me lo parecen proviniendo yo de un reino de macabra fantasía. Ellos, como personas comunes, tienen muy pocos instantes de felicidad y dejan pasar eso que muchos llaman vida tratando de alcanzar la llama de la eterna alegría, sufriendo en esa búsqueda intensos dolores que los hacen alejarse cada vez más de sus metas y sueños, convenciéndose como todos debemos convencernos de que no todos los deseos y aspiraciones se cumplen, por mucho que los anhelemos.
Uno de los personajes que conocí y que me impactó fue Draco Malfoy. Altivo, gallardo, con una curiosa expresión en el rostro, de profunda aburrición y resentimiento. Pero eso es lo que él intentaba aparentar. Lo vi sonreír al ver pasar a una niña con sus padres, riendo todos; disimuladamente dio algunas monedas a los vagabundos y compró hogazas de pan para las mendigas embarazadas o con hijos. Así pues, me convencí de que Draco Malfoy no era malo y estaba dispuesto a descubrir todas las máscaras que ocultaba el mejor ilusionista de Londres. Porque eso era Draco: un ilusionista. Tanto encima como fuera del escenario.
Su pasado es lastimero, pero no se puede comprender nada sin indagar a fondo las causas de aquellas consecuencias que forjan el carácter, ya sea agrio o dulce, del ser humano. El humano¡ah! Esa especie de animal que puede tenerlo todo y parece no querer nada. Draco no pertenecía a esa calificación; él tenía ambición. Sólo que no sabía que ambicionaba en realidad.
Al atardecer, la cabaña fue vaciada. La Orden volvió a Grimmauld Place y Harry, Ron, Hermione, Ginny y los señores Weasley regresaron a La Madriguera. Ninguno tenía muchos ánimos de hablar. No querían hablar del Colegio, o del nuevo domicilio de Harry. Pero llegó un momento en que no se pudo más y todos estos temas salieron a flote junto a sentimientos guardados. El momento llegó cuando varios miembros de la Orden hicieron acto de presencia en la Madriguera.
-Harry Potter- dijo un individuo desconocido para el aludido, era alto y de cabello rubio. No aparentaba más de cincuenta años ni menos de treinta. Sus ojos negros eran vacíos y de extraña forma sus pupilas, casi agatadas. – Debo hacerte partícipe de los deseos que dejó Dumbledore al morir. - Hermione, Ron, Ginny y los señores Weasley se disponían a salir de la habitación, pero el individuo los instó a quedarse. – Lo que dejo dicho Dumbledore es de interés para todos los que conocen acerca de la Orden, y aun más para aquellos que participan activamente en ella.
-Escuchamos- apuró Tonks jugueteando con las vendas de Lupin, que no oponía resistencia.
-En primer lugar: Hogwarts deberá ser reabierto, las medidas de seguridad implantadas por el Ministerio deben ser respetadas, y además, miembros de la Orden deberán patrullar dentro y fuera del Colegio. A todos los estudiantes se les enviará una lechuza pues deben asistir (aunque todos sabemos que no será un curso tranquilo). La profesora McGonagall estará a cargo de la dirección. Los nuevos profesores de Defensa contra las Artes Oscuras y Transformaciones asistirán el once de septiembre…
-¿Dumbledore sabía que se iban a ir los profesores de Defensa y Transformaciones?- intervino Harry, incrédulo.
-Bueno, debido a los antecedentes con los profesores de Defensa, el finado profesor Albus tenía un sustituto listo para cualquier ocasión; y respecto a Transformaciones, la profesora McGonagall iba a ascender al cargo directivo este año de todos modos.
-¿Dumbledore iba a jubilarse?- preguntó el Sr. Weasley.
-No de hecho, por lo visto tenía planeados unos viajes. – el informador miró a los presentes, como esperando más preguntas, pero como nadie dijo nada, continuó: - El profesor Dumbledore dejó muy en claro que quiere que el chico Harry Potter vuelva al Colegio y no debe salir de éste a menos que se trate de algo de fuerza mayor. Estipuló (en un punto confuso para mí) que la búsqueda de "los artefactos" (no especuló a que se refería) se llevará a cabo por los miembros más capacitados de la Orden, y que él chico Potter participará cuando la Orden lo considere conveniente y necesario. Asimismo, llama a la prudencia. Por último, pidió que sus caramelos de limón sean repartidos entre los profesores durante Navidad.
Este último punto soltó algunas risitas nerviosas y aflojó la atmósfera de tensión que se había formado. El informador pidió que solamente se quedaran los miembros de la Orden y Harry, Ginny, Hermione y Ron no tuvieron más remedio que salir.
-¿Se han dado cuenta?- preguntó Hermione casi en un grito, cuando se encontraron en la recámara de los gemelos. Ginny, Harry y Ron se miraron sin saber que decir, se habían dado cuenta de muchas cosas pero ninguno sabía como expresarlas-¿nadie¡Vaya¿Se han dado cuenta que todo indica que Dumbledore puede estar…vivo?
Déjenme contarles un poco de lo que llevó a Draco a fingir ser un muggle: había escapado de Hogwarts y vagado por todo Londres usando la fortuna de sus padres…difuntos. No volvería al mundo mágico; no después de la humillación que había sufrido las dos semanas infernales de aquel último año; y es que regresar como el segundo causante de la muerte de Dumbledore (como había corrido la voz el estúpido de Potter), no era algo fácil. Draco había sido humillado y despreciado. Toda la gloria prometida se había reducido a ceniza¿y todo por qué¡Por dudar en el último instante! Qué rabia le había dado llegar con Snape. No tuvieron que decirle nada al Señor Tenebroso, él con su mente se había enterado de todo.
i -No cumpliste con tu cometido-le dijo la fría voz.
-Pero yo lo hice por él- intervino Snape.
-Lo sé, Severus…pero no era tu deber-reconoció Voldemort mientras con su varita apuntaba a Draco- ¡Avada…!
Draco sintió como una mano lo jalaba hacia atrás y en un abrir y cerrar de ojos desaparecía. Antes de darse cuenta de donde estaba, la figura que lo había rescatado se erguía a su lado.
-Tengo miedo, madre, tengo miedo- Aquella fue la una de las pocas veces que Draco, entre los brazos de su madre, aceptaba que estaba asustado.
Después de aquel encuentro con el Señor Tenebroso no hubo ninguno más. En parte por que Snape los había protegido, aunque juraba y perjuraba a Lord Voldemort que no sabía donde estaban los Malfoy. Lucius fue besado por un dementor meses después y Narcisa y Draco Malfoy quedaron a la deriva. Cuando la guerra se hallaba en su apogeo, el escondite de madre e hijo fue descubierto por Bellatrix Lestrange.
-Tendré compasión de ti solamente porque eres mi hermana- había dicho Bellatrix-, Lord Voldemort me pidió sus cabezas, pero te daré a elegir. Huye tú y busca ayuda o que Draco huya.
-¡Vete!-dijo Narcisa a su hijo, sin despegar los ojos de su hermana.
-Pero…no te dejaré aquí sola.
-¡FUERA!
Draco no se hallaba a más de veinte pasos del escondite cuando vio un cegador resplandor de luz verde salir de las ventanas de su guarida. Intentó regresar pero su sentido de supervivencia y el miedo lo mantuvieron agazapado, esperando…esperando algo que nunca llegaría: su libertad. Cuando al fin se armó de valor, encontró el cadáver de su madre. Tuvo la sangre fría para buscar entre el escote del vestido de su progenitora la cadena con el emblema Malfoy y la llave de la bóveda en Gringotts. Disfrazado y rehuyendo hechizos desviados por las numerosas batallas de aquellos tiempos, llegó al edificio semidestruido de Gringotts, se identificó con su llave y entró. Cerca de cien aurores custodiaban el banco mientras unos pocos y atemorizados magos vaciaban sus cámaras, listos para huir a un lugar seguro.
Una vez que Draco se hubo con dinero embolsado se dio tiempo para pagar un entierro decente para su madre. Aguantó las lágrimas en la breve procesión y se dio cuenta que a partir de ese momento estaba solo…perdidamente solo.
Ginny se llevó la mano a la boca tan rápido que golpeó a su hermano, definitivamente ninguno se había dado cuenta de eso, pero ahora que la castaña lo decía tenía un poco de sentido. Después de todo¿de dónde provenía la información¿Dumbledore había dejado un testamento tan preciso, que resolviera los mayores problemas que se presentarían a su ausencia? Además¿cómo podría Dumbledore saber de la falta de Snape como profesor de Defensa¿Acaso los viajes que Dumbledore tenía pensado hacer llevaban relación con la búsqueda de los horcruxes? Esto último solo Harry se lo preguntó pues siguiendo la palabra de Dumbledore no había revelado nada de los horcruxes; pero estaba ansioso por hablar con los miembros elegidos de la Orden y participar lo más que pudiera.
-Lo único que sé es que he sido excluido de una misión que me corresponde solo a mí- suspiró Harry un poco enfadado. Sus centelleantes ojos verdes chocaron un momento con las pupilas café de Ginny. Los dos bajaron la mirada.
-Yo quisiera saber que relación tenía Dumbledore con ese informador…- dijo Hermione mordiéndose el labio inferior. -¿cómo es que ese hombre sabe tanto? No lo hemos visto en la Orden…a menos que se haya incorporado hace apenas unos días.
-Lupin parecía conocerlo bien- se encogió de hombros Ron-, lo vi platicar con él antes de que llamara a reunión.
-¡Ron, baja a probarte el traje que tu padre compró para la boda!- la voz de la señora Weasley interrumpió la fría conversación. Ron salió de la habitación en silencio y Hermione lo siguió, dejando solos a Ginny y a Harry. Nerviosos y solos.
-¿Te quedarás en el Colegio?- preguntó la pelirroja.
-No- respondió el moreno sin pensar, luego reflexionó y decidió confiar una vez más en Dumbledore así que dijo:- no quisiera pero… ¡Dumbledore siempre es tan confuso! Él sabe algo, él tenía un plan…sé que él sabía lo que pasaría. Por eso me reveló todo el curso pasado. Él sabía que iba a morir.
-¿Insinúas que él sabía de la traición de Snape?
-Insinúo que quizá no fue una traición…sino un plan.
-¿Entre Snape y Dumbledore¡Imposible!
-En el mundo mágico nada es imposible, Ginny.
-Excepto lo nuestro…
-Ya lo hemos hablado-replicó el moreno un poco harto.
-Lo sé-dijo ella con la voz quebrada y la mirada fija en la ventana- sólo te corrijo. Sí hay cosas imposibles.
Ginny salió de la habitación a toda prisa, Harry la tomó de un brazo y la miró fijamente, pero la soltó sin decir nada. La chica salió de la estancia, dejando a Harry con un problema más en la mente.
-¡Te ves muy bien!-exclamó Hermione al ver salir a Ron, vestido con un elegante esmoquin oscuro, una corbata que él se removía, incómodo, y el largo y lacio cabello sobre su frente- Es decir¡te ves mejor que en el baile de Navidad de cuarto curso!
Ron le hizo una mueca a su amiga sin saber que la primera exclamación de ésta había sido voluntario y no una burla como ella intentó componer. Y es que¿para qué iba a decirle a Ron lo que sentía? Él a veces la confundía con sus insistentes miradas, el excesivo roce de sus manos contra ella, los nervios cuando estudiaban juntos¡pero no podía ser! Todas ésas eran casualidades y nada más. Ron sólo pensaba en Quidditch.
-Y dime, Hermione¿te peinarás para la boda de Fleur o aconsejo a Colin (invitado y fotógrafo asignado) que se aleje de ti?
Esta vez fue Hermione quién reviró los ojos a su amigo. "¿Por qué debo ser tan neandertal?" se preguntó Ron cerrando los ojos y sacudiendo la cabeza, como intentando sacar la imbecilidad, o timidez, de su cerebro. ¿Por qué siempre la insultaba? Si la quería tanto…si la deseaba…si… ¡No! Hermione jamás se fijaría en él: distraído, insensible, sin pizca de tacto o diplomacia. Además, Hermione sólo pensaba en los libros y el estudio.
-¿Va a ordenar algo, señor Malfoy?- pregunté la primera vez que hablé con Draco, haciéndome pasar por un reportero muggle-, todo va a cuenta del periódico…
-¿Creen acaso que no puedo pagar un café?- increpó Draco con una media sonrisa- ya hace mucho que esos tiempos pasaron-musitó sin que yo, deshaciéndome en excusas, lo escuchara claramente. -¿comenzamos o no?
-Por supuesto-accedí ansioso, sacando una libreta de notas-, prometo que no será nada indiscreto.
-Las preguntas no son indiscretas, mas a veces sí lo son las respuestas-comentó el rubio mientras observaba cómo anotaba aquella frase.
Hubo una pausa mientras trataba de recordar cuál era la primera pregunta, y en este lapso de tiempo me sentí observado por Draco, quién más tarde me dijo se dedicó a observarme porque le recordaba un poco a él: pálido, alto, ojos grises Lo único que nos diferenciaba era el cabello: yo lo tenía oscuro, sin engominar. Pero no eran ni los ojos grises, ni el cabello rubio con lo que se identificaba Draco, sino con mi nerviosismo.
Nervios y frustración. Draco rentó un cuarto viejo y seminfestado de ratas en un callejón de la ciudad. No quería llamar la atención, deseaba que el mundo tanto mágico como muggle, y principalmente el primero, lo considerara muerto, o al menos desaparecido. Así estaría hasta que todo se calmara. Pero a pesar de que apenas habían pasado meses desde aquella fatídica noche en que el director de Hogwarts había fallecido, a Draco le habían parecido años. Llegó el primero de septiembre, el Colegio Hogwarts abrió a pesar de la guerra que se llevaba a cabo en aquellos momentos. Las lechuzas rastrearon al alumno de Slytherin…no sabía si volver o no al Colegio. Pero volvió…volvió lleno de nervios.
Lo primero que recibió fue insultos, "vete, asesino" le dijo Potter, lo secundaron sus amigos. Llegó a su sala común y lo acosaron con preguntas y amenazas. En el día no lograba concentrarse, no conoció a los nuevos profesores, ni al nuevo director. No se enlistó para el Quidditch. No se dio cuenta de que aquel sería su último año; se convirtió en un fantasma más.
A pesar de que la soledad había sido la mejor amiga de Draco Malfoy desde siempre, tanto tiempo sufriendo insultos, sin una sola palabra de consuelo o amistad, era insoportable. Los nervios lo estaban destrozando, no podía dormir por temor a que los mortífagos irrumpieran en Hogwarts y se lo llevaran; por la perspectiva de pasar una eternidad en soledad; por todos los insultos que retumbaban en su mente; por aquellos sueños donde sus padres lo abandonaban.
-¿Cuánto tiempo lleva siendo ilusionista?-pregunté por fin, volviéndolo a sacar de aquellos dolorosos recuerdos que afortunadamente más tarde me confió.
-Dos como practicante-respondió Draco fijando su vista en el mantel.
-¿Todo lo que hace son trucos o considera que tiene poderes sobrenaturales?- pregunté dejando notar cierto escepticismo en mi voz.
-Algunos son trucos-dijo Draco enigmáticamente mientras mezclaba el café con una ínfima cantidad de azúcar y crema.
-¿Siempre quiso ser ilusionista?
-Digamos que siempre he estado ligado a la magia.
-¿Planea quedarse una larga temporada en Londres?
-Mientras el negocio me siga manteniendo-sonrió éste, aliviando la tensión y mis nervios.
-¿Cómo considera al público inglés?
-Crítico y divertido.
-¿Algo más que añadir?
-Sí. Tome estos boletos- dijo el rubio sacando de su bolsillo dos papeles dorados que anunciaban su función de aquella noche. Eran de primera fila-, no puede hablar de mi trabajo sin haberlo visto.
-¿Cómo sabe qué no lo he visto?-inquirí sorprendido.
-Si así hubiese sido, en estos momentos me estuviera preguntando cómo hago mis trucos, y no qué me parece el público inglés.
Las lechuzas del Colegio llegaron con la lista de libros y demás útiles a llevar aquel año escolar. Todo parecía transcurrir con un esforzado y casi nulo intento de restaurar la normalidad; pero la falta de Dumbledore se sentía en el aire. Harry leyó en El Profeta que muchos padres se rehusaban a dejar regresar a Hogwarts a sus hijos. "Sin Dumbledore¿cómo vivirá ese Colegio?" y Harry se preguntaba lo mismo.
-Hoy iremos al Callejón Diagon, mamá quiere comprar unas cosas que le faltan para la boda y de paso podemos buscar los útiles- informó Ron.
-Perfecto- comentó Harry cortante.
-¡¿Puedes dejar de ser tan engreído?!- la petición de Hermione le hizo ganar una dura mirada por parte de Harry y desconcierto de parte de los presentes- Desde que llegaste no has parado de quejarte y de portarte como si todo dependiera de ti.
-¡Esque es así!- exclamó Harry levantándose de su asiento.
-No, no lo es… escucha: todos tenemos miedo, sabemos que se te ha encomendado una misión difícil…
-¿Llamas difícil a asesinar al mago más poderoso de todos los tiempos…?-dijo Harry irónicamente.
-… pero si dejarás de encerrarte en el miedo y las ganas de cambiar algo que no puedes, y te abres hacia las personas que te queremos y confiamos en ti, apuesto que tu misión será más fácil- concluyó Hermione con la cara muy roja-, y ni siquiera es una misión¡hazlo por convicción propia, no por presión!
Harry volvió a sentarse e intentó engullir sus alimentos pero parecía no poder. Ron miraba a Hermione, que permanecía sonrojada y no se atrevía a mirar a nadie. El silencio fue roto por un suspiro de Fleur.
-Oh¿guen que me quede el vestido?- preguntó. La señora Weasley se levantó de la mesa, Ginny la miró como si fuera un crustáceo, Ron y Harry salieron al frente, Hermione subió a la recámara y el señor Weasley se quedó incómodamente solo-¿acaso dije algo malo?
Después del reclamo de Hermione, Harry parecía comportarse algo más simpático, o al menos hacía el esfuerzo.
El Señor Lovegood salió de la chimenea de los Weasley sacudiéndose el hollín impregnado en su elegante túnica púrpura. Al poco rato llegó Luna, despeinada como siempre y luciendo un vestido que cambiaba a ratos como un tornasol. Para la ocasión se había puesto sus conocidos aretes de rabanitos y un collar de clips que el Señor Weasley observó embelesado por tratarse de un artefacto muggle.
-¡Stephen¡Qué gusto verte!-exclamo el señor Weasley estrechando la mano del editor del Quisquilloso.
-¿Se conocen?-preguntó Ron.
-¡Claro! Stephen y yo somos amigos pues tenemos algo en común¡los muggles!
-Por supuesto, lamentablemente soy el único editor que recibe diversos artículos que escribe tu padre sobre los artefactos…
-¿Escribes artículos, Arthur?-inquirió la señora Weasley saliendo de la cocina y lanzando una dura mirada a su esposo.
-A veces, Molly, a veces-divagó el señor Weasley-, bueno, Stephen, este es el traslador- dijo cambiando el tema mientras entregaba un periódico viejo y manchado al señor Lovegood-¡te llevará directo al lugar de la fiesta! Eres de los primeros invitados. Molly y yo esperaremos aquí a los otros pero Bill y Fleur ya se encuentran en el lugar.
-¡Fascinante!-.exclamó el señor Lovegood, tomó el periódico y dijo dirigiéndose a su hija-: a la de tres, Luna…uno...dos…tres.
Y los Lovegood se perdieron en un torbellino. Era el día de la boda, primer fin de semana del verano, en la Madriguera solo estaban el señor y la señora Weasley, esperando a los demás invitados. Cuando ya la mayoría había llegado decidieron ir por fin al lugar, dejando un recado para los invitados retrasados.
La boda se estaba llevando a cabo con éxito a pesar de las dificultades que se habían tenido, primero estuvo donde realizarla. La Madriguera era demasiado pequeña y no podían contratar un lugar ostentoso, en parte porque no nadaban en dinero y en parte porque no debían llamar la atención. Todo fue resuelto gracias a Hermione: sus padres tenían una finca a las afueras de Londres, estaba semioculta en el corazón de un páramo y junto a las invitaciones se adjuntaba la dirección de La Madriguera, donde los invitados debían ir para coger trasladores que los transportarían hasta el lugar de la fiesta. Las medidas de seguridad de la Orden consistían en que nadie sabía que se habían trasladado a solo unos kilómetros de Londres, todos creían que habían viajado una gran distancia.
-¿Se divierten?- dijo Bill acercándose a la mesa. Se hallaba muy atractivo: vestía un traje oscuro con una capa echada sobre su espalda, de color negro con bordes dorados. Se había quitado sus botas de dragón y las había sustituido por zapatos muggles (se veía que no estaba acostumbrado pues caminaba algo gracioso), además se había quitado el colmillo que siempre traía colgado y su cabello largo, siempre amarrado en una coleta, se hallaba echado hacia atrás y engominado. Si había secuelas acerca de la mordida de Greyback, éstas sólo podían ser notadas por un observador o alguien que conviviese mucho tiempo con el muchacho. Sus dientes se hallaban más afilados y tomaba muy a broma el tener que afeitarse diariamente partes en las que un ser humano normal no tendría pelo (nadie quiso saber cuáles eran esas partes), asimismo, su gusto por la carne cruda, melancolía y paseos obligados en las noches de luna llena, eran las únicas huellas del oneroso incidente.
-Clago que se diviegten, queguido- dijo Fleur besando a su ahora marido. La rubia lucía simplemente hermosa. Su vestido era de un blanco aperlado, largo y escotado de la espalda y hombros. Un corsé realzaba su esbelta figura y su cabello se hallaba recogido a medias, dejando graciosos mechones de cabello sobre sus hombros y nuca. – La boda está siendo un éxito. Han venido casi todos los invitados… igueí/i que no venguía nadie…con todas esas medidas…- Bill la besó en ese momento y poco tiempo después Ginny comentó que más que por convicción o amor lo había hecho para silenciarla. Claro que el agrio comentario de Ginny había sido impulsado por la expresión embobada que la novia había causado en Harry.
Y con una inclinación de la cabeza, Draco dejó unos billetes sobre la mesa, bebió de un sorbo todo su café y salió sin decir nada más. Aturdido por la invitación, las respuestas y la súbita ida de Draco salí a toda prisa del café. Recorrí con la vista calles laterales y frontales; pero a Draco se lo había tragado la tierra.
-¿Quieres que diga que te tragó la tierra?-preguntó un Slytherin que veía como Draco lanzaba polvos flu a la chimenea y ésta se prendía. El rubio no respondió, ni siquiera ese obstáculo en sus planes (un testigo de su huida) lo sacaba de su objetivo. El reloj marcaba las tres de la mañana mientras el crepitar de las llamas se apagaba conforme Draco colocaba su baúl en la chimenea.
-Di que me trago la chimenea-respondió Draco por fin mientras atajaba su baúl- ¡El Caldero Chorreante!
Draco cayó en la chimenea correcta pero ese no era su destino, se limpió el hollín y con un hechizo de alohomora salió de la taberna desierta. Recorrió unas calles, volvió a su cuarto y a sus compañeras de habitación: las ratas. Pero los chillidos no perturbaron su sueño. Todos sus temores habían quedado atrás…no más insultos, desprecios o rechazos. Iba a rehacer su vida. Aunque eso implicara renunciar a sus sueños…ya forjaría otros en el camino. Ahora, como siempre, debía esperar a que la guerra acabara, esperar para ser libre y comenzar de nuevo.
El acto de aquella noche volvió a ser tan espectacular como todos los anteriores. Como siempre, dio comienzo con el apagado total de las luces. No tuvo que pedir silencio porque el público expectante se aseguró de mantenerlo, como si el simple sonido de una mosca al volar pudiera perturbar los prodigios que en breve aparecerían en aquel escenario. Se escuchaba el descorrer del telón, y una delgada y alta silueta se imponía entre las sombras. De repente, se iluminaba casi con luz propia y con un chasquido de sus dedos aparecían dos palomas. El público aplaudía ligeramente, esperando más. Aquel era solamente el preámbulo de la salva de aplausos que se suscitaría en los minutos siguientes.
Uno de los mejores trucos fue aquel en el que Draco hizo crecer de una simple semilla, depositada en una maceta con tierra, un esplendoroso naranjo que en sus ramas mecía frutos. Para probar la veracidad del acto, Draco lanzó las naranjas al público, que las cogió sorprendido mientras se deshacían en sonoros aplausos; algunos de pie. Otros esperaban más…y no tardaron en quedar satisfechos.
-Lo que vendrá a continuación-anunció el Ilusionista con un dejo de misterio en la voz- es un truco que desafía las leyes de la vida y la muerte, no es peligroso pero sí impresionante (lo dejo a su criterio). Necesitaré un voluntario¿alguien?
-¡Ay no! Comenzaron las lentas-se quejó Ron, que en esos momentos estaba bailando con Hermione.
-¿Te da vergüenza que te vean bailar tan cerca de mí o qué?-preguntó Hermione, debatiéndose entre el sentimiento de diversión y ofensa.
-No…es sólo que…no sé bailar esto.
-De hecho no sabes bailar nada-replicó Hermione subiendo su pie derecho y tallándoselo mientras miraba a Ron-, pero el caso es divertirse.
-No sé que tan divertido sea estar pegado a alguien…
Hermione tomó la iniciativa callando de súbito a Ron. Tomó una de sus gigantescas manos y la colocó en su cintura, luego puso la otra mano de éste sobre su hombro y bajó la mirada, preparada para la reacción de Ron. Pero él no reaccionó, o al menos no de la forma en que Hermione imaginaba. El pelirrojo apretó más su cuerpo contra el de ella, sintiendo la suavidad del vestido y la tibieza de un cuerpo femenino. Hermione, por su parte, sentía el corazón latiéndole desbocado, las manos de Ron eran pesadas pero le daban una sensación de seguridad que no conseguirían ni cien guardaespaldas. Estaba nerviosa y emocionada. Podría confesarle todo si él seguía junto a ella un segundo más. Levantó la vista y se encontró con los ojos de Ron, más azules que la imagen de cualquier océano que había contemplado en sus libros. El pelirrojo sonrió e inclinándose acercó sus labios a los de ella, apenas rozándolos se separó rápidamente, completamente sonrojado y sorprendido de su atrevimiento.
-Quizá sí tengan su lado divertido las lentas.
-Ron, yo…
Una explosión hizo que todos se agacharan en un acto de inercia e instintivamente buscaran sus varitas. Un grupo de mortífagos irrumpió en la fiesta, incendiando todo y lanzando hechizos a diestra y siniestra, sin preocuparse por apuntar a alguien en específico. Hermione fue herida en un brazo antes que los invitados buscaran los trasladores que los habían llevado hasta allí y todos huyeran.
El pastel de bodas quedó intacto al igual que algunos invitados. Pero no todos corrieron la misma suerte: los trasladores fueron cogidos por vivos que llevaban heridos y otros por vivos que llevaban cadáveres; Luna pertenecía al segundo grupo.
Voldemort dejó de interesarse en Draco cuando Bellatrix le dijo que había muerto junto con su madre. Esto, atreverse a desafiar al Señor Tenebroso, tuvo en vela durante noches a la mortífaga. Por un lado estaba su lealtad con el Señor Tenebroso y por otro lado Draco era su familia. Obviamente no lo había demostrado al matar a su hermana pero un extraño sentimiento de ¿culpa¿Arrepentimiento¿Remordimiento? Se había apoderado de ella, sin que pudiera dejar de pensar en eso y sin esperanza de huir de los tormentos de las Erinias.
Por eso había decidido limpiar su conciencia ocultando a Draco. Voldemort confió en ella una vez más y la mujer agradeció esas prácticas de Oclumancia en su juventud. Meses después se enteró gracias a Snape de que se había visto a Draco vagando por las calles muggles, pero que guardaría el secreto. A él lo unía algo más fuerte que la sangre, una razón más poderosa para proteger a Draco. .
Si bien el sentimiento de culpa se había ido del corazón de Bellatrix, lo ocupaba uno nuevo: el miedo, la ansiedad. ¿Y si Voldemort descubría su mentira¿Por qué lo había traicionado¿Debía irse? Afortunadamente para ella, el Señor Tenebroso estaba demasiado ocupado para detectar traiciones entre los suyos. Al parecer los mortífagos se hallaban emocionados con un plan que parecía infalible, perfecto, aunque un poco arriesgado y difícil de llevar a cabo.
Cuando se le reveló a Bellatrix entendió que estaba libre; ese plan necesitaba toda la atención del Señor Tenebroso.
Después del ataque en la boda no hubo otro. Fleur estaba destrozada pero Bill confiaba en que lo superaría poco a poco. El trío no tuvo oportunidad de comprobarlo pues debían volver al Colegio. Lo sucedido con Ron y Hermione en la fiesta fue borrado de la mente de ambos; los dos soñaban con ese momento cada noche pero ninguno se atrevía a hablar de él.
Entre las víctimas más lloradas se encontró la del señor Lovegood. Luna terminó el verano con los Weasley, y parecía más ausente y ajena a todo de lo normal. No la habían visto llorar pero sabían que los sollozos nocturnos que se colaban por las paredes no pertenecían al trasgo. La última semana del verano Luna por fin accedió a hablar con los chicos. Cierto que a veces se le quebraba a la voz o algo parecía desconectarse en su cerebro, pero ese verano que pasó, aun con toda la tristeza que la embargaba le hizo pensar que por primera vez tenía amigos. El día antes de regresar al Colegio, Ginny le sugirió un cambio de imagen y Luna accedió solamente si ella misma lo hacía¿resultado? Dispersos mechones cortos y largos en su rubia cabellera.
-Bonito corte-dijo Harry con toda sinceridad, pues reconocía que un corte normal no iba con la original y estrafalaria personalidad de Luna.
Una vez en el andén, Harry se dio cuenta de que faltaban varios de sus compañeros: no vio por ninguna parte a Seamus, ni a Parvati. Sin embargo, se encontró a Neville, que lucía muy delgado y cansado, como si hubiera trabajado mucho durante el verano. Neville aclaró, tiempo después, que había estado entrenando para estar listo en cualquier momento. Harry se sentó con el chico pues Ron y Hermione cumplían con sus deberes de prefectos. Todo pintaba para un día normal, hasta que Ron entró en el compartimiento.
-¿Saben que Draco Malfoy volvió…?
No pudo decir más pues Harry lo había empujado saliendo a toda prisa del lugar, abriendo y cerrando puertas por todo el tren. Después de encontrar a varios compañeros platicando, algunos novios besándose y otros pasando a cosas más íntimas, el Gryffindor encontró a Draco en un andén. Estaba solo, demacrado y lo miró indiferente, sin sombra de aquella mirada despreciativa y altiva que dirigía a todos.
-¡Cómo te atreves a volver!-exclamó Harry furibundo mientras le asestaba un golpe en el estómago. Draco no respondió.
Acabando de releer la carta que le había llegado aquella mañana, Luna la dobló cuidadosamente y miró por la ventana. Ginny dormitaba a su lado y aprovechando aquella soledad, comenzó a llorar, recordando que todo había cambiado.
Una lechuza de color café claro había entrado al cuarto de la Madriguera, donde se alojaba actualmente, y había depositado sobre su cama una larga carta que muchos llaman testamento. Luna la leyó con avidez al ver que el remitente era su padre. Le dio un vuelco el corazón al imaginar que su padre aún estaba vivo y le había escrito. Al principio, la carta comenzaba con una normal pero cuando Luna leyó: "…y si algo llegara a pasarme, como ser aplastado por un snornack… ", supo que su padre estaba hablando de su fin. Durante varios párrafos su padre escribió y divagó sobre las diversas formas en que una criatura mágica podía se peligrosa, pero más adelante, su padre citó el tema de los mortífagos. "Esos chiflados –verdaderos chiflados, no como yo que sólo tengo la fama- tarde o temprano comenzarán a cobrar víctimas diariamente, tal vez me toque a mí o a ti, cosa que espero no suceda jamás".
-Jamás es demasiado tiempo-musitó Luna, recordando lo que su padre le había dicho cuando ella insistía en no dejar ir jamás a un papagayo que tenía el don de cambiar los colores de su plumaje.
La carta terminaba con mil y un recomendaciones para que Luna siguiese sus sueños siempre, sin dejarse amedrentar por nadie. Asimismo le dejaba en sus manos la dirección del Quisquilloso y una pequeña pero suficiente herencia para que ella cumpliese sus planes a corto plazo.
Sin embargo, aquella carta había sembrado en Luna un deseo, algo parecido a las inclinaciones de venganza pero más sutil. Quería honrar la memoria de su padre, evitar más dolores, a ella y a otros. Miró a Ginny, pensando que la pelirroja era de las pocas personas que la entendían y no la juzgaban cruelmente. No quería perderla a ella. Pelearía contra Voldemort y sus secuaces, por su padre y por sus - ¡jamás lo había dicho!- amigos.
Desde la muerte de Dumbledore, Snape había recuperado su puesto como el mejor mortífago. Antes, el Señor Tenebroso tenía serias dudas de él pues lo notaba algo renuente a pasar información y la lealtad tambaleante, más inclinada al bando de Dumbledore. Le llegaban muchos rumores, que si pertenecía a la Orden; que si era el protegido de Dumbledore; que si tramaban un plan entre ellos. Pero todas se habían despejado a Voldemort cuando se enteró de que Snape había sido el asesino. El plan había resultado mejor de lo esperado.
No se enfadó al ver que Snape había hecho el trabajo de Draco, pero le dio asco el temor del muchacho y por eso había querido matarlo. Luego se olvidó de él y se concentró en buscarle a Snape nuevas misiones pues toda su confianza estaba depositada en él. Tardó en encontrar un plan que encomendarle a su mortífago favorito, pero cuando al fin lo hizo fue su obra maestra; y sin Dumbledore en el mapa todo parecía más fácil. Su peor enemigo había sido derrotado, jamás volvería. Gracias a ello Harry Potter había quedado vulnerable y listo para ser derrotado.
Snape no creyó el cuento de Bellatrix y se dedicó a buscar a Draco, se enteró que el idiota había regresado al Colegio y huido de ahí, ahora no sabía donde se encontraba. De hecho, esa nimia información le había costado mucho porque no había más espía en Hogwarts y la seguridad había sido reforzada. Él había sido el espía de los dos bandos durante mucho tiempo y ahora que había elegido un camino en específico encontrar información tanto de uno como de otro bando era sumamente difícil. Antes se sentía con un gran poder, al contar con la confianza total de ambas partes. Ahora que había muerto el líder de uno –Dumbledore- lo que más le convenía era estar del lado que aún conservaba a su jefe. Sabía que sin Dumbledore las esperanzas del otro bando eran pocas.
No sabía que pensar de la nueva confianza que depositaba Voldemort en él. Su fingida fidelidad en los dos bandos había sido fácil, pero la promesa inquebrantable que había hecho lo comprometía sobremanera. De pronto sus ideales cambiaron y aunque Dumbledore empezó a notarlo pudo más la confianza que la razón. "Pobre viejo" pensaba Snape "siempre confió demasiado en todos". No estaba arrepentido pues ahora llevaba todas las de ganar. Había desertado de la Orden, a quien pasaba información, ocasionando que muchos planes de aquel ejército de resistencia se vinieran abajo, dejándolos vulnerables. Pero él tampoco había resultado inmune, antes podía andar por donde quisiera sin que nadie, ni del lado oscuro ni del de Dumbledore, le tocara un pelo de la cabeza. Ahora que se había declarado abiertamente mortífago debía andarse con más cuidado; huyendo, que era lo que más odiaba.
-Yo no lo maté, Potter- murmuró el rubio aparentemente estoico pero con un hilillo de sangre resbalando por la comisura de sus pálidos labios.
-¡DÓNDE ESTÁ TU MALDITO PROTECTOR¿DÓNDE ESTÁ EL IDIOTA DE SNAPE? SEGURAMENTE CON TU MADRE…
-No metas a mi…a mi difunta madre en esto. No tengo idea de donde está Snape. Si quieres ve a buscarlo, sé el héroe una vez más, Potter. Demuestra que también lo puedes hacer sin Dumbledore.
-Eres un cobarde, eso es lo que eres…si tu madre murió seguramente lo merec…
Había puesto el dedo en la llaga. El puñetazo de Draco lanzó a Harry contra la ventanilla, haciéndola añicos. Varios alumnos se asomaron, atraídos por el ruido del cristal roto y el golpe. Hermione entró a toda prisa y encontró a Harry con el labio roto y pedazos de cristal incrustados en la cara; Draco, por su parte, estaba lívido y se sonrojó al ver que la atención de la pelea se centraba sólo en él. Estaba tratando de ignorar los murmullos y dedos señalándole, pero al mismo tiempo quería saber que comentaban. Se hallaba tan inmerso en esta encrucijada que no se percató de la mirada fría y sedienta de venganza que le lanzó Harry, arrastrado hasta el pasillo por Hermione.
-¡Así no arreglarás nada!-le susurró Hermione a su amigo.
-Y TAMPOCO QUEDÁNDOME CRUZADO DE BRAZOS…
-¡Deja de gritarme!-exclamó Hermione con furia contenida-¡nosotros no tenemos la culpa de que todos corran peligro a tu lado!
-Ya. Alégrate, Hermione. Pronto me iré de aquí y ustedes por fin tendrán seguro su valioso trasero.
Hermione lo soltó y con los ojos anegados en lágrimas se fue al vagón de prefectos. Dejando a Harry solo en el pasillo, cavilando sus palabras y acciones. Debía huir, estaba harto de todo. Hermione tenía razón: todos corrían peligro a su lado. Muy a tono con sus pesimistas pensamientos Ginny salió al pasillo para buscar a la señora del carrito. Al verla tan cerca, con sus castaños ojos fijos en él no pudo resistir. Se acercó a ella y tomándola bruscamente de un brazo comenzó a besarla con frenesí. Al principio Ginny se resistía, pero cedió poco a poco. Al separarse Harry de ella trató de decir algo, de reclamarle…
-Hice esto para que sepas que no es mi falta de amor lo que me aleja de ti.
Y se fue, dejando a Ginny con la boca abierta, el corazón latiéndole fuertemente y un puñado de palabras que se ahogaron en sus lágrimas.
El tren aminoró la marcha y paró bruscamente en la estación de Hogsmeade. Fue en ese momento cuando conocí a Harry Potter. Descendió del tren con una expresión malhumorada, llevando a cuestas su baúl y la jaula de su lechuza, alborotada a causa de los duros golpes que el chico le daba, sin fijarse por donde iba y chocando con varias personas. Esta primera impresión me extrañó, pues me habían dicho que Harry era un muchacho sencillo, siempre acompañado de sus amigos. Lo primero que pensé es que seguro no se trataba del verdadero Harry, pues lo que vi no tenía nada de sencillo y si mucho de amargado solitario.
Hogwarts era imponente, tal como me lo habían descrito. Al entrar al Gran Comedor me topé con otra cosa que difería de la descripción de Hogwarts: no había estandartes con leones, serpientes, águilas o tejones; en cambio, había cuatro largas cortinas de un tono negro que daba escalofríos. Tampoco había gran bullicio y se respiraba una atmósfera envenenada de tristeza y tensión.
Con el tiempo no pude cambiar mi primera impresión acerca de Harry Potter. Conocí más tarde a sus amigos y trataron de cambiarme el concepto. Pero no lo lograron. Tuve mucho contacto con él aquel año, pero fuera de Hogwarts, peleando contra él y su vileza. Sí, Harry Potter dio un vuelco a sus creencias y yo lo conocí siendo una persona despiadada, insensible. Después perdí contacto con él y tratando de darles una buena imagen de él cogeré la primera impresión: aquel chico solitario y arrogante. Creo que nadie quisiera recordarlo como el hombre despiadado en quien se convirtió.
Draco Ilusionista, Harry agresivo, Ron y Hermione que no se declaran lo que sienten, el complejo de spiderman con el que Potter protege a Ginny y un narrador que sabe y dice todo sin un específico fin¿les parece demasiado?
Bienvenidos a este ff, antes que anda debo decir que este ff es totalmente REALISTA. No apta para personas que gustan de los cuentos con finales finales y el amor en cada párrafo. No, este ff sí tiene su toque romántico pero más que nada es de drama, acción, tragedias. Hay sangre, quizá excesivo violencia, no mucho contenido sexual pero el que hay es un poquitín fuerte.
Si quieren saber qué sigue sólo deben dejar un review y yo seguiré de inmediato .
