Disclaimer: Los personajes pertenecen a Stephenie Meyer.
Realidad
No te lo esperabas. Bueno, en realidad sí lo hacías, pero no tan pronto.
Te quedas muy quieta y pestañeas, en un intento de ocultar las lágrimas que se agolpan en tus ojos.
Pero nunca puedes retenerlas durante mucho tiempo.
No esperan verte llorar, porque nunca lo haces. Nunca lo hiciste delante de ellos.
Sabías que Sam no te amaba. Te quería, sí, pero nunca te había amado. Intentas sofocar tu dolor, pero el hecho de que Emily también llore al verte sufrir, no te consuela. Y menos aún que él la rodeé con sus brazos y enjugue sus lágrimas, y no las tuyas.
A ti sólo te mira con sus ojos abarrotados de dolor, rogándote disculpas. Pero ¿por qué suena eso como una mentira?
No lo soportas más y te alejas. No soportas que Sam te cambie por ella, por Emily. Primero caminas y luego te echas a correr. Huyes de la realidad tan rápido cómo te lo permiten las piernas. Sí, de esa realidad que ignoraste, como si no existiera, a sabiendas de que chocarías con ella y te arrastraría consigo.
Siempre supiste que hacías una perfecta dupla con la soledad, por eso la buscas para refugiarte en ella, para que te acune entre sus brazos helados con crueldad. Gritas.
Contienes los sollozos cuando una mano se posa en tu brazo y te detienes. No es su mano. No es la mano que se supone debería estar esperando. Pero es lo suficientemente fuerte para voltearte. Enjugas tus lágrimas con dedos temblorosos en vano: tus ojos empañados te delatan.
Lo reconoces. Lo has visto un par de veces. Es ese que siempre te contempla con sus ojos oscuros, atravesándote completa. Sientes que te conoce más que nadie, incluso más que vos misma. Sí, él sabe por qué lloras y qué es lo que pasó, por eso te abraza fuerte. Muy fuerte. Te deja enterrar el rostro en su pecho porque también sabe que odias que te vean llorar. Sus brazos a tu alrededor te reconfortan. Tal vez no consiguen levantarte, pero sí evitar que sigas cayendo. Lo recuerdas, se llama Jacob. Aquel que prestó su hombro para que puedas llorar y luego limpió las lágrimas que él te hizo derramar.
Te separas de él avergonzada, y le sonríes. Finges una sonrisa. Su rostro hace una mueca y sus ojos oscuros te miran con reproche. Sí, también sabe que siempre sonríes cuando estás triste. Y una nueva lágrima recorre tus sonrojadas mejillas, traicionándote. Acerca su rostro al tuyo y la limpia con un beso. Contienes la respiración, paralizada. Adoras ver cómo esa alegría llega a sus ojos hasta hacerlos brillar. Recorre con sus labios tu mejilla y se detiene en la comisura de tus labios para luego atraparlos entre los suyos.
Una nueva realidad que ignorabas te golpea. No, no la ignorabas en realidad. Nunca lo habías ignorado a él, sólo fingías hacerlo.
Amo esta pareja (L
Espero algún comentario. Me hacen feliz ^^
Natii
