Titulo: A la Caza de un Sueño

Summary: Sakura ha pasado parte de su vida tratando de ver realizados los sueños de su madre, mas ha llegado el momento de dejarlos ir y buscar su propia identidad…

Declaimer: La misma aclaración de siempre, los personajes de Card Captor Sakura pertenecen a CLAMP, solo la idea de la historia es mía.

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A la Caza de un Sueño

("Todas las luces del auditorio estaban enfocadas en el podium de los ganadores, luego de una intensa semana de competición, la preparatoria Tomoeda había logrado conseguir el primer lugar dentro de la competencia de gimnasia rítmica.

Justo ahora la capitana del equipo alzaba en todo lo alto la copa del torneo intercolegial nacional de gimnasia, ya que gracias a su magnifica actuación la victoria fue para su escuela, su increíble capacidad interpretativa fue premiada a través de la dorada medalla que colgaba de su cuello, quedando demostrado con ello que era la mejor de todas las participantes, mas aun a pesar de la enorme felicidad que demostrara a los demás por haber obtenido el triunfo, por dentro se sentía vacía, a decir verdad no estaba disfrutando tanto del triunfo como se suponía debía ser, fue entonces que lo comprendió, ese no era su sueño, por lo tanto ya era tiempo de que este llegara a su fin.")

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Las imágenes de su triunfo cruzaba por su mente justo en estos momentos, al observar los muchos trofeos y medallas que adornaban las repisas sobre su cama, por unos segundo miro con detenimiento la pared de la gloria (como su madre en ocasiones solía llamarla), antes de colocar su ultima medalla en el lugar correspondiente.

- Otra medalla mas, para esta pared de la farsa... – murmuro sarcástica mientras una sonrisa por demás irónica se desdibujaba en sus labios afresados – "desde muy pequeña eh luchado fuertemente para ver realizado el sueño de mi madre..." – pensaba, mientras dejaba caer todo el peso de su cuerpo sobre su cama – "pero... ¿y mi sueños...?" – cubrió pesadamente parte de su rostro con su brazo derecho, fijando sus ojos verde esmeralda en el blanco del techo – "¿acaso tengo sueños propios?" – no pudo mas que dejar escapar un suspiro cansado – "ya no puedo mas... es como dice Syaoran, "tengo que buscar mis propias convicciones si es que quiero tener una vida propia" – no pudo continuar analizando sus reflexiones internas, pues en ese momento alguien llamo a la puerta de su habitación, obligándola a levantarse, tomando asiento en la orilla de la cama – ¡adelante! – dijo en voz alta, limpiándose una cuantas lagrimas que derramo sin querer, era demasiada la presión que sentía recaer sobre sus hombros, y en ocasiones simplemente no podía contenerse, pues de alguna manera tenia que liberar toda esa tensión.

La joven en ese momento vivía sola con sus padres, puesto que su hermano mayor hacia un año que se había ido a vivir a Norteamérica, luego de haber ganado una beca para estudiar medicina en la universidad de Yale, mientras que su padre era Decano de la facultad de Arqueología en la universidad de Tokio, de hecho, justo ahora estaba de viaje por cosas relacionadas a una investigación que estaba llevando a cabo, y finalmente su madre trabajaba en una prestigiada firma de abogados, así que muy pocas veces estaba en casa.

- Felicidades por tu triunfo querida... – una hermosa mujer de largos cabellos grisáceos y tez blanca se asomo por la puerta, cerrándola tras de si a penas entro, para dirigirse hasta donde la chica de cortos cabellos castaños se encontraba – lamento no haber podido estar contigo, pero es que se me presento un pequeño imprevisto en la corte.

- No te preocupes mamá – respondió ella fingiendo una sonrisa – no fue la gran cosa después de todo.

- ¡Como que no fue la gran cosa...! – se mostró mas entusiasmada que su propia hija – hable con Kaho y me dijo que estuviste espectacular… – decía emocionada la mujer de cabellos grisáceos al momento que tomaba asiento a su lado – estoy tan orgullosa de ti, no sabes las veces que soñé con ganar la copa intercolegial cuando asistía a la preparatoria y ahora tu has cumplido ese sueño.

- Si... tu sueño... – sonrió con tristeza, teniendo mas presente que nunca eso que desde hacia tiempo atrás quería decirle a su madre, pero no se atrevía – "¿algún día podré decírselo?" – aun se lo preguntaba, pero sin tener el valor suficiente como para confesárselo.

- ¿Sucede algo malo? – le cuestiono la mujer, al notar como esta se encontraba ausente, sin prestar atención a la conversación que ella trataba de entablar – te ves algo desanimada Sakura...

- Eh... no, no es nada... – aunque fingidamente para disimular su verdadero estado de animo, sonrió otra vez para no preocuparla – solo estoy un poco casada, eso es todo...

- En ese caso te dejare para que puedas descansar – se puso de pie, encaminándose hacia la salida – por ahora duerme un poco, ya nos veremos mas tarde – le sonrió dulcemente antes de salir completamente.

- Si... – mantuvo su sonrisa hasta que esta cerro la puerta tras de si, entonces se dejo caer nuevamente sobre la cama – será mejor darme un baño y cambiarme – medito por un rato – después iré a ver a Syaoran...

Capitulo 1

Sueños ajenos

La muchacha de cabellos castaños bajaba apresuradamente las escaleras para llegar al primer piso, ya se había arreglado, cambiando su uniforme deportivo por algo más cómodo y casual, su vestuario consistía en unos jeans azules de mezclilla, una playera blanca a juego con sus tenis y un ligero suéter rojo con capucha.

- ¡Mamá iré a visitar a Syaoran...! – exclamó desde la puerta principal, donde ya se encontraba lista para salir.

- Esta bien, solo llega temprano a cenar – respondió la mujer desde el otro extremo de la habitación, en la sala, donde se encontraba revisando algunos documentos.

- ¡Esta bien...! – dijo para finalmente salir de la casa.

La castaña cruzo el jardincito principal para llegar a la rejilla de entrada, y posteriormente cruzar la calle hasta la acera de enfrente, en la que se encontraba ubicada la vivienda de su vecino y mejor amigo de la infancia, ya ahí toco a la puerta principal de la casa, misma que solo segundos después se abrió frente a ella.

- Buenas tardes señora Yelan... – saludo inmediatamente la castaña a la hermosa mujer de cabellos negros que le había abierto la puerta.

- Ah, buenas tardes Sakura – dijo alegremente la mujer pelinegra – ¿vienes a ver a Syaoran?

- Así es... – le respondió con una enorme sonrisa dibujada en los labios, desde que se entero del pequeño accidente que este había sufrido cuatro días atrás, su mayor prioridad era estar a su lado, mas la competencia no se lo permitió.

- Adelante, él ahora se encuentra en la sala... – le invito cordialmente a pasar, por lo que la castaña no tardo en ver a bien la invitación.

- Gracias... – la joven se encamino hasta el lugar en que la madre del chico le habían dicho que este se encontraba, ella conocía perfectamente la casa, de hecho antes de irse a Norteamérica, su hermano constantemente le decía a manera de burla que los Li ya deberían adoptarla, pues la mayor parte del tiempo se la pasaba con ellos.

Tal y como Yelan se lo señalo, el joven de cabellos castaños oscuros al que buscaba, se encontraba cómodamente sentado en uno de los sofás color beige de la sala, al parecer mirando entretenidamente la televisión.

- Hola Syaoran... – saludo alegremente mientras tomaba asiento junto a él, sin pasarle inadvertida la pierna enyesada que el chico mantenía en reposo sobre un cojín, arriba de la mesita de centro.

- Que hay Sakura ¿cómo te fue en la competencia? – contesto tan animadamente como ella, pasándole el tazón de palomitas que tenia sobre su regazo, haciendo dicha maniobra sin dejar de ver el televisor frente a sus ojos.

- Bien... supongo... – tomo un puño de palomitas del tazón, adoptando la misma actitud relajada de su amigo, tomando un cojín del sillón entre sus brazos para acomodarse mejor en el asiento y mirar aquello que tenia tan entretenido al castaño.

- No te oyes muy animada – se volvió a verla fugazmente de reojo – ¿acaso perdieron?

- Eh, no, de hecho ganamos el primer lugar... – medio sonrió, mas a la opinión del chico, esta se escuchaba como si hubiese sufrido la peor y mas humillante de las derrotas.

- ¿Enserio? – dijo no muy convencido de sus palabras – ¿no pareces muy feliz?

- Lo estoy – se apresuro a decir con una sonrisa de por medio – es solo... – bajo un poco la mirada hasta el cojín tinto que apretaba mas fuerte entre sus brazos, dejando por un buen rato sus ojos estacionados ahí.

- ¿Si? – cuestiono expectante, al ver como ella no le daba una respuesta clara.

- Olvídalo... – dijo de repente, tomando otro puño de palomitas del tazón, introduciéndoselo por completo a la boca.

- Sakura, Sakura, Sakura... – movió negativamente la cabeza en varias ocasiones, manteniendo una sonrisa cansada – ¿por qué simplemente no le dices a tu madre que no te gusta la gimnasia? – él la conocía mejor que nadie, habían sido amigos prácticamente de toda la vida, por eso le parecía increíble que hasta la fecha esta siguiera creyendo que podía engañarlo tan fácilmente.

- ¿Y que te hace pensar que no me gusta la gimnasia? – le miro tranquilamente, aunque en el interior aun se preguntaba ¿como este siempre adivinaba su verdadero sentir, a veces creía que este la conocía mucho mejor de lo que ella misma se conocía.

- Es obvio Sakura... – sonrió divertido al ver la cara seria de su amiga – te conozco prácticamente desde que naciste, a mi no me puedes engañar tan fácilmente como lo haces con los demás.

- ¿Tan transparente soy? – se expreso en un suspiro derrotado, si, definitivamente en ocasiones podía ser muy ingenua al subestimar la enorme capacidad perceptiva del chico, era eso, o el castaño había adquirido la extraordinaria habilidad de leer su mente, aunque ella optaba por la primera.

- Créeme, un fantasma es un grueso muro de concreto comparado contigo... – ante la descarada burla, la chica no se contuvo y le lanzó lo primero que tenia a la mano, en este caso el cojín tinto que tenia entre sus brazos, el cual fue a parar justo en el rostro del chico – auch, eso me dolió.

- Eres un tonto... – dijo entre risas al ver como el proyectil había alborotado mucho mas su ya de por si rebelde cabellera castaña.

- Tal vez, pero me encanta tener siempre la razón... – sonrió altivamente, mas al ver la cara de pocos amigos de la castaña decidió que lo mas sensato era cambiar el tema – ahora dime ¿cuándo piensas hablar con tu madre?

- No lo sé… – bajo de nueva cuenta la mirada con tristeza – créeme que lo eh intentado, pero si antes me era difícil decírselo, ahora que he ganado la competencia intercolegial será imposible... además, no quiero decepcionarla.

- Sabes, como tu segundo hermano mayor postizo y tu mejor amigo, creo que me eh ganado a pulso el derecho de poder influenciarte y decirte lo que debes hacer... – dijo con ese característico tono burlesco que solo utilizaba cuando se encontraba a solas con ella.

- Y yo, como tu hermana menor postiza y mejor amiga, creo que me he ganado a pulso el derecho de decirte payaso y exigirte que hables claramente... - imito igualmente el tono que él estaba utilizando, lo que no le causo mucha gracia al chico.

- Ja… ja… ja… muy graciosa... – dijo sarcástico, aunque siguiéndolo el juego, lanzándole unas palomitas.

- Tu empezaste... – sonrió ampliamente esquivando las municiones del chico, no sabía por qué, pero cuando estaba con él, todos sus problemas y preocupaciones se iban muy lejos.

- Esta bien… – respondió adoptando mayor seriedad – yo solo puedo decirte que te armes de valor y hables de una vez por todas con tu mamá.

- Para ti es muy fácil decirlo – aunque no lo quisiera, no podía evitar ser pesimista en ese punto – y es que estoy segura que no solo mamá pondrá el grito en el cielo cuando se lo diga, la entrenadora Mizuki y todo el equipo también lo aran.

- Por favor Sakura, no puedo creer que aun sigas dejando que los demás decidan por ti, me decepcionas – adopto de nueva cuenta su tono bromista – ¿acaso no se te ha pegado nada de mi en todo este tiempo?

- Claro que se me ha pegado algo de ti – como siempre le siguió la broma – el gusto por las artes marciales, la pizza y el pésimo gusto para elegir la programación de la tele¿se puede saber que estamos viendo?

- Eso mi querida pupila... – señalo al televisor – es el deporte mas maravilloso de todo el planeta.

- ¿El fútbol soccer...? – mostró evidente sarcasmo en su observación.

- Ay, no puedo creer que de veras no se te haya pegado nada bueno de mi... – se llevo indignadamente una mano al corazón, como si hubiese sido herido por el comentario, la chica solo rodó los ojos para darle a entender que se dejara de rodeos – el fútbol es el mejor deporte de todos, mas que el beisbol, mas que el fútbol americano e incluso mas maravilloso que el baloncesto...

- Si, si, si... ya entendí el concepto – le interrumpió antes de que le diera todo una cátedra sobre que la octava maravilla del mundo era el fútbol y que ella estaba mal al no admirarlo también, etc, etc, etc... – pero aun así no entiendo que tiene de maravilloso seguir como tonto un balón de un lado a otro de un larguísimo campo…

- No hay manera de explicarlo, lo sabrás hasta que no sientas la emoción de patear el balón y sentir la adrenalina de un buen juego...

- Eso de la emoción de un buen juego me recuerda algo... – se giro un poco para verlo – ¿como esta tu pierna, con lo de la competencia y todos los problemas que traigo en la cabeza había olvidado por completo a lo que vine ¿qué fue lo que dijo el medico?

- Me dijo que no podría jugar en al menos cinco meses... – señalo gráficamente con los dedos – ¿puedes creerlo, cinco largos meses sin poder jugar fútbol.

- Lo lamento Syaoran... – le expreso sinceramente, no pasándole desapercibida la tristeza en las palabras de su amigo, a pesar de que este intentaba disfrazar su verdadero sentir haciendo mofa de ello.

Él había nacido con una balón pegado a los pies, eso era lo que ella solía decirle para molestarlo, pues desde muy pequeño el ambarino había mostrado una gran afición a ese deporte en especial, aunque si bien fuera bueno para practicar cualquier deporte , prueba de ello era que en la clase de educación física todos quisieran tenerlo en su equipo, pues él, junto con Eriol Hiragizawa, otro de sus mejores amigos y compañeros de clase, eran excelentes en deportes y en prácticamente todas las asignaturas, pero es que aunque no lo admitieran, en la escuela todos sabían de la cerrada competencia que mantenían desde el primer grado de secundaria por ver quien era el mas sobresaliente en todo.

- Si… bien, pues ya no hay nada que hacer, tengo que esperar al menos dos meses y medio más para que me retiren el yeso y otros dos para la rehabilitación, definitivamente lo que resta de este año esta perdido, no volveré a jugar hasta el tercer año.

- Pero ¿iras a la escuela verdad?

- No en al menos dos semanas – se hundió en el sillón – el doctor me prohibió hacer cualquier clase de movimiento brusco.

- Ya veo... – mostró un poco de desanimo, iba a extrañarlo, después de todo los dos siempre caminaban juntos por la mañana para ir a la escuela – entonces te mantendré al corriente con las tareas.

- Gracias, sabia que no me dejarías a la deriva… – a pesar de todo mantuvo el buen animo – no voy a permitir que Hiragizawa se aproveche de mi desventaja – la otra no pudo mas que sonreír, definitivamente esos dos nunca dejarían de competir por todo.

- Bien, ya tengo que irme... – la castaña se puso de pie para despedirse – nos vemos mañana...

- Ah, espera Sakura... – le detuvo cuando estaba en el umbral de la puerta.

- ¿Q-que sucede? – se giro para verle un poco intrigada.

- Toma – le entrego un balón que había mantenido todo ese tiempo a un costado de él.

- Pero... – le miro con una clara incógnita en el rostro.

- Cuídalo por mi, es el balón que papá me dio… – dijo tranquilamente del de ojos ambarinos – es que estoy seguro que si lo no lo alejo, en cualquier momento desobedeceré las indicaciones del doctor, así que entre menos tentaciones mejor.

- Si tú lo dices... – murmuro no muy convencida al ver el balón que este le entregara segundos atrás – como sea, nos vemos después Syaoran – la joven finalmente salió de la sala, encontrándose en su camino con la madre del chico.

- ¿Ya te vas Sakura? – le pregunto amigablemente, pues en si, esa niña era un miembro mas de su familia – pensé que nos acompañarías a cenar.

- Lo siento, pero en esta ocasión no puedo, mamá me pidió que llegara temprano… – le sonrió un tanto apenada – hasta luego señora Yelan – se despidió mientras se dirigía a la puerta de salida.

- Hasta luego...

La joven cruzo el camino de regreso sin quitar la mirada del balón, observándolo con mucho detenimiento, tratando por todos los medios de encontrarle lo maravilloso a una bola sin chiste.

- Pues yo no le hallo nada de interesante a esta cosa... – se dio por vencida, mas entonces recordó las palabras dichas por su amigo – "No lo sabrás hasta que no sientas la emoción de patear el balón" – la joven ya se encontraba parada frente a la rejilla del patio de su casa, cuando decidió poner en practica aquellas palabras – veamos, solo tengo que patearlo...

Y así lo hizo, dándole tan fuerte que el balón salió disparado, perdiéndose mas adelante, en uno de los patios vecinos, al ver lo que había hecho, la castaña sintió como una gota de sudor frío le recorría la frente.

- Syaoran va a matarme... – se dijo, antes de salir corriendo a toda velocidad hacia la dirección que había tomado el balón, buscándolo por todos lados del lugar en donde creyó había caído.

- Vamos donde estas... – decía desesperada, si mal no recordaba ese balón era muy especial para Syaoran, pues ese fue uno de los últimos regalos que su padre le había hecho antes de morir, así que tenia que encontrarlo a cualquier precio – ¿qué tan lejos pudo haber ido ese condenado balón? – exclamo exhausta, mas al volver la mirada lo vio, por fin lo había encontrado, sin embargo este había destrozado las margaritas que adornaban uno de los patios, y si bien la chica se sentía aliviada por haberlo encontrado, por otro lado esta asustada al haber despedazado las flores de ese patio en especial – la señora Segawa va a desollarme viva si se entera que destruí sus preciados geranios, azucenas o lo que sean esas cosas... – no tenia tiempo para quedar a lamentarse, así que rápida y sigilosamente hecho un vistazo a todos lados para ver si no había sido descubierta – "bien parece que nadie me vio..." – sonrió victoriosa, apresurándose a tomar la susodicha bola.

Estaba a punto de emprender la huida cuando un fuerte gruñido a sus espaldas la asusto. Todo sucedió en cámara lenta, la chica se giro quedamente para ver a la bola dorada de pelo con patas que la acechaba, retrocediendo un paso al ver como este le mostraba los afilados colmillos de su hocico.

- Eh, lindo perrito calma, calma, solo vine por mi balón, lo vez… – decía mientras seguía dando cautelosamente cortos pasos hacia atrás – y ahora que ya lo tengo, ya me voy jejeje... adiosito... – intento seguir retrocediendo pero su pie tropezó con un piedra, haciéndola dar un paso en falso, lo que provoco que cayera de espaldas, dejándola a la merced de la feroz bestia perruna que tenia al frente...

Continuara...

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Un nuevo intento de fic de esta pareja (n.n), la idea me llego de repente, es algo rara, pero tenia que sacarme la espinita, aun no esta muy bien definida, pero creo que ira dando forma según avance, no será muy larga (o eso espero (u.uU), sin embargo es un pequeño respiro luego de la otra historia que acabo de terminar, pues aquí todos serán de los mas normales (XD), ojala la idea general les haya gustado, como sea, ya me despido, hasta el próximo capitulo…