¡Hola y bienvenido!
Esto es algo que he querido escribir desde hace mucho tiempo, de hecho es algo tan grande/largo que me llevaría más tiempo desarrollar pero esto es especial pues es el comienzo de todo.
Últimament había pensado en que pasaría si los chicos fueran los que murieran en lugar de Cass, ¿Cómo viviría sin ellos? ¿Seguiría en la tierra o iria al cielo con sus hermanos? ¿Que pasaría con los monstruos que no lograron matar? Esas y muchas otras preguntas rondan mi mente...
Y al final esto salió.
Como dije, esto es el principio, y es corto. Espero les guste tanto como a mi.
*Este capítulo fue editado y resubido para mejorar la trama*
Después de que Sam y Dean se fueran para siempre, Castiel se negaba a regresar al búnker. No quería regresar, no cuando iba a estar tan solitario, pero tenía que hacerlo, debía resguarda la Colt para que no cayera en las manos equivocadas y Baby necesitaba regresar a su hogar, Dean no le perdonaría si algo le pasara a su querido Impala.
Con movimientos mecánicos y apenas con vida cubrió aquel auto negro con su usual lona para que no se llenara de polvo innecesario, la Colt quedó bajo llave en una caja, guardada junto a algunos objetos malditos que estaban sellados, al fondo de un estante en uno de los tantos cuartos que tenía el búnker. Quería irse pronto, pero decidió llevarse unas últimas cosas para no volver.
No necesitaba ropa, pero guardó la chaqueta de cuero de Dean, su favorita—una que había heredado de John en su momento. Algunas fotos de los chicos a parte de la que llevaba consigo en su gabardina, el cuchillo de Ruby, y el diario de John Winchester. Sin tocar nada más cerró la entrada de aquel lugar que había considerado alguna vez su hogar, la llave dentro de su caja en su gabardina y con un aleteo, desapareció.
Lo que los Winchester habían logrado era algo que se conocía en todo el mundo sobrenatural. Habían logrado lo imposible. Cerraron las puertas del Cielo e Infierno, así ni ángeles ni demonios causarían más molestias de las necesarias. Otra de sus grandes hazañas había sido erradicar a la mayor parte de los seres sobrenaturales en Estados Unidos, todos ellos diezmados, pero no quería decir que no siguieran por ahí, entre las sombras esperando el momento para salir y atacar. Y su esfuerzo no valió la pena cuando se fueron, aquellos entes cuando se enteraron de la noticia no esperaron ni un segundo para celebrar y empezar a causar mal de nuevo, todavía había cazadores pero ninguno era ni la mitad de bueno que Sam y Dean.
Y por eso, por la promesa que hizo con ellos, Castiel continuó cazando.
Se sentía inseguro, torpe, prácticamente un inútil pero intentó hacerlo. Reunió todo aquello que los hermanos le enseñaron—conocimiento, armas—y salió a proteger el mundo que ellos protegieron alguna vez. Y de verdad que lo intentó.
Lo intentó tanto y tan duro. Y no fue suficiente.
Su primera caza no fue bien. Un par de personas muertas y otras más desaparecidas, no había indicios del nido de vampiros y por más que investigo terminó en un camino cerrado. Abandonó el pueblo y contactó a otro cazador para que continuara el caso. Hubo suerte, aquel cazador le reporto un trabajo hecho y terminado.
De nuevo lo intentó, está vez hubo suerte pero fue una victoria a medias, hubieron más muertes de las necesarias. Se lamentó por aquellas víctimas, rezo porque descansaran en paz y esperaba que le perdonaran por no haberlas salvado a tiempo.
Los meses y años pasaron y con ello su habilidad aumento, ahora podía hacer preguntas sin parecer demasiado raro, investigaba a conciencia la información en Internet y bibliotecas, y una que otra vez se ayudaba de sus poderes para encontrar piezas faltantes.
Salvaba personas, cazaba cosas. El negocio familiar.
Todo iba lo suficientemente hasta que se topó con un caso de un Hombre Lobo. Era lo típico según veía, un neófito que cazaba y desmembraba a sus víctimas para al final llevarse su corazón. La última muerte era de un chico de 20 años y el único testigo su mejor amigo a quien obviamente no le creían lo que contaban. Cuando fue a la policía, la persona a cargo del caso le comento que el chico estaba en shock y no aceptaba la muerte de su amigo, pero seguramente había sido un animal salvaje, como un oso.
Aún así, decidió interrogar al chico. Fue a su casa pero sus padres le dijeron que no se encontraba, que seguramente estaría en un parque donde solía encontrarse con su amigo. Cuando llegó al lugar, vio a un joven de cabello castaño claro sentado en una banca, miraba al vació. Supuso que sería él y se acercó.
—Un gusto, soy el Agente Collins del FBI. Me gustaría hacerte algunas preguntas sobre el incidente con tu amigo, Nicolas Roberts. Tú nombre es Joshua Adams, ¿Verdad? La policía me hablo de ti y tus padres me dijeron que podría encontrarte aquí –presentó su ID falsa y el chico lo observo receloso, sus ojos verdes completamente opacos, tenía bolsas bajos sus ojos, seguramente por no dormir.
—Ya le dije todo a la policía y si quiere escucharlo de nuevo, le diré: fue un ataque de oso –su voz se escuchaba molesta y triste. Castiel lo miró con empatía.
— ¿Eso es lo que de verdad paso? –preguntó con un tono suave, intentando que se tranquilizara y confiara en él. —Puedes contarme lo que tú crees que viste, tengo la mente abierta.
Joshua lo miró por unos momentos y se pasó la mano por el cabello de manera cansada.
—No… –su respuesta era apenas un susurro y Castiel guardó silencio. —Él… a Nick, ni siquiera le gustaba el bosque, fue mi culpa, ¿Sabe? Yo insistí que fuéramos… Él no quería pero fui tan terco –su voz se rompió en un sollozo.
— ¿Para qué querías ir al bosque?
El chico no contesto enseguida todavía sollozando.
— ¿Joshua?
—Él y yo… –vaciló por unos segundos. —Éramos pareja –esperó a que el Agente lo viera con desprecio o asco pero el hombre no lo hizo.
—Oh, bueno, a mí me es indiferente la orientación sexual –se excusó Castiel cuando notó la mirada de Joshua.
—A-ah. Bien.
Castiel aprovecho para sentarse a su lado y Joshua continuó hablando entre lágrimas.
—Nuestros padres no lo sabían, mi padre me mataría si se enteraba, los de él seguramente lo mandarían a un internado, muy lejos de aquí, así que nos escapábamos a donde podíamos para poder vernos, pero se nos acababan los lugares, entonces Leonard, mi hermano menor nos encontró en su casa del árbol y no pude pensar en otro lugar que el bosque. Leo dijo que no iba a decir nada y no supe si creerle o no, pero entonces Nick entró en pánico. Empezamos a discutir, él quería terminar y peleamos, Nick me empujo y se fue, me quede en el suelo hasta que escuche un grito. Era él.
Joshua se llevó las manos a la cara y un par de lágrimas comenzaron a caer de nuevo.
—Corrí lo más rápido que pude, pero no fue suficiente. Cuando llegue, ya… Él... Tenía todo el pecho rasgado y… –Castiel asintió, recordando las fotos de la escena y las de la autopsia. —Dios, Nick estaba muerto. Había un hombre junto a él, tenía la cara cubierta pero pude ver sus ojos, sus pupilas brillaban y eran extrañas, los colmillos y las garras. Joder, tenía garras. ¿Qué carajos era eso?
Castiel no sabía qué hacer así que le dio un par de palmadas en el hombro, el chico sólo sollozo más. Aquella información era más que suficiente pero una alarma se encendió en su cabeza.
—Espera, ¿Cómo escapaste?
Aquella pregunta llamó la atención de Joshua.
— ¿Escapar? –Castiel asintió. —Yo… No sé. Desperté en el hospital al día siguiente.
¿Al día siguiente? El ataque de Nicolas había sido hace un par de días.
—Joshua, respóndeme con sinceridad –seguramente le había mirado muy intensamente pues el chico se removió incómodo y asintió. — ¿Ese hombre te mordió? –Joshua ahogó un jadeo y desvió la mirada. Eso era un sí.
Castiel intento pensar rápidamente, debía actuar lo más pronto posible y lo primero que debía hacer era decirle la verdad a ese chico
—Sabes que algo anda mal, ¿Verdad? –no esperó respuesta. —Te mordió en alguna parte y seguramente te hizo algunos rasguños que mágicamente desaparecieron. No es normal. Joshua, necesito contarte algo muy importante y que confíes en mí.
Joshua jamás pensó que un día su vida cambiaría por completo. No un giro de 180°, eran los 360° completos, y tal vez más. Era como cuando te subías en una montaña rusa y bajabas sin previo aviso, subiendo y volviendo a bajar. Incluso sentía las náuseas.
Cuando el Agente Collins—o mejor dicho, Castiel (el cual le parecía un nombre demasiado raro), comenzó a contarle una absurda historia de hombres lobo pensó en correr lejos de aquel hombre demente pero conforme empezaba a describir los síntomas creyó toda la mierda que decía.
Porque era verdad. El hambre, la fuerza, la curación rápida y sobre todo lo que él pensaba había sido una pesadilla la noche anterior. Las pupilas de animal, los colmillos y las garras. Él también era un jodido monstruo. Igual que el que había matado a Nick.
Pero tenía cura, según había dicho Castiel.
—Terapia de plasma.
— ¿Qué carajo es eso?
—No es nada peligroso –podía jurar que Castiel vaciló un momento, pero había sido tan rápido que lo dejo pasar, después de todo él era el que sabía de esto. —Tenemos que encontrar al hombre lobo que te mordió, usar su sangre e inyectártela. Es doloroso pero funciona.
Y quería creerle. Aunque… De todas formas, aunque no funcionara ya no tenía nada que perder. Nick estaba muerto y no se sentía capaz de continuar sin él.
Tocaron la puerta de su habitación, sin prestar mucha atención murmuro un "adelante" y alguien se asomó. Un par de ojos cafés lo miraban atento, era Leo.
—Josh, estás… ¿Estás bien?
—Estupendo. Magnifico. Ahora vete.
Leo arrugó el ceño, ignorando lo último.
—No es verdad, has estado raro desde lo de Nicolas…
—Oh, bueno, mi mejor amigo fue asesinado. No creo que ir brincando y sonriendo sea la mejor manera de actuar –su tonó era frío, no le importaba. Una parte de él se sentía un poco mal por desquitarse con su hermano pero no podía evitarlo.
—Josh…
—Mejor vete, Leo.
Leo no se fue de inmediato, se quedó intentando decir algo más pero al final desistió. La puerta se cerró y la habitación quedo en silencio. Sabía que no era culpa de su hermano, pero una pequeña y oscura parte de él lo culpaba, porque si Leo no los hubiera descubierto tal vez Nick seguiría vivo.
El hombre lobo fue fácil de rastrear y Castiel se sintió aliviado de que las cosas acabarían pronto sin otro incidente. Le molesto un poco descubrir que no era un neófito, en realidad era uno de los viejos, de los que se había salvado de la purga de los Winchester e incluso de la de los hombres de Letras. Seguramente quería celebrar el haber sobrevivido.
Incluso encontró un poco de información de él en el viejo diario de John. Se lo había topado hace unos años, durante sus primeras cazas, no había logrado atraparlo pero aun así guardo un pequeño expediente.
Prefería hombres jóvenes entre los 15-20 años, de rasgos atractivos. Su manada solía ser de alrededor d miembros, machos todos ellos. Ya se imaginaba lo que pasaba.
Castiel sabía que él regresaría por Joshua antes de volver a atacar así que contacto al chico para avisarle y recomendar que estuviera alerta, que lo llamara por cualquier cosa. Iba a salvar a Joshua y regresarle a la normalidad, lo juraba.
Hace unas horas Castiel le había llamado para advertirle y le aseguró que nada andaba mal, sólo que tuviera cuidado y que las cosas acabarían pronto. No quería estar en casa con la mirada acusadora de su padre por estar 'perdiendo' el tiempo estando deprimido por Nicolas, así salió a dar una vuelta. Realmente no tenía un rumbo exacto, sólo quería despejar su mente, pero entonces, cuando caminaba junto al rio, lejos de su casa, alguien lo acorralo.
Su corazón latía a mil, el miedo le invadió y antes de que pudiera gritar o hacer algo ese alguien hablo.
— ¡Sabía que planeabas algo! –conocía esa voz, era su hermano menor.
— ¡¿Leo?!
— ¡¿Qué haces aquí tú solo?! ¡Paneabas suicidarte, ¿Verdad?!
Joshua parpadeo un par de veces intentando orientarse, Leo estaba hecho una furia.
—Qué…
—Joder, siento mucho lo de Nick pero no puedes hacer esto, ¡Eres mi hermano, no quiero perderte!
—Qu– ¡¿De qué demonios hablas?! –Joshua explotó. — ¿Suicidarme? ¿Crees que voy a suicidarme? Dios, Leo, ¿Eres imbécil o qué?
Leo se sonrojo de ira.
— ¡Tú eres el imbécil! Has estado actuando tan raro estos días que obviamente me voy a preocupar de que vayas a hacer una tontería.
—Carajo –respiró un par de veces para calmarse antes de continuar. —No. No vamos a hablar de esto ahora, regresa a casa y después te voy a reventar la cabeza antes de que pienses más estupideces.
—Pero—
Su hermano iba a protestar pero Joshua lo calló, durante la discusión había olvidado el entorno y ahora que prestaba atención lo notó. No había ruido. No pájaros ni cualquier otro animal. De pronto sintió un escalofrió en la espalda.
—Vámonos –dijo de forma cortante, el sudor frío le recorrió la espalda.
Ignoró la confusión de su hermano y comenzó a arrastrarlo del brazo.
—Joshua, qué—eso duele, espera—
—Oh, vaya. ¿Tan pronto se van? –preguntó una voz tras de ellos.
Joshua se detuvo en seco, apretó el agarre y Leo soltó un quejido por eso.
— ¿Quién…? –Leo se dio la vuelta y Joshua lo siguió. El hombre frente a ellos era alto y de tez pálida, cabello castaño y unos ojos azules, definitivamente atractivo pero a él le dio asco. Ese hombre había matado a Nick y a otros chicos más según le había contado Castiel.
La rabia le inundo al ver su sonrisa crecer.
—Hijo de puta…
El hombre soltó una carcajada.
—Vamos, no seas así, pronto seremos muy cercanos –había dicho lo último de manera provocadora, Joshua sintió nauseas.
Iba a gritarle que se fuera a la mierda pero todo paso tan rápido, en un parpadeo había sido estampado contra unos arbustos, Leo estaba en el suelo a merced del hombre y él ensancho la sonrisa.
—La verdad es que este pequeño se ajusta a mis gustos, pero tener hermanos en mi manada no es mi estilo, ¿Qué podemos hacer con él? –acerco sus garras a la cara de Leo quien hizo una expresión de miedo. —Ya sé. Si supongo bien no te has alimentado de eso, ¿Verdad?
Joshua intentaba levantarse, pero se detuvo en seco al escucharlo.
—No… –susurró de manera ahogada, Castiel le había explicado que debía de hacer para convertirse en un Hombre Lobo completo.
—Oh, así que sabes a qué me refiero. Muy bien. Entonces tu primera vez será el tierno y dulce corazón de tu pequeño hermano.
— ¡No! –rugió con fuerza y se lanzó contra él.
Sentía la cabeza jodidamente pesada, como si le estuvieran martillando el cerebro. El cuerpo le dolía a horrores y la boca le sabía a sangre. Intento orientarse pero entonces recordó. Eran pequeños flashes.
La sensación de los colmillos y garras creciendo.
La cara de alegría del hombre. La expresión de miedo de Leo.
Nick sonriendo. Nick llorando. Su cadáver.
Los rugidos. Tal vez de él, tal vez del hombre.
La sangre en sus puños y el crujir de sus propios huesos.
Y a Castiel.
Y entonces vino lo peor. La sangre le quemaba. El cuerpo le ardía, sus huesos se quebraban, y sentía que moría, quería morir. Gritos y más gritos.
Se abrazó a sí mismo en un intento de mantenerse cuerdo, ¿Qué demonios paso?
— ¿Joshua? –una voz de llamo a través de la puerta y sé dio cuenta de que no estaba en su cuarto, era un motel, tenía bastantes recuerdos de él y Nick en algunos. El dueño de la voz no espero y entró.
—Castiel… –intentó hablar pero tenía la garganta seca, Castiel pareció notarlo porque dirigió una mirada a su lado, en la mesita de noche había un vaso de agua. Comenzó a tomar un trago y no se detuvo hasta vaciarlo.
—Me alegro que despertaras. En realidad, ambos lo hacemos… –se hizo a un lado para dejar entrar a otra persona. Casi se atraganta con el agua al ver a Leo ahí, lleno de rasguños en la cara y los ojos rojos de tanto llorar, pero aparte de eso se veía entero.
—… –no sabía que decir, ¿Por dónde empezar? Y sin darle tiempo Leo se le lanzó encima, abrazándolo, llorando y llenándolo de mocos. No le importo. Sólo pudo responder el abrazo de su hermanito lo más fuerte que podía e intentar reconfortarlo.
No se dio cuenta en que momento Castiel dejo la habitación pero agradeció internamente el gesto.
—Entonces, ¿Te iras?
—Sí, las cosas ya están resueltas aquí y no hay necesidad de mi presencia.
Leo hizo una especie de puchero, después de despertar Castiel se había quedado una semana para terminar de arreglar las cosas y en sólo esos días Leo se encariño con él. Se sentía un poco celoso pero no iba a admitirlo, aunque no sabía de quien se sentía celoso, si de Castiel ya que Leo lo veía como un héroe—como solía verlo a él cuando eran pequeño, o de Leo que se expresaba con naturalidad y tocaba a Castiel de manera espontánea.
— ¿Y eso quiere decir que ya no te veremos de nuevo?
Castiel vaciló.
—Vamos, Leo, Castiel es un falso Agente del FBI, seguro que está muy ocupado salvando gente por ahí, no lo culpes.
—Oh, así que lo sabias –Castiel parecía un poco sorprendido y eso hizo sonreír a Josh.
—Bueno, al principio te creí, pero no creo que los verdaderos Agentes del FBI vayan por ahí luchando contra cosas sobrenaturales.
Leo miro a Castiel con sorpresa y admiración.
—Si no eres un verdadero federal, ¿Qué eres?
Castiel no contesto y Joshua sintió tristeza al ver que el hombre no confiaba en ellos como para confesarles su verdadera identidad.
—Yo soy… –Joshua y Leo lo miraron, expectantes. —Un cazador.
— ¿Cazador?
— Sí.
—O sea que cazas cosas como estas a menudo.
— Sí.
—Qué guay –si antes Leo ya lo admiraba ahora parecía enamorado de él.
Castiel sonrió de forma suave y se despidió de ellos. Subió a su auto, una camioneta desgastada y se asomó por la ventana.
—Si necesitan cualquier cosa pueden llamarme. Nos vemos.
—Espera, antes de irte… ¿Cuál es tu verdadero nombre? Castiel es otro alias, ¿No?
Castiel parpadeo un par de veces y negó.
—Mi nombre es Castiel –y apenas lo pensó por un segundo. —Winchester.
Joshua pasó un brazo sobre su hermano y observaron al hombre irse en su auto, alejándose hasta ser un punto en el horizonte.
Leo alzo la mirada con determinación.
—Bien, ya lo decidí.
— ¿Decidir qué?
—Yo también seré un cazador. Castiel estuvo muy genial cuando lucho contra aquel monstruo y yo… –dudo unos momentos. —No quiero que a alguien le pase lo mismo que a Nick, ni lo que te paso a ti.
Joshua sintió como su pecho dolía de buena manera, abrazó a su hermano por unos momentos para después convertir el abrazo en una llave de lucha.
—Bueno, enano, dudo que Castiel quiera un enclenque como compañero así que yo sería la opción más viable.
— ¡Eh! ¡No! ¡Yo lo pensé primero!
Joshua siguió domándolo mientras pensaba lo mismo que su hermano, no quería que algo así volviera a pasar. No otro Nick, no otro Leo, no otro él. No más muertes sin sentido.
Esta es una nota especial. (?)
Si no eres alguien llamado Argelia entonces puedes pasar de esto.
Esto va dedicado a ti, que seguiste mis delirios y me diste ideas, que leiste el primer borrador y me animaste a seguir. Son tres años de amistad y espero que sigan siendo muchos más. Te quiero mucho.
