Eran más o menos las siete de la tarde, y Colagusano se hallaba
sumido en un trabajo de Transformaciones. No sabía ni entendía cómo
hacerlo. A no mucha distancia de él, Remus Lupin tenía perdida la mirada
por los terrenos de Hogwarts, o lo que quedaba visible de ellos a aquellas
horas de la tarde, con la barbilla apoyada en la palma de la mano y el codo
a su vez en el alféizar. Sirius Black y James Potter, sentados junto al
fuego, discutían a voz en grito sobre quidditch. Colagusano mordió la punta
de la pluma pensando si se molestarían mucho si les interrumpía. Pero era
su trabajo de Transformaciones lo que estaba en juego...
-Eeehh... ¿Sirius? ¿James?
Ninguno de los dos dio el más mínimo indicio de haberle escuchado. En vez de eso, Sirius se levantó y amenazó a James con el puño, que, a su vez, se puso en pie de una salto. De todas formas, Sirius era bastante más alto que el otro, por lo que no pudo contener una risotada. Parecía estar dispuesto a dejar la discusión, cosa que James no parecía siquiera plantearse.
Colagusano volvió a intentar hacerse oír.
-Eeehh... ¡chicos! Me preguntaba si...
Pero también esta vez le pasaron por alto. En ese momento habían dejado el quidditch de lado (debido a una ofensa que había recibido James acerca de su querida y estimada Barredora) y la conversación entre ambos se centraba ahora, de nuevo sentados y hablando más calladamente, sobre qué harían en dos semanas, que habría luna llena.
-Podríamos ir al bosque... -dijo James. Sirius se rió y se recostó en el sillón.
-¿Y tú eres el inteligente? Has estado engañando a McGonagall todo este tiempo, es obvio. ¡Qué bien disimulas!
-¿Qué quieres decir?
-Que es lo más sensato que podemos hacer: invitar a los unicornios a tomar unas cervezas de mantequilla... ¿o crees que prefieren el hidromiel?
James, lejos de sentirse ofendido, se levantó y le dio un puñetazo al otro en la rodilla. No reparó en el pequeño Colagusano, que seguía intentando por todos los medios llamar su atención, sin éxito. Sin embargo, tanto Sirius como James oyeron la exclamación que lanzó Lupin desde la ventana. En un abrir y cerrar de ojos se pusieron uno a cada lado de su amigo, y Sirius le rodeó cariñosamente los hombros con el brazo.
-¿Qué...?
Pero los dos lo vieron al mismo tiempo. Una figura negra, apenas visible por la luz decadente del crepúsculo avanzaba a grandes pasos hacia el castillo.
-¿De dónde viene, Moony?- preguntó Sirius entornando los ojos para ver mejor-. Es... -Del bosque- respondió Lupin.
-¡Es Snape!- exclamó James.
-Esta vez se entera- murmuró Sirius-.
James... no necesitó acabar la frase. James voló hasta el dormitorio de los chicos y se presentó con la misma rapidez de nuevo en la sala común. Pero...
-¡¡Potter!!
Él giró en redondo, escondiendo apresuradamente su preciada capa de invisibilidad detrás de la espalda. Notó inmediatamente que se sonrojaba.
-Ah... ¡Evans!
Una muchacha de pelo rojo fuego que le caía sobre los hombros y ojos de un verde brillante estaba ante él, de brazos cruzados y con una expresión nada simpática en la cara. Sirius se percató enseguida de que su amigo necesitaba ayuda. Cogió la mochila de Colagusano y esparció el contenido por el suelo, sin oír las protestas de éste. Se acercó a James pro detrás y le cogió la capa, metiéndola en la mochila. Los ojos de Lily Evans saltaban ahora de uno a otro.
-¿Qué haces, Black?
Él se echó la mochila de Colagusano al hombro intentando parecer natural.
-Nada- repuso Sirius, apartándose el pelo de los ojos-. Solo venía a asegurarme de que no maltratabas al viejo Jimmy. Nada más.
Lily le miró susceptible, pero se acordó de lo que había ido a hacer allí.
-¡Potter!- repitió señalándole con el dedo-. Tú... tú...
-¿Qué?- dijo él en un tono indiferente. Sirius le miró de reojo. Tuvo la impresión de que James había hecho algo a sus espaldas, y que Lily no iba muy desencaminada desconfiando de él.
-¡Arregla lo que has hecho!- volvió a gritar Lily, señalando la escalera de los dormitorios de las chicas. James alzó las cejas.
-Vamos, Evans- dijo-. Sabes de sobra que no puedo entrar ahí. Las escaleras se convierten en rampa, y...
-¡Me da igual como lo hagas, quiero esas snitchs fuera de mi cuarto YA!
Mientras James esbozaba una sonrisa traviesa, Sirius y Colagusano estallaron en carcajadas, en cambio, Lupin tenía una expresión escéptica. James miraba de Lily a los dormitorios de las chicas con expresión despreocupada. -Evans... Abre la ventana- le dijo. Sirius le dio una palmada en el hombro y los dos se giraron para salir por el retrato.
-¡Potter! ¿A dónde vais?
Ellos se giraron para mirar a Lily.
-No fastidies, Evans...- dijo James-. Nosotros no te espiamos.
Ella alzó las cejas.
-Solo vais a conseguir que le quiten puntos a Gryffindor.
Sirius se volvió a Colagusano y a Lupin.
-¿Venís?
-Sabes o que pienso de eso, Padfoot-dijo Lupin cruzándose de brazos.
-Tra... Transformaciones- alegó Colagusano poniéndose colorado.
-¡Potter! Como le quiten un solo punto a Gryffindor...
-¡No os preocupéis, princesa!- dijo James haciendo una reverencia-. Volveremos...
Pero Sirius le tiró de la túnica para que se apresurara a pasar por el retrato y evitara el libro que Lily le había lanzado directamente a la cabeza.
-Eso podía haberte costado la vida- dijo Sirius empujando a James contra la pared del pasillo. James puso cara de suficiencia.
-Indudablemente, me ama- dijo, comenzando a desordenarse el cabello negro azabache.
-¿Cómo lo has hecho?
-¿El qué?
-Lo de las snitchs.
-¡Ah!- James se rió tapándose la boca con la mano-. Bueno, el otro día en la biblioteca encontré un encantamiento "duplicador". Y se me ocurrió que podría sernos útil- Sirius arqueó las cejas-, así que estuve practicando.
-¿Útil? ¿Y en qué podría sernos útil?
-¡Tú también disimulas muy bien tu inteligencia! Imagínate. Ocho de la mañana. Historia de la Magia con Binns. Me duplicas, te duplico, y enviamos a nuestros dobles a clase. Aunque, bueno, no sé cuánto dura una duplicación. Imagínate que nos desvanecemos en mitad de la lección. Nos meteríamos en un buen lío. No, mejor no.
Y se quedó pensando un rato mientras Sirius le miraba como si le faltara un tornillo. De pronto, Sirius se detuvo y puso el brazo en el camino de su amigo, haciéndole detenerse y casi saltarle las gafas hacia delante.
-¿Qué...?-
Pero Sirius ya había sacado la capa de invisibilidad y la estaba echando por encima de los dos. James le miró con expresión interrogativa, pero Sirius le indicó que callara, mientras con el pulgar le señalaba a la izquierda. James miró. Se encontraban en un pasillo que se dividía en otros dos, uno a la derecha y otro a la izquierda. En la esquina del de la izquierda pudieron distinguir el pelo grasiento de Snape.
-Está hablando con alguien- susurró Sirius-. Vamos a acercarnos más.
Andando sigilosamente bajo la capa, se pusieron a pocos palmos de la espalda de Snape. A su lado había una chica de pelo muy negro y enfrente de los dos, un muchacho enclenque y sudoroso, que parecía exhausto después de una larga carrera. James se quedó boquiabierto al ver al trío. Giró lentamente la cabeza para mirar a Sirius, que se había quedado de piedra, y no apartaba la vista de la nuca de la chica.
-¡Todavía no entiendo cómo se te pudo olvidar!- exclamó Snape. Utilizaba un tono enérgico y autoritario, como si tuviera algún poder sobre el chico, que los merodeadores nunca le habían oído emplear.
-Estaba con...
-¡Sí, sí!- Snape cortó bruscamente al muchacho tembloroso-. Espero que no vuelva a pasar. Es muy importante. Lo sabes, ¿verdad, Macnair?
El otro, incapaz de articular palabra alguna, se limitó a asentir con la cabeza. La chica dejó escapar una risa floja. Sirius abrió mucho los ojos, y James tuvo que pisarle fuerte para que no cometiera una imprudencia.
-Entonces, mañana a la misma hora- dijo Snape mirando alternativamente de uno a otro- . Y ahora, no entremos todos juntos, no quiero levantar sospechas en la sala común.
-De acuerdo- dijo la chica.
Esta vez fue el propio Sirius quien se metió el puño en la boca y lo mordió para no saltar tras ella. Al oírle hablar, tanto James como Sirius habían despejado sus dudas sobre quien era aquella chica... Se trataba de Bellatrix Black, prima de Sirius, que cursaba quinto, un curso por debajo de ellos.
-Eeehh... ¿Sirius? ¿James?
Ninguno de los dos dio el más mínimo indicio de haberle escuchado. En vez de eso, Sirius se levantó y amenazó a James con el puño, que, a su vez, se puso en pie de una salto. De todas formas, Sirius era bastante más alto que el otro, por lo que no pudo contener una risotada. Parecía estar dispuesto a dejar la discusión, cosa que James no parecía siquiera plantearse.
Colagusano volvió a intentar hacerse oír.
-Eeehh... ¡chicos! Me preguntaba si...
Pero también esta vez le pasaron por alto. En ese momento habían dejado el quidditch de lado (debido a una ofensa que había recibido James acerca de su querida y estimada Barredora) y la conversación entre ambos se centraba ahora, de nuevo sentados y hablando más calladamente, sobre qué harían en dos semanas, que habría luna llena.
-Podríamos ir al bosque... -dijo James. Sirius se rió y se recostó en el sillón.
-¿Y tú eres el inteligente? Has estado engañando a McGonagall todo este tiempo, es obvio. ¡Qué bien disimulas!
-¿Qué quieres decir?
-Que es lo más sensato que podemos hacer: invitar a los unicornios a tomar unas cervezas de mantequilla... ¿o crees que prefieren el hidromiel?
James, lejos de sentirse ofendido, se levantó y le dio un puñetazo al otro en la rodilla. No reparó en el pequeño Colagusano, que seguía intentando por todos los medios llamar su atención, sin éxito. Sin embargo, tanto Sirius como James oyeron la exclamación que lanzó Lupin desde la ventana. En un abrir y cerrar de ojos se pusieron uno a cada lado de su amigo, y Sirius le rodeó cariñosamente los hombros con el brazo.
-¿Qué...?
Pero los dos lo vieron al mismo tiempo. Una figura negra, apenas visible por la luz decadente del crepúsculo avanzaba a grandes pasos hacia el castillo.
-¿De dónde viene, Moony?- preguntó Sirius entornando los ojos para ver mejor-. Es... -Del bosque- respondió Lupin.
-¡Es Snape!- exclamó James.
-Esta vez se entera- murmuró Sirius-.
James... no necesitó acabar la frase. James voló hasta el dormitorio de los chicos y se presentó con la misma rapidez de nuevo en la sala común. Pero...
-¡¡Potter!!
Él giró en redondo, escondiendo apresuradamente su preciada capa de invisibilidad detrás de la espalda. Notó inmediatamente que se sonrojaba.
-Ah... ¡Evans!
Una muchacha de pelo rojo fuego que le caía sobre los hombros y ojos de un verde brillante estaba ante él, de brazos cruzados y con una expresión nada simpática en la cara. Sirius se percató enseguida de que su amigo necesitaba ayuda. Cogió la mochila de Colagusano y esparció el contenido por el suelo, sin oír las protestas de éste. Se acercó a James pro detrás y le cogió la capa, metiéndola en la mochila. Los ojos de Lily Evans saltaban ahora de uno a otro.
-¿Qué haces, Black?
Él se echó la mochila de Colagusano al hombro intentando parecer natural.
-Nada- repuso Sirius, apartándose el pelo de los ojos-. Solo venía a asegurarme de que no maltratabas al viejo Jimmy. Nada más.
Lily le miró susceptible, pero se acordó de lo que había ido a hacer allí.
-¡Potter!- repitió señalándole con el dedo-. Tú... tú...
-¿Qué?- dijo él en un tono indiferente. Sirius le miró de reojo. Tuvo la impresión de que James había hecho algo a sus espaldas, y que Lily no iba muy desencaminada desconfiando de él.
-¡Arregla lo que has hecho!- volvió a gritar Lily, señalando la escalera de los dormitorios de las chicas. James alzó las cejas.
-Vamos, Evans- dijo-. Sabes de sobra que no puedo entrar ahí. Las escaleras se convierten en rampa, y...
-¡Me da igual como lo hagas, quiero esas snitchs fuera de mi cuarto YA!
Mientras James esbozaba una sonrisa traviesa, Sirius y Colagusano estallaron en carcajadas, en cambio, Lupin tenía una expresión escéptica. James miraba de Lily a los dormitorios de las chicas con expresión despreocupada. -Evans... Abre la ventana- le dijo. Sirius le dio una palmada en el hombro y los dos se giraron para salir por el retrato.
-¡Potter! ¿A dónde vais?
Ellos se giraron para mirar a Lily.
-No fastidies, Evans...- dijo James-. Nosotros no te espiamos.
Ella alzó las cejas.
-Solo vais a conseguir que le quiten puntos a Gryffindor.
Sirius se volvió a Colagusano y a Lupin.
-¿Venís?
-Sabes o que pienso de eso, Padfoot-dijo Lupin cruzándose de brazos.
-Tra... Transformaciones- alegó Colagusano poniéndose colorado.
-¡Potter! Como le quiten un solo punto a Gryffindor...
-¡No os preocupéis, princesa!- dijo James haciendo una reverencia-. Volveremos...
Pero Sirius le tiró de la túnica para que se apresurara a pasar por el retrato y evitara el libro que Lily le había lanzado directamente a la cabeza.
-Eso podía haberte costado la vida- dijo Sirius empujando a James contra la pared del pasillo. James puso cara de suficiencia.
-Indudablemente, me ama- dijo, comenzando a desordenarse el cabello negro azabache.
-¿Cómo lo has hecho?
-¿El qué?
-Lo de las snitchs.
-¡Ah!- James se rió tapándose la boca con la mano-. Bueno, el otro día en la biblioteca encontré un encantamiento "duplicador". Y se me ocurrió que podría sernos útil- Sirius arqueó las cejas-, así que estuve practicando.
-¿Útil? ¿Y en qué podría sernos útil?
-¡Tú también disimulas muy bien tu inteligencia! Imagínate. Ocho de la mañana. Historia de la Magia con Binns. Me duplicas, te duplico, y enviamos a nuestros dobles a clase. Aunque, bueno, no sé cuánto dura una duplicación. Imagínate que nos desvanecemos en mitad de la lección. Nos meteríamos en un buen lío. No, mejor no.
Y se quedó pensando un rato mientras Sirius le miraba como si le faltara un tornillo. De pronto, Sirius se detuvo y puso el brazo en el camino de su amigo, haciéndole detenerse y casi saltarle las gafas hacia delante.
-¿Qué...?-
Pero Sirius ya había sacado la capa de invisibilidad y la estaba echando por encima de los dos. James le miró con expresión interrogativa, pero Sirius le indicó que callara, mientras con el pulgar le señalaba a la izquierda. James miró. Se encontraban en un pasillo que se dividía en otros dos, uno a la derecha y otro a la izquierda. En la esquina del de la izquierda pudieron distinguir el pelo grasiento de Snape.
-Está hablando con alguien- susurró Sirius-. Vamos a acercarnos más.
Andando sigilosamente bajo la capa, se pusieron a pocos palmos de la espalda de Snape. A su lado había una chica de pelo muy negro y enfrente de los dos, un muchacho enclenque y sudoroso, que parecía exhausto después de una larga carrera. James se quedó boquiabierto al ver al trío. Giró lentamente la cabeza para mirar a Sirius, que se había quedado de piedra, y no apartaba la vista de la nuca de la chica.
-¡Todavía no entiendo cómo se te pudo olvidar!- exclamó Snape. Utilizaba un tono enérgico y autoritario, como si tuviera algún poder sobre el chico, que los merodeadores nunca le habían oído emplear.
-Estaba con...
-¡Sí, sí!- Snape cortó bruscamente al muchacho tembloroso-. Espero que no vuelva a pasar. Es muy importante. Lo sabes, ¿verdad, Macnair?
El otro, incapaz de articular palabra alguna, se limitó a asentir con la cabeza. La chica dejó escapar una risa floja. Sirius abrió mucho los ojos, y James tuvo que pisarle fuerte para que no cometiera una imprudencia.
-Entonces, mañana a la misma hora- dijo Snape mirando alternativamente de uno a otro- . Y ahora, no entremos todos juntos, no quiero levantar sospechas en la sala común.
-De acuerdo- dijo la chica.
Esta vez fue el propio Sirius quien se metió el puño en la boca y lo mordió para no saltar tras ella. Al oírle hablar, tanto James como Sirius habían despejado sus dudas sobre quien era aquella chica... Se trataba de Bellatrix Black, prima de Sirius, que cursaba quinto, un curso por debajo de ellos.
