Disclaimer: Los personajes de Card Captor Sakura pertenecen a CLAMP.

Dedicado a Suzu, mi mejor amiga y compañera de delirios.


Ausencias.

Capitulo primero

Pasado.


Llevó su mirada hasta la fachada de la modesta casita de paredes amarillas y ventanas pequeñas. El lugar estaba justo como la última vez que lo había visto, las mismas decoraciones, las mismas flores y la misma puertita que daba acceso al pequeño pero bien cuidado jardín de la residencia.

¿Hacia cuanto tiempo que no cruzaba por ese sitio?, ¿Dos, tal vez tres meses?, No tenía una fecha exacta en realidad, de hecho, había dejado de contar los días desde que todo sucedió. Y no porque quisiera hacerlo, sino porque se había convertido prácticamente en una necesidad, fundamental para su supervivencia y salud.

Y era muy irónico, extraño y triste a la vez, que después de tanto tiempo estuviera de vuelta en aquel lugar, de la misma manera espontánea en la que sucedió durante el tiempo en que hacia sus visitas, las cuales, en algún punto que ya no lograba recordar, llegaron a ser constantes y repetitivas…

Porque no le molestaba ir, para nada. En realidad y sin temor a equivocarse, lo que en un principio podría haber resultado incomodo, hasta vergonzoso, se convirtió rápidamente en una rutina fantástica, divertida y agradable, pues aunque no siempre era bien recibido, gracias a un miembro de la familia Kinomoto cuyo nombre no quería recordar y mucho menos mencionar, valía la pena el ligero trago amargo que tenía que afrontar todas las veces, porque el motivo principal de sus visitas, siempre le había hecho ver lo afortunado que era, por sobre cualquier persona en el mundo entero.

Un largo suspiro escapó de sus labios, cuando cayó en cuenta que los recuerdos de un tiempo no muy lejano le habían absorbido demasiado. Para entonces se obligó a sí mismo a recobrar el verdadero propósito de su visita y, ajustando las solapas de su saco negro, se dispuso a caminar hasta la puerta de entrada de la casita.

En el momento en que sus pies tocaron el tapete de "Bienvenida" y una vez pudo dar un breve vistazo a su alrededor, cobró conciencia de que se había equivocado en pensar que todo estaba como antes. Porque aunque el exterior y la apariencia del sitio permanecían totalmente intactas, tal cual una fotografía inmutable, el ambiente hogareño, que era propio de esa casa, estaba por completo ausente y en su lugar, quedaba una soledad infinita, mortal, una que se estaba haciendo presente alrededor suyo de una manera que salía de lo medianamente normal.

Reunió el valor que durante días se había escondido dentro de él. Se recordó una y mil veces cual era el motivo principal que lo había llevado ahí por ese día y, sin más preámbulos, levantó su puño derecho para estrellarlo contra la madera pulcra y elegante de la puerta de entrada.

Tal fue su sorpresa al encontrarse con que esta se hallaba entreabierta y hasta ese momento, temiendo que algo terrible pudiera estar a punto de pasar o que inclusive ya hubiera acontecido, se adentró con renovada prisa al lugar, topándose con que algunas cosas yacían en el piso rotas, destruidas, como si alguien con mucha furia contenida, hubiera estallado en una especie de torbellino que arrasó con todo a su paso.

—Mierda…— susurró a la nada, a la vez que observaba algunos vidrios rotos que, en algún tiempo, habrían formado parte del cristal de uno de los tantos marcos de fotografías, esos que decoraban las paredes y que para ese momento, ya habían corrido todos y cada uno con la misma suerte.

Muchos pensamientos comenzaron a llegar a su mente, aglomerándose uno tras otro sin piedad, sobre hipótesis, teorías y demás, cuando, en medio del silencio reinante, un sonoro golpe, como de algo estrellándose contra un espejo, se hizo escuchar alrededor de toda la estancia y seguidamente, un par de sollozos que lo alertaron de la presencia de alguien más.

Subió las escaleras con rapidez, escuchando el sonido de sus pasos al caminar y una vez llegó hasta el lugar de donde provenía el ruido, se dio cuenta de que sus suposiciones habían sido totalmente acertadas…

Frente al espejo de su habitación, con los puños cerrados, el rostro pálido y los ojos llenos de lágrimas, se encontraba de pie la sombre de lo que, hasta hacia unas semanas atrás, era una chica alegre, llena de vida y con la más radiante de las sonrisas, la misma que en la actualidad estaba totalmente ausente por causa del dolor y la cólera, la impotencia y un millar de sentimientos que podría haber enumerado incluso, de poseer un poco más de tiempo para reflexionar.

Se alarmó enormemente cuando vio como las manos de la chica eran recorridas por un hilo de sangre que escapaba de sus palmas y, en el momento en que la vio con intenciones de golpear el espejo para destruirlo, como suponía que había hecho con todo lo demás, se dio cuenta que ya había observado lo suficiente.

Con rapidez se colocó frente a ella y luego de detenerle en su cometido, al aprisionar sus muñecas con las manos, la miro, severamente…

—Es suficiente Sakura, ¿Qué es lo que pretendes hacer?— preguntó, en tanto la chica le miraba, estupefacta, como si no lograra entender lo que pasaba frente a ella —. Estás haciéndote daño…

—Es justo lo que quiero— logró responder apenas, con un hilo de voz.

—No digas estupideces— se quejó él, movido por el profundo coraje que ya comenzaba a formarse en su interior—. ¿Crees que esto está bien?, ¿Qué con herirte vas a solucionar algo?

—No quiero arreglar nada, solo quiero desaparecer, ¡Morirme si es necesario!

—¡Basta ya, Sakura, deja de comportarte como una niña inmadura!— exclamó finalmente, con ira, a la vez que zangoloteaba un poco a la castaña, en un inútil intento por hacerla entrar en razón —. Sé lo que sientes y sé que es un momento muy difícil, pero tu padre no habría querido esto para ti, bajo ninguna circunstancia y ¿Sabes porque?, porque te amaba— la joven castaña hizo una mueca de dolor cuando logró procesar la información recibida. Tuvo que bajar la mirada en el instante en que sintió que los ojos le ardían demasiado y fue hasta ese momento que permitió que el llanto escapara de si, liberándola.

Sin pensar demasiado en lo que estaba haciendo, se movió prácticamente por instinto y luego de un momento de duda se aferró al cuerpo del chico que todavía permanecía frente a ella, completamente inmóvil.

—¿Por qué tenía que pasar esto?— preguntó ella, entre sollozos y jadeos, a la vez que escondía su rostro en el pecho de su interlocutor que, lejos de responder, simplemente se limitó a devolver el abrazo, con un sentimiento de impotencia reprimido —. Él no debía irse aún, yo lo necesito aquí conmigo.

—Entiendo que lo que ha pasado es terrible y no tengo ni una palabra para decirte ahora, aunque quisiera— sintió que el cuerpo de ella se estremecía en el momento en que sus manos entraban en contacto con sus hombros, para separarla ligeramente de él. La chica ya se encontraba más calmada y aunque continuaba temblando cual gelatina, producto del llanto que no pudo reprimir por más tiempo, se sentía un poco más aliviado al saber que de momento no intentaría hacer nada para lastimarse más, en alguna especie de reflejo suicida que podría llegar a afectarla severamente.

Todo lo que le había dicho hasta ese punto no era nada más que la verdad. Aunque quería y era lo más indicado para la situación, no estaban en su interior las palabras adecuadas para darle animo o hacerla sentir menos deprimida.

Jamás había sido bueno para las situaciones que requerían brindar apoyo moral o sentimental y aunque estaba de cierta forma involucrado en el asunto, por la cercanía que había llegado a unirlos en algún tiempo, todo se convertía en una especie de misión imposible, porque ese último factor no hacia otra cosa más que complicarlo todo, pues para ese punto no sabía que tantas atribuciones o libertades podría llegar a tomarse, sin que estas se vieran malinterpretadas en el camino.

Cerró los ojos un momento, antes de recordar que ella todavía seguía ahí, con las manos destrozadas por el arranque de cólera que había tenido hasta hace poco, los ojos llorosos y una cara de no haber dormido ni comido en días.

—Siéntate aquí y no te muevas, ¿Está bien?, voy por el botiquín— la chica le miró por un instante, haciendo un gesto que evidenciaba lo sorprendida que se encontraba por sus palabras. Tal vez no esperaba que él estuviera ahí o que pudiera llegar a ofrecerle su ayuda de la manera en la que estaba haciendo, pero fuera cual fuera la situación, sus ojos verdes no hicieron más que darle un asentimiento silencioso y, siguiendo su orden, tomó asiento sobre el colchón de la cama que estaba en el centro de la habitación.

Estando seguro que ella obedecería, al no encontrar alguna otra opción mejor, caminó hasta el baño principal de la casa con el único propósito de obtener el botiquín de primeros auxilios. Una sonrisa de ironía escapó de sus labios, cuando tomó consciencia que el mencionado objeto se encontraba en el mismo lugar de siempre, a un lado de la bañera, escondido tras la puerta de uno de los muebles decorativos que sostenían cosas básicas, como toallas y otros objetos.

No estaba seguro de que tanto conocía la casa, pero entendía que iba a ser difícil que se le olvidaran detalles tan precisos de aquel lugar, siendo que había estado ahí por demasiado tiempo y su cerebro se había hecho poseedor de una excelente memoria relacionada con todo lo que tuviera que ver con la residencia, incluso con el número de árboles que se encontraban rodeando los jardines y cuyas flores podían formar parte de un arcoíris si así lo quisieran, por la gran variedad de colores que poseían.

Regresó hasta la habitación donde había dejado a la menor de la familia Kinomoto, una vez supo que tenía todo para curarle las manos. Desde la puerta vio como ella continuaba sentada en el mismo lugar, dándole la espalda, con la cabeza gacha y los hombros temblándole a causa del llanto que no podía contener. Porque el hecho de haber perdido a su padre parecía no permitirle descansar ni un solo segundo, aun y cuando ella había estado consiente desde mucho antes de la enfermedad terrible que aquejaba al señor Kinomoto y se había preparado, durante semanas completas, para el momento que inevitablemente llegaría a su vida, tarde que temprano.

Era obvio que la situación iba a ser difícil de enfrentar por mucho que se hubiera preparado para ello. Él mejor que nadie estaba consciente de lo mucho que Sakura amaba a su padre y las miles de cosas que había sacrificado para hacerlo feliz en sus últimos momentos, muy a pesar de que el señor Kinomoto jamás le hubiera pedido otra cosa que no fuera su presencia y esas deslumbrantes sonrisas que ella solía darle a todo el mundo sin que se las pidieran, porque en su personalidad estaba eso, la esencia de una mujer increíblemente alegre que podía transmitir tanta felicidad con sólo verte.

Y era en ese instante que el mismo sentimiento de impotencia volvía a apoderarse de él sin evitarlo. Porque habría dado cualquier cosa por estar a su lado en el momento en que todo había pasado, por abrazarla y decirle que todo iba a estar bien, que a pesar de la pérdida su padre seguramente habría estado feliz de verla crecer hasta convertirse en la mujer que ya era y millones de cosas que tal vez no harían que se sintiera mejor, pero que le ayudarían paulatinamente a aprender a vivir con ello.

Sin embargo las circunstancias, los problemas y la separación que habían tenido que enfrentar, por culpa de terceras personas, fueron factores detonantes y definitivos para que él no hubiera podido poner un solo pie en el cementerio donde se había llevado a cabo la ceremonia, en honor a aquel amable hombre que había sido Fujitaka Kinomoto y que él mantendría vivo en su memoria, por haber sido una de las personas que más lo había apoyado durante su juventud…

El profesor Kinomoto… si él lo extrañaba tanto y se le había hecho tan doloroso enterarse de su partida prematura, no podía ni imaginar lo que su hija menor estaría sintiendo en esos momentos. Porque esa clase de sentimientos se convertían en agujas que se incrustan en el corazón, que no permiten que te sientas a gusto con nada y que te impiden respirar incluso, cuando se alojan por demasiado tiempo en el interior de las personas.

Se agachó a la altura de ella, colocándose en cuclillas para trabajar mejor y con sutileza tomó una de sus manos entre las suyas, comenzando por la derecha…

El corazón se le encogió al ver los múltiples cortes y raspones que se había hecho a sí misma en ese descabellado intento por descargar su tristeza de algún modo. Y no fue hasta después de unos segundos, que tuvo que armarse de valor para comenzar a curar las heridas, utilizando alcohol, algodones y gasas, que se empapaban de rojo cada vez que pasaban por encima de los cortes.

—Gracias— susurró ella después, cuando él finalmente terminó con el trabajo, luego de un rato en el que permaneció en completo silencio, meditando los pormenores de la situación.

—Lo único que quiero que hagas ahora es que trates de calmarte— dijo, una vez pudo ponerse de pie —. Se dice fácil pero sé que no lo es y aunque requiere de mucho esfuerzo, entiendo que puedes hacerlo, no por nadie, sino por ti misma y por la memoria de tu padre, que como ya te dije, nunca hubiera querido que te hicieras daño.

—Entiendo todo y sé bien que lo que dices es verdad, pero, llámalo impulso, arrebato o berrinche si quieres, pero no sabía que más hacer y sólo pude comenzar a romperlo todo, sin pensar en si me lastimaba o no— explicó, a la vez que levantaba sus manos vendadas y las observaba, con pena —. Es decir, la muerte de papá fue muy difícil y Touya se fue hace como cuatro días, entonces…

—¿Tu hermano se fue?— preguntó, sin entender —. ¿Tenía que hacer algún trabajo importante o algo así?

—No Shaoran, Touya se fue para siempre, huyó— explicó apenas, con un hilo de voz —. El que papá muriera fue un golpe muy duro para él, más que para cualquiera, creo que no pudo con la culpa de que días antes hubieran peleado por un asunto del que yo no pude enterarme y luego de darme un montón de reclamos y tonterías, finalmente me dijo que se iba y que no pensaba regresar, así que desde ese día estoy aquí… sola— por un momento se paseó por la cabeza de Li la idea de que todo fuera un simple malentendido o que hubiera escuchado mal, no obstante, al ver el rostro desolado de la castaña y esa mirada de innegable tristeza, se dio cuenta de que todo era completamente real y no una jugarreta de su mente.

De haber sido otro momento estaba seguro que un montón de maldiciones hubieran salido dirigidas hacia ese sujeto que se hacía llamar hermano de Sakura. Era una razón estúpida y absurda la que al parecer lo había llevado a escapar del problema e imperdonable, aún más, que abandonara a una de las personas que según él decía querer, sólo porque no se sentía capaz de afrontar el daño emocional que provocaba la muerte del señor Kinomoto y que estaba afectando a todos por igual, familiares y amigos.

Siempre le había parecido que Touya Kinomoto era un egoísta. Lo había sido desde el primer momento en que lo conoció y fue incluso peor cuando se dedicó en cuerpo y alma a destruir la relación que él había formado con Sakura meses atrás, haciendo uso de un montón de chantajes y reclamos absurdos sobre cuestiones de las que nunca pudo enterarse como era debido, pues la chica jamás quiso darle muchos detalles al respecto.

Le provocaba cólera e indignación el hecho de que, una vez pudo lograr su cometido, hubiera salido huyendo de Japón para irse a refugiar en algún lugar alejado de todos, en el que nadie pudiera pedirle explicaciones de nada, mientras abandonaba a su única hermana a su suerte, dejándola con todo el paquete que incluía pagar los platos rotos de su comportamiento estúpido y narcisista, además de que terminaba por provocarle otro daño aun peor, el mismo que, sumado a la reciente tragedia, se convertía en un golpe fatal para la estabilidad emocional de ella.

¿En qué mierda podría estar pensando ese idiota?, ¿Acaso creía que con darle la espalda a todo y huir de la situación iba a sentirse mejor o estar en paz consigo mismo?

—Tu hermano ya recapacitara y en cuanto se dé cuenta de la forma tan estúpida en la que está haciendo las cosas volverá, te lo aseguro— fue lo único que pudo decir, después de todo, tampoco era el momento como para decir un montón de insultos al imbécil ese, siendo que cosas como esa sólo iban a lograr poner aun peor a Sakura y, claro estaba, era lo que menos quería hacer.

—Supongo que ya no importa, pero eso no es de lo que quisiera hablar ahora y en verdad no quiero ser grosera, pero, ¿Qué haces aquí?

—¿Quieres que me vaya?, porque si es así yo…

—No Shaoran, no es eso— se apresuró —. Es sólo que, después de todo lo que ha pasado, tú, de entre todas las personas, eres el que menos razones tendría para estar aquí, sobre todo luego de lo que te hice.

—No me hiciste nada.

—¿Entonces no te causo nada que te dejara?— Shaoran soltó un ligero suspiro que no pasó desapercibido para Sakura. Esta sin embargo, se mantuvo en su mismo lugar observando al chico con interés, temiendo a la vez la pronta respuesta que ya veía venir escapando de sus labios.

—No me refiero a eso y lo sabes— contestó, evadiendo olímpicamente el cuestionamiento del que había sido víctima —. Entendí perfectamente tus motivos y es por eso que no tengo nada que reclamarte al respecto y si quieres saberlo, vine no sólo porque quería darte el pésame por lo sucedido, también porque Tomoyo me llamó ayer por la tarde y me dijo que estaba muy preocupada por ti, no te ha visto en días.

—Tomoyo…— el nombre de su mejor amiga hizo eco en su cerebro de forma inminente, mientras un montón de sentimientos encontrados venían hasta su cuerpo, amenazando con hacerla llorar de nuevo, no sabía si por nostalgia o por la culpa que ya comenzaba a asaltarla, al recordar el asunto pendiente que tenía con Li y del que él parecía no querer hablar más —. He estado tan absorta en mis pensamientos que me he olvidado de llamarla.

—Estoy seguro que ella comprende todo eso, pero lo que no puede aprobar y yo tampoco, es que sigas faltando a tus clases y que estés descuidándote de esta manera— reclamó —. Tomoyo me dijo que hace semanas dejaste de ir a la Universidad y no hace falta ser adivino para saber que no estás comiendo nada.

—Entiendo que estoy preocupándolos mucho, pero cada vez que intento salir a la calle o hacer algo por mí me viene a la mente todo lo que ha pasado y lo tonta que he sido en muchas cosas— expresó —. He perdido a personas muy importantes para mí en cuestión de días y una de ellas fue por cobarde, porque simplemente no quise luchar para que siguiera a mi lado.

—Sakura…

—No es la forma en la que quería hablarlo contigo, pero lo único que quiero que sepas es que en verdad siento mucho todo lo que paso— los ojos verdes de Kinomoto volvieron a llenarse de lágrimas en el instante en que sintió que el peso de sus propios sentimientos era demasiado, mientras en su posición, Shaoran desviaba la mirada —. Nunca debí hacerle caso a Touya en relación con lo nuestro y ahora que él no está, me siento enojada y triste porque nada de lo que hice para evitarnos problemas sirvió, porque fue mi hermano quien se encargó de tirar todo eso a la basura.

—Lo hiciste para que todo estuviera bien en tu familia y te he dicho que no tiene importancia ya.

—Tal vez para ti no la tenga, pero para mí si— Sakura se levantó del lugar en el que había estado y avanzó hasta quedar frente a frente al castaño, este, al sentir su cercanía y verle un poco más a detalle, se dio cuenta del sentimiento de culpabilidad que destilaban sus ojos y de la veracidad detrás de sus palabras —. No sabes lo mucho que me gustaría saber que aún tengo una oportunidad para recuperar a una de las personas que perdí y si la hubiera, no dudaría ni un segundo en tomarla, porque de verdad quiero hacer las cosas bien, como deben ser.

Las pálidas manos de ella, envueltas en los vendajes que Li había hecho apenas unos minutos atrás, se posaron sobre sus mejillas y él sintió que ese mismo calor extraño se apoderaba de su cuerpo.

Sabía que estaba refiriéndose a su relación rota, a todo lo que había pasado entre ellos y la ruptura de la que fue víctima hacia unos meses atrás. Si Sakura pudiera ser un poco más observadora, si tuviera la misma capacidad que tenía su amiga Tomoyo para leer los sentimientos de las otras personas con facilidad, se habría dado cuenta de que él se sentía terriblemente motivado a decirle que todo podía arreglarse, que todo iba a estar bien y que podían intentarlo de nuevo.

Pero a la vez que llegaba ese sentimiento, estaba dentro de él la duda. Porque si Sakura se había permitido dudar una vez y ceder ante los deseos de otras personas para abandonar todo, no sabía que tan autentico podría ser su deseo por rescatar su relación muerta o si lo hacía igual, movida por los sentimientos negativos que se aglomeraban en su corazón en esos momentos y que no le permitían sentirse en paz.

Cerró los ojos, antes de que sus manos se posaran sobre las de ella, para apartarlas de su rostro y llevarlas hasta los costados de su cuerpo.

—Lo primero que debes hacer ahora es preocuparte por salir adelante de todo esto— dijo, breve y conciso, en tanto Sakura agachaba la cabeza y asentía —. Cuando te sientas mejor, entonces podrás pensar bien las cosas, si para ese momento aun quieres hablar conmigo, estaré completamente dispuesto a escucharte, pero por ahora, sólo me interesa que estés mejor, que recuperes tu salud, que vuelvas a la Universidad…

—Entiendo bien y no te preocupes, voy a hacerlo— una sonrisa autentica apareció en los labios de Sakura y seguido de eso, con ayuda de las mangas de su suéter negro, la muchacha limpió todo rastro de lágrimas, dejando claro que ya había sido suficiente de lloriqueos y que, justo como él lo decía, era hora de comenzar a reacomodar todo en su vida.

Se vieron por un instante y se sonrieron mutuamente, antes de que él se acercara otra vez, para darle un último abrazo que rompió con todas las defensas de Kinomoto.

Sakura cerró los ojos y con paciencia disfrutó del contacto, prometiéndose a sí misma que una vez todo volviera a su sitio, intentaría nuevamente hablar con Shaoran para que arreglaran las cosas, para que pudieran estar juntos como antes, sólo que esta vez sin interrupciones o terceras personas que quisieran llegar a destruirlo todo. Porque sabía que él tenía dudas, no era tan despistada como para no intuirlo, pero con el tiempo se daría cuenta de que esta vez las cosas iban enserio y que jamás, nunca, se atrevería a hacer caso a aquellos malos consejos que clamaran por separarlos.

Al tiempo… Sólo tenía que trabajar y aprender a vivir con las ausencias.


N/A:

¿Qué tal lectoras y lectores?, ha pasado un tiempo desde la última vez que escribí algo para FFN y luego de tanto me decidí a volver, está vez con una historia un poco angst, dramática, bueno… sentía que ya hacía falta que escribiera algo sin tanta azúcar como lo había venido haciendo y personalmente me ha encantado el resultado final.

Para no crear confusiones, está historia va a estar compuesta de únicamente tres capítulos, ni más ni menos, los cuales ya están listos (créanme, no les miento xD), así que podría decirse que el fic ya se encuentra terminado, sólo falta subirlo poco a poco ;)

El siguiente cap, por lo pronto, estará por aquí este mismo sábado, ¿Por qué no antes?, digamos que quiero mantener un poco el suspenso y la intriga de lo que sucederá xD

Si les gustó o no les gustó, pueden hacérmelo saber mediante un review o mensaje privado (PM), todas las críticas constructivas, comentarios y sugerencias son bien recibidas ;) En mi profile se encuentran las direcciones de mi e-mail y perfil en Facebook por si desean estar en contacto conmigo o enterarse a través de otro medio de las actualizaciones.

Sin más que decir, nos estamos leyendo por aquí y que las musas siempre los acompañen.

Bye-Bye.