Él es

Él es.

"Porque no todo es lo que parece"

Esa sonrisa.

Quisiera que todo esto fuera una pesadilla. Que nada de lo que esta ocurriendo sea realidad, pero no, es una realidad, cruel, pero realidad al fin. Una realidad que se hace aún más dura aún a cada paso que da él. Quien va custodiado por dos aurores del ministerio. Miró a mi lado, sé que él piensa lo mismo, sé que la noticia le duele tanto como a mi. Lo sé, lo veo en sus ojos.

Dolor.

Y no era para menos. Cualquiera sentiría dolor al saber esa noticia. Le tomo del brazo para que sepa que estoy allí y no que le voy a dejar solo y sobre todo, que nunca haría eso. Me mira y niega. Ya lo sabe. Sabe que nunca lo haría.

Metros.

Metros son los que nos separan de él. Metros en los cuales puedo ver la maldad que nunca quise ver de un tiempo a esta parte, una maldad que nunca pensé ver en esos ojos traviesos como cuando le conocí. Esa mirada, que ya nunca será la misma. Nunca. Nada será la mismo, ni mucho menos él, quien ha marcado su destino de la peor forma.

Esa marca.

Esa marca que lo hace entrar en un mundo donde no hay retorno. Esa marca que hace que sea nuestro enemigo. Esa marca que esta viva sobre su brazo y que mientras camina hacia nosotros la porta con orgullo, con satisfacción.

En que momento sucedió.

Quisiera poder volver el tiempo atrás y evitar este cruel final, muy a mi pesar, sé que eso es imposible, lo sé cuando le veo caminar hacia nosotros escoltado por dos aurores del ministerio. No todos los días te enteras de semejante noticia, noticia que duele, y duele mucho. Ella me mira, sé que la noticia también le afecta tanto como a mi.

Me toma del brazo.

Su mirada me lo dice todo, sé lo que me quiere decir sin mediar palabra alguna, sé que intenta decirme que ella nunca jamás haría algo. Solo me limito a mover mi cabeza en forma negativa, lo sé, confió en ella. Se que no lo hará.

Suspiró.

Dirigió mi mirada para toparse con la suya. Esa mirada que hace tanto tiempo ya no es la misma, una donde no hay cabida para un perdón, mi mucho menos para una disculpa. Y sinceramente no la necesito, esas palabras ya nada valen cuando sé que quien las dice no es la misma persona que conocí cuando éramos unos niños. O quizás, sea porque en realidad nunca le conocí realmente.

Orgullo.

Eso es lo que expresan sus ojos cada vez más próximo a tenerle frente, un orgullo que demuestra al caminar con una elegancia no propia de él. Un orgullo que reside en su brazo, una marca, una marca del mal hecha a fuego sobre su piel. Una marca que lo convierte en un traidor.

Solo pasos.

Solo unos cuantos pasos nos separan. Por fin puedo verle sin ningún tipo de mascará. Tal y como es.

No digas nada – negó este aún con su sonrisa en el rostro – las palabras sobran.

Tu marca lo dice todo – argumentó mi amiga sacando fuerzas de donde no las hay

Como siempre – susurró sonriendo – tienes razón, Hermione – no le dejan decir más, entre los dos aurores se lo llevan lejos de nosotros, mis palabras no pueden salir...no sé que decir primero, tragó saliva para nombrarle por última vez.

Ron – le llamó a lo que este se vira – eras mi amigo. Lo eras

Él es.

Él es la persona que nos traiciono.

Él es, el traidor.