¡Hola gente! Los invito a leer mi primera incursión al cloro puro y duro. Mis otras historias (que pueden leer por aquí) se caracterizan por ser más comedia y esta es, por decir, la primera vez que escribo algo alejado de ese estilo. Espero que les guste. De antemano mis disculpas si de casualidad unos ninjas picaron cebollas cerca de sus ojos, o si picaron muy pocas.

Les garantizo un final feliz, siempre estuvo en mis planes escribirlo así. Por mientras habrá hipoclorito de sodio.

Se despide atentamente...

Sadberry Springer.


La inmensidad del mar lo aterraba tanto como lo atraía. La brisa marina jugaba traviesa entre sus largos mechones de negro cabello sin peinar, agitaba sus ropas anunciado su presencia, colándose en su piel a la que le daba suaves caricias con aroma a sal. Pero él hace tiempo ya perdió la sensibilidad antes esas pequeñas cosas que antes lo maravillaban. Ignoró a la brisa, mas no pudo soslayar al mar que clamaba por él con la voz de su amado y fue a su encuentro.

Perdió sensibilidad ante esa enorme cosa que era el mar y sus aguas que lo acogían con un cariño violento. Ellas ignoraban que él habia perdido la facultad de sentir las cosas pequeñas y las cosas enormes, que a medida que él se fundía con ellas, estaba olvidando lo que era respirar.

Pero hace tiempo eso dejó de ser importante.


Otabek

Vine a ahogar mis penas en compañía del océano, un mudo testigo, mi único confidente de está venenosa pena que mi alma apenas puede albergar en sus confines. No puedo acallarla más, este sufrimiento pugna por salir, exige ser exteriorizado, tener presencia en el mundo, pero no tengo a nadie que pueda acoger este grito de agonía de mi pobre y lastimada alma.

Con mi botella de ron barato envuelto en una bolsa de papel, me dispongo a sentarme en la arena, dispuesto a tener esta necesaria confidencia con el mar, al que le podré contar esto que me tiene mal. Elegí esta playa precisamente porque se caracteriza por no tener mucha afluencia de publico ya que no es apta para el baño. Aunque no faltan los idiotas pasan por alto la prohibición e incursionan de todos modos en el mar. Como prueba de que tengo razón, ni alcance a dar un sorbo a mi botella y ya el primer idiota de la tarde está internandose en e...

¡Mierda, no!

Corro desesperado hacia esa persona que parece ignorar el caracter celoso de las olas, que lo cubrieron como un manto, quiza pretendiendo hacerle olvidar que él es una criatura de la tierra. ¿No sabrá acaso, que lo que el mar recoge, no lo suelta jamás?

Ya no queda más tiempo. Me saco mis zapatillas para ir a reclamar a mi congénere, por muy idiota que este sea.

¡Uf, el agua está heladisima!


Otabek no acertaba a explicar que hacía en un hospital velando a un desconocido al que acababa de salvar de un ahogamiento seguro. Tampoco podía explicarse porque lo salvó en primer lugar, arriesgando su propio pellejo. Quizá la parte más irracional de su mente guardaba la esperanza de que el mar se lo llevara tambien a él. Se sacudió la cabeza para borrar ese fugaz y perturbador pensamiento y buscó otra cosa en que pensar, algo menos sombrío. Pero mirar la cama del enfermo no le ayudaba mucho, así que abandonando la silla en la que estaba sentado, se acercó a la ventana para buscar en el paisaje elementos que lo pudieran distraer.

Era inútil. Su mente , caprichosa y voluntariosa, se obstinaba en volver una y otra vez en ese doloroso recuerdo que lo impulsó a buscar refugio a un lugar remoto para ir a una solitaria playa en donde podría beber ron barato envuelto en una bolsa de papel sin que lo incordiaran, suplicando que el alcohol fuera un disolvente potente de sus memorias tristes...

-Beka, eres mi mejor amigo, por eso eres el indicado. Solo tú tienes el talento para hacerlo -suplicaba JJ mirando al serio Otabek con ojos de cachorro abandonado.

-Leroy, ¿No te parece suficiente que sea tu padrino de bodas? Estas pidiendome mucho.

-No más de lo que puedes dar, Beka. ¿Acaso no cantabas en algunos eventos ?

-Ya te dije que lo dejé, quiero concentrarme en buscar trabajo en lo que estudié. Estoy esperando que me llamen algunas editoriales.

-¿No puedes hacer una excepción por tu mejor amigo que se casa en tres días más? Tu voz es perfecta bro ¿Cierto, amor?- preguntó JJ a un joven de cabellera rubia y ojos verdes.

-No encontraremos ni en un millón de años a alguien que cante la mitad de bien que tú, Otabek. Pocos pueden cantar una versión decente de Can´t help falling in love, de Elvis. Si no quieres hacerlo, me conformare con el trillado vals.

-¿Quieres que la cante para ti, Yura? -pregunto Otabek, mirando fijamente al que mencionó como Yura, dando a entender que se sometería a su voluntad.

-Si, Beka. Canta para mi... por favor - dijo esto último muy bajito para que solo lo escuchara el aludido.

-Bien, Lo haré solo porque son mis amigos y porque es su boda.

-¡Lo sabía! you´re da best, DJ Beka- exclamó JJ, triunfante.

"Imbecil, mil veces imbecil, ¿por que mierda aceptaste? ¿Tan masoquista eres?" se reprochaba Otabek, mientras miraba la ventana del hospital. No quería recordar lo siguiente, pero su mente ya se gobernaba sola. No tenía ni su ron ni sus cigarros para poder contender el dolor sordo que amenazaba con venir.

-Yura no te cases, te lo suplico.

-¡No puedes estar pidiendome esto! ¡En media hora más me caso con TU mejor amigo! -le reprochó Yura.

-No podemos ignorar por mas tiempo esto que nos ocurre cuando estamos juntos, cuando nuestras manos se rozan... Yo te amo Yuri Plisetsky más de lo que puedo comprender... te amo tanto que estoy dispuesto a sacrificar mi amistad con Jean por estar a tu lado-

-¿Te estas escuchando? ¿Como eres capaz de estar haciendole esto a Jean?

-Soy capaz porque tengo la certeza de que me correspondes -afirmó muy seguro de sí.-puedes negarmelo si quieres, pero nuestros cuerpos no mienten. Tu no te entregarías a alguien a quien no amases... y esa noche que pasamos juntos es la prueba de lo que te estoy diciendo.

- Eso no prueba nada. Lo siento, pero mi boda sigue en pie. Me casaré con JJ.

- ¿Aunque me ames a mi en vez de a él? - preguntó con un temblor en su voz.

Yuri, sin poder sostener la inquisitiva mirada de Otabek, agachó la cabeza y respondió:

-Si, aunque te ame como lo hago ahora, no estoy dispuesto a tranzar la felicidad de Jean ni tirar por la borda años de noviazgo.

-¿es tu última palabra?

-Si- respondió bajito.

Bruscamente Otabek abandonó la estancia, dejando solo a un Yuri, que cayendo de rodillas lloraba amargamente por dejar partir al amor de su vida.

Si tan solo Otabek tuviera la certeza de que Yuri amaba a JJ y era feliz a su lado, podría haberse resignado y este dolor que oprimía su pecho hubiera remitido con el contar de los meses. Pero ese no era el caso. Yura lo amaba con locura y aun asi se casó con otro, inmolando en el altar a su corazón que se aceleraba con las caricias de Otabek, con sus promesas de amor. Y eso no lo podia soportar. No podía soportar aquel sacrificio que separó a dos seres que se amaban con sinceridad.

-Como padrino obsequiaré a los recién casados con un tema de Elvis Presley -anunció Otabek micrófono en mano-Sé, como mejor amigo que adoran esta cancion y que era un sueño mucho tiempo anhelado el que fuera cantado "Can´t help falling in love". Hace años decidimos que quien primero se casara tendría el privilegio de que la tocaran en su propia boda. Y bueno, ya saben quien de los dos ganó -el publico rió y Otabek les dedico una sonrisa de complicidad, pero esa alegría no llegaba a sus ojos, opacos.

Comenzaron a sonar los primeros acordes y comenzó a cantar...

Wise men say (los hombres sabios dicen que )... only fools rush in (solo los tontos se apresuran) but I can´t help falling in love with you (pero no puedo evitar enamorarme de ti)... Shall I stay (¿debería quedarme?) would be a sin (¿sería un pecado?)... If I can´t help falling in love with you (si no puedo evitar enamorarme de ti)...

... Like a river flows surely to the sea (como un río que fluye siempre al mar) Darling so it goes (Querido, asi es) some things are meant to be (algunas cosas están destinadas a ser)... take my hand (toma mi mano)...

-Take my whole life too (toma mi vida entera también)... for I can´t help, falling in love with you...

Sin darse cuenta estaba cantando esa estrofa en voz alta a la ventana y en esa sala del hospital, imprimiéndole en esas letras todo el dolor que lo estaba pudriendo por dentro, tal como aquella vez en el matrimonio de su amigo JJ. Y como esa vez, también aderezaba esa canción con mudas lágrimas que surcaban su rostro como riachuelos transparentes.

Pero esta vez no estaba llorando solo.

Un sollozo apartó su atención de la ventana, para fijarse en el hombre que rescató hace pocas horas de las fauces del mar.

El joven de cabellos negros estaba incorporado en su cama, mirando hacia la nada con unos ojos donde el brillo de la esperanza cesó de existir hace tiempo ya. Pero esos ojos sin vida expulsaban torrentes de lágrimas sin control. Era la unica prueba de que ese rostro inexpresivo aun albergaba emociones.

-Asi conocí a Viktor -murmuró con una voz ronca por el desuso.


Otabek

Volteo rápidamente mi rostro para secar cualquier rastro de lágrimas que haya quedado. ¡Que patético dejarme llevar por ese recuerdo! No puedo culparme: adoro esa canción porque era la favorita de mi madre. Me animaba a que la cantase para ella y así lo hice hasta el día que no pudo tomarme nunca más mi mano, ni la de nadie. Decía que tenía una bonita voz y que no aguantaba las ganas de escucharme cantarla con mi voz definitiva de adulto. Tuvo que conformarse con oírla con mi temblorosa voz de niño, postrada en el hospital y antes de dejar este mundo con una sonrisa. Sonrisa por escuchar su canción favorita en los labios de su hijito al que amaba y al que tenia que dejar desamparado por caprichos del destino.

Pero ahora no puedo evitar asociarla con el horrible recuerdo de la boda de Yuri. No obstante sigo amando esa canción, como también sigo amando a mi Yura.

¡Cómo me gusta zaherirme con los recuerdos más tristes de mi pobre existencia! Tengo un problema, eso está claro.

Ya borrada la evidencia de mi flaqueza en mi rostro, examino el del hombre al que rescaté. No lo había notado antes... ese cabello largo y negro... el nombre de Viktor...

Algo hizo click en mi mente.

No me la creo.

Acabo de salvarle el pellejo al mismísimo Katsuki Yuuri.


Otabek Altin -tal era su nombre completo - estaba sentado en la sala de espera, tras dar aviso a los médicos que su paciente había recuperado la conciencia. No les comentó que de algún modo su canto tuvo que ver con aquel despertar. Dejó que ellos lo revisaran a gusto, diagnosticaran, especularan sobre el origen de sus profusas lágrimas, recetaran paracetamol o lo que sea que hagan los médicos.

Con su teléfono móvil indagaba sobre Katsuki en los portales de noticias. Las referencias más recientes (de hace seis meses) relataban que su famoso manga entraba en un hiatus indefinido por motivos de salud. Pero eso Otabek lo sabía, como buen seguidor de dicha obra que era...

-Beka, malas malisimas noticias -dijo Yuri afligido, tomando asiento en la silla de al frente y ordenando un frappuchino. -Te querrás matar como ahora yo quiero hacerlo, es que no puedo creerlo, esto me sobrepasa en todos los sentidos, Beka.

-Pero dime que es eso malo malísmo. Si te está afectando y me puede afectar a mi, debo saberlo - le dijo en tono grave.

-Nuestro manga favorito, Hanaseru ni soba ni ite, entró en un hiatus indefinido. Lo de HunterxHunter es moco de pavo en comparación.

-¡No me digas! ¿Pero porqué?

-Problemas de salud del mangaka dicen las fuentes oficiales, pero se especula que más tuvo que ver su divorcio en todo esto que otra cosa . O por lo menos es lo que afirma JJ. Pero el no tiene mayor información, ya sabes su área es política aunque me prometió que le preguntaría a su colega de farándula...

Otabek se burlaba de si mismo. Ni siquiera en algo tan prosaico como navegar en internet podía evitar recordar sus momentos con Yuri, aun los más pequeños e insignificantes recuerdos como aquel cuando se enteró que el manga que ambos seguían entró en hiatus. Su cabeza no tenía remedio. Sacar de su vida y desterrarlo de sus memorias no era tarea para nada fácil.

Decidió reanudar la búsqueda de noticias, pero esta vez escribiendo el nombre del que había sido esposo de su mangaka favorito.

Resultados recientes para Viktor Nikiforov: "Nueva conquista del ruso. La vida le ha vuelto a sonreír tras dolorosa ruptura matrimonial con famoso mangaka". El articulo mostraba unas imágenes del ruso con el que parecía ser un famoso actor suizo o sueco, no recordaba la nacionalidad, muy felices paseando por esos lugares donde la gente rica y famosa disfruta sus vacaciones. El articulo se refería después de forma breve al fracaso matrimonial de Viktor, el tiempo de duelo que pasó ("Oh si, debió sufrir taanto", pensaba Otabek) y como esa "hermosa" sonrisa de corazón volvió a la vida gracias a ese nuevo idilio...

Otabek temblaba de indignación , su mano parecía querer aplastar como a una lata su teléfono móvil. Sin embargo no dejaba de buscar. Todos los portales de noticias hablaban de lo mismo, de la nueva felicidad del periodista y escritor tras su divorcio. ¡Cómo le hervía la sangre de la rabia que sentía! Ahora podía entender muchas cosas, podía entender con mucha propiedad porque él mismo estaba sufriendo cuando otros eran felices. Sentía unos deseos de azotar el teléfono contra el piso, pero en ese preciso momento fue detenido por una voz femenina:

-¿Usted es el señor Altin?

-El mismo ¿Qué se le ofrece? -respondió educadamente a la mujer de rasgos asiáticos que preguntó por él.

Ella en respuesta lo abrazó con mucho sentimiento.

-Gracias, gracias por salvar y cuidar de mi hermano -dijo la mujer, entre hipidos. Con la emoción se había largado a llorar en brazos del desconocido salvador de su adorado hermano menor.

-No podría haber hecho otra cosa, señorita Katsuki, lo prometo.

-Por favor no infravalore lo que ha hecho señor Altin - respondió la señorita Katsuki, secándose las lágrimas con un pañuelo. - Usted rescató una vida arriesgando la suya propia, salvó la vida de mi hermano...

-Más bien arruiné su muerte - dijo sombríamente Otabek Altin.


Inyecciones... pastillas...parecía que la única forma que los demás podían lidiar con el estropajo de persona que ahora era él, era sedandolo. Como si eso pudiera borrar todo el dolor que llevaba consigo, dolor que ya era parte de si mismo a tal punto que ya no podía distinguirlo de su persona, como si formara parte de su ADN.

Habían días en los que él podía mantener a raya al Dolor (si, con mayúsculas), cuando los medicamentos eran lo suficientemente potentes para hacerle olvidar de que era un ser con la capacidad de sentir... si... esos días eran los mejores.

En otros días no tenía tanta suerte. El Dolor se dejaba caer sobre él con toda su fuerza, vengándose por aquellos momentos en los que pudo alejarlo. Siempre el Dolor terminaba ganando y ahora reinaba en su corazón, atormentándolo día y noche. Perdió la capacidad para dibujar y para soñar, de sonreír e imaginar. Ya no hallaba el placer de antaño por su trabajo, ni por su platillo favorito, el katsudon.

Se sentía cada vez más ajeno a este mundo, donde las personas a pesar de sus dolores particulares que los aquejaban, seguían luchando contra sus demonios día tras día, sin treguas.

Él ya se había rendido hace rato.

Y fue hacia el mar para acallar al Dolor de la única manera que creía posible.

Inútil. No lo logró.

Una hermosa voz de barítono entonando la melodía de su primer amor lo trajo de vuelta al mundo que por propia decisión había querido abandonar para siempre, buscando con eso hundir al Dolor en el mar.

¿Era acaso esa voz una nueva venganza del Dolor que pretendía enrostrarle su fracaso? Cada estrofa que la voz cantaba lo hería de forma particular, invocando al pasado, un mundo alterno dónde él había conocido a la Felicidad, que fue su compañera constante hasta que de un día para otro, sin mediar aviso, lo abandonó.

"¡Por qué no se calla! ¡No quiero seguir escuchando! ¡No quiero recordar que alguna vez fui feliz! ¡No puedo soportarlo! ¡NO PUEDO! ¡NO PUEDO!" suplicaba en vano. Su garganta no emitía sonido alguno. Pero el cuerpo logró hacer llegar el mensaje a través del llanto.

Esa voz se le hacía odiosa, la maldecía por traer recuerdos dichosos que no podría volver a tener jamás.

El odio no le duró mucho tras ver el rostro dueño de la voz. Lloraba, lloraba a la par que cantaba.

¿Cómo podía odiarlo, si cada palabra que cantaba denotaba que también tenía por compañero al Dolor?

-Así conocí a Viktor - pudo decir al fin.


Katsuki Yuuri odiaba la impuntualidad. Ya llevaba cuatro vasos de agua y tres bocetos y el maldito periodista seguía sin aparecer en el maldito café donde acordaron, mejor dicho su editor y el periodista acordaron, para reunirse con motivo de una entrevista exclusiva.

"¡Es el colmo! El más interesado es él y tiene el descaro de retrasarse. Si no aparece en cinco minutos más, me largo de aquí. Ya voy atrasado en el borrador, no me puedo permitir perder más tiempo"

Se cumplieron los cinco minutos. Para no irse con las manos vacías pidió un café expresso para llevar y una vez que lo tuvo en sus manos se largó lo más rápido posible. Pero no faltó el menso (de esos que tienen la gracia de aparecer cuan mas apurado estés) que se le atravesó en su camino a la salida y no pudo evitar colisionar con él con todo y café.

-¡Auch, quema! -exclamó el menso. Un menso muy atractivo, cabe decir. Sus ojos miopes pudieron corroborarlo.

"Más encima guapo, el desgraciado" pensaba el japonés, sintiendo que la ira por perder su café iba disminuyendo ante la contemplación de tan hermoso rostro.

-Perdoneme, fue sin querer, estoy bastante apurado,¿sabe? tengo mucho trabajo que hacer y ya he perdido mucho tiempo y ...

-¿Es usted el señor Katsuki?

"No me diga que es un fan. ¡Lo que me faltaba!"

-Emm... a veces.

El hombre alzó una ceja en señal de desconcierto ante "ingeniosa" respuesta.

- Soy Viktor, el periodista.

"Vaya, además de menso, impuntual y guapo. Un momento, ¿dije guapo?

-Llega tarde, señor Viktor. Yo me voy, ya mucho lo esperé. - hizo ademán de largarse.

-Hey, esperese, por lo menos pagueme la camisa y la visita al medico ¿No lo cree? -exigió, señalando la enorme mancha marrón en su camisa blanca.

Yuuri recapacitó. Si se indisponía con el periodista, seguramente este escribiría pestes de él y eso no sería bueno para su promisoria carrera de mangaka. ¿Quien leería algo dibujado por un tipo desconsiderado?

-Acompáñeme.

Como deseó nunca haber dicho eso.


-¿Ccómo? -preguntó Katsuki Mari ante la afirmación de Otabek Altin. -¿Cómo es eso que le arruinó la muerte? - nuevas lágrimas acompañaron a esta pregunta.

-¿Le parece si vamos a la cafeteria y lo conversamos? -propuso Otabek. Sentía la urgente necesidad de comunicar sus sospechas a alguien que fuera cercano a Katsuki Yuuri, para evitar que una nueva tragedia se diera a lugar.

Con su perspicacia habitual, se dio perfecta cuenta que el mangaka pretendía entregar su ultimo aliento vital al codicioso mar.


¿Cómo las cosas pudieron terminar así, con él sobre las piernas del descarado periodista, con toda la lengua de éste metida en su boca mientras sus manos acariciaban sus muslos con lujuria?

Ya estaba perdiendo el aliento por culpa de ese candente beso. Cuando el descarado y menso periodista decidió que era buena idea devorar su cuello, aprovechó la ocasión de detener esta sensual locura.

-Hey..¡Ah, ah! ¿Ah, acostumbras a besuquearte con todos tus entrevistados?

-mmm solo con los seductores natos como tú. -respondió sin dejar de mordisquear su cuello y apretandole una nalga.

Sobresaltado, Yuuri se levantó.

-No hice nada. Solo quería enmendar mi torpeza.

-Me derramas café encima, me llevas a tu departamento de soltero, me sacas la camisa...

-¡era para lavarla!

-...y toqueteas mi abdomen, ¿como quieres que no crea que estabas seduciendome?

-¡Lo está malinterpretando todo! Solo estaba curando su quemadura, no es mi intención ... acostarme con usted.

-Esa forma de "curar" mi quemadura decía otra cosa. Uf, no quiero ni imaginar cuando quieras toquetearme en serio, te follaría aquí mismo y sin condón.

A Yuuri se le subieron los colores violentamente. "¡Además de descarado, pervertido!", pensaba horrorizado el pudoroso japonés, reprochándose por llevarse a semejante ser calenturiento a su departamento.

-¡Oiga, no se pase! Usted... usted ¡tiene la mente sucia! ¿Le falta la vitamina P, acaso?

Lo dijo. Creyó que eso solo había quedado entre su mente y él. Pero no. Lo dijo.

El hombre descarado y pervertido sonrió.

-Creo que a otro le hace falta la vitamina P. Para su fortuna tengo la inyección lista para aplicar - respondió agarrandose la entrepierna sugerentemente.

-¡Suficiente, me largo!

-Señor Katsuki, no puede. Usted vive aquí. - señaló el hombre divertido ante el azorochamiento del nipón.

-Bueno, entonces lo ignoraré en lo que su estancia dure aquí- dicho esto, se largó al cuarto del lavado pisando fuerte para demostrar su indignación ante palabras de grueso calibre del hombre de largos cabellos grises.

Pero un minuto solo con el sonido de la lavadora lo estaba aburriendo mortalmente. Creía que solo los aficionados al género dubstep podrían soportar ese ruido más tiempo. Así que volvió al living para encender la radio y amenizar la espera.

Elvis y su Can´t Help Falling in love hicieron acto de presencia en el departamento. Quiso cambiar inmediatamente la música (lejos de sí estaba establecer un clima romántico con el pervertido aquel), pero unos brazos que rodearon su cintura se lo impidieron.

-¡Oh, señor Katsuki! Está canción es perfecta para el comienzo de nuestra historia de amor... - le susurró mientras lo mecía como al ritmo de un vals.

¡¿Qué?! ¡No llevaban ni cinco minutos de conocerse! ¿El periodista sería de esos sujetos a los que les dices hola y con solo eso ya tienen material para imaginarse hasta la boda?

-¿Sabe por qué es perfecta? Porque refleja lo que sentí al verlo en ese café todo emputecido, bebiendo cuatro vasos de agua y dibujando como tres bocetos.

¿Qué? ¿El descarado habia llegado antes y lo hizo hacer esperar a propósito solo para verlo enojado? ¿que clase de mente enferma era? Eso se preguntaba el desconcertado Yuuri. Aun asi, la curiosidad lo llevó a preguntar:

-¿Qué, qué sintió?

-Que no podía evitar enamorarme de ti.

Y aquello fue el principio de su historia con Viktor, su actual ex- esposo.


-No sabemos a ciencia cierta que gatilló la separación de mi hermano y su ex-marido -dijo Mari, mirando pensativamente al vaso de té que agarraba con ambas manos, aprovechando el calor que despedía para calentárselas.

Otabek se dio cuenta de inmediato que la mujer evitaba deliberadamente pronunciar el nombre de Viktor.

-Un día se largó con todas sus cosas, dejando solo una nota de despedida. - contó, haciendo una mueca de desprecio en la palabra nota - desde alli que no hemos vuelto a saber más de él.

Altin se moría de ganas de saber que decía aquella nota, pero contuvo su curiosidad. En este contexto se vería como algo muy entrometido de su parte, él todo un extraño.

-Mi hermano se desmoronó por completo, no volvió a ser el mismo de siempre. Y dudo mucho que vuelva a serlo- dicho eso sus ojos volvieron a empañarse con renovadas lagrimas de dolor filial -Cada mañana mamá y yo nos despertamos con el constante temor... de hallarlo muerto - unas gotas cristalinas perturbaron la superficie liquida del té a medio tomar. La gotas pronto se convirtieron en un torrente de dolor puro.

Otabek Altin dejó que Mari llorara todo lo que quisiera, ya que intuía que se había guardado todas aquellas cosas para si misma, sin comunicárselas a nadie. Adoptó una coraza fuerte para proteger a su hermano, y como tal no se permitía mostrar debilidad ni grieta alguna.

-No entiendo... antes no... hace meses que no salía de casa... es su primer intento serio de suicidio... ¡No nos dimos cuenta! ¡Casi lo perdemos y si siguen las cosas así lo podemos perder para siempre! ¡Por culpa de ese imbécil que se atreve a ser feliz mientras mi hermano se consume en la mierda en que lo dejó!

Sus sollozos se reanudaron con mayor potencia alimentados por la rabia que sentía hacia aquel que señalaba como responsable de la tragedia que vivía su hermano.

-Así que vio las noticias... - dijo Otabek, tras esperar que la mujer se mostrara más calmada. Le pasó una servilleta.

-Teníamos que evitar que Yuuri viera esas cosas - con la servilleta se limpió la nariz. - Como ve, no lo hicimos muy bien. Con mamá ya no sabemos que hacer para que Yuuri recupere algo de lo que fue, para que aprenda a vivir sin él... ¿Qué podemos hacer, señor Altin? ¿Cómo puedo traer de vuelta a mi hermanito?

Otabek tragó saliva. Era una responsabilidad muy grande responder esa pregunta ¿Un alma quebrantada como la suya estaba preparada para contestarla?, se cuestionaba. Tras pensar un poco, dijo finalmente:

-¿Por que no le recuerdan algo que amó en primer lugar?

Le deslizó por sobre la mesa un pequeño libro ante la mirada interrogadora de Katsuki Mari. Era el primer volumen del manga Hanaseru ni soba ni ite.

-Si logran que Yuuri vuelva a tomar el lápiz, habrán logrado recuperar algo de él. Si demuestran que aun hay cosas en este mundo por las cuales valen la pena vivir, no lo volverán a perder jamás. No será fácil, pero es una batalla que merece la pena pelear.

Dio un leve apretón a los hombros de Katsuki Mari, como queriendo trasmitir sus buenos deseos y energía para emprender la difícil tarea de hacer retornar a un muerto en vida al mundo de los vivos.


En el próximo capitulo...

El porqué se fue Viktor.

El despertar de un muerto.


¡Gracias por leer! Espero que haya sido de su gusto esta primera historia 100% cloro que he escrito sin fines de lucro en la madrugada. Comentarios, reclamos, cebollas, recomendaciones, sugerencia de mejora son recibidos con gusto :)

Nos leemos en el siguiente capítulo. :D