Nota: Bien, este es mi nuevo fic Richartin (que ya saben que es Thilbo en mundos paralelos :v ). Es un fic basado en un crossover hecho entre la serie de BBC Sherlock y la serie también británica Strike Back ;)

La pairing principal es John Porter/ John Watson y la historia y trama se desarrolla en torno al destino que los unió en el desierto mientras servían en la milicia y el amor que vivieron juntos a partir de entonces.

Capítulo 1 — Un Oasis en el desierto

John Watson había pasado otra agitada noche en la que sus pesadillas más recurrentes habían incurrido desde lo más recóndito de sus sueños, las mismas pesadillas que tenía cada noche desde que había vuelto a Londres desde las áridas tierras del medio oriente. Había sido otra noche en que John Watson había logrado conciliar el sueño hasta muy entrada la madrugada luego de largas horas de vigilia dando vueltas en la cama, pensando en cada una de las cosas que le devastaban. Pensando en lo solo que ahora se encontraba entre esas cuatro paredes de su reducido y modesto dormitorio.

Hacia unas semanas que había estado hospedándose en un hotel de Londres pero debido a que la paga recibida por su pensión del ejército no le era ya suficiente había tenido que pensar en rentar un pequeño y modesto cuarto y mudarse ahí. De todos modos ahora estaba solo. Y la casa que había adquirido junto a su pareja hacía un año ya era demasiado grande para él.

Watson no quería seguir recordando a esa persona que había amado tanto y que le había hecho tan feliz durante el último año. La rigidez con la que le habían instituido le hacía reprimir todo ese tipo de sentimientos, en su ideología parecía ser mejor la idea de suprimir algo que ya no tenía remedio, algo que ya no tenía marcha atrás. Porter estaba muerto y derramar una sola lágrima por eso no le haría revivir. Lo mejor era seguir el curso de su vida y lo que ésta le proporcionara con el pasar de los días, de los meses y de los años.

Sin embargo aunque él mismo no quería no podía evitar sentirse terriblemente devastado, no podía evitar llorar. Después de todo y a pesar de la estricta formación militar que había tenido no dejaba de ser un humano, un humano que amaba, porque a pesar de todo siempre seguiría amando a Porter. John Porter, tenía el mismo nombre que él, John, John Watson. Tenían la misma edad y ambos habían sido ciudadanos británicos que habían servido a su nación en medio de enfrentamientos bélicos.

Pero Porter había muerto en cumplimiento de su mandato, con toda la entereza y la tenacidad de un sargento de su porte. Y tristemente Watson no había podido siquiera asistirle un funeral para despedirse de él por última vez.

Con el pasar de los días, contrario a recuperarse, John Watson se sentía cada vez más abatido y el dolor de su pierna herida empeoraba notablemente su situación.

Casi inmediatamente después de instalarse en su nueva vivienda Watson decidió consultar con una psicóloga terapeuta como ya antes algunos de sus conocidos le habían sugerido. Seguro si no conseguía mitigar un poco su depresión podía al menos distraerse un poco, olvidar, eso era lo que principalmente deseaba. Watson no se mostraba demasiado optimista.

Caminó torpemente ayudado con su bastón hasta llegar al sitio donde se encontraba la terapeuta. Esa sería su primera sesión y realmente le resultaba difícil, porque ni siquiera podía expresarse él mismo cómo era que en realidad se sentía ante todo eso, ante estar solo, tras haber sido lesionado y sobre todo tras haber perdido al amor de su vida de esa forma tan cruel y egoísta.

Luego de un buen rato de mencionar los aspectos más externos sobre sí mismo y comenzar a conocer la dinámica que llevaba una sesión la terapeuta le sugirió que comenzara por escribir en un blog personal sobre sus inquietudes pues hacer eso podría ayudarlo desahogarse de sus penas. Hasta ese momento Watson se había mostrado bastante huraño y esquivo, había omitido totalmente su vida a lado de Porter e incluso había omitido su preferencia sexual. Todos los terapeutas del mundo podían irse al infierno después de todo, ni ellos ni nadie podría conocer ni mucho menos comprender su sentir. Ir a la terapia resultaría ser para él algo meramente rutinario al menos hasta que lograse acostumbrarse un poco a vivir de nuevo una vida civil en Londres.

Por la noche cuando Watson volvió a su hogar a degustar una insípida cena que había preparado para sí mismo sin mucho afán caviló y reflexionó bastante sobre el hecho de que su orgullo de médico militar y su orgullo propio habían sido el verdadero factor por el cual había omitido a la terapeuta hablar sobre Porter.

Pensó entonces sí iba a seguir haciéndolo durante todo el tiempo que durara la terapia y entonces decidió que efectivamente eso sería lo mejor. Decidió que si iba a borrar a Porter de su pensamiento y de su memoria entonces debía borrarlo también de sus conversaciones. Pensó duramente que no volvería a fijarse en ningún otro hombre. Quizá más adelante podría intentarlo con las mujeres. La muerte de Porter le estaba lastimando demasiado.

Definitivamente necesitaba una nueva vida.

FLASH BACK ON

Era un día templado en las calles de Londres. El Agente John Porter se encontraba caminando de regreso a su casa. Había sido un día normal, nada relevante había acontecido desde que había vuelto a su país natal luego del éxito de su misión en Zimbabwe. Afortunadamente para él había podido tomar algunos días de descanso aunque ahora mismo no podía dejar de pensar en la muerte de su ex esposa y sobretodo en el desprecio de su hija quien seguía creyendo que él era el causante de la muerte de sus compañeros siete años atrás.

Hacía unos años desde que se le había retirado el cargo de un sargento del Servicio Aéreo Especial tras aquel incidente fatídico en Irak. Aquellos tiempos llenos de pólvora y violencia se habían terminado y él creía que no volvería a involucrarse con terroristas extranjeros jamás hasta que su viejo compañero Hugh Collinson, encargado al mando de la MI6 sección 20 de Servicio Secreto de Inteligencia británica le había llamado para concederle encargarse de una importante misión en Irak, el mismo sitio donde habían sido baleados tres de sus compañeros, resultando dos muertos y uno en estado vegetal.

Tras completarse con éxito la misión tanto en Irak como en Zimbabwe un día fue llamado desde la agencia de servicio secreto MI6 por Collinson con el fin de asignarle una nueva misión en Afganistán.

—Alguien en tierra ha hackeado los códigos de encriptación—

—si los talibanes son capaces de acceder a nuestro sistemas y re direccionar nuestros misiles eso sería algo muy serio. Necesitamos respuestas y soluciones lo más rápido posible. Tal vez tenemos un tipo de terrorista de nueva clase. Tenemos que detenerlo cuanto antes—anunció Collinson.

—Gerald Baxter fue un personal de apoyo civil, no militar, en 2003. Ingeniero de softwares de guía de misiles. Fue el responsable del bombardeo accidental de una aldea donde murieron mujeres y niños inocentes. Baxter fue declarado psicológicamente no apto para servicio activo en zonas de conflicto. Volvió a Gran Bretaña donde fue diagnosticado y hospitalizado por estrés postraumático. Creemos que ahora mismo puede estar en Afganistán. Desde 2005 no tenemos ningún registro de él—explicó la teniente Thompson.

—okay John, tu misión es localizar y ex filtrar a Gerald Baxter—dijo Collinson al tiempo que le daba a Porter un folder con datos sobre su identidad falsa y cómo llevaría a cabo su misión.

—así que ¿me tengo que presentar como un traficante de armas? Entonces quiero un traductor y un tratante local con conexiones con los talibanes—expresó Porter decidido.

Aquella fue una ardua noche para Porter porque tuvo que aprender todo acerca de los comandos de los softwares de lanzamientos de misiles. No fue una tarea fácil porque realmente desconocía mucho acerca del tema, él no era un ingeniero como el tal Baxter, pero era tenaz y decidido y eso le ayudó a memorizar todo acerca de ese tipo de armamento.

Luego de varias horas de vuelo en uno de los jets privados de la fuerza especial militar británica y de tener que pasar por una minuciosa transferencia a la zona infiltrada llegó a la ciudad de Kabul donde un helicóptero le esperaba para llevarlo finalmente hacia el suroeste de Afganistán, a la provincia de Helmand. Porter llegó junto con su guía y su traductor designado a una especie de pequeño bazar, donde se encontraba oculto el gobernador de la provincia que le compraría las supuestas armas.

Se presentó con el nombre falso de Tom Wallace y luego comenzó la negociación.

—Tenemos armas de calibre 7.32 por .39 con vaina metálica con camisa de acero— dijo Porter dirigiéndose hacia su posible comprador que le miraba con grave fijación. Además Porter les indicó el precio y el total de unidades que les podía ofreces— vamos, son de procedencia ucraniana.

Pero luego de que el asistente del gobernador le dijera que no estaba interesado en tales armas, Porter decidió hablar de una vez sobre cuál era su verdadera emboscada.

—Tengo socios relacionados con Arafel Systems en Chandrigar. Estos asociados tienen acceso al software de encriptación de códigos de los designadores de los códigos por láser de blancos de la próxima generación de bombas Brimstone guiadas por láser. Un paraíso de hackers. Estas armas estarán en el arsenal de las fuerzas de la ISAF en los próximos tres meses. Si las controlas controlarás la guerra.

Luego de salir del lugar sin consumar la negociación, Porter fue interceptado por varios hombres que le cubrieron la cabeza con un costal y lo subieron secuestrado a una todoterreno.

Luego de encontrarse cara a cara con el susodicho Gerald Baxter y de tener que escapar del grupo talibán que tenía nexos ocultos con ciertos funcionarios norteamericanos corruptos, Porter se enteró de lo que había ocurrido realmente en aquel fatídico incidente en Irak hacía siete años atrás. Todo este tiempo había vivido una mentira, todo siempre había sido culpa de Collinson. Y sin haberlo imaginado antes ahora se encontraba cara a cara con Collinson, en esa tierra árida de la frontera entre Afganistán y Pakistán, en tierras tribales, enfrentando finalmente los trágicos errores del pasado que habían terminado por convertirlo todo en un cúmulo de egoísmos. Baxter había muerto, a manos de los talibanes, a pesar de todas las veces que Porter le había logrado salvar la vida durante la travesía por el desierto.

Una fiera lucha se desató entre Porter y Collinson dentro de aquella morada hecha de adobe en medio del desierto. Hasta que, luego de que un grupo de talibanes les sorprendieran, Collinson fue gravemente herido y decidió accionar una granada con las últimas fuerzas de su vida, al tiempo que Porter ileso escapaba en el jeep todoterreno.

Pero Frank Arlington y Zahir Sharq seguían con el firme y austero propósito de encontrar y neutralizar a Porter, borrarlo del mapa y de sus asuntos. Sus contactos más cercanos les habían informado que probablemente Porter se dirigía con rumbo hacía Irán por lo que desviaría su ruta hacía la otra frontera.

Porter cruzó en el todoterreno el camino en medio de la terracería para llegar a Lashkar Gah, en donde sabía que podía encontrar ayuda y refugio de sus compañeros británicos. Pero el desierto es un lugar inhóspito y el combustible no iba a durarle demasiado. Al llegar la noche y estando completamente exhausto supo que debía detener el vehículo para descansar aunque fuese solo un momento. Pensó que desde que se había convertido en militar ésta era la primera vez que realmente se encontraba solo en el desierto. Además a veces no podía evitar sentirse invadido por la melancolía por todo lo que había pasado con las muertes de Steve, Baxter y Collinson. Percibió que también era la primera vez en el desierto que podía detenerse un poco a admirar el estrellado cielo.

Porter tuvo que soportar el cruel frío del desierto, durmió acurrucado dentro del jeep aunque ciertamente no pudo conciliar bien el sueño porque su mente le demandaba estar siempre alerta, quienes le perseguían podían sorprenderlo en cualquier momento y a cualquier hora y entonces matarlo sin que él se diera cuenta.

Temprano al amanecer justo cuando el sol comenzaba a salir detrás de las montañas, que se divisaban aún un poco lejanas, Porter despertó de su sueño. Había sido un sueño reparador a pesar de todo, ahora se sentía con suficientes fuerzas de nuevo para seguir arduamente su camino hasta llegar al campamento británico en Lashkar Gah, pero sabía que aún faltaba un largo camino por recorrer.

Se espabiló tan pronto como pudo y se dio cuenta que también tenía mucha hambre, ya ni siquiera podía recordar cuando había sido la última vez que había probado alimento. Tal vez también se estaba deshidratando, en su cantimplora descubrió que ya no le quedaba ni una gota de agua, pero eso no debía impedirle llegar. Tenía que sacar fuerzas de donde fuera para seguir adelante, tenía que dejar a un lado su hambre y su sed. El camino era todavía largo pero no eterno y tampoco estaba decidido a dejarse morir de esa forma en el desierto luego de haber soportado todo, luego de haber combatido de esa manera.

Las cuentas estaban saldadas, Steven y Collinson habían muerto, su objetivo Baxter había muerto pero todavía quería vivir su vida en Londres y darse otras oportunidades para seguir sirviendo en misiones para la milicia, algo en lo que él siempre se había entregado.

Arrancó el Jeep rápidamente mientras el fresco clima de la mañana comenzaba a transformarse rápidamente de nuevo en un habitual calor abrasador. Mientras Porter conducía el Jeep por el árido desierto a veces no pudo evitar sentir flaquear debido a la falta de alimento, agua y el calor sofocante. Pero su tenacidad seguía implacable y poco a poco podía divisar que las dunas disminuían. Las montañas se veían cada vez más cercanas a él, quería pensar que eso era algo real y no un vago espejismo. Nunca los había experimentado pero sabía que siempre podía haber una primera vez para todo.

Pero sobretodo Porter se sentían muy agradecido de que hasta ese momento no hubiera divisado un solo terrorista. Todo estaba marchando muy bien, sólo debía resistir un poco más. Desgraciadamente su teléfono móvil estaba ahora completamente inservible y aunque desde la sección 20 en Londres habían estado tratando de comunicarse con él todos los intentos habían sido en vano. Hasta ese momento en la MI6 aún no sabían que Collinson estaba muerto y que Porter estaba recorriendo solo el desierto.

La agencia especial enviaría jets y un helicóptero de las fuerzas especiales británicas en busca de sus dos militares en misión, pero para ese momento Porter ya estaría llegando a Lashkar Gah y estaría a salvo en la base británica.

Finalmente tan solo le faltaban menos de 30 kilómetros para llegar allá pero Zahir Sharq y sus hombres no se daban por vencidos y habían mandado por su captura desde el día anterior. La enormidad del desierto les había dificultado un poco la tarea pero en un momento finalmente divisaron el jeep de Porter y le sorprendieron inesperadamente disparando una ráfaga de proyectiles de alto calibre hacia él. Porter reaccionó tan rápido y audaz como siempre lo había hecho y rápidamente tomó una de las ametralladoras y les disparó a los extremistas sin detenerse a dudarlo, mientras se protegía a sí mismo inclinado dentro del Jeep. Porter logró herir de muerte a varios de ellos y decidió arrancar el jeep aumentado la velocidad pero otra ráfaga de proyectiles fue disparada súbitamente contra él y aunque Porter trató de cubrirse detrás encogiéndose dentro del Jeep una bala alcanzó a rozarle el costado izquierdo de su torso. La sensación inmediata que tuvo por esa bala que le había alcanzado fue de un calor intenso que pronto se convirtió en dolor agudo. Pronto se percató que también varias esquirlas se le habían incrustado en la espalda y en los brazos. Pero estaba perfectamente entrenado para hacer a un lado el dolor, lo más importante era seguir acelerando el vehículo y proteger su vida para volver a atacarlos ante cualquier oportunidad, eliminar en cuanto le fuera mayor posible a sus enemigos. Como él mismo siempre había dicho, el tipo con la mejor arma y destreza es quien siempre gana. Él debía ganar.

Condujo el Jeep más velozmente y al fin para su fortuna Porter pudo alcanzar a llegar hasta una zona rocosa donde tuvo tiempo para detenerse y ocultarse. Pensó en ese momento que al fin había logrado hacerles perder la pista.

Se detuvo un momento para suspirar y quejarse un poco del dolor causado por las heridas recibidas, al llevar sus manos hacia las heridas se percató que sus dedos salían completamente cubiertos de sangre, estaba perdiendo mucha. Dentro del Jeep por fortuna había algunos paños que logró alcanzar y se hizo de inmediato un par de torniquetes improvisados. El dolor estaba incrementando gradualmente y temía que la pérdida de sangre pudiera marearle y hacerle desmayar en cualquier momento, ahora estar herido le hacía tener una enorme desventaja. El maldito campamento quedaba cerca pero a la vez demasiado lejos. Por suerte la aridez del desierto estaba terminando, la arena ahora parecía ser sustituida por rocas de enorme tamaño lo cual le ayudaba a ocultarse mejor de sus enemigos. Seguro que todavía quedaban bastantes de esos bastardos con vida y seguramente estaban ocultos en cualquier parte, acechándole incluso por la espalda y por su puesto fuertemente armados, demasiados para un solo hombre como él pero Porter nunca se rendía, ni toda esa horda de terroristas entrenados, empecinados con su ideología disfrazada de ortodoxia, peligrosamente armados y sobretodo ilesos podrían detenerlo. No estaba decidido a morir en el desierto de Afganistán y mucho menos en manos de esos estúpidos.

Tomó fuerzas de nuevo para volver a arrancar el Jeep, aunque esta vez le resultó más dificultoso, y volvió a recorrer el camino. Quizá aún le quedaban alrededor de 50 minutos para llegar a la zona donde podía encontrar el campamento y las construcciones de ingeniería anglosajona de la ciudad de Lashkar Gah.

Recorriendo el camino sintió súbitamente como un neumático del Jeep se menoscababa y acto seguido esto hizo que la velocidad del Jeep disminuyera. En un momento el neumático había quedado inservible. En seguida Porter supo que eso había sido provocado por un impacto de proyectil. Los talibanes estaban pisándole de nuevo los talones, disparando los proyectiles hacia él, implacables.

—¡mierda!, estos malditos tipos jamás se terminan— maldijo ensimismado al mismo tiempo que golpeaba el volante del vehículo con transitorio arrebato, estaba demasiado molesto, cabreado y terriblemente dolorido. Pero no tenía tiempo para detenerse siquiera un segundo a pensar en todo lo que en ese momento le estaba irritando. Solo podía maldecir todo por un instante para pensar rápido en cómo tendría que volver a los terroristas y salir de esa situación.

Pronto volvieron a dispararse una lluvia de proyectiles hacia él pero pudo ser lo suficientemente hábil para escabullirse fuera del Jeep. Tomó un par de ametralladoras y con el dolor que la aquejaba se alejó del Jeep y se ocultó entre unas piedras cóncavas que asemejaban pequeñas cuevas. El maldito Jeep ahora ya no le servía y tenía que seguir su camino a pie, herido y debilitado, deshidratado y lleno de furia hacia esos malditos extremistas. A él todos ellos le importaban una mierda, todos ellos podían irse al infierno. Porter siguió maldiciéndolo todo. Seguía perdiendo sangre.

Al perderlo de vista los proyectiles dejaron de dispararse pero los hombres de Zahir Sharq se acercaron prontamente hacía el ahora abandonado e inservible Jeep. El Jeep estaba completamente lleno de agujeros causado por la ráfaga de proyectiles. Descubrieron que Porter no estaba ahí, Porter estaba oculto detrás de las rocas y cuando los hombres se descuidaron Porter les disparó sin piedad desde su ubicación, matándolos a todos en el acto, sin darles tiempo siquiera a que notaran que Porter les había acechado desde lo alto y que les había burlado. En el rostro de Porter no pasó desapercibida una efímera sonrisa de sádica satisfacción. Realmente se estaba cansando de todos esos estúpidos perros de Zahir.

Antes de salir de su escondite Porter divisó con cautela que no hubiera más de esos hombres vivos y sobretodo cerca de él, dispuestos a dispararle con sus pesadas armas. Cuando comprobó que al parecer había terminado con todos ellos Porter decidió salir de su escondite con el propósito de continuar a pie el recorrido. Pero justo cuando dio media vuelta se escuchó de nuevo una ráfaga de disparos hacía él. Sintió como una de esas balas de había alcanzado a atravesar la piel de su brazo izquierdo. Porter no pudo evitar gritar de dolor ante ello pero hábilmente se agachó para volver a ocultarse a pesar de que el dolor del impacto le estaba haciendo perder la consciencia, pero sin saberlo la tierra donde estaba parado era floja e inestable y de pronto se desprendió bajo sus pies. En un instante Porter sintió como caía por la barranca que terminaba en un estrecho y escueto riachuelo. Porter no supo en que momento comenzó a perder el conocimiento, tal vez las heridas y la debilidad le hicieron desvanecerse antes de caer al agua. Por un instante pensó que ese podía ser su final, los malditos extremistas le habían ganado, terminarían por rematarlo para dejarlo muerto y llevárselo a las manos de Zahir, fue lo único que Porter pudo alcanzar a maquinar dentro de su consciencia que estaba desvaneciéndose mientras su cuerpo herido caía por la hondonada. Esos bastardos le habían ganado. Pero antes de que su mente se nublara por completo Porter creyó escuchar el ruido de un par de helicópteros acercándose. Luego ya no supo nada más.

Porter despertó poco a poco en medio de una gran conmoción. Sus ojos se abrieron lentamente mientras se acostumbraban un poco a la luz del sol. Trató de inmediato de adivinar qué era lo que realmente la había pasado y en donde demonios podía encontrarse ahora. Su cabeza le daba vueltas, se sentía terriblemente mareado y atenuado y su visión era aún un poco borrosa. Se sentía demasiado débil y dolorido. En ese momento solo había divisado el techo del lugar, el cual parecía estar bastante deteriorado. Luego divisó que el resto de los muebles no eran muy claros pues una delgada cortina colocada alrededor de la cama en donde yacía le impedía verlos bien. Notó bien que era temprano por la mañana, podía reconocer el sol matutino entrando por la ventanilla. Se llevó una mano a la cabeza por inercia y pronto le aquejó un dolor punzante en su abdomen. El dolor le impedía incorporarse o siquiera moverse, lo mismo le sucedía con su brazo izquierdo. Esto tenía que ser por causa de los impactos de bala que le habían alcanzado a herir. Pronto se dio cuenta que se encontraba dentro de una habitación pequeña pero funcional y que ese lugar seguramente debía ser un improvisado hospital. Era la base británica. Se sonrió para sí mismo al alegrarse de saberse a salvo y recuperándose. Aunque no podía recordar cómo era que había logrado salir de eso. Se sintió un tanto incrédulo ante ello.

—oh, ¡ya veo que finalmente ha despertado!— dijo de pronto una voz desconocida pero que le resultó a Porter sumamente agradable a pesar del tono serio que estaba usando. La persona entró a la habitación y se acercó a él. Porter aún no lograba aclarar bien su visión pero por el dulce tono de su voz y la silueta de esa persona pudo darse cuenta que se trataba de un joven enfermero, o quizá un doctor. El joven doctor, de muy rubio cabello, llevaba una tablilla con registros en la mano y se acercó más a la cama de Porter con la intención de hacerle una revisión superficial sobre su paciente.

El joven rubio corrió la cortina y usando su estetoscopio sobre el pecho de Porter comenzó a escuchar los latidos de su corazón. Porter aún seguía terriblemente convaleciente pero en cuanto el rubio se acercó a hacerle tal revisión pudo divisar bien que en su bata blanca tenía escrito "Dr. Watson". Con total seriedad Watson siguió examinándolo.

—ha permanecido inconsciente desde hace un par de días señor, es necesario que le haga esta revisión para comprobar que todo anda bien— dijo el doctor Watson formal mientras se descolocaba el estetoscopio de sus oídos y acto seguido hacia una anotación en una hoja de su tablilla de expedientes.

—oh, ¿en serio estuve inconsciente por dos días? Malditos bastardos talibanes—musitó Porter, al hablar comprobó que su debilidad le estaba impidiendo incluso poder articular bien las palabras. Tuvo que hacer un gran esfuerzo para lograrlo—bueno he de decir que me alegra mucho estar con vida—Porter trató de expresarse risible.

Watson le miró con detenimiento durante unos segundos y esbozó una sonrisa breve. Con solo ver a Porter pudo comprobar que se trataba de un sujeto sumamente tenaz, valiente, decidido, firme y luego de admirar un poco eso se acercó de nuevo a él para revisar someramente el progreso de la curación de sus heridas. Levantó un poco los vendajes, primero el del brazo, para comprobar que las heridas estuvieran cicatrizando bien y en ese momento, en esa cercanía, Porter pudo divisar mejor el rostro de Watson. Su visión aún estaba un poco errada pero pudo percatarse que Watson estaba bastante concentrado y atento en su trabajo, supuso que era un hombre serio y recatado y también reparó en que no se trataba de un hombre demasiado joven, quizá Watson tenía una edad no muy alejada de la suya. Saber que en una persona de esa edad podía existir un rostro con tal serenidad y sutileza y una voz armoniosa como la suya le despertó un poco de inevitable curiosidad

—parece ser que sus heridas están sanando bastante bien, señor Porter—dijo Watson y siguió inspeccionando las heridas de Porter.

—muchas gracias por atenderme Dr. Watson— expresó Porter con voz entrecortada y se esforzó enormemente por dedicarle una lánguida sonrisa, señal de su completo agradecimiento. Watson le miró y se encontró con sus azules ojos que sobresalían gentilmente entre todos esos rasguños de su cara. Le sonrió de vuelta.

—está usted todavía muy débil, señor Porter. No debe sobre esforzarse demasiado. No se preocupe, ahora está a salvo con nosotros. Y también debo decirle que además de los impactos de bala que recibió también sufrió una fractura en la tibia derecha por causa de la caída hacia el riachuelo de donde lo rescataron, y delicadas contusiones. Afortunadamente los impactos de los proyectiles aunque le hirieron profundamente no dañaron ningún órgano vital. También se presentó un gran cuadro de deshidratación y consunción, seguro debido a una gran falta de alimento. Le hemos suministrado suero por vía intravenosa y por su puesto hemos atendido todas sus heridas y lesiones. Tendrá que permanecer con la escayola en su pierna durante algunas semanas. En verdad llegó usted aquí con un aspecto terrible, perdió mucha sangre, pero el progreso está avanzando bien. En cuanto se recupere un poco más será reenviado al Reino Unido, no se preocupe — explicó Watson.

— ¿Fue usted quien me atendió y me suministró todo eso, Dr. Watson?— inquirió Porter con voz dificultosa pero tratando de sonar dulce, pero no quiso dejar de sonreírle al agradable doctor que le había salvado la vida curándolo.

—jaja bueno, yo junto con otros colegas— farfulló Watson tímido.

—de cualquier forma se lo agradezco enormemente Dr. Watson. Me ha salvado la vida—dijo Porter sonriendo aún más, e intentó alzar un brazo con el propósito de alcanzar a tocar un poco de la bata blanca de Watson.

—es mi deber atender heridos de guerra, señor Porter— dijo Watson secamente, aunque casi no podía ocultar que recibir esos agradecimientos de alguien a quien había atendido herido de gravedad le agradaban sobremanera, sobretodo tratándose de un muy atractivo sargento como John Porter.

—Espero algún día poder pagárselo, Dr. Watson— expresó Porter contento, no dejando de mirar el rostro amable de Watson que permanecía también mirándolo al pie de su cama.

—bueno, debo informar al personal que finalmente ha despertado señor Porter. Volveré en un rato, ¿de acuerdo? Por lo mientras descanse un poco más— dijo Watson amable.

—jaja doctor, no sabe cómo me encantaría disfrutar de comer algo sólido. Ya no recuerdo cuando fue la última vez que comí algo, en realidad. Ahora mismo sólo tengo el sabor metálico de la sangre en mi boca— expresó Porter debilitado pero entusiasmado, quizá Watson podía pedir para que le llevasen algo sólido de comer. Watson le sonrió risible.

—bien señor Porter, tiene usted razón. En seguida ordenaré para que le proporcionen algo de comer—dijo Watson tratando de ocultar su risita provocada por la timidez.

—podría traérmelo usted mismo, ¿Dr. Watson? Si no es mucho pedir…— Porter habló intentado persuadirle amistosamente pues ciertamente Watson le inspiraba confianza, tranquilidad y sobretodo ánimo.

—mmh de acuerdo, volveré pronto con ello— dijo Watson y acto seguido salió de la habitación. En ese momento Porter se dio cuenta que dentro de la misma habitación había otro par de pacientes heridos recostados en sus respectivas camas. Por el momento todo estaba tranquilo y a salvo pero siguió preguntándose qué había sucedido con Zahir Sharq y sus hombres, seguramente aún continuaban siguiéndole la pista.

Por otra parte para ese momento Zahir ya se había comunicado con Frank Arlington informándole que su misión de terminar con Porter había fracasado y que ahora mismo estaba a salvo en la base británica de Lashkar Gah y que debían esperar otro momento para retomar la emboscada.

Frank Arlington estaba furioso.

Porter volvió a adormecerse un poco mientras esperaba, debido a la aburrición y también debido a que realmente se encontraba muy débil. En casi una hora Watson volvió a la habitación ésta vez con una charola en las manos, la cual contenía un cuenco de sopa, un guisado con ternera y frutos secos además de un vaso con zumo de alguna fruta.

—aquí está su comida, señor Porter— expresó Watson tratando de sonar animoso, aunque sólo lo hacía por sus pacientes porque realmente él se sentía un poco cansado de estar en ese país y de toda esa actividad bélica de ahí afuera.

Porter se despabiló por completo al ver a Watson acercarse a él y se alegró de volver a verlo. Le alegró mucho también poder al fin comer algo. Porter trató de incorporarse pero el terrible dolor de su cuerpo le hizo sentir como si al tratar de hacerlo mil agujas se le clavaran en la piel. Era un dolor infernal. Porter dio un respingo ante ello y Watson posó la charola sobre la cómoda por un momento.

—no intente moverse demasiado señor Porter, sus lesiones son delicadas y lo mejor es que mantenga su posición rígida— le regañó Watson y trató de ayudarlo. Porter sonrió risible.

—sí, tiene razón Doctor, debo obedecer sus órdenes, lo siento— se excusó Porter y Watson le ayudó a recostarse de nuevo cuidadosamente sobre la cama.

—para estos casos solo basta con accionar la cama para que se recline hacia arriba— dijo Watson y cuando accionó un botón de la cama ésta se inclinó hacia arriba lentamente dejando a Porter en una posición adecuada sin tener que moverse. Watson volvió a tomar la charola y la colocó sobre las piernas de Porter.

—muchas gracias Dr. Watson, es usted mi salvador— Porter rio y Watson tomó una cuchara y con ella tomó un poco de la sopa del cuenco para dársela a comer a Porter. Porter se sintió como un pequeño niño. La idea de que el rubio joven doctor le diera así de comer le divertía sobremanera.

—Bien, le ayudaré a comer señor Porter— dijo Watson acercándole la cuchara y Porter le sonrió juguetonamente. Watson casi no pudo evitar ruborizarse.

—por favor Dr. Watson, deje de llamarme señor Porter. Mi nombre es John, seguro ya lo sabe— expresó Porter luego de probar la primera cucharada de sopa, Watson estaba a punto de acercarle la segunda.

—Sí, lo sé, tenemos además todos sus datos, sé bien quién es usted…y…permítame decirle que le tengo sumo respeto y admiración por enfrentar tan valientemente a todos esos guerrilleros —dijo Watson esta vez soslayando un poco la mirada para ocultar su timidez.

—entonces si lo sabe por favor llámeme John, llámeme por mi nombre de pila— pidió Porter sonriente.

—mmh de acuerdo lo haré— dijo Watson y dio un breve suspiro de conformidad.

—y por cierto Dr. Watson, ¿cuál es su nombre de pila? No ha sido lo suficientemente cordial para decirme su nombre, si he averiguado que usted es el Dr. Watson ha sido gracias al nombre escrito en su bata— expresó Porter tratando de intimidarlo traviesamente. Watson se volvió hacia él y le sonrió de nuevo.

—es verdad, no me había presentado adecuadamente ante usted, bien mi nombre es John, John Hamish Watson— explicó con una amplia sonrisa dibujada en su sereno rostro y entonces contempló divertido como Porter le miraba con asombro.

—¡así que te llamas John! igual que yo, ¡vaya! Esto sí que es muy grato –Porter río ante ello, aunque no demasiado como hubiera querido pues reír le hacía adolecer terriblemente el pecho.

—puedes llamarme Dr. Watson— dijo el rubio con imponente autoridad fingida, estaba bromeando coquetamente con él.

—errr…creo que me resultará divertida esta situación—dijo Porter sonriente.

—ahora por favor termine su comida sargento Porter, no querrá que se enfríe— expresó Watson divertido y extendió de nuevo la cuchara hacia la boca de Porter, también le gustaba pensar que tan atractivo y tenaz hombre de guerra como Porter se llamara igual que él, aunque él desde antes ya lo sabía.

—De acuerdo John— respondió Porter y probó la cucharada de sopa que Watson le estaba dando en ese momento.

FLASH BACK OFF

John Watson despertó de nuevo de un pesado sueño que le oprimía el pecho. Eran casi las 4:00 am, así lo marcaba el reloj digital posado sobre su buró y su agitada respiración no disminuiría sino hasta pasados algunos minutos después. Otra vez había estado teniendo todos esos sueños recurrentes que lastimaban sus pensamientos, todos esos sucesos que había tenido que ver y experimentar durante la guerra y las guerrillas que había tenido que presenciar, desde aquella primera vez en que le habían enviado a terminar sus prácticas médicas al servicio de la milicia británica en tierras de la India, mucho antes de conocer a John Porter en el desierto de Afganistán.

Los malditos sueños se estaban haciendo cada vez más recurrentes, antes, desde su último regreso a tierras británicas, lo único que Watson había estado soñando eran alguna que otra imagen de guerra disipadas en su subconsciente, en sueños que se presentaban esporádicamente, hasta todo que todos esos sueños comenzaron a aumentar su frecuencia con intervalos de dos o tres días. Pero ahora tenía esas pesadillas cada noche. Pensó entonces que tal vez su mente se empecinaba en ocultar su dolor de perder a Porter, ocultar su dolor de luto cubriéndolo con todas esas pesadillas. Tal vez era mejor que comenzara a conocer a nuevas personas. Aunque nunca había sido realmente bueno para ello.

Tampoco tenía una buena relación con su familia y no quería tenerla. Ya tenía demasiados conflictos consigo mismo para tener que soportar la necedad de su hermana alcohólica.

Watson había abierto su blog hacía apenas un día pero aún no había escrito ni una sola palabra. Ese día sacó de su gaveta su portátil y la encendió con el propósito de iniciar por escribir una primera nota inicial. En cuanto ingresó al blog se detuvo dubitativamente antes de comenzar a teclear algo, realmente no tenía interés ni ganas de escribir algo. Por un momento volvió a su mente el recuerdo de Porter y pensó que tal vez sería bueno hacer un pequeño escrito sobre lo que habían vivido juntos.

"Le conocí en las áridas tierras afganas, hace poco más de un año. El personal de mi sección nos informó súbitamente aquel día que había llegado un informe desde el MI6 de Londres que pedía auxilio por el sargento John Porter y su compañero el ex militar Hugh Collinson, en turno de una peligrosa misión en aquel momento. Según el informe Porter y su compañero se encontrabas escapando de un peligroso grupo de terroristas talibanes que habían estado infiltrándose dentro de los sistemas de control de misiles. Pero resultó que el sargento John Porter había sido el único sobreviviente de dicha misión y ahora andaba perdido en el desierto con probable rumbo hacia nuestro campamento en Lashka Gah. De inmediato se enviaron un par de helicópteros en su búsqueda y tras una exhaustiva búsqueda finalmente hallaron su paradero. Le habían visto caer por una barranca hacia un riachuelo, probablemente gravemente herido de bala. En el lugar se encontraron también los cuerpos sin vida de varios extremistas talibanes. El personal encargado de auxiliarlo lo sacó del agua y con toda prisa lo condujeron hasta nuestra base médica. Hasta ese momento yo sólo le había visto en la fotografía que nos habían mostrado, pero en cuanto llegó en la camilla conducida por los paramédicos asignados le vi en persona por primera vez. Porter estaba inconsciente y su rostro y su cuerpo estaban cubiertos por su propia sangre. Yo sólo hice mi trabajo, me apresuré a auxiliarlo debidamente junto con otros dos de mis colegas médicos y así fue como le extrajimos el par de balas y esquirlas que le habían herido. Cuando todo el percance había apaciguado y tras terminar de intervenirlo en esas cirugías pude al fin divisar su rostro que ahora parecía tranquilo. Un sentimiento extrañamente atrayente me hizo asistirlo y velar su sueño esa noche y cuidar de él hasta que finalmente él despertó. Hasta ese momento jamás imaginé lo importante que Porter se volvería en mi vida a partir de entonces hasta que…"

Watson volvió a dudar en ese momento y se detuvo. No sabía si debía admitir que él mismo estaba tratando de restringirse el sentimiento de zozobra causado por la muerte de Porter o era debido quizá a su estricta formación militar pues de alguna forma en la academia le habían casi obligado a restringir sus sentimientos. Watson se sintió abatido de nuevo, odiaba sentir esa depresión, no quería que eso se profundizara cada vez más con el pasar de los días y que volviera más pesada la vida. Y entonces decidió borrar el texto que había escrito. Dejó su blog en blanco de nuevo. Tal vez algún otro día decidiría al fin escribir algo, algo que no tuviera que ver con John Porter.

Al día siguiente luego de volver a despertar de sus pesadillas, Watson salió de su vivienda, quizá en busca de un empleo, aún estando inválido de su pierna bien podría encontrar algún empleo aunque fuese pequeño y modesto. En el camino por el parque una voz le llamó de pronto.

—Hey, John, John Watson— dijo aquel hombre. Watson se giró media vuelta y se percató que se trataba de un viejo conocido suyo.

—Stamford, Mike Stamford, fuimos a Barts juntos. —pronunció aquel hombre al tiempo que extendía su mano para saludar al rubio John.

—si Mike, perdona, hola—respondió John Watson cordialmente, aunque sin mucho afán.

—he oído que te dispararon en el extranjero— dijo Mike. En ese momento una serie de recuerdos fulminantes atravesaron la mente de John Watson. A veces no podía disimular su abatimiento ante ello.

—Err..sí, me dispararon— confesó Watson al fin. Todo había sido causado en el inhóspito Medio Oriente.

Luego de conversar con su viejo compañero durante un rato en el cual Watson hizo un enorme esfuerzo por mostrarse con ánimo normal, finalmente Watson habló sobre su módica pensión militar la cual posiblemente ya no le podría permitir seguir viviendo en Londres durante mucho tiempo. En ese momento Stamford le sugirió compartir el piso con alguien y aunque Watson se mostró totalmente incrédulo y pesimista ante la idea no imaginó que ese mismo día un par de horas después estaría conociendo a quien sería su nuevo compañero e importante, Sherlock Holmes, en una muy fría presentación.

—¿me dejas usar tu teléfono? Mike— inquirió Sherlock quien apenas le había dirigido una breve mirada a Watson que había entrado junto con Mike a aquel laboratorio.

—oh, lo siento, he olvidado mi teléfono en mi abrigo— se excusó Stamford con Sherlock.

—Puedes usar el mío— sugirió Watson de pronto.

—oh gracias— respondió Sherlock volteando a verlo al fin.

—oh, él es mi viejo amigo John Watson— dijo Mike Stamford.

—¿Afganistán o Iraq? — preguntó Sherlock de pronto soslayando de nuevo la mirada hacia Watson. John se sintió completamente intrigado ante su inferencia.

Luego de comenzar un pequeño y extraño acuerdo mutuo acerca de compartir juntos un buen apartamento en el centro de Londres y de que Sherlock le explicara cómo era que había logrado adivinar sobre su estancia en Afganistán e inferir que Watson era un médico militar que asistía a terapia psicológica, Sherlock acordó fríamente, como usualmente hacía, que se citaran al día siguiente por la tarde.

En ese momento Watson no pudo evitar reír con ironía, le pareció que Sherlock estaba siendo demasiado engreído y era cierto que estaba realmente sorprendido porque había logrado adivinar su condición de esa forma tan acertada solamente mediante una deducción superficial, pero no estaba muy dispuesto a soportar tanta arrogancia.

—¿ya está? ¿Así de pronto? No sabemos nada uno del otro. Ni siquiera sé su nombre— expresó Watson serio y confuso.

—sé lo suficiente, sé que es un médico militar que recién acaba de llegar de Afganistán ahora inválido de esa pierna y pensionado por dicha lesión…

Sherlock volvió a darle toda una serie de explicaciones, todas totalmente acertadas. Entonces se atrevió a salir del laboratorio no sin antes hacerle saber su nombre.

—Sherlock Holmes, la dirección es 221B de Baker Street.

Ese sería el inicio de una nueva vida a lado de este nuevo compañero que a Watson le resultó bastante interesante.

FLASH BACK ON

Era temprano por la mañana y aunque el dolor seguía siendo espantosamente infernal Porter sentía que poco a poco éste disminuía. Pero además de ello ahora se sentía un poco más entusiasmado. Hacía media semana que había llegado a ese hospital improvisado despistando por un tiempo a Zahir Sharq y sus hombres. Eso debía preocuparle pues seguramente en cuanto él pudiera escapar de ahí ellos volverían a buscarlo o peor aún atacarían el campamento en donde ahora se encontraba recuperándose. Pero extrañamente no se sentía demasiado preocupado, quizá se debía a la presencia de su nuevo amigo el Dr. Watson, pues estaba bajo su cuidado y atención. Porter realmente se sentía reconfortado por tener a alguien tan sereno como él para asistirlo. Ver y hablar con el Dr. John Watson de alguna forma le animaba, le hacía olvidar un poco su condición fría de sargento de las más altas fuerzas británicas, un tipo rudo y decidido y fuertemente entrenado para matar a cualquiera de sus enemigos sin dudar.

—buenos días John—dijo Watson al entrar en la habitación, esbozando una dulce sonrisa para su paciente Porter –¿cómo te sientes hoy?.

Porter se alegró mucho de verlo. En ese momento le parecía que la melodiosa voz del Dr. John Watson estaba sonando más dulce de lo usua. Eso le cautivaba.

Watson comenzó a hacer unas pequeñas anotaciones en su tabla de registro y luego se acercó más a la cama de Porter.

—me siento mejor y creo que he mejorado un poquito más ahora mismo de solo verlo, Dr. Watson— dijo Porter sonriente. Ver a Watson le hizo eludir un poco su dolor.

—me reconforma mucho saber eso, en verdad —farfulló Watson un poco tímido y risible, tratando de concentrarse en hacer sus debidas anotaciones en la tabla de registro.

—¿Te reconforta el hecho que mencione que me mejora verte, John? — dijo Porter aún más temerario. Watson rio graciosamente intimidado.

—No, claro que no, me reconforta ver tu mejoría— admitió Watson tratando de evitar que Porter notase su vergüenza. En realidad a Watson le había agradado aquel comentario desatado. Pero no lo admitiría.

—al menos te preocupas por mí, puedo vivir feliz con eso y sobretodo puedo vivir feliz con verte cada vez que necesito volver a tomar mis medicamentos— musitó Porter risible. Watson volvió a sonreír pero esta vez no pudo evitar reír un poco ante ello. Le resultaba divertida la forma en la que Porter se dirigía a él, no lo percibía como coquetería, o hasta ese momento no quería hacerlo.

—jaja bien, hablando de medicinas, precisamente ahora mismo te toca tomar una cápsula— dijo Watson y sacó un pequeño frasco con cápsulas de una medicina de uno de los bolsillos de su bata blanca y luego tomó un vaso medio lleno con agua y se los alcanzó a Porter para que los tomara. En se momento la cama de Porter estaba reclinada por lo que se encontraba sentado de forma erguida.

Porter sonrió y tomó la cápsula pero dejó que Watson le diera a beber el vaso.

—muchas gracias por sus cuidados, Dr. John— farfulló Porter con sonrisa seductora y mirada de sus ojos cual zafiros fija en el rubio doctor. Watson esta vez no pudo evitar sonrojarse sobremanera.

FLASH BACK OFF

Watson llegó a su actual dormitorio, modesto y pequeño, frío y vacío casi tanto como él mismo. Había sido un día de lo más extraño. Aquella mañana de forma tan repentina había tenido que surgir la cuestión de que no podía encontrar a alguien con quien pudiera compartir un apartamento, de que incluso habría sido ridículo considerarlo y en un abrir y cerrar de ojos ya se había citado con un tipo un tanto cretino para ver al día siguiente el nuevo posible sitio que compartirían.

Watson encendió su laptop con el propósito de investigar un poco sobre el susodicho.

"¿Afganistán o Iraq?" aquellas palabras no dejaban de resonar en la mente de John Watson. Entonces recordó como había sido aquel primer beso que había tenido con su fallecido novio, John Porter.

"Fue aquel día el campamento tuvo la decisión forzosamente obligada de cambiar su ubicación cuando repentinamente probé sus labios por primera vez, en aquel sutil beso deseado, anhelado, en medio del terreno de Gerešk de la provincia de Helmand. Un beso dulce y excitante, como un oasis en medio del desierto…."

Watson volvió a sentirse invadido por la zozobra y la melancolía. Pensar que nunca más volvería tener los besos de su amado John Porter le carcomía el alma. Watson terminó de escribir aquella entrada de su blog pero esta vez no la borró, decidió mejor guardarla para uso estrictamente privado.

"te amo John Watson, no quiero que este sentimiento que siento por ti se desvanezca jamás, como la arena tocada por el viento en el desierto"

Aquella noche Watson no tuvo las mismas pesadillas recurrentes, aquella vez sus sueños se transformaron en plácidos recuerdos de su hermoso romance vivido con John Porter. Watson soñó toda la noche con él.

Nota final: Okay, espero que hayan disfrutado aunque sea un poco de este primer capítulo, ya verán en capítulos posteriores todo lo que en realidad sucedió tiempo atrás antes de que Watson regresara a Londres y algunas cosas más, en especial situaciones hot jeje.

Se agradecen todos vuestros comentarios ;)