Título original: Entre Lune et Etoile
Autora: Fenice
Traductora: Yuri Black
Summari: en un universo alternativo, Remus encuentra sentido a su vida cuidando a Harry. Entre la Luna y las Estrellas, ¿será capaz de volver mínimamente el mundo mágico justo?
Rating: K+
Disclamer: los personajes pertenecen a J.K. Rowling y la historia le pertenece a Fenice. Yo solo me encargo de traducirla con su permiso.
ENTRE LA LUNA Y LAS ESTRELLAS
1. La sombra que lloraba
Llovía.
Llovía sobre Londres y también sobre Remus Lupin, quien salía del metro mientras se subía el cuello de su gabardina muggle. Llevaba 4 años ahogándose en esa ciudad, en su flujo y reflujo, en su humedad y su anonimato. No creía poder vivir en cualquier otro lugar. La calma del campo lo llenaba de una angustia, como si nunca antes lo hubiera sido. Una ciudad muggle era la única y mejor solución.
¿Qué le podía ofrecer el mundo mágico? Todos los magos y brujas a los que había conocido estaban muertos, todos muertos… o peor aún: estaban en azkaban, que era peor que la muerte, de eso Remus estaba seguro, y no lo consolaba. Hacia 4 años, con James, Sirius y Peter, se había sentido lo suficientemente fuerte para lidiar con la desilusión que se llevaban las mujeres cuando se enteraban de su condición de licántropo, por hacer frente a Voldemort, por conseguir pertenecer a un lugar. Con la sonrisa de Lily el creía que existía, que era como los demás. Y el pequeño bebé que James y Lily habían tenido y unido a su pequeño grupo parecía asegurar que el futuro sería mejor. Y finalmente, su amigo, el amigo de todos, Sirius, lo había arruinado todo. ¿Había alguna palabra que pudiera expresar el dolor causado por la elección de Sirius? No solamente había traicionado a James, Lily y a Harry, también había destruido sus vidas, la de Peter y la suya propia. A veces, Remus llegaba a la conclusión que Sirius era aun peor que Voldemort.
"¿Quién lo hubiera pensado?" Repitió el, como cada noche cuando llegó a la puerta del edificio donde vivía.
Como de costumbre, abrió su buzón. Estaba completamente vacío. ¿Quién le hubiera escrito de todos modos? Lentamente subió hasta su apartamento en el quinto piso. No tenía ninguna prisa por llegar a ese lugar en el que estaría completamente a solas con sus pensamientos. Sin embargo, su pequeño estudio en el ático no era el peor lugar en el que había vivido. Incluso tenía una ventana bastante espectacular por encima del resto de tejados. Con un poco de imaginación, se podía olvidar por completo la ciudad y sus rumores. Aunque lo que Remus habría querido olvidar no era el ruido ni la contaminación urbana. El hubiera preferido perder sus recuerdos y olvidar quien era. Le gustaría tener la valentía de dejarse ir, de dejar de pelear y encontrar por fin su descanso en la locura feliz. Pero no le había sido ofrecida ninguna de estas opciones.
Cuando llego, Remus resistió la tentación de acostarse nada más llegar, sabiendo que si lo hacía volvería a estar en pie a la una de la mañana sin poder dormir de nuevo. Se concentro en las tareas domesticas: preparo te i arreglo el pequeño almacén de alimentos que tenía en la pequeña nevera, todo de forma muggle. Durante 4 años había renunciado totalmente a la magia. O casi. La utilizaba antes de cada noche de luna llena, antes de pasar a convertirse en la bestia vil e indomable. Cogió su varita de su escondite (una tabla separada del piso de su baño) e hizo un hechizo de silencio en todo su estudio para proteger el sueño de sus vecinos. Hechizo los muebles, haciéndolos resistentes a los ataques que podrían sufrir y bloqueo sólidamente las puertas del armario. No era que tuviera muchas posesiones terrenales, pero era más rápido que sustituirlas o repararlas. Finalmente hizo lo más importante: coloco una serie de hechizos muy poderosos en la puerta para hacer el lugar inviolable tanto des del interior como des del exterior. Si el edificio se incendiaba esa noche, no podría hacer nada… ¡pero los incendios eran menos comunes de lo que se esperaba!
El resto del tiempo, su varita estaba bien escondida debajo de la delgada tabla del baño. No tenía razones para trabajar como bibliotecario en esa institución muggle para niños inadaptados. Era un trabajo solitario y mal pagado, pero que le convenía. Siempre le habían gustado tanto los libros como los niños. Entonces, para que necesitaba el dinero? Lo que ganaba le era suficiente para sobrevivir.
Los fines de semana, se levantaba al amanecer y caminaba por toda la ciudad metódicamente hasta el anochecer. Un ritual inmutable que solo cambiaba los días de luna llena. Esta rutina le había mantenido vivo, y él lo sabía. A veces le pesaba, pero, sobre todo, le proporcionaba un sólido bastón contra la desesperación.
"Y James no lo habría aceptado"se sorprendió a sí mismo murmurando en su sala de estar. Sonrió "¡Oh, no! ¡Nunca!"
No. James no había sido alguien que se dejaba llevar por la desesperación. Él no había renunciado jamás a Lily, quien se negaba a verlo. No había despreciado a Sirius cuando aún era el heredero de una familia de pura sangres más radicales. No le había despreciado a él, a pesar de su condición de hombre lobo, o incluso había aceptado a Peter, a pesar de su mediocridad. Fue capaz de hacerles creer que eran excepcionales, que lograrían todo lo que se propusieran, que siempre había soluciones cuando se pertenecía a los Merodeadores. Ni siquiera huyó cuando Voldemort había hecho de su familia sus enemigos.
¿Y entonces? Preguntó una suave voz desagradable en un rincón de su cabeza. ¿Es que Lily se había salvado? Había algo que podría haber impedido a Sirius traicionarlos por... ¿Por qué? Durante cuatro años, cada día, cada hora, cada minuto, el cerebro de Remus se había hecho esta pregunta: ¿qué podría haber llevado a Sirius a traicionarlos? Que le había hecho abandonar el sendero que había elegido, estrecho y doloroso, sus opiniones radicales, sus amigos, por quienes había sacrificado su apellido, su fortuna, su familia y su reputación? Todo esto no tenía sentido. O entonces esto solamente mostraba la inanidad del mundo y las bajas expectativas que se tenían que tener.
Mientras estaba hundido en esos pensamientos circulares, Remus había cenado, lavado su taza y asiento y ordenador la cocina. Como cada noche, decidió dar un paseo a pie antes de irse a dormir. Se puso su largo abrigo de color gris y salió. En la calle la lluvia se había detenido. Los charcos brillaban con la luz de las farolas. Remus levanto la vista para observar el cielo, que permanecía nublado para, después, empezar a caminar sin destino por las calles que conocía tan bien que era capaz de recordar cada marca del suelo.
Los niños eran extrañamente numerosos esa tarde en la calle, observó Remus. Saliendo un poco de su mundo interior los observo yendo de puerta en puerta dando gritos de alegría de repente, prosiguiendo alegremente, echando confetis y caramelos por los aires disfrazados de diversos personajes. Remus reconoció a muchos de los personajes que representaban lo que los muggles imaginaban que era el mundo de los magos, los vampiros y los no-muertos.
"Halloween" escucho que le decían de repente "¡Es Halloween"
Y ese pensamiento, irremediablemente, lo llevo cuatro años atrás… Halloween fue el día escogido por Voldemort para matar a sus mejores amigos… La traición de Sirius había sido revelada pocas horas antes. Su vida de mago, sus últimas esperanzas habían desaparecido.
Inconscientemente, se detuvo en una esquina de la calle, incapaz de continuar adelante o dar media vuelta. Un grupo de niños se acerco a él, gritando y riendo inconscientes de su profunda consternación. La inquietante barra de neón rosa agitada delante de sus narices por una pequeña hada rubia le hizo sonreír. Francamente, ¿Cómo podían creer que la magia venia de algo tan ridículo?
"Truco o trato" exclamo ella, obligándose a si misma a mirarlo amenazante. Al no llevar dulces reviso sus bolsillos en busca de algunas monedas.
"¡Anna!!" La hermana mayor, pensó viendo a una chica que iba vestida de una vampira demasiado sangrienta para ser realista, ¿Cómo se acercaba a sus víctimas? Volvió en si tras escuchar hablar a la niña "¡Anna no te quedes atrás sola! ¡Mama ha dicho que estuvieses cerca de mí!"
"El Señor Sombra me iba a dar algo" se justifico la pequeña Anna. Ahora que las veía juntas le parecieron conocidas.
"El Señor ¿qué?" pregunto Remus para retenerlas un momento
La hermana mayor hizo retroceder a Anna:
"Ella es una niña señor, no sabe…" comenzó ella, visiblemente incomoda por la revelación de su hermana menor.
"Si, lo sé" protesto Anna "¡Todo el mundo lo llama Sombra! ¡Yo he dicho 'Señor' Sombra!"
Remus empezó a reír francamente.
"¿Vosotras me llamáis así? ¿Me conocéis?"
La mayor asintió con la cabeza lentamente.
"Viene a buscar el pan a la tienda de nuestro padre" comenzó la mayor, y de inmediato Remus las recordó detrás del mostrador.
"Se ve solo y triste" agrego la pequeña Anna "Siempre con esa capa gris"
Remus sonrió suavemente. Gris, solo y triste, ¡qué razón tenían! Tomo un billete de 5 libras de su cartera y se lo dio.
"Tomad, compraros un montón de caramelos. Me gusta mi apodo" añadió con sinceridad.
Después de un instante de vacilación, la hermana de Anna tomo el billete e intento tirar de Anna hacia el grupo de niños que se alejaba, pero Anna se resistió.
"Usted tiene hijos?" pregunto ella
"No" respondió Remus antes de que la hermana interviniera. ¿Sería útil decir que no tengo ese derecho? Se preguntó tristemente.
"¿Sobrinos?"
"Anna" Protesto la mayor de nuevo.
La primera intención de Remus fue decir que no, pero una idea extraña se le pasó por la cabeza.
"Hay un niño de 5 años que es casi como mi sobrino" explico él, casi inconscientemente.
"¿Cómo se llama?" pregunto la pequeña hada rosa, con gran interés. Tal vez esperaba conocerlo.
"Harry… Harry Potter" susurro Remus. Y el nombre sonó extraño en sus oídos, familiar y desconocido a la vez, como una canción olvidada.
"Lo ve a menudo?"
"No"
"Por qué?"
"¡Anna ya es suficiente!" Gruño entonces la mayor, mirándola visiblemente irritada "¡A la gente no se le hacen esas preguntas! ¡Y ya tenemos que irnos!"
"No pasa nada" intervino Remus un poco mecánicamente. Si, y, ¿Por qué? Pregunto esa pequeña voz de su espíritu a la que solo las largas caminatas podían callar. ¿Por qué piensas tan a menudo en él y no eres capaz de hacerle una visita? ¡Ni siquiera estas seguro de si lo reconocerías si te cruzaras con el por la calle!
"Gracias, Señor, por el dinero" dijo la hermana, alejándose y tirando firmemente de su hermana. "Y feliz Halloween"
"¡Adiós! ¡Dígale hola a Harry de mi parte! ¡Tiene la suerte de tener un tío guay!" grito la niña que se había convertido en una ráfaga de tul rosa.
"No faltaré mas" respondió finalmente Remus, demasiado tarde para que ella le escuchara.
Buenas!!
Aquí mi última traducción!
Hace mucho que estoy batallando para empezar a traducirla, pero nunca tenía tiempo.
Ahora aprovecho para empezar!
Los capítulos no son largos, pero la verdad es que me encantan!
La historia consta de 40 capítulos, así que podéis ir respirando que tenemos lectura suficiente!
Espero que os guste!
Un beso a tods!
Yuri Black
