Nota de autora*
Hola chicos,
Soy nueva en este tema de los fanfic y esta es mi primera historia, de verdad espero sea de su agrado y quiero que comprendan que mi cometido al momento de escribir esto es poder aportar un granito de imaginación a esta revolucionada historia que se puede dar entre Draco y Hermione, bien dicen que los polos opuestos se atraen.
Quiero dejar claro que esta historia que escribiré a continuación es exclusivamente para este sitio web y que si aparece en cualquier otro lugar de la red me escriban inmediatamente, debido a que eso se puede considerar como plagio. Bueno no discuto más y espero que disfruten las letras tanto como yo.
Antes que nada, agradeceré cualquier aporte para mejorar o cualquier duda que pueda aclarar en los reviews… ¡muchísimas gracias! Y bellas letras.
LinaR.
La historia se sitúa en el séptimo curso de Harry, Ron y Hermione; Dumbledore aún vive, desde hace un año no se sabe nada de Voldemort, Lucius Malfoy escapó por poco de los aurores , Snape continua siendo el profesor de artes oscuras, mientras Slughorn es el de pociones.
Los hechos escritos a continuación no hacen parte de ningún libro original de la saga escrita por J.K Rowlling, he variado detalles para seguir con la trama de la historia, sin embargo todos los derechos del maravilloso mundo mágico son de la autoría de J.K
Capítulo 1: Algo personal
Era un día soleado del último mes de verano y Hermione disfrutaba de esa mañana en el jardín trasero de la madriguera. Por supuesto había llegado unas horas antes para ir junto con sus amigos, a su último año en Hogwarts, en realidad solo pensaba en eso la mayor parte de las vacaciones… hace unos años había entrado a ser estudiante del mejor colegio de magia y ahora solo a unos cuantos meses, de no volver nunca más. Estaba tan contenta de tener los amigos que tenía, de ser la persona que era, tan contenta de su familia, se sentía orgullosa de ser Hermione Granger, y en aquel momento se dijo a sí misma, que sería el mejor año de todos.
-¡HERMIONE! – vociferaron los gemelos a la vez que se aparecían frente a ella, desde que aprendieron a hacerlo, no se habían cansado de repetirlo, la castaña ya no se asustaba más, había aprendido a reconocer un patrón antes de que los gemelos aparecieran, casi de forma inaudible, se escuchaba un sonido agudo que se intensificaba a medida que pasaba el tiempo hasta que estallaba en un golpe sordo típico del hechizo.
- Hola chicos – dijo de manera despreocupada sin apartar la vista del libro que tenía frente a ella.
- ¿Por qué no te asustas? – preguntó George
- ¿o te sorprendes? – dijo Fred
- ¿o gritas? –
- ¿En los golpeas? -
- Déjenme aclarar algo, ¿quieren que les grite y los golpee? - Hermione alzó la mirada para ver divertida a los dos chicos que tenía en frente.
- Contigo no hay caso – dijo Fred mirándola, reprimiendo un puchero de disgusto.
- Dice mamá que vayas a la cocina, te quiere entregar algo – terminó George dándose media vuelta con su hermano para desaparecer (de nuevo) pero antes de que lo hiciera Hermione lo tomó del brazo.
- ¿Qué me quiere entregar la señora Weasley? – le preguntó un poco asombrada.
- Averígualo tú… sabelotodo - y sacándole la lengua los dos a la vez, desaparecieron. Hermione pensó que podían perfectamente ser desagradables cuando querían. Se encamino al interior de la casa y en la cocina se encontró a la Señora Weasley y a Ginny sentada en un taburete de la mesa, sosteniendo algo en la mano. Cuando se acercó más, se dio cuenta de que las dos habían estado llorando, pero ambas tenían una sonrisa dibujada en el rostro, al llegar la castaña, Molly le dijo con un gesto que se acercara, Hermione se situó al lado de Ginny , quién cruzó con ella una mirada tranquilizadora que devolvió agradecida.
- Mi niña – empezó la señora Weasley – Quería darte algo que ha estado en mi familia durante muchos años… - sacó de su delantal gastado, un pequeño collar, un relicario que a simple vista se veía antiguo. De apariencia delicada, y no muy grande, color bronce con grabados sencillos pero hermosos en su superficie. – Sé muy bien que no es algo de gran riqueza… - la Señora Weasley empezó a sollozar, pero a continuación secó sus lágrimas – sin embargo quiero que lo conserves – y diciendo esto, extendió su mano entregándole a la chica el pequeño camafeo.
- Yo… señora Weasley… yo no puedo…. – Balbuceó Hermione sorprendida por aquel gesto.
- Mira, Hermione, te he visto crecer, has sido como una hija para mí, tú y Harry, son… son mis hijos, y estoy orgullosa de ti, de tus logros como bruja, de haber salvado a Ron y a Harry en más de una ocasión, de tratar de que ellos sean mejores cada día… Hermione Jean Granger… Weasley, quiero que tengas esto – se acercó más a ella e hizo cerrar sus manos alrededor del collar – era de mi hermana, ella murió en la primera gran guerra mágica, sus habilidades como bruja eran excelentes y falleció por dar su vida a los demás, era inteligente pertenecía a Ravenclaw, creo que hubiera estado encantada de dártelo, quiero que aquí guardes junto a tu foto, la foto de aquel que se merece tu corazón, no olvides que este tiene un valor grande, muy grande, al que solo alguien muy especial podrá llegar. – Y finalizando esto, pasó sus brazos alrededor de ella, haciendo que Hermione la abrazara de vuelta y soltara unas pequeñas lágrimas de emoción, melancolía y gratitud a quien seguramente consideraría por siempre como una segunda madre. Cuando se separaron la castaña pasó el collar por encima de su cabeza y se lo colgó alrededor del cuello, viendo que quedaba a escasos milímetros de su pecho, era perfecto. Había apenas terminado de colocárselo cuando Harry y Ron bajaron las escaleras, hasta llegar a donde estaban las tres mujeres.
- Madre, nos vamos ya – dijo Ron, pero al ver la cara roja de la señora Weasley se paró en seco, volteó a ver a su hermana, quién también tenía facha de haber llorado y por fin se detuvo en Hermione, a la cual no le había dado tiempo de secarse las lágrimas, por lo cual aún tenía una que otra resbalando por su mejilla. Miró a su amigo, pero este solo levanto los hombros con expresión preocupada. La castaña al ver la reacción de sus amigos, soltó una carcajada y se tiró a sus brazos, ellos sin pensarlo dos veces la envolvieron en un fuerte abrazo y por encima de sus hombros vieron a la señora Weasley y a Ginny sonreír.
Cuando el trio se hubo separado, Molly comenzó a gritar órdenes a toda la casa, estaban en ella la gran mayoría de los integrantes de la orden del fénix, quienes querían escoltar a Harry y a sus amigos hasta la estación King's Cross para asegurarse de que todo saliera bien.
-Tonks querida no te preocupes ya del ático, baja ya y… - un estruendo hizo gritar a la pobre señora Weasley la cual estaba con una vajilla que por la sorpresa soltó y quebró, con gesto de disgusto sacó su varita y susurró un "reparo" – Fred, George, que ustedes ya no estén en Hogwarts no significa que no tengan que ayudar a trasladar a los chicos hasta la estación – diciendo esto (y gritando otro par de órdenes) hizo movilizar a todos, dando un perfecto ejemplo de que ella podría ser una muy buena comandante del ejército si así lo quisiera. Finalmente pudieron marcharse en un par de autos, préstamo del ministerio, hacia la estación de King's Cross.
Draco los vio llegar, el imbécil de Potter y sus amigos riendo, y haciéndose bromas entre ellos… como los odiaba, por su culpa habían capturado a una gran cantidad de mortífagos el día del ministerio y Voldemort se había tenido que ocultar de nuevo. Para él todo eso era un fastidio, sin contar que su padre que había escapado por poco, estaba bajo la vigilancia tanto de mortífagos, como del mismo ministerio, la familia Malfoy jugaba con fuego y él era quién se llevaba la llama más grande, no podía dar un paso en falso, la reputación de su familia pendía de un hilo. Su padre podría ser encerrado o asesinado y era lógico, Draco no podía huir y dejar su madre sola. Maldijo por lo bajo y se prometió que ese último año iba a ser un infierno para Potter y sus amigos, solo tenía que planearlo bien. Por ahora seguiría molestándolo como siempre, por lo menos así podría disfrutar de ese año de mierda que le esperaba.
Sin esperarlo, un par de delicadas manos le taparon los ojos, haciendo que su inestable temperamento se elevara.
-Suéltame – Dijo el rubio, enojado cada vez más.
- No hasta que adivines quien soy – dijo la chica en medio de una risilla tonta.
- Pansy, el que me divierta en la cama contigo no quiere decir que me tenga que aguantar esta clase de estupideces por fuera, ahora… suéltame. – y cogiendo las muñecas de la morena se soltó de golpe, dejando a la Slytherin con la boca abierta y en medio de una cantidad de murmullos de parte de los estudiantes que estaban cerca.
- No tienes por qué tratarme así, Draco – dijo está siguiendo al rubio por los angostos pasillos del expreso de Hogwarts. Al ver que no le contestaba se empezó a desesperar, no quería empezar así el último año con él, lo amaba demasiado y estaba dispuesta a sacrificar su orgullo si era necesario. – Draco, discúlpame ¿sí? Yo entiendo que no quieras nada serio, y estoy dispuesta a seguir como veníamos, como me dijiste el verano pasado, sin compromisos, ni explicaciones – lo tomó del brazo para hacer que parara, y en efecto él se detuvo, volteándose frente a ella y mirándola con desdén y sin importancia le dijo.
- Pansy, vete a nuestro compartimiento – observó cómo los ojos de la morena se llenaban de lágrimas mientras bajaba la cabeza y daba media vuelta para marcharse a donde estaban sus demás compañeros. Draco iba a dar media vuelta para ir al compartimiento de los perfectos, esa estúpida reunión en donde tendría que rememorizar las normas del colegio, para así poder aplicarle cualquier castigo a cualquier estudiante que se atravesara en su camino, adoraba el poder que tenía sobre las otras personas. Estaba girando cuando su mirada se chocó con unos grandes ojos marrones, comunes y corrientes, llenos de reproche e indignación, la mirada del rubio se endureció con altanería, quién se creía ella, eso, para mirarlo de esa manera, en realidad, ni siquiera debería estar observándolo, vio a su alrededor y se percató de que estaba sola, y para su conveniencia el compartimiento estaba abierto.
- No deberías escuchar conversaciones ajenas… sangre sucia – dijo arrastrando las palabras y para su agrado se percató de la pequeña mueca de dolor que hizo la castaña, pero antes de que pudiera disfrutarlo más, ella recobró el ánimo y alzando la cabeza en un acto que le otorgaba cierto orgullo contraatacó.
- No deberías aliviar tu complejo de inferioridad con la pobre Pansy – dijo ella muy segura y ofendida – ni siquiera para ella vales la pena – y volviéndose hacia su lectura continuó, como si él solo fuera un mosquito más, ignorándolo, haciendo lo mejor que sabía cuándo se trataba del Slytherin.
Draco no podía creer como un ser tan inferior como ella se había atrevido a hablarle de esa manera, siempre era así cuando se trataba de la perfecta Granger, amiga de todos, la que siempre hacía sus deberes, la rata de biblioteca, mojigata Granger, ella no era nadie, y él era un Malfoy, sangre pura, príncipe entre serpientes, no sabía lo que había hecho esa amiga de Potter, ya muchas veces se había osado a retarlo, en tercer año lo había golpeado, había sido una, sino es que la principal, de las razones por la cuales habían encerrado a los mortífagos, y por la cual su vida se había tornado así, sí no existieran seres como ella, él sería completamente feliz.
La venganza se había convertido en algo personal.
Antes de que Draco pudiera hacer algo, y sin duda lo iba a hacer, vio como los amigos de la sangre sucia doblaban la esquina del corredor, volteándose y guardándose de nuevo la varita que había sacado, se fue, pensando en que en la próxima no se le iba a escapar.
