Las dos Reinas y los dos Laberintos

(Inspirada en "Los dos reyes y los dos laberintos" de Jorge Luis Borges)

Cuentan las sailors, pero Setsuna sabrá más, de cómo se conocieron Neptuno y Urano.

Se decía, que en el principio hubo una Reina de los Cielos, llamada Urano.

Ella creía que su reino era el más glorioso y esplendoroso de todos, y lo único que hacía era embellecerlo y elevarlo más y más. Pero mucha era su desgracia porque nunca nada era suficientemente hermoso como para complacerla.

Un día, visitó el Milenio de Plata, y oyó desconcertantes comentarios sobre las maravillas de otro reino, que no era el suyo. El Reino del Mar, dijeron y alcanzó a escuchar.

Celosa y triste por no poseer el más bello reino, Urano congregó a sus arquitectos y magos y les mandó a construir un laberinto tan complejo y sutil, que sus hombres más prudentes no se aventuraban a entrar, y los que entraban se perdían. Esa obra era un escándalo, lleno de confusión y maravillas.

Con el andar del tiempo vino a su corte, por invitación de Urano, la Reina de los Mares, Neptuno. Y la Reina de los Cielos, para hacer burla de su huésped, la invitó a penetrar en su laberinto. Neptuno lo hizo ingenuamente, y vagó hasta la declinación de la tarde sin hallar la salida.

Entonces invocó a la furia del océano, que se abalanzó sobre las infinidades de puertas, inundó todas aquellas escaleras y recorrió el sin fin de galerías a la vez, hasta que dio y arrasó con la puerta de salida, y así, la reina salió del laberinto.

Sus labios no profirieron queja ninguna, pero le dijo a la Reina de los Cielos que ella en los mares tenía otro laberinto y que, se lo daría a conocer algún día. Luego regresó a su reino, reunió a sus capitanes y a sus generales y atacó los reinos de Urano con un numeroso ejército. Lo hizo con tal venturosa fortuna que derribó sus castillos, derrotó a su armada e hizo cautiva a la mismísima Reina.

Neptuno llevó a Urano a los mares, viajaron tres días y entonces le dijo - Oh, Reina Urano, en los cielos me quisiste perder en un laberinto de bronce con muchas escaleras, puertas y muros; ahora te mostraré el mío, donde no hay escaleras que subir, ni puertas que forzar, ni fatigosas galerías que recorrer, ni muros que te veden el paso.

Luego abandonó a Urano en mitad del océano, donde ella nadó por muchos años buscando la orilla, pero ni los vientos eran amigables pues la hundían con grandes marejadas.

Un día, sin más, Urano casi murió de frío y de sed, cansada de luchar contra la marea. Su cuerpo cayó en las profundidades, y allí la Reina del Mar, habiendo sido testigo de toda la fuerza de voluntad y resistencia de la Reina de los Cielos, la recogió y le perdonó la vida. Pero a cambio le dijo – Urano, ya no adorarás a tu reino más que a mí, tus ojos solo me verán a mí, tu corazón solo me pertenecerá a mí. Yacerás a mi lado por siempre, como mi leal amiga, como mi fiel compañera, como mi apasionada amante, y así será por toda la eternidad.

Urano no opuso resistencia y se entregó a la promesa de vivir a su lado enmendando su error. Y por eso entonces, Urano va siempre con Neptuno y sus reinos se convirtieron en hermanos.

Pero lo que Neptuno nunca supo, era que la larga búsqueda de Urano de lo más bello, había terminado. Y que tal vez, era ese el final que Urano hubiese deseado desde el principio.

Ya ven que, de una u otra forma van a estar juntas, en una vida y en la otra…

… por toda la eternidad.

FIN