Y todo comenzó...
A/N. Este es mi primer fic en español, espero que les guste. Aprecio enormemente la critica constructiva, por favor opinen, denme é este capítulo hoy y el siguiente mañana, diganme si les gustaría que continue.:)
Necesito un beta, si hay alguien interesado favor de enviarme un PM.
Todo empezó el primer día de escuela.
Mi hermanita acababa de nacer y yo estaba muy celosa de que mamá no me hacía más caso. Papá tampoco podía llevarme a nuestros acostumbrados paseos por el bosque porque debía quedarse en casa para ayudar a mi madre. Me parecía tremenda injusticia el que yo debiera ir a la cochina escuela mientras la bebe tenía derecho a quedarse en casa con mamá todo el día.
Por si lo anterior fuese poco, el primer día de escuela, mamá me peinó el cabello en dos trenzas y me obligó a ponerme mi vestido rojo. Yo odiaba los vestidos, aun lo hago. No es posible trepar árboles sin raspar mis rodillas; los niños se burlaban si te veían los calzones, jamás perdonaré a mi amigo Gale por haberse reído de mi cuando echaba una voltereta; pero la razón principal era que odiaba que me dijeran que ponerme. Mis padres solían decir que yo era una pequeña rebelde. Yo no entendía que quería decir esa palabra pero mientras mamá lo decía como si fuese algo malo, papá parecía estar orgulloso. Papá y yo siempre tuvimos mucho en común, el era mi héroe y mi mejor amigo así que decidí que era bueno ser rebelde.
Papá me llevaba de la mano en el camino a la escuela e intentaba por todos los medios de que yo abandonara mi actitud negativa.
"Nena, ya verás que te vas a divertir mucho y a aprender muchas cosas."
"Mamá y yo estamos muy orgullosos de ti."
"Vamos Katniss, deja de fruncir el ceño, así no harás muchos amigos."
Jamás olvidaré el sentimiento de desamparo cuando soltó mi mano y se agacho a besar mi mejilla. "Te amo mi pequeña, nos vemos más tarde."
La escuela no me gustó nada, algunos niños jugaban y reían pero recuerdo en especial, a un chico muy rubio, que entró con los ojos hinchados y las mejillas rojas, sorbiendo los mocos, intentando controlarse y ser fuerte. Me pareció muy valiente en aquel tiempo. Todo era desconocido para mí y me sentía muy insegura. No hablé con nadie en todo el día.
Llegó el momento de la clase de música y fue la primera vez en toda la mañana que me sentí un poco más en confianza. Había diversos instrumentos en el aula; una batería como la del papá de Gale y un bajo como el de tío Haymitch, había también panderos, triángulos y sonajas. Pero lo que la maestra tocaba era una guitarra muy parecida a la de papá. El recordar la banda de papá me ayudó a relajarme un poco, así que cuando la maestra preguntó si alguien la ayudaba a cantar la "Canción del Valle" yo alcé la mano instantáneamente.
Al terminar la clase y volver al salón, noté que el chico rubio me seguía muy de cerca. Yo voltee a mirarlo y el miró para otro lado.
Conforme pasaron los días descubrí que se llamaba Peeta, me encantaba su nombre porque no era común y de alguna manera le sentaba bien. Me fascinaba también el azul de sus ojos porque era aun más intenso que el del cielo del bosque al que me llevaba papá de campamento.
Al sentarme en mi mesa, el chico rubio jaló una silla y se sentó junto a mí. A la hora del almuerzo, la misma historia. Y esto sucedió todos los días del año escolar. A veces compartíamos nuestro almuerzo en silencio, a veces me prestaba sus colores y otras veces, yo jugaba en su equipo de futbol pero nunca me dirigió la palabra. No sé si podríamos considerarnos amigos en aquél tiempo. Pasábamos toda la mañana juntos prácticamente sin hablar. El se sentaba siempre junto a mí. De alguna manera, terminé por acostumbrarme a su presencia. Aunque nunca entendí que era lo que pretendía siguiéndome por toda la escuela.
Nunca fui muy popular pero después de que mi padre murió, todo volvió a cambiar. Los chicos de la escuela se alejaron de más aun de mí; no sabían qué hacer con la chica que había quedado huérfana de padre.
Yo tenía 11 años cuando papá murió. El era minero y hubo una explosión terrible…Y mi vida no volvió a ser la misma, en ningún aspecto.
Dejé de sentir celos por mi hermanita, aunque siempre la amé, ahora se convirtió en mi refugio, la única persona que me quedaba, me dediqué a ella en cuerpo y alma. Se volvió el motivo de mi existencia el sacarla adelante ya que nadie más lo haría.
Mi madre dejó de ser un ser vivo. Nos abandonó aunque su cuerpo seguía con nosotros. Tardó años en comenzar a recuperarse, aunque jamás del todo, amaba demasiado a papá como para saber vivir sin él.
La vida de mi amigo Gale cambió también. Su padre murió en la misma explosión, él y mi padre eran compañeros de trabajo, miembros de la misma banda, compañeros de cacería y mejores amigos. Gale dejó de burlarse de mí y verme como una pequeña niña molesta y comenzó a verme como una aliada. Teníamos tanto en común: las mismas obligaciones, el mismo dolor, los mismos gustos; un físico parecido y éramos tercos como una mula, somos aún. Fuimos inseparables desde aquel día. Su madre lo abandonó de alguna manera también, no como la mía, pero de pronto Hazel Hawthorne se encontró en el predicamento de mantener ella sola a 3 hijos y a una bebe que venía en camino.
Yo, además de estudiar, me encargué de la casa, de cocinar, de Prim y sus tareas; de asear y alimentar a mamá.. Nos mudamos con el tío Haymitch ya que mamá no era capaz de cuidarnos; no es que él lo fuera, siempre estaba borracho pero al menos no nos faltaba comida, ropa y servicios. Tío Haymitch no era rico, pero podía proveer modestamente para nosotros.
Y, finalmente, yo cambié también.
La vida fue muy dura después de ello, apenas si podía enfocarme en mis estudios con tantas obligaciones en casa. Y los niños en la escuela fueron diferentes con nosotras a partir de ese día
Durante un tiempo algunos chicos descubrieron que lo mejor que podían hacer conmigo era volverme el centro de sus burlas, realmente el que se burlaran de mi ropa vieja, usada y algunas veces rota, nunca me importó gran cosa. Me dolía que tuvieran la intención de dañarme pero lo único que obtenían de mí era una estoica imitación de una cara de piedra.
Hasta que…todo cambió de nuevo.
Peeta a pesar de pasar la mayor parte de sus mañanas siguiéndome por la escuela, tenía muchos amigos y Cato Michaels era uno de ellos. Un día al pasar por mi hermanita a la salida de la escuela Cato me grito:
"Hey Everdeen! ten cuidado de no volverte loca de repente como tu madre, puede ser genético!"
Sé que era una estupidez dicha por un estúpido pero esto hizo llorar a Prim, y eso si no podía permitirlo. Además de que lo dicho era uno de los peores miedos en mi mente. Convertirme en mamá.
Mi padre me enseño a usar una arco desde muy pequeña, la verdad es que mi puntería era casi perfecta.
"Espera un momento patito," le dije a mi hermana acariciando su espalda, tomé una piedra de buen tamaño del piso y la lancé, perfectamente al centro de la frente de Cato. La noticia corrió como reguero de pólvora. Y el mismo Cato era una prueba en movimiento, desfilando por los pasillos primero con una gasa en la frente y después con costra y su respectiva cicatriz. Jamás nadie volvió a meterse con mi hermanita.
No resultó bien del todo. Ese día perdí a mi sombra.
Peeta Mellark estaba al lado de Cato cuando esto sucedió. Escuché muchas risas cuando Cato gritó lo de mi madre. No puedo asegurar que fuera la suya pero supongo que estando con esa clase de idiotas él se comportaría igual.
Cuando Cato se cubrió la frente en señal de dolor, Peeta fue el primero en acercarse a él. No pude mirar más, lo sentí como una terrible traición. Tomé a Prim del brazo y caminamos hacia a casa.
Toda la tarde, Peeta estuvo en mis pensamientos. Me preguntaba: ¿Porqué puede llevarse con esos tarados cuando el parecía un chico tan agradable y bueno? O más interesante aun ¿Porqué estaba todos los días junto a mí pero jamás me dirigía la palabra?, ¿Sentía lástima por mí? Mi corazón empezó a llenarse de tristeza. Nunca me ha gustado el papel de mártir así que decidí de alguna manera inconsciente que en lugar de sentir tristeza, yo sentiría coraje.
Así que al día siguiente, cuando Peeta se sentó junto a mí. Decidí acabar yo esto de una vez por todas.
"Deja de seguirme! Qué es lo que quieres, burlarte de mi como todos tus amigos?" le digo de muy mala manera.
"Kat…Katniss," contesta sorprendido, con los cachetes enrojecidos y un dejo de dolor en la mirada. "yo no…"
"Bueno, basta ya, le interrumpo. No sé qué es lo que quieres de mí y yo no soy un caso de lástima, si te da tanta lástima verme sola, no te preocupes que estoy así porque lo disfruto. Vuelve con tus amigos riquillos y frívolos, ahí es a donde perteneces." Sobra decir que Peeta me evadió el resto de la mañana.
Jamás me sentí más mierda.
Me arrepentí enormemente. Llegué a casa llorando. La verdad es que fue un momento de crisis. Nadie sabía que mi madre acababa de ser internada en una clínica pues ya era su segundo intento de suicidio. Lo de Cato fue la gota que derramó el vaso. No entendía el papel de Peeta en todo esto pero no era justo el reaccionar así con él. Decidí que me disculparía con él.
Pasaron algunos días y yo sencillamente no podía encontrar el coraje de acercarme a él después de cómo lo había tratado. El que él me evadiera todo el tiempo tampoco lo hacía más sencillo.
Al fin me armé de valor y lo esperé afuera del gimnasio, después de su práctica de lucha. Las manos me sudaban, esperando que saliera solo y no acompañado por alguno de esos idiotas.
En cuanto paso lo llame "Peeta!"
El se frenó en seco, su cuerpo visiblemente tenso, volteó incrédulo y me miró directamente a los ojos, desafiante.
Di un paso hacia él y aunque ensayé lo que le diría mil veces mi cerebro olvidó todo en ese momento. Después de abrir la boca varias veces, sin que nada saliera de ella el me dijo desesperado y en un tono irónico.
" ¿Qué puedo hacer por ti?" Su respuesta me tomó desprevenida, aunque nunca hablamos realmente, Peeta siempre me pareció el tipo más agradable del mundo, siempre con una sonrisa o un gesto amable para todos. Claro que después del modo en que lo había tratado no podía esperar el mismo trato para mí.
Noté que miraba hacia atrás de mi, pero en el momento no le di importancia "He venido a disculparme, estaba equivocada y…"
"¿Qué pasa Mellark? ¿Te están pidiendo limosna? Es obvio que necesita nuevos zapatos" Gritó Marvel y Cato, que salía también del gimnasio estalló en carcajadas.
"Ten cuidado, puede volverse loca en cualquier momento," dice Cato señalando la herida en su frente.
No podía creer a mis propios ojos cuando vi a Peeta sonreír y volverse hacía mi. "No Katniss, no estabas equivocada, tenías razón. Solo me sentaba junto a ti porque te tenía lástima."
Los otros dos idiotas se acercan y le dan una palmada a Peeta en la espalda, como si estuvieran orgullosos de él. Peeta se da la vuelta y se va con ellos riendo también.
Sentí las lágrimas que escurrían por mis mejillas, esperando que Peeta no hubiera notado los esfuerzos que me llevó controlarlas.
Capítulo siguiente desde el punto de vista de Peeta.
