...Ok, si alguno que lee esto es lector de In Body and Soul, tiene su derecho a estar molesto porque inicie una nueva historia... ¡Pero es que esta idea tonta me estaba persiguiendo sin dejarme en paz! Tenía que tipearla o nunca podría volver a concentrarme en mi otra historia. Lo siento :,(
Como sea, centrándome ahora en el fic nuevo, este es un proyecto medio raro que se me ocurrió un día y me dio curiosidad intentar, incluso si tal vez alguien me diga que me estoy ganando el infierno por usar así de temática la religión. Yo no sé, pero está escrito en algún lugar de mi perfil, que yo creo fuertemente en que no por creer en una religión o no creer en ella no hay que tener tolerancia. Por ello voy a intentar este fic, y si bien me voy a meter harto con algunas cosas cosas católicas para eso, creo que mi credo no vacila en lo más mínimo por lo que escriba aquí o no. Solo espero que el lector también lo entienda.
Para leer este fic se necesita paciencia porque va a ser raro; de nuevo repito, tolerancia religiosa y mente abierta porque se va meter mucho con la fe, no sé si para bien , para mal o solo para conseguir elementos de la trama; calma, porque luego de este primer chapter tal vez no entiendan nada de lo que está ocurriendo, y como siempre digo, solo el tiempo (más caps) te pueden responder las dudas; saber que este cap parte en In Extrema Res, o sea contándote una escena que va a pasar MUCHO después antes de iniciar el verdadero relato. Por todo esto, tolerancia conmigo ¿si?
...Ojalá que alguien disfrute esta idea extraña.
Atentamente,
Naomi
Ps: este primer cap la verdad no tiene USUK, sino otra pareja que es bastante popular. Espero que eso no desmotive de que este se desarrollará tarde o temprano ;)
Una respiración gélida le arañó el oído, una promesa de recibir el infierno en la tierra antes que el resto. Aún así, el antiguo ángel fue incapaz de reunir las fuerzas para sacudir a su captor de sí; ya estaba agotado, no le quedaban las energías para pretender una lucha más. Llevaba siglos resistiendo, ya no podía más. Estaba indefenso, no podía molestarse en nada más que en gemir una mordida dolorosa y placentera en su hombro, sangre cayendo y delineando el contorno de su clavícula. Ya no valía la pena abrir los ojos.
-¡Déjalo ir! ¡Tu batalla es conmigo, siempre lo ha sido! ¡ÉL NO TIENE NADA QUE VER EN ESTO!
En medio de las llamas que le quemaban el alma, aún pudo escuchar aquel grito cargado de rabia, reconocer esa voz, aquel intento desesperado de protegerle. Utilizó aquella miserable esperanza que aún pudiera quedarle, y temblando, sintió sus párpados abrirse; más allá de la capa de sangre que cubría sus irises verdes, pudo ver sombras de pie entre la destrucción, y entre todas ellas, al frente, destacando una que no se daría por vencida, capaz de atreverse a mostrar desafío al ser que le sostenía y se satisfacía lamiendo la sangre que le arrancaba a mordidas. Sintió una lágrima caer por su mejilla, pero ya no era de dolor.
-A...
-No.- Una mano cubrió su boca, imposibilitando que aquel mísero susurro de esperanza terminara de escapar. Acto seguido, una lengua como de serpiente lamió el rastro de lágrima de su mejilla.- Lo siento, dulzura, pero tú ya no tienes nada que decir en este asunto...
-¡No lo vuelvas a hacer, infeliz! ¡No tienes derecho a tocarlo!
Sus ojos aún abiertos vieron la furia, la batalla de siglos que ahora era consumado entre su captor y quien intentaba salvarle...la misma persona por la que se había entregado. Hallaba que ya no podía pensar en nada, ni siquiera en arrepentirse de su decisión de entregarse al demonio. Después de todo, si era por él podría valer la pena...ya no importaba mucho lo que le pasara al mundo... aquella bestia se rió contra su cuello, tal como si hubiera escuchado su último pensamiento...
-Increíble... Messiah... ¿Qué no comprendes que ya no es tuyo? Tal vez tú le quitaras sus alas, pero fue a mí a quien entregó su alma...y lo hizo por ti. ¿Acaso no lo ves? Ya no hay batalla que luchar: tengo aquello que no pude conseguir hace más de 2000 años, y esta vez, no dudaré en utilizarlo para destruirte.
El demonio se rió, volteó el rostro de su presa ya inconsciente y besó su boca sin un mínimo de decoro, recalcando en el otro que había ganado, esta vez sí había ganado. Quien había perdido no era capaz de de decir nada, no podía creer que esto en verdad estaba pasando. El Apocalipsis real por fin había llegado, pero por algún motivo, en este minuto solo lamentaba su propia estupidez de no haber salvado al otro, en algunas de las millones de oportunidades que tuvo...
I
Aquellos ojos verdes que apuntan una pistola...
-¡ALFRED! ¡Apúrate, maldición!
El grito le llegó casi cual amenaza desde el primer piso, el chico sintiéndose perdido entre reírse, gritar de vuelta que ya estaba casi listo, o simplemente seguir en su labor antes de que la pasta dental le atragantara. Reírse tal vez era la mejor opción, pero si su hermano le oía estaría en problemas, el otro le gritaría todo el camino corriendo a la iglesia. La verdad no quería eso, por una semana sería agradable recibir un trato distinto al de cada domingo...
-¡Yha, Mhathewh, yha vhoy!
Le gritó con la boca aún llena de centrífugo, acto seguido escupiendo todo al lavamanos para rápidamente darse un trago de agua, quitarse el fuerte sabor a menta de la boca. Sonrió frente al espejo conforme, volviendo a ponerse los lentes ahora que ya no había peligro de que se mojaran. No importaba mucho que uno de sus cabellos se negara a quedar peinado; de todas maneras nunca conseguía bajarlo a su lugar.
-¡Al-fred! ¡BAJA DE UNA MALDITA VEZ!
...Ok, tal vez podía admirar más de su heroica persona en otro minuto, uno donde su hermano amante de osos polares no le arrancara la cabeza por hacerle perder el tiempo. Sí, la mejor opción era bajar ahora. Y sin decir más palabras.
Corrió fuera del baño, atravesando el pasillo en menos de un suspiro, sin dejar nunca la carrera cogió al pasar junto al perchero su polerón de Capitán América, y sin pensarlo mucho, se lanzó por la escalera deslizándose por la baranda. Aterrizó frente a un muchacho muy parecido a él, incluso si el cabello de este era más ondeado, y su cabello rebelde era un mini remolino en vez de una línea bien parada; la mayor diferencia era, en ese minuto, que mientras él se ponía el polerón de buzo entre risas, el otro le observaba desde su chaleco con una hoja de maple bordada con una mirada molesta, capaz de matar si no se daba prisa.
-Alfred...
-¡Sí, ya sé! ¿Nadie te dijo que me esperaras, o sí?
Lo último lo respondió al ya retomar la carrera, cogiendo la mano derecha del otro al pasar a su lado, arrastrándole sin darle tiempo a reaccionar. La puerta de la casa de tres pisos se cerró tras de ellos. Él se siguió riendo, viendo como Mathew luchaba por darse la vuelta sin tropezarse, luego de haber quedado corriendo de espaldas por cómo le cogiera él. Finalmente le tuvo pena, soltándole y permitiendo así que el otro ahora corriera a su lado sin problemas. Aún así se siguió riendo, viendo el ceño fruncido del otro...sería un eterno misterio para él como su hermano podía ser el ser más gentil pero cambiar al señor gruñidos cada vez que se enojaba. Cada vez que era domingo antes de las 12 del día...
-¡Si sigues así de amargado se te marcarán las arrugas entre las cejas!
Le gritó aún riendo, ninguno de los dos dejando de correr, dándole la vuelta a la cuadra sin mayores problemas. Pasaron junto a una señora que cargaba loza...casi la botaron en su alocado paso. En un día distinto se habrían detenido a disculparse, pero no en un domingo, y menos aún a 5 minutos de las 12.
-¡Tú tienes la culpa! ¡Si no te quedaras cada sábado hasta las horas del demonio jugando Call of Duty no estaríamos en este lío los domingos!
Oh, cierto, olvidó guardar el juego antes de irse a dormir cuando amaneció. Debe recordar el guardarlo llegando a casa; eso si no quiere que Mathew acabe con la eterna discusión haciendo pedazos sus queridos discos de diversión.
-Es mejor eso que jugar a Cooking Mama...
Mathew se puso rojo, no le gritó nada de vuelta. El chico aprovechó de reírse un poco, suspirar internamente por alejar el tema de sus amados videojuegos. Dieron otra vuelta de esquina, y ya no tan lejos, escucharon el tañido de una campana. Alfred oyó al segundo como su hermano chillaba de espanto como una chiquilla; muy pronto habían acelerado, la verdad ninguno de los dos sabiendo cómo...
-¡Vamos a llegar tarde! ¡Esta vez sí vamos a llegar tarde, Dios!
-¡Nunca hemos llegado tarde! ¡La otra vez me quedé dormido hasta las 11:50 y aún así llegamos! ¡Cálmate, Mat!
Su grito esta vez no fue capaz de hacer efecto. En el fondo sabía que no conseguiría calmarle, las campanas ya eran constantes, y eso solo era símbolo de que les quedaban segundos. Mathew no le escucharía, no volvería a hacerlo hasta que hubieran cruzado aquellas pesadas puertas de mármol.
"Ok...tal vez sea hora de rezar por anticipado y pedir que no nos quedemos afuera...", pensó Alfred al notar la cara de pánico puro que tenía el de ojos violeta. Pasaron junto a una última casa de murallas oscuras, y recién entonces apareció ante sus ojos aquel edificio cuya punta ya era visible desde la casa de ambos. Las campanas sonaron por última vez, más fuertes que nunca.
Apenas se mostrara en el frente la entrada de mármol blanco, las antiguas esculturas de ángeles franqueando la entrada, las gárgolas suspendidas sobre los topes de la puerta, los hermanos no pudieron evitar ir disminuyendo el paso, cada vez más alentó hasta cruzar la entrada apenas si caminando a paso normal. De pequeños le habían temido a las gárgolas, pero ahora iban así por respeto a esa aura de silencio que siempre cubría ese templo religioso. De alguna forma, les costaba imaginar que no existiera algo superior cuando llegaban a aquel lugar.
Entraron sin emitir un solo sonido más, la rabia de Mathew quedando en la última casa antes de la iglesia. No perturbaron a nadie, fueron a sentarse en la última banqueta, y sin siquiera mirarse, se focalizaron en el altar que parecía hecho en oro puro, en la brillante escultura de una cruz renacentista suspendida en su medio. Alfred se quedó contemplando la figura del Cristo crucificado, y a su lado, los ojos de Mathew brillaron maravillados cuando se alzaba a los pies del altar la figura de un hombre calzado en sotana negra, que elevando sus brazos al cielo, llamaba a la oración a las decenas de personas allí congregadas.
-Oremos, hermanos, por este hermoso día que nuestro señor nos entrega. Oremos...porque mañana disfrutemos de uno igual...
Observando los ojos abrazadores del padre, su cabello dorado resplandeciendo a la luz que se colaba por los vitrales con motivos del via crucis, el chico no podía evitar sentir que, tal vez, había algo que le importaba más que la misa de aquellos días...
-HETALIA-
-¿Otra vez mirando al padre toda la ceremonia?
Se rió Alfred al murmurar eso al oído de su hermano, una vez que la gente ya comenzaba a abandonar la casa de Dios. El aludido se sonrojó hasta la punta de las orejas, causándole aún más gracia a Al. El chico se atragantaba con sus palabras en un intento de decir algo coherente, y sin gritar, mientras el torrente de gente seguía retirándose.
-Pe...pero cómo... cómo puedes... ¡El Padre Francis es un hombre de Dios, Al! Decir algo así...
-Nunca he negado que sea cura; yo solo digo que tú no encuentras que la sotana sea estorbo.
-¡Al...!
-Bonjour pequeños, presentes como siempre en la fila final de mi iglesia. ¿Sienten que estuvo bien el sermón de hoy?
Las palabras repentinas no solo cortaron el grito de Mathew, que ya no soportaba la vergüenza ante semejantes fastidios de su hermano, sino que le hicieron levantar el rostro sonrojado para toparse de frente con los ojos violeta, muy similares a los suyos, del Padre Francis. Se le quedó viendo como tonto, sabía, pero verle tan de cerca con las luces sonrojadas por la sangre de Cristo creando un aureola sagrada sobre él, la verdad era mucho para el chico. Sabiendo esto, Alfred se tragó su propia risa y miró sonriendo inocentemente al cura.
-Increíble, Padre. Sabe que yo y mi hermano nunca nos perderíamos su misa del domingo. Después de todo, mi queridísimo hermano ha recibido todos sus sacramentos de su mano, Padre...
Ante esas últimas palabras que Alfred claramente dijo con tono sugerente, Mathew le miró como si pensara en decapitarlo, especialmente tomando en cuenta que eso era una exageración, pues el bautizo de ambos lo hizo el Padre anterior...Francis había llegado una semana antes de que ambos hicieran la Primera comunión; el cura francés no era tan viejo como Alfred lo hacía sonar... ¡Si no podía tener más de 28 años!
Mathew estaba listo para gritarle lo mismo que acababa de pensar a Alfred, cuando una mano cogió su mentón, haciéndole volver a alzar la vista. Sintió que el corazón se le paraba cuando vio cara a cara, miradas conectadas, como el Padre Francis centraba toda su atención solamente en él, sonriéndole como si fuera la criatura más bella que hubiera visto jamás (claro, bella en el sentido de pura... ya saben, como miraría un cura santo a alguien. O a lo menos eso creía Mathew...). La mano que le sostenía del mentón de a poco trazó un camino por su mejilla derecha, comenzando a acariciar con un amor que Mathew simplemente sintió que se derretía en él. Tuvo que luchar por no cargarse en aquella caricia, intentar agarrar más de ese cariño al que se volvía adicto.
-Eres un niño muy bueno...soy muy feliz de que consideres mi iglesia como un punto importante de tu acercamiento a Dios. Niños como tú son una hermosa adición a la flores de mi jardín, cheri.-Mathew se sonrojó aún más, Alfred miraba a esos dos sintiéndose algo incómodo, pero aún así riéndose. Si el francés no fuera un cura de seguro ya le habría alejado de su hermano a patadas... "si no supiera que lo dice todo en contexto religioso pensaría que es una especie de acosador..."- De hecho, pequeño, las tardes de esta semana se dará un curso de coro eclesiástico; ya sabes, para acompañar al órgano de nuestro amado Roderich y hacer la misa aún más bella. Algo me dice que tienes una belle voix; ¿Por qué no vienes tú y tu tierno hermano a probar suerte el lunes?
Ante este último ofrecimiento acompañado de una radiante sonrisa, Mathew parpadeó un par de veces, luego asintiendo de forma casi mecánica. Francis se rió un poco para luego soltar su rostro y alejarse diciendo que debía consagrar algunas hostias. Los chicos se quedaron en silencio un rato, para que luego Alfred regresara a sus carcajadas, al tiempo que se ponía en pie.
-Verdaderamente te flechó el cura, ¿no, Mati?
-¡Oh, cállate, Alfred!
Los dos hermanos abandonaron la iglesia entre risas. Ninguno de los dos notó que, aún parado al final de la edificación, a un lado del altar, Francis aún les veía alejarse con un interés especialmente focalizado en el chico del rulo alzado. Mientras le observaba traspasar las puertas de mármol, un suspiro contemplativo abandonó sus labios.
-...Verdaderamente tienes interés en el niño, ¿no?
Ante esa pregunta, el francés se volteó hacia un pilar oculto por las sombras que la luz de vitrales no conseguía iluminar. Allí, vio los contornos de una figura reacomodar su apoyo contra la muralla, aún observándole fijamente tras hacer la pregunta. Él dejó escapar una leve risa elegante.
-Oui, es un pequeño adorable. Aunque claro, nada se compara contigo, mom petit lapin.
Los ojos que le observaban desde la oscuridad de la iglesia mostraron una expresión furibunda ante el apodo. Él simplemente optó por ignorar, y como si no le estuvieran arrojando cuchillos con los ojos, se dedicó a limpiar el altar. Mientras hacía su trabajo, podía sentir los pasos del otro acercarse.
Cerró los ojos y detuvo su labor al escuchar los pasos detenerse a su lado. Exhaló con calma el aire que mantenía en sus pulmones, y sin acelerarse, volteó el rostro y abrió los ojos para mirarse de frente con el otro. Sonrió de lado, aunque sin un ápice de alegría en el rostro.
-¿...Escuchaste mi sermón de hoy, ange?
-...Fue interesante; les diste a pensar sobre sus actos, si en verdad cuando los hacen no esconden tras ellos una doble intensión.- Fue murmurando su visitante mientras se alejaba levemente de él, deteniéndose frente al altar, observando la cruz de Cristo.- Me agradó...aunque tal vez el señor santo debería seguir lo que predica.
Francis se rió, aceptando lo dicho por el otro. Dejando por completo su posición, poniéndose del todo de pie, se fue acercando hasta el otro rubio hasta depositar sus manos en sus hombros. Con un movimiento lento, apegó su pecho a la espalda del ligeramente más bajo para así susurrar a su oído.
-No es como si te molestara, cheri.
Depositó un beso leve en la mejilla que encontrara durante su avance a encontrar los ojos del otro. Obviamente, lo que halló fueron unas esmeraldas relampagueando; si las miradas pudieran matar...
-Vuelves a intentar algo así...y te llenaré de pólvora, bastard.
Y tras decirle eso con un tono que, Francis no lo decía pero era obvio, al cura le resultaba excesivamente erótico. Soltando el agarre sobre sus hombros, el chico vestido en camisa blanca y pantalones negros se alejó hasta tomar una vuelta tras el altar, desapareciendo por la puerta escondida allí. El francés sonrió de lado; siempre era interesante tantear terreno con el otro...siempre y cuando la condenada arma de fuego estuviera a unas buenas habitaciones del alcance del chico de ojos verdes...
-HETALIA-
-¡Alfred, te toca cocinar a ti hoy! ¿Lo olvidaste de nuevo?
Le preguntó Mathew con tono exasperado, parado contra el marco de la desordenada habitación de su hermano amante de los superhéroes. Dios, juraba que si no temiera hundirse en las arenas movedizas de ropa tirada entraría a ese cuarto a zarandear a Al por no mirarle mientras hablaba. Alfred sabía que pensaba eso...pero su nuevo juego de Need for Speed estaba demasiado bueno.
-Mat, no te preocupes por idioteces; ya viste a tu cura por hoy, sé feliz y tranquilo. Ordenaré McDonals, yo pagaré todo; no hay necesidad de armar un escándalo.
Le dijo para luego inclinar su cuerpo hacia un lado, como si girando él pudiera ayudar al auto a conseguir la curva. Como fuera, su técnica en algo funcionaba, considerando que nunca había perdido una carrera cuando la usaba; la descubrió en su tercer intento, el mismo día en que le regalaran el CD. Desde entonces nunca perdió la costumbre.
Viendo que no conseguiría mayor respuesta de parte de su hermano, Mathew suspiró resignado, y señalando que estaría en su cuarto esperando el llamado a comer, se fue de allí. En medio del mar de ropa, una vez ganada la carrera, Alfred se volteó a ver la puerta ya vacía.
Sonrió, se puso de pie y saltando entre las montañas de ropa sucia llegó a la entrada del cuarto. Atravesó el pasillo y silbando una canción se dirigió a buscar el teléfono del segundo piso, el que tenía al lado anotado el teléfono de la entrega inmediata de su chatarra favorita. Bendito el año interior, cuando McDonals decidiera sumar aquella posibilidad a sus servicios.
Dio en recodo en una vuelta del pasillo, ya habiendo bajado las escaleras y estando por llegar su destino, cuando se detuvo frente a una ventana sin poder evitar mirar por ella el cielo nocturno, plagado por la contaminación lumínica, y destacando en aquel barrio extrañamente carente de edificios, la punta del campanario de la gran iglesia gótica con decorados de otras épocas. Se quedó mirando la cruz, alzada imponente ante el cielo enrojecido por la luz eléctrica, y pensó si cada ser de la ciudad podría verla de igual forma, seguirla como un camino claro a aquella casa de Dios donde Alfred siempre tuviera la impresión de que llegaría a encontrar algo mucho más revelador que los sermones del Padre Francis. La miró un segundo más, luego retomó su camino.
-No sé qué diablos me pasa...
Murmuro cuando alcanzó el mesón del teléfono fijo y se preparaba para discar el número. "No es como si la fe me fuera a conducir a algo distinto que la misa dominical..."
-HETALIA-
El sonido del arma de fuego siendo disparada cortó el sonido impenetrable de aquella noche plena. Aún así, la ciudad permanecía en el manto de imperturbable sueño, sin ver nada. La gente común era ojos ciegos y oídos sordos a la respiración que escapaba dificultosa de la boca aquel joven de fuertes ojos azules y alborotados cabellos rubios, en el segundo que apegaba a su cuerpo el hacha gigante que normalmente cargaba hacia su hombro; estaba cansado. A su lado, un chico bajito y serio de rasgos bellos aún sostenía en alto la Colt M1911 con la boca aún humeando.
-No le di...
Murmuró, sin la más mínima señal de emoción en su voz. El otro que aún jadeaba por aire apoyado contra la muralla de concreto tras la cual se parapetaban le dedicó una sonrisa.
-Creo que...es mi culpa. Debía asestar el primer golpe...
El otro no le contestó, simplemente llevando su mano a su oído, como si calibrara algo. Tras algunos segundos en silencio, habló de nuevo, pero no a su compañero.
Lo perdimos. Creo que va en tu dirección, Kiku.
No me agrada. Acá está despejado, pero al parecer Antonio-san también perdió la pista de la suya.
El sonido llegó claro a su oído. Aún así, al escuchar, pareció confundido. Una de sus cejas se alzó en cuestionamiento, dando a entender a Densen que algo raro pasaba.
¿..."la"? ¿Qué te hace pensar que nos enfrentamos a una hembra? Sabes que eso, solo de partida, aumenta los riesgos en un 30%. Antonio no podrá con una si aparte debe continuar aclimatando a ese niño.
Lovino-san ya maneja bien Magnum. No creo que le cause problemas...
...Aún así era obvio que a ambos les preocupaba el asunto. Lukas abrió la boca para decir algo más, pero entonces un gruñido como de animal hizo que tanto él como Densen voltearan de golpe al final del callejón donde se ocultaran. Desde allí, una criatura de cabello negro, no comparable a ningún animal conocido, se echó encima del más bajo. Lukas movió su brazo, internamente rezando por alcanzar a disparar, cuando vio una figura de negro y rojo cruzar ante su visión y de un fuerte hachazo mandar a volar a esa criatura repugnante, incluso si no consiguiera hacerle nada.
-Al parecer si nos enfrentamos a una puta hembra, Nor.
Dijo con cansancio en la voz Densen al apuntar con la punta de su hacha a la bestia. Tras de él, Lukas se puso de pie y cuadró la pistola para disparar. Iba a hacerlo, cuando de repente se le ocurrió alzar su vista a los techos. Permaneció en silencio, pero su mano se ancló al hombro de Densen al momento de le agitaba, incitándole a mirar mejor.
Ante el gesto, el danés miró sin comprender a su compañero, pero luego siguiendo la mirada de este se focalizó en los techos. Su mandíbula se soltó, quedando su boca en expresión de O, porque en verdad era para no creer lo que estaba viendo, todos esos ojos rojos montados en pelajes negros que les observaban desde arriba. Sonrió en desafío pese al esfuerzo.
-Más vale que contactes a los otros...encontramos el maldito nido.
Y sus palabras bastaron para que las cosas saltaran a darse un festín con ellos. Lukas mató a una de un solo tiro con su pistola, y en el instante que volvía a cargar el cañón vio cómo Densen hacía retroceder a varias más, matando a otra. Se preguntó cuánto aguantarían entre los dos, cuando dos balas pasaron casi rozando su mejilla, exterminando a los dos monstruos que le atacaban cuando ya terminaba de cargar las balas. Alcanzó a distinguir que los proyectiles lanzados correspondían a un revolver...
-¡Disculpen si nuestro error les causó problemas!
Gritó desde el principio de la calle Antonio, cuando él y Lovino ya habían reclamado suficiente atención de los demonios como para hacer el trabajo más sencillo a los que hace poco perdieran a su presa un macho. Nuevos disparos se unieron, Densen riéndose divertido cuando una ametralladora que apariencia disparaba a lo loco le quitara barias perras infernales de encima. Un conocido kesese se escuchó a su lado, y luego como viejos amigos siguieron matando criaturas. Nunca parecían acabarse.
-¡Alguien tiene que cargarse la onda demoniaca que partió esto!
Entre el caos, algunos recién notaron con ese grito que Vash y Ludwig acababan de llegar, ambos disparando a diestra y siniestra, incluso si el sueco acababa de exponer a los cuatro vientos algo que todos sabían pero ninguno se había dado el tiempo de buscar, ocupados como estaban con las representaciones tangibles de la maldad humana. Nadie tenía tiempo de buscar el origen, destruirlo y así librarse a lo menos de las malditas hembras. En su lugar, Lukas no paraba de pensar en lo absurdo de pedir algo en aquel minuto necesario y a la vez imposible.
"si no terminamos con estas escorias rápido..."
Lukas-san; de algún modo tiene que abrir un hueco por el medio de la calle. Es estrictamente necesario, es la única oportunidad.
El transmisor en su oreja, el cual aún seguía prendido, transmitió las palabras de quien parecía haber leído sus pensamientos y se alistaba a dar una solución a la cuestión. Se giró hacia la ruta que le pidieran, y sin pensarlo, disparó seguido oda la carga que traía consigo.
Alguien, tal vez Ludwig, le gritó que no podía desperdiciar así balas benditas, porque había sido tan obvio que la mayoría de las bestias había salido del camino sin ser impactada, apenas consiguiendo matar una con semejante descarga. Aún así sonrió de lado, cuando de la nada una sombra vestida en blanco cruzó por el agujero abierto y fue directamente a enterrar un delgado sable en una hoja de periódico olvidada cerca de la muralla, hacia el final del callejón. En el instante que pasó eso, las criaturas soltaron un último lamento desfigurado, tal vez humano, y se desintegraron en el aire. Hubo silencio mientras el recién llegado se enderezaba nuevamente, llevando su arma hacia su rostro para ver el objeto que hace poco apuñalara.
-...Al parecer es una noticia sobre un psicópata al que no le aplicarán la pena de muerte.
Murmuró. Los otros, tras de él, observaron cómo el asiático se volteaba a encararles.
-Entonces lo que causó esta onda demoniaca fue el odio de los familiares de las víctimas, al saber que el culpable no pagará con su vida.
Reflexionó con tristeza Tino, al apoyarse levemente en el abrazo de su pareja, Berwald. Kiku asintió solemnemente.
-Pasará la eternidad antes de que la gente entienda que la sangre no puede retribuirse con más sangre. La venganza no hace un bien a nadie...
Hubo un minuto de silencio. Kiku desprendió la noticia de la punta de su sable, todos disponiéndose a retomar el camino a la iglesia, cuando una serie de veloces disparos volvieron a alterar la recién establecida paz nocturna. De inmediato, el amplio grupo inició una carrera hacia la fuente del sonido de balacera, y tras seguir casi a ciegas por varias calles negras, vieron en el centro de una avenida principal a una figura delgada que daba el remate a un cuerpo con forma antropológica, pero extrañamente viscoso. Ante esa imagen varios se quedaron de piedra, Kiku tragó duro. Lukas quedó observando como aquellas manos de apariencia tan débil como la propia (que gran mentira, ninguno de ellos estaría allí si fuera débil) guardaban la pistola automática en un hueco especial del cinturón.
-Arthur-san...esas cosas...
-Se concentraron en las hembras porque como individuales son más fuertes...pero en eso, seis machos se sumaron al que escapó por anterioridad. Dos se reunieron y ya ven, uno grande pudo haber causado estragos en la ciudad. Sabiendo que quedan cinco machos vivos...nos enfrentamos a dos cosas de forma humana más, y eso sin contar que podría formarse incluso un demonio menor. Si eso pasara, podemos temer porque una de las fases del Apocalipsis se inicie.
La voz del chico era estricta, tanto como cuando en la tarde amenazara al cura; sus ojos verdes centellaban como faroles en medio de la noche, ganando la atención de cada uno de sus compañeros, que ya recordaba por qué a veces convenía pensar dos veces antes de destruir una onda demoniaca: si aún quedan machos en la zona, estos al quedar sin comando central quedan con la libre voluntad de crear caos...eso era sin dudas peor a tener hembras sueltas. Dios, estaban en un lío.
-Lo siento, fue mi grupo el que dejó escapar al que podemos asumir como el nuevo alfa.
Declaró Densen al notar que el de ojos verdes escaneaba el grupo como buscando al responsable de que ahora tuvieran a esas criaturas no solo fugitivas, sino que sin pistas de dónde escaparan. Arthur había estado muy ocupado cargándose a la cosa fusión de tres de esos perros infernales, no había visto hacia dónde se fueran los otros.
-...Ya no importa. Mientras no nazca un demonio menor no iniciará una fase. Si esas cosas no deciden atacar de día, es poco probable que se genere un caos anormal en la ciudad. Aún ni comienza el verdadero peligro, no es momento de temer...todavía.
Y tras decir eso, Arthur buscó con la vista entre los edificios, hasta hallar la lejana cruz de la iglesia. Su mano subió a su pecho, sujetando con fuerza el pez que él mismo colgaba de su cuello. Se preguntó cómo si ya era tan difícil ahora podrían conseguir algo cuando de verdad comenzara...
...Son las 4:40 am. Por fin está listo, tras una tarde de trabajo.
¿...Quedó demasiado raro, nadie está dispuesto a esperar el chap 2 para comenzar a cachar algo de lo que estaba pasando? Bueno, ojalá que sí sea la repuesta a mi segunda pregunta. Yo por ahora tengo mucho sueño, así que me retiro.
Cualquier duda, saben que son libres de preguntar. Porfa, déjenme saber su opinión :)
Muchos saludos y hasta la próxima!
Naomi
