Escribo esto porque me sabe un poco mal hacer llorar a la gente con el oneshot que subí hace unas horas. Prometo que esto no tiene angst.

Disclaimer: The Lost Canvas no me pertenece.


Ilias de Leo era considerado el caballero más fuerte de su generación. En sus días en el Santuario, era mucha la gente que había acudido a él en busca de consejo. Su vínculo con la naturaleza le dotaba de gran sabiduría, pero aun así había un problema que ni él mismo sabía cómo solucionar.

—Regulus, no deberías dejarte la verdura en el plato—reprochó a su hijo sin alzar apenas la voz—. La necesitas para crecer fuerte y sano como un león.

Ser padre le estaba resultado más complicado de lo que había esperado. Ilias sabía que los niños solían odiar la verdura, pero no tenía ni idea de cómo convencer a su hijo de sus beneficios nutricionales. Después de ver cómo el niño se oponía a comerse la verdura durante un tiempo, decidió actuar. Solo necesitaba esperar a que surgiera una buena oportunidad para hablar con él. Sí, era cierto que en ese mismo instante estaban sentados uno al lado del otro, comiendo tranquilamente, pero necesitaba elegir el momento preciso para que su explicación causara un mayor impacto. Si algo había aprendido como caballero era a hacer buenas estrategias de combate.

—Pero sabe fatal, papá—se quejó el pequeño, haciendo una mueca al recordar el sabor que odiaba y mirando a su padre con ojos de cachorrito triste—. Además, ¿qué pasará si no me la como?

Ahí está, pensó Ilias. Esa era exactamente la pregunta que estaba esperando. Si jugaba bien sus cartas la batalla sería suya. Y, con ella, la guerra.

—Entonces serás un inofensivo gatito—respondió, apartándose unos largos mechones de pelo de la cara para observar atentamente la reacción de su hijo. Éste se mostraba pensativo, mordiéndose ligeramente los labios y frunciendo el ceño. Tras haber dicho eso en voz alta y estudiar la reacción del pequeño, encontró, divertido, que éste realmente se parecía a un pequeño felino.

—Pero los gatos también pueden ser peleones. Cuando se enfadan atacan con sus uñas. Así—Regulus hizo ruidos intentando emular a un gato enfadado. Para añadir más efecto a su interpretación, usó sus manos, poniendo los dedos como si fueran garras, para imitar los arañazos del animal.

—¿Entonces quieres ser un adorable gatito? —insistió el mayor, no dándose por vencido.

El pequeño de expresivos ojos azules no contestó enseguida. Meditó su respuesta durante unos segundos antes de hablar.

—No, papá—respondió finalmente, con una gran sonrisa—. Yo quiero ser un fiero león como tú.

Ilias no pudo evitar responder a su hijo con una sonrisa, sintiéndose orgulloso de sus tiernas palabras. Su sonrisa se ensanchó al ver cómo Regulus masticaba con resignación la verdura que le había servido en el plato.

La victoria era suya.