Boutique anti-navideño.

Buenas las estén pasando mis queridas lectoras, se acerca navidad y épocas de unión y blablabla. Ustedes sabrán que no me apellido Destruction nada más porque sí, se me ocurrió contravenir la bonita corriente de la temporada y traeré para ustedes una pequeña cadena de eventos anti navideños no precisamente explícitos. Este primer one shot está inspirado en una alocada conversación con Lamu Yatsura (por favor no se pierdan "Factor humano") donde se mencionó el tema.

Advertencia: crack pairing(o como se escriba -.-)

Debe ser porque es navidad.

Llevaban tanto tiempo en silencio que ya se habían acostumbrado a él. Incluso sus repentinas miradas ya no eran incómodas. La temperatura fue bajando lentamente, pero fue combatida por dos corteses tazas de té. No fue hasta que la noche cayó que Yamcha decidió romper el silencio.

-Bueno, pues creo que Gohan no vendrá hoy- se levantó de la mesa con cuidado, para no pegarse con el adorno navideño que, estaba convencido, tenía como único propósito lastimar a quien se le acercara. Por lo menos visualmente, era un insulto para el buen gusto navideño: se trataba de la cabeza de un pez gigante (pescado por Gokú, de eso estaba seguro) con dientes afilados de fuera, con un gorro navideño que se movía al ritmo de un eterno villancico. La cabeza estaba pegada a una tabla de madera y envuelta en luces que parpadeaban. Cada que alguien se acercaba, misteriosamente era alcanzado por un filoso diente. Yamcha ya había sentido tres veces fuertes punzadas en la cabeza aunque estaba seguro de que no se había aproximado lo suficiente al adorno.

Milk se levantó también, juntó las manos y se excusó por su hijo. El que el visitante fuera una mala influencia para su pequeño en el pasado, no quería decir que lo siguiera siendo en el presente, ahora que las cicatrices de su cara se habían atenuado un poco ya no le daban el aspecto temible. Se merecía el respeto de un hombre reivindicado.

-Lo siento, no sé por qué te citó si no iba a venir, últimamente está muy despistado preparando su boda con Videl- se excusó como si fuera ella la de la falta. Enseguida levantó un poco el tono de su voz- pero cuando llegue le ensañaré sobre educación y buenos modales– Yamcha sonrió, no pudo evitarlo, le hacía gracia la seriedad de la mujer, tan solemne y recatada desde que la conoció, hacía muchas décadas atrás.

-No te preocupes Milk, en serio, no pasa nada. De todas formas no tenía nada qué hacer hoy. También vine con la lejana ilusión de ver a Gokú, pero veo que…- enseguida se arrepintió de su inocente frase, en el momento en el que pronunció el nombre de su amigo, Milk frunció el ceño, bajó la mirada y ésta pareció endurecerse de una forma extraña. Yamcha no supo cómo reaccionar y esperó a que la otra hablara.

-Gokú vive con Uub- informó, su tono estaba ligeramente cargado de rencor. Iba a agregar algo más pero tras pensar un poco, calló. No era honorable que una esposa hablara mal de su esposo, por mucho que éste la abandonara por un muchacho –vaya- esa idea le hizo levantar la cabeza e imaginarse algunas situaciones cuestionables entre su marido y el chico moreno. Luego sacudió la cabeza vigorosamente, para disolverse las imágenes de la mente, pensaba en tonterías.

El hombre se quedó inmóvil en su lugar, con los ojos abiertos esperando que alguien le dijera qué decir a continuación. Pero no ocurría nada que le salvara de la situación, así que tuvo que buscar en su interior al experto play boy encantador de masas, para poder despedirse sin más explicaciones y ser libre. La presencia de Milk le hacía sentirse oprimido.

-Me gustaría quedarme, pero ya sabes- le sonrió ampliamente, en estas épocas hay muchas chicas que quieren un abrazo- la expresión de la mujer le hizo sentirse como un patán machista ¿Cómo se le había ocurrido decir eso, a quién pretendía impresionar? Suspiró con fuerza y bajó el rostro, avergonzado y rendido –para ser sincero el único plan que tengo es ir a un bar y beber toda la noche- otra estupidez en menos de cinco minutos ¡Primero un patán y ahora un fracasado! ¿Pero qué lo tenía tan nervioso?- disculpa Milk estoy diciendo estupideces. Nos vemos- intentó sonreír antes de retirarse, hasta ese momento se dio cuenta de que la cara le ardía, seguramente estaba sonrojado.

Cruzó el umbral de la puerta principal y se dirigió hacia su auto cuando escuchó unos pasos detrás. Era Milk que lo alcanzó y detuvo por el antebrazo, aún en la oscuridad se veían relucir sus tiernos ojos negros. Se sorprendió a sí mismo pensando en ellos.

-¿Por qué no te quedas con nosotros esta noche?- genial, le había causado lástima.

-No pretendo ser una molestia, es una noche para estar en familia- quitó el brazo lentamente, quería huir de esa situación tan incómoda.

-Insisto- No le quedó más alternativa que dejarse arrastrar por su ahora anfitriona, le rogaba a Kami que le diera paciencia y las horas pasaran rápidamente. Para su sorpresa sus ruegos fueron escuchados. Una vez en la casa, el ambiente se destensó de una forma agradable, incluso Milk lo puso a cocinar con ella y aunque lo hacía fatal, no lo regañaba por casi nada.

Ni siquiera le sorprendió la cantidad de comida que estaban preparando, sabía que en la noche habrían ahí dos saiyajin con su apetito característico y algunos invitados más. Tardaron tres horas en terminar los previos para los numerosos guisados, eran apenas las ocho de la noche.

-Lograste quedar impecable- se asombró Milk cuando, tomando un descanso, sirvió la tercera taza de té para ambos en la mesa de la cocina. A pesar de que el hombre llevara puesto un traje de lino color crema que ninguno de los dos considero poco apropiado para la época.

-Es un talento oculto- sonrió y Milk le devolvió la sonrisa. Hasta ese momento Yamcha se fijó en sus dientes, tenía una sonrisa linda, que le hacía ver rasgos coquetos a su siempre serio rostro. No recordaba haber visto su sonrisa antes. Quizá un par de veces… La verdad era que casi todas las ocasiones en las que la había visto, Milk estaba preocupada o enojada. De pronto algo le hizo salir de sus pensamientos: estaba sonrojada. Ladeó el rostro observándola, se veía… dócil. Eso le atrajo de una manera poco racional. Siguiendo un impulso, estiró la mano lo suficiente para acariciarle el rostro, a pesar de la edad era suave y seguía siendo bonito, aunque cansado, tenía ese toque infantil en sus facciones.

Se sintió repentinamente muy atraído hacia ella, sería tal vez la soledad que se reflejaba en sus ojos tristes, el reto que significaba por su mal carácter o simplemente "lo prohibido". Una voz en su interior le gritaba que no siguiera, que no debía tocar a la mujer de su amigo; amigo que por otra parte, la había abandonado por entrenar con un chico... Gokú tendría que perdonarlos a ambos.

Milk era constantemente abandonada y cargaba con el peso de una familia especial y difícil, era lógico que su humor fuera fácilmente alterado. Pero ahí estaba ella, temblando bajo el tacto de su mano, sonrojada por alguna razón que desconocía, frágil, en silencio y adorable.

Se inclinó hacia ella atraído por su calor humano, pronto sintió su respiración asustada, si no actuaba rápido podría dar tiempo a su conciencia para frenarlo y no quería. Deseaba probarla, vivir ese momento.

Milk estaba petrificada por el miedo, había recordado su juventud, cuando por primera vez vio a un chico mayor, fuerte y atractivo que le llamó la atención y le hizo sonrojarse como ahora, estaba recordando aquellos días cuando soñó por breves segundos que se besaban y que había ocultado en su memoria cuando los labios de ese mismo hombre la besaron tímidamente, en la realidad y a su edad, aún estando casada ¡Estaba aterrorizada! Pero no hizo nada, esperó a que terminara. Fue un beso ligero, solo un roce de sus labios que por primera vez en años tocaban unos ajenos. Ni si quiera recordaba lo que sentía con Gokú, su esposo, a quien le había jurado fidelidad eterna.

Tragó saliva cuando terminó, hasta ese momento se dio cuenta de que había permitido a Yamcha besarla. Se inclinó hacia atrás, con los ojos bien abiertos y con la imagen de Gokú golpeándole la mente. También el hombre se veía sorprendido. Pero no les dio tiempo de decir ni una palabra: en ese momento sonó la cerradura de la puerta abriéndose y después entraron Gohan y Videl, seguidos de Goten que cargaba un enorme paquete de regalos.

La casa se llenó de ruidos con la animada plática de los habitantes ajenos a las miradas furtivas de quienes minutos antes, habían transgredido la moralidad de la matriarca.

El evento jamás se mencionó, Milk y Yamcha se lo llevaron a la tumba, pero… ¿Quién sabe si se habrá repetido?


Y bueno ya que estamos aquí, aprovecho para invitarlas a mi página en facebook :) para tomar el cafecito. La acabo de abrir, me buscan como Kawaii Destruction y ahí les mando besos :*