Hola a todos! Porfin me atrevo a subir el primer capítulo de este fanfic. Primero de todo, la historia no es mía, la autora es purplehershey y esto es una traducción de su historia 'Lost in Translation', aunque he decidido mantener el nombre porque quedaba más bonito. Normalmente espero actualizar cada lunes, pero como ya llevo traducidos algunos capítulos más puede que esta semana os deje otra actualización como regalito :)


''¿Necesitas algo más?'' preguntó Ruby animadamente mientras se acercaba a la mesa donde Emma se había dejado caer. La ciudad entera cuchicheaba sobre la misteriosa mujer que había aprecido casi por arte de magia la noche anterior. Emma levantó la vista de la taza de chocolate caliente que estaba tomándose.

''Oh, no gracias'', respondió intentando sonar animada, pero en vez de eso acabó sonando vagamente desinteresada.

Ruby quería detalles sobre la rubia. Quería cotillear para poder hacer más llevadero su turno de trabajo, pero el desanimado comportamiento que estaba mostrando la mujer la llevó a pensar que no iba a acabar descubriendo nada. Con otra sonrisa y un suspiro de decepción, continuó pasando por las demás mesas para tomar nota de los pedidos.

Emma volvió a su tarea de contemplar su chocolate caliente. No entendía por qué estaba tan desanimada. Debería estar contenta de lo cómodos que eran los sillones del restaurante y de tener una bebida caliente en el estómago después de la noche tan catastrófica que había tenido, pero de alguna manera no podía evitar sentir una molestia en el corazón.

La noche anterior, había recorrido un largo camino hasta la pequeña ciudad de Stroybrooke, Maine, con su recién descubierto hijo mientras éste saltaba arriba y abajo en el asiento de atrás. Durante todo el trayecto había estado diciendo tonterías sobre que si su madre era una reina malvada y que la ciudad estaba llena de cuentos de hadas. Ella sólo había seguido mirando hacia la carretera con una ceja alzada y con una mirada que expresaba 'si, lo que tú digas chavalín'.

Además se le había metido en la cabeza que ella iba a quedarse en Storybrooke con él. Cada vez que abría la boca para negarlo, él la miraba con una pequeña sonrisa ladeada que era demasiado mona como para discutirlo y hacía que ella volviera a callarse y convencerse a sí misma de que ya sacaría el tema más adelante.

Cuando llegaron a la impresionante mansión blanca que Henry decía ser su casa, una mujer morena que Emma asumió que era la madre de Henry salió apresuradamente por la puerta. Ella instantáneamente se acercó para llevarse al chico a sus brazos. Pero él la apartó a un lado y entró corriendo a casa mientras gritaba.

''¡Tú no eres mi madre. Tú eres la Reina Malvada!'' su madre se quedó mirando como él corría hacia dentro, pero se dio la vuelta antes de que él acabara la frase.

Una vez Henry hubo desaparecido, a Emma le atacó la inseguridad. La madre de Henry era, por así decirlo, intimidante. Estaba de pie con las manos en las caderas, con un vestido gris muy sofisticado que moldeaba su cuerpo a la perfección mientras se mantenía firme en sus tacones de 10 centímetros.

Lo único que consiguió hacer Emma fue inclinar su cabeza ligeramente mientras decía un pequeño ''Ey''. Se abofeteó mentalmente a sí misma por ello. ¿Eso es todo lo que sabes hacer Swan, 'Ey'?

La morena frunció los labios mientras miraba a Emma de arriba abajo. Emma le devolvió la mirada, dándose cuenta de lo bonitos que eran los ojos de la otra mujer. Nunca había pensado que los ojos marrones fueran extraordinarios, pero de alguna manera, los suyos resaltaban.

Después de una última mirada, la morena giró sobre esos puntiagudos tacones y volvió a meterse dentro de la casa. Emma se quedó allí, pasmada.

Eso no era lo que ella quería, dejar al chico y marcharse. ¿Así que por qué se sentía como si necesitara pedir más?

Volvió al coche y lanzó una última mirada a la mansión, especialmente a la ventana de la segunda planta donde se asomaba un pequeño bulto de cabello oscuro y la cara redonda del chico.

Sacudiendo la cabeza, puso en marcha el coche y condujo por la oscura noche.


Se levantó horas más tarde en una celda. Masajeándose las sienes se sentó en la cama de la celda. ¿Por qué estaba ahí?

Apoyando los codos en las rodillas, los recuerdos de la noche anterior volvieron a ella.

Mientras estaba conduciendo había aparecido un lobo en medio de la carretera. Por eso se había desviado hacia la gigantesca señal.

¿Podía ser que su coche se hubiera salido de la carretera? Todo eran recuerdos borrosos y estaba teniendo dificultades para acordarse de todo mientras en su cabeza sonaba algo parecido a cacerolas estampándose las unas con las otras.

Un rato más tarde, el estar masajeando sus sienes en círculos pareció disminuir el mareo. Estaba moviendo la cabeza de un lado a otro, estirando su dolorido cuello cuando escuchó el sonido de unos tacones contra el suelo de linóleo de la estación del sheriff.

Levantó la cabeza para encontrarse con un hombre desaliñado que asumió ser el sheriff, al ver la característica estrella colocada en su cadera. Al lado de él había nada más y nada menos que la madre de Henry. Regina, así había dicho Henry que se llamaba.

Regina apartó su perfecto y bien peinado pelo de su cara mientras se dirigía hacia la celda de Emma. Emma, aún sentada en la cama, no pudo ver el brillo siniestro en los ojos de Regina ya que estaba muy ocupada contemplando las largas piernas que se acercaban a la altura de sus ojos. Una vez Regina y Graham estuvieron delante de las barras de la celda, Emma se levantó para echarles cara desde el otro lado.

''Parece ser que, teniendo en cuenta tu forma de conducir, ayer bebiste demasiado,'' dijo Graham dócilmente. Se aclaró la garganta. Los labios de Regina estaban curvados en una media sonrisa-media burla dirigida a la rubia.

''¿Qué? No me tomé nada ayer por la noche. No hay ninguna…¡había un lobo!" protestó Emma.

''¿Un lobo? No tenemos lobos por aquí…'' dijo Graham pensativamente, pero fue cortado por un fuerte codazo de Regina y una mirada acusadora. ''De todas formas, Regina….'' Regina se aclaró la garganta y le dirigió otra mirada acusadora a Graham, ''quiero decir, la ciudad estaría agradecida de que te pudieras volver a ponerte en marcha e irte.''

''Bueno, ¿qué crees que estaba intentando hacer? Estaba intentando irme.'' Emma los miró y entrecerró los ojos sospechando.

''Si, bueno quizás si pudieras seguir tu camino estaríamos mucho mejor sin…'' continuó Graham mientras Regina sacaba una pequeña libreta que llevaba sujetada debajo del brazo. Se la mostró y le indicó el centro de la libreta con el dedo. Graham se inclinó un poco y miró a la libreta rápidamente antes de volver a erguirse.

''¿Sabes dónde está Henry?'' le preguntó a Emma.

''¿Qué? ¿Estáis locos? Lo traje de vuelta, me fui con mi coche, sin haber bebido nada debo añadir, vi un lobo, y me estampé contra la señal. Eso es todo.'' Dijo Emma resoplando y sujetó las barras de la celda con ambas manos.

Miró hacia abajo mientras apoyaba su peso contra las barras y estiraba la espalda. El accidente con el coche había dejado todo su cuerpo adolorido. Cuando volvió a mirar arriba, sus ojos se encontraron con los ojos chocolate de Regina, los cuales estaban pendientes de cada movimiento que ella hacía. Emma fue la primera en apartar la vista.

''Está bien, ha desaparecido así que pensábamos que tu lo habías…'' empezó a decir Graham.

''¿Qué? ¿Secuestrado?'' Emma se rió sola ante la imagen, pero cerró la boca al ver el frío rostro de Regina. Graham sonrió ligeramente; al menos la encontraba graciosa. Regina le dio una palmada a Graham en el hombro y señaló la puerta con la cabeza. Él entendió la señal y salió de la sala.

Una vez las dos mujeres estuvieron a solas, Regina hizo lo que mejor sabía hacer y miró a Emma. Aunque esta vez, Emma estaba preparada. Agarró las barras de la celda con fuerza y centró sus ojos esmeralda en los ojos chocolate de Regina.

Mierda, esos ojos otra vez. No Emma, no. Esta mujer es exasperante. Céntrate en lo exasperante que es.

''¿Qué es lo que odias de mi? He traído tu hijo de vuelta. ¡Deberías estar agradeciéndomelo!'' dijo Emma, exasperada, confusa, harta. Regina miró la libreta y escribió con un bolígrafo que cogió del escritorio más cercano. Le dio la vuelta para que Emma pudiera verla. En ella había escrita una nota.

Mi hijo está perfectamente contento aquí. Tiene una casa, comida y me tiene a mí. Más de lo que usted puede llegarle a dar.

''¿Ahora me escribes notitas? ¿Qué estamos, en sexto de primaria? ¿Por qué no hablas conmigo directamente?''

Regina pasó una nueva página de la libreta y escribió algo más largo antes de darle la vuelta otra vez. Emma rodó los ojos, pero miró de todas formas.

Usted, Señorita Swan, no es alguien con quien valga la pena hablar. Ahora mismo es meramente un obstáculo en nuestro camino. Ambos Henry y yo apreciaríamos que pudiera apartarse de nuestro camino. Soy la Alcaldesa de la ciudad y estaría mal que me subestimara. Haré que Graham la deje salir y espero que se esfume nada más hacerlo.

Emma gruñó, qué desfachatez tenía esta mujer para venir y tratarla como si estuviera arruinando su vida. ¿Era necesario que le recordase el hecho de que le había devuelto su hijo esa noche? Se giró de espaldas a las barras y se movió de un lado a otro de la celda.

''Lo que usted diga, su majestad.'' Siseó enfadada. Decidió seguirle el juego hasta que saliera de la cárcel.

Pero una vez fuera libre, de ninguna manera iba a dejar que esta creída, confiada, y fría mujer consiguiera lo que ella quería. Estaba empezando a entender por qué Henry la veía como la Reina Malvada.

Se dio la vuelta para enfrentar a la abrasiva mujer y se quedó sorprendida al ver a la morena con las cejas fruncidas. Sus labios formaban una fina línea y su cuerpo parecía tenso mientras escribía algo en la libreta. Se quedó quieta, pensativa durante unos segundos antes de darle la vuelta.

Que es lo que acaba de decir.

Estaba escrito con un punto y aparte, no con un signo de interrogación. Incluso aunque no estuviera hablando, Emma podía escuchar el tono inquirente que contenían esas palabras.

''He dicho que lo que usted. Diga. Su. Majestad.'' Respondió Emma de un modo muy tajante, enfatizando cada palabra para dejarle claro que le daba absolutamente igual lo que la otra mujer pensara de ella. Regina entrecerró los ojos, se metió la libreta debajo del brazo y salió de la sala.

Momentos después, Graham reapareció con un manojo de llaves, jugando con ellas mientras las giraba en su mano como si no hubiera pasado nada. Abrió la cerradura de la celda y dejó la puerta abierta. Emma se quedó ahí parada con una expresión de incredulidad pintada en la cara.

''Puedes irte,'' dijo él.

''¿Estás de broma?'' casi chilló Emma.

''Uh..no. De verdad que puedes irte.''

''No, me refiero a toda esa escena que ha ocurrido justo aquí.''

''Oh. Sí, bueno, Regina es un poco sobreprotectora con su hijo.''

''Bueno eso puede ser lo más obvio del siglo. ¿Qué era todo eso de la libreta? ¿Algún tipo de demostración del poder que tiene?'' Emma pasó los dedos por su pelo y se ajustó el cuello de su chaqueta de cuero.

''No, ella, bueno no le digas que he sido yo el que te lo ha dicho, pero es sorda.'' Admitió Graham con un pequeño suspiro. Giró su silla y se sentó en ella, cogiendo su lápiz y acabando el informe policial del arresto de Emma. La boca de Emma se quedó abierta. Con los ojos abiertos desmesuradamente.

''¿E-es sorda?'' dijo en voz alta.

''Mhm'' afirmó Graham, sin despegar sus ojos del informe.

''Oh Dios.'' El estómago de Emma dio un vuelco.

''No dejes que vea que le das pena. Si crees que ahora la has visto de mal humor…'' dijo él mientras aparentemente recordaba algún que otro momento. Uno en particular lo hizo horrorizarse.

''Pero n-no lo sabía.'' Acababa de atacar verbalmente a la mujer por escribir notitas, aunque en su defensa estaba que ella se lo había buscado, pero aún así.

''Adiós Emma.'' Graham levantó la vista del escritorio y le sonrió mientras Emma se dirigía a la puerta.

En el momento en que Emma atravesó la puerta se estremeció ante la lluvia que rápidamente estaba mojando su ropa. Miró alrededor y se encontró con una señal que decía 'Restaurante de la Abuelita'. Corrió hacia esa dirección y se metió dentro.

Y por eso ahora estaba ahí.

Emma dejó de contemplar su taza y tomó un sorbo del caliente chocolate. Estaba enfriándose. Estupendo. Suspiró pesadamente y se peinó el pelo con los dedos por décima vez. Cuando miró por la ventana se dio cuenta de que la lluvia había parado.

Vio una silueta pequeña caminando por la acera cercana al restaurante. Se parecía un montón a Henry. ¿No se suponía que había desaparecido?

Emma se levantó de la mesa, dejó unos cuantos billetes encima y corrió fuera del edificio, arropándose dentro de la roja chaqueta de cuero mientras con la otra mano abría la puerta.

''¡Henry!'' gritó y corrió hacia él.