No tengo elección

«Te amo Regina»

La espada se hundió con un golpe seco, golpeando contra las costillas, atravesando el cuerpo de parte a parte para acabar su recorrido en la pared blanca y negra del despacho de la alcaldesa, que se encontraba en ese momento perlada de rojo escarlata.

Los labios entreabiertos de la antigua reina dejaron escapar un suspiro, sus ojos clavados en las pupilas verdes que la miraban, empañadas de lágrimas.

Regina puso sus manos en su vientre, a cada lado de la hoja que la atravesaba, como para asegurarse de que no estaba soñando. Estaba ahí, hundida en ella, el dolor fulgurante que sintió al principio estaba dando paso a un calor que se apoderaba de todo su cuerpo.

Sus piernas ya no le respondían, se dejó deslizar lentamente por la pared hasta caer de rodillas, hacia delante. Lo único que le impedía caer definitivamente era la mano de Emma que aferraba fuertemente la empuñadura dorada de la espada.

La morena apoyó su frente en la de su compañera para mostrarle un último gesto de ternura antes de irse, para demostrarle que no la culpaba, era lo mejor que se podía haber hecho.

Emma lo comprendió inmediatamente y le murmuró algunas palabras reconfortantes, deseando que su reina se dejara ir finalmente para que no sufriera más. Las lágrimas corrían por sus mejillas, se culpaba tanto por haber llegado a esa situación, después de todos sus esfuerzos, todas esas dificultades sobrepasadas a lo largo de los años, pero hoy se encontraba frente a un callejón sin salida…

Había hecho lo que tenía que hacer, pero no podía dejar de llorar al ver la vida escaparse lentamente del cuerpo de la que había compartido su vida.

Regina ya no distinguía lo que estaba viendo, sus ojos miraban la boca de Emma, pero su cerebro ya no le transmitía ninguna información que viniera del mundo exterior. Poca a poco su vista se obscurecía, para finalmente convertirse en una pantalla negra, dejándola sola con sus pensamientos.

Siempre se dice que cuando llega nuestra hora, nuestra vida desfila por delante de nuestros ojos. Regina esperaba en su interior que no fuera así, no quería rememorar todas sus malvadas acciones y dejar este mundo con el recuerdo del último crimen cometido.

Sintió alivio al ver que solo los buenos momentos desfilaban por su cabeza, y una débil sonrisa apareció en sus labios. Recordó su encuentro con Daniel, su primer beso en los establos, su petición de matrimonio…después el vacío…Tras algunos segundos su cerebro le dejó ver uno de sus mejores recuerdos, la primera vez que sostuvo a Henry entre sus brazos, hundiendo su mirada en la de su bebé, estrechándolo fuertemente contra ella. Su alegría en ese momento le hinchió el corazón, que latía cada vez más lentamente.

De nuevo su memoria saltó algunos años para ver aparecer a Emma, en el umbral de su casa, con su eterna chaqueta de cuero roja. Regina se asombró al ver que su cerebro trataba ese primer encuentro como un buen recuerdo. Pero rápido comprendió que esa imagen, que esa primera vez, fue el comienzo de lo que iba a convertirse en la más bella historia de amor de su vida. Y por desgracia para ella, la última…

Después las cosas se aceleraron, los recuerdos desfilaron cada vez más deprisa, algunos claros, otros totalmente borrosos, que Regina no sabía muy bien a qué correspondían. Vio el regreso de Nerverland, con Henry y la familia Charming, su compromiso oficial con Emma, su primera Navidad en familia, el decimosexto cumpleaños de Henry y su primer coche, regalo de sus dos mamás, un poco angustiadas ante la idea de verlo conducir…después todo se volvió borroso, las imágenes daban lugar a ruidos indistintos, lo único que lograba todavía comprender era la voz de la sheriff que le decía que aún, aún, aún la amaba…

Emma había puesto su mano izquierda sobre la mejilla de la reina, mientras que la derecha estaba blanca de aferrar tan fuerte la empuñadura de la espada. Sabía que debía darle fin, pero el dolor que sentía en su interior le impedía ejecutar el más mínimo movimiento. Su padre se acercó despacio, y le puso su mano en su hombro

«Emma, hay que acabar con esto. Si quieres, déjame hacerlo a mí, comprendo muy bien que…»

«¡No!» gritó ella mucho más fuerte de lo que hubiera deseado «Soy yo quien tiene que hacerlo, yo…yo…»

Su mano izquierda se deslizó lentamente por su pierna, hasta alcanzar el puñal guardado en su bota. Agarró el mango, y despacio lo desenvainó. Ese puñal no la abandonaba desde que estuvo en Neverland, su padre le había enseñado que era una mejor arma que una pistola. Había aprendido a usarlo de manera precisa, tanto en una pelea cuerpo a cuerpo como lanzándolo.

Cerrando los ojos, elevó la hoja a la altura del pecho de su compañera. Con un gesto preciso, la hundió con un golpe seco, directamente en el corazón.

«Te amo Regina, siempre te amaré…»

Regina, ya inmersa en las tinieblas, no sintió si quiera la punta de la daga clavarse, lo único que tenía en mente es que la liberación había llegado…Un nombre resonaba aún en su mente…Emma…Después todo se transformó en oscuridad.

El último suspiro de Regina hizo llorar a Emma. Soltó el puñal que rebotó al caer al suelo, después retiró la espada del cuerpo de su amante. Dejó caer el cuerpo de la reina para estrecharlo una vez más entre sus brazos, su boca apoyada en los cabellos morenos de su compañera. Se derrumbó, Emma gritaba de dolor, sus lágrimas corriendo por su rostro, besó por última vez los labios de Regina.

La Reina ha muerto…viva la Reina

Como dije no sé dónde, este primer capítulo impresiona, ahora toca ver cómo hemos llegado a eso. Esta vez no pienso decir si todo acaba bien o mal, habrá que leer y morderse las uñas. Pero no es un fic largo.