Nota de la autora: Hola, soy Sofia Ponce Arancibia (Lía), de nacionalidad chilena. Tengo 15 años y soy fanática de Dan Brown, y sobre todo de Robert Langdon. Tras leer todos sus libros, se me ocurrió este, mi primer fic, que es una mezcla divertida de personajes que aparecen en distintos libros.
Los hechos no representan necesariamente la realidad, aunque muchas cosas aquí mencionadas, existen.
Los personajes, naturalmente, no me pertenecen, sino que son propiedad del asombroso escritor de thrillers, Dan Brown, responsable de haber despertado en mi la pasión por la lectura.
Espero que les guste...
PRÓLOGO
Esa noche, sir Leigh Teabing sentía que la rabia lo invadía mientras marcaba una y otra vez una serie de números en su teléfono móvil. "¡Contesta ya, contesta!" se decía, mirando inútilmente el reloj de su muñeca. "Debió estar aquí hace más de una hora".
Volvió a probar el número, sin éxito.
-¡Contesta!- Gritó al teléfono, pero este solo emitió la voz del contestador automático como respuesta, que sonaba tan calmada que tuvo la impresión de que se burlaba de su frustración.
Gruñendo de impotencia, Teabing colgó la llamada, atravesó como un rayo su departamento, cogió las llaves de su auto y salió disparado rumbo al estacionamiento.
Le tomó solo quince minutos llegar a su destino y, con el pulso acelerado, se dirigió a la entrada dando grandes zancadas y balanceándose de un lado a otro. Su instinto le decía que había algo que no encajaba.
Presa de una ansiedad irrefrenable, buscó entre las cosas de su bolsillo la copia de las llaves y abrió las puertas.
Dos segundos después, Teabing lo comprendió y se puso pálido.
La residencia estaba vacía.
Corriendo de un lado a otro con absoluta desesperación, recorrió los dormitorios, que, ahora vacíos y desolados le parecieron espantosamente grandes.
Tenía todo el cuerpo recubierto con una transpiración húmeda. Sintió que había estado construyendo un enorme castillo con cartas de naipes, que ahora se derrumbaba ante sus ojos tras una inesperada ráfaga de viento.
Todavía no sabía que, a partir de ese momento, se encargaría de encontrar, en una búsqueda lenta y sigilosa, cada carta de la baraja para devolverla a su sitio, como un ave que vuelve a reconstruir su nido una vez que se ha caído.
Y emplearía toda su energía en ello.
Por favor, dejen sus reviews después de leer...
Los quiero.
