Viuda Negra.

Capitulo 1.

Por: Mazii-chan.

Los personajes no me pertenecen son propiedad de: Rumiko Takahashi. Esto lo hago sin fines de lucro sólo con la intención de hacer llorar, reír o mostrar algún sentimiento. A mí me pertenece solamente Raito, que es un personaje creado por mi imaginación y que ocupare en todos mis fic con las mismas características físicas, quizás las sicológicas, dependerá del fic.

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Cada vez que iba a la cuidad todos la miraban, aunque ella le incomodaba un poco sabia disimularlo, bastante bien, por eso era hija de un conde. Fue criada de pequeña a tener una buena imagen, postura, hablar sólo cuando se lo pedían, ocupar ajustados trajes y ser refinada, toda una señorita. Pero ella no era así, ella era como una yegua le gustaba el aire fresco, ser libre, correr, nadar, reír, opinar, estar desastrosa; en su casa en el campo hacia todo eso: era libre. Como deseo desde pequeña pero una vez dentro, en la cuidad, era muy recatada era la hija de un conde. Pero como deseaba no serlo.

Vivía en una casa grande en el campo, es el recuerdo de su primer esposo, aquel sujeto de cabellos castaños y ojos del mismo color, facciones gruesas. No era un tirano pero tenía su carácter duro y firme. Cuando acabaron su matrimonio se fueron a vivir ahí juntos con unos sirvientes, pero en la noche de consumar su matrimonio él murió de una extraña manera. Ella estaba lista para realizar el acto de amor pero cuando se acerco al cuerpo se fijó que esté no respiraba. Su primer esposo había muerto.

¡Oh! Dios no quería que tuviera esposo luego de que su primer cónyuge muriera varios fueron por su mano, y fortuna. Su padre maravillado por el acontecimiento de pensar que su primera hija fuera a casarse por segunda vez con un conde, un vizconde o un barón. Era un regalo de dios, no entendía como su hija podía decir que era una desgracia.

El segundo matrimonio fue con un conde, era alto, pelo y ojos de color rojizo de rasgos finos, todo un tirano, logro conquistar a la chica. Tenía miedo de consumar el matrimonio, odiaba a ese conde era agresivo con ella como hubiera preferido que estar con su primer esposo, el era delicado, la trataba bien quizás con el tiempo se hubiera enamorada pero su la muerte le trajo está desgracia. Tal como le pasó al primero le ocurrió al segundo. Su fortuna creció con la muerte de sus dos cónyuges. Su padre tan testarudo que no escucho los ruegos de su hija que quería quedar viuda, sabía bien que era mal visto y jamás permitiría que su apellido fuera mal hablado. Y el tercer matrimonio se hizo y vizconde fue el afortunado de tener la mano de la chica, y riqueza de ella, pero una vez llegó la noche su esposo murió, igual que los dos anteriores. Una verdadera tragedia, su padre no contento decidió casarla nuevamente pero todos sus maridos murieron antes de consumar el matrimonio, tuvo tantos maridos como fortuna que tiene ahora.

Su guardarropa se lleno de vestidos color negro que no vio la necesidad de comprar de otros colores si siempre al día siguiente de su matrimonio ocupaba el negro.

Caminaba a paso lento, no tenia apuro en llegar, su padre le diría que tendría otro marido y que este estaba interesado en su belleza, pero la verdad era que todos la buscaban por tener una gran fortuna y lo sabía. Un velo cubría parte de su cara que sólo dejaba ver sus labios perfectamente delineados y pintados de un color rojo.

Llegó a la casa de sus padres y la sirvienta la estaba esperando en la puerta por su llegada. Agradeció y siguió el camino, se lo sabía de memoria todos los meses era lo mismo, la sirvienta la esperaba, caminaba hasta el salón tocaba la puerta esperaba que su padre le permitiera pasar y luego venia lo peor conocer a su futuro marido.

Tranquila— se dijo a si misma. Aunque sus piernas se movían como jalea sus manos temblaban como si hubiera un terremoto en estas, tenía fe que su padre se aburriría de buscarle pareja y quedaría viuda de sus muchos maridos.

Abrió la puerta.

Ahí estaban sentados sus dos padres más sus hermanas cada uno en un sillón individual podía imaginar lo que dirían: "Conocerás a tu esposo mañana" diría su padre, "En hora buena hija mía" comentaría su madre y su hermana mayor intentaría hacer un chiste para calmar el ambiente tenso que se producía en esos momentos.

—Tienes veinticinco años y todavía no puedes conseguir un marido. ¿Qué va a decir la gente?, los chisme van a comenzar a correr y el apellido de nuestra familia se verá perjudicada— se acercó a la venta para ver el paisaje que entregaba esa mañana —Tu madre me ha dicho que las niñas como tú están deseosas de casarse—

—Padre discúlpame, usted sabe que me he casado muchas veces como para decir que necesito otro marido. Lo que diga la gente se que te importa pero… ¿no te importa más la felicidad de tu hija?— sus ojos amenazaban con salir las lagrimas —espero que me entiendas. Para mi no es agradable que mis maridos mueran y que pase un mes y tenga que casarme de nuevo— caminó hacia la puerta, tomó la perilla e iba a salir sin antes decir: —Me volveré a casar cuando me enamore, que lo veo imposible, además el dinero no me falta porque tengo la fortuna suficiente que me dejaron mis difuntos maridos así que podre sobrevivir— salió. Camino por el pasillo hasta llegar a la puerta principal, sus piernas no aguantaron su peso y cayó al suelo lentamente, sus lágrimas brotaron, la dureza que había formado con las muertes de sus cónyuges se había ido con la conversación con su familia. Se limpio las lágrimas y camino como toda una Tendo que era. Digna; siempre digna.

Cerró la puerta, pasó por el largo ante jardín que poseía la familia y llegó a la calle donde varios carruajes pasaban haciendo un gran estruendo por los golpes de las patas de los caballos contra el piso, eso le producía un gran dolor de cabeza. Intento ignorar aquel bullicio y siguió su camino a la casa.

Un niño corría por las calles llevaba sus ojos cerrados y cada vez que golpeaba a alguien pedía una leve disculpa y seguía corriendo. Primero choco y luego sintió que unos brazos que lo abrazaban para que se detuviera.

—¡Oh! Querido ten más cuidado cuando vayas corriendo por las calles, te puede atropellar un carruaje — le sonrió de una manera cariñosa. Siempre había deseado tener hijos pero con la maldición que tenía le era imposible.

Le acaricio la cabeza al pequeño y este sonrío de manera divertida, le faltaba algunos dientes al niño lo que hizo que ella lo mirara de una manera tierna.

—¿Usted es la viuda negra?— ella le miro como si buscara la respuesta en su mirada —Es que usted es igual a la araña—

—¿Porqué lo dices, acaso soy tan fea y peluda?— lo dijo en forma de burla

—Al contrario lady, usted es muy bella pero es igual que aquella araña que se come a sus maridos luego de aparearse—

Se calló por unos segundos, como ese pequeño de no más de siete años hubiera hecho una comparación un tanto rara, pero la verdad era que le gustaba ese apodo y se lo tomó con humor.

—Tú eres pequeño pero inteligente, dime ¿quiénes son tus padres?— tenía una cierta curiosidad por saber quiénes engendraron tal persona que a su corta edad podía asimilar las cosas de adultos, tenía fascinación por el chico. No respondió, debía haber peleado con su madre o padre y se hubiera escapado de la casa, recordaba que su hermana cuando peleaba con los padres siempre se escapaba y regresaba toda sucia. —Te llevaré a casa. Sólo dime donde vives—

—No se preocupe, estaré…

—¡No, no!— Grito horrorizada —No puedo dejar un pequeño tan inteligente como tú le pase algo en el camino, no lo permito— le golpeo la nariz con el dedo haciendo que el pequeño lograda sacar una risa.

—Está bien mi lady— le ofreció el brazo como todo un caballero pero ella era más alta —Disculpe, aun soy pequeño.

—Pero crecerás y podrás ofrecerme tu brazo, pero por mientras tu mano— ambos se fueron tomados de la mano, se podía ver que parecían una familia. Ella reía con las ocurrencias o anécdotas del pequeño o se impresionaba por las investigaciones que hacía en el establo de su casa. Él era todo un genio.

—Mi hermano me está buscando— apuntó hacia un caballero alto.

—Entonces pequeño te dejo aquí. Recuerda si te portas bien y haces todas tus investigaciones podrás, y claro si te dan permiso, venir cuando quieras a mi casa. Eres mi invitado de honor— el chico no se dejo esperar y la abrazó.

—Eres mi primera amiga— se sintió tan feliz al escuchar al pequeño hablar —también puedes venir a ver cómo van las investigaciones—

—Lo hare con gusto, amigo. Bueno es mejor que te vayas tu hermano te busca— el chico se fue corriendo a los brazos de su hermano y le contó las cosas que hizo y habló con la lady pero cuando se la quería mostrar ya no estaba, era rápida para irse.

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Continuara….

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Luego de mi fic "Realidad" decidí hacer este, que lo tenía hace bastante tiempo en mente.

Espero que les haya gustado.