Hola a todos esta es va ser una historia corta de solo unos cuantos capítulos es una forma para redimirme de no haber puesto el capítulo de mi otro fic "indecente" a tiempo aunque esta no tenga nada que ver con la otra espero que la disfruten, les prometo que mañana o a mas tardar el lunes lo subo T-T .

Dedicado a esas personitas que leen mis historias ya aquellas que aman el lado romántico de esta pareja.

Los personajes no me pertenecen si no a Himaruya-sama yo solo los tome prestados para hacer travesuras

Capitulo 1

La noche era tranquila y el paisaje que se extendía a través de su ventana era de lo más sereno, el rubio se estaba preparando para dormir después de un duro día de trabajo, Lily hacia horas que se encontraba acostada en su habitación, todo era silencio en su cuarto apenas su pasos eran perceptibles, sofocados por la gruesa alfombra, por eso se sorprendió de pronto al escuchar una melodía, una dulce melodía de piano.

Su imaginación debía de estarle jugando una muy mala pasada, puesto la pieza musical que captaba su oído hacía años que no la había oído y dudaba que él la tocara muy seguido, pero nadie más podría ser, puesto que eran los únicos que la conocían. Sin abrir los ojos siguió inconscientemente la música hasta toparse con la ventana más grande de su habitación, aquella donde solía tomar largos descansos vigilando el horizonte ante cualquier seña de algún intruso tratando de meterse en su territorio, esperando en el fondo distinguir la silueta de su ex amigo.

No era coincidencia que su ventana diera al este, en cuya dirección quedaba la casa del austriaco, pero ello era algo que nunca nadie sabría y si llegaran a notar esa coincidencia, el simplemente la negaría; la melodía seguía su curso y él ni pudo resistirse más a su magia, dejándose arrastrar abriéndola de par en par mientras se sentaba en el borde de esta, fijando los ojos en un punto fijo, sintiendo la dulce brisa golpearle suavemente la cara y se puso a recordar.

La primera vez que vio al austriaco fue en las praderas o mejor dicho los alpes que pasaba por ambos territorios a él se le escapo una pequeña cabra, por lo que salió en su búsqueda, sus pasos lo llevaron cada vez más lejos de su casa, hasta que el sonido de una voz pidiendo auxilio llamo su atención.

No pudiendo desentenderse de la llamada de auxilio se dirigió hacia la voz, llegando hasta un pequeño claro donde atado a un árbol se hallaba un niño que lloriqueaba sin descanso, ni tardo ni perezoso la pequeña nación rubia fue a su rescate sacando una pequeña daga del cinto y cortando las cuerdas que lo tenían apresado. En cuanto se sintió libre el otro pequeño ceso su llanto volteando ver a su salvador.

-Gracias- murmuro bajo aun hipando y al levantar la mirada dejo al descubierto una mirada violácea profunda demasiado para un humano normal.

-Hmp… ¿Cuál es tu nombre?- dijo el otro curioso por ese detalle

-Österreich… digo Roderich- continuo hablando bajito el chico dándose cuenta de error que cometió

-Entonces si eres una nación – dijo más para sí el rubio sin cambiar de expresión

-Eh ¿tú también?- dijo emocionado el castaño- waa ¿y quién eres? ¿Cómo te llamas? ¿De dónde vienes? ¿Qué haces aquí? ¿Vives lejos?- dijo comenzando a bombardear con preguntas de las cuales no esperaba respuesta para seguir con la siguiente, haciendo que el pobre ojiverde se sintiera mareado cayendo de un sentón en la suave yerba haciendo que el otro detuviera su palabrería agachándose hasta la cara del otro.

-¿Te encuentras bien?- dijo acercándose aun mas poniendo nervioso al ojiverde por sus cercanía

-Tú, aléjate de mí - dijo dándole un empujón sin embargo otra vez los grandes y expresivos ojos de la otra nación comenzaron a llenarse de cristalinas lagrimas antes romper en llanto sorprendiendo al rubio que no sabía qué hacer

-No espera, no llores no quise decir eso – dijo tratando de calmarlo dándole palmaditas a sus hombros- ¿Qué te parece si comenzamos de nuevo?, yo soy Schwyz y vivo en la parte baja de esta montaña, contento- el castaño bajo sus manitas mostrando una vez más esa pequeña carita radiante de la cual sin querer el rubio quedo encantado.

-Mucho gusto Schwyz, pero ¿Cuál es tu otro nombre?

-Vash – dijo resignado

-Bien seamos amigos, Vash- dijo agarrando las manos del otro que aun cohibido por esta acción comenzó a ruborizarse asintiendo lentamente ante la petición del otro.

Vash lo recordaba a la perfección incluso podría sentir el dulce aroma de montaña de aquel lugar, describir sin probabilidad a equivocarse cada una de la flores a su alrededor e involuntariamente aquella cálida sensación que se le arremolinaba en las mejillas cuando el castaño le tomo sus manos.

Los recuerdos siguieron su curso ya que a partir de ese día no había momento en que ambas micro naciones se separaran, deteniéndose un momento ante uno muy especial. Ambos se encontraban en la casa de Roderich a la cual había arrastrado insistente al rubio para mostrarle algo según él muy importante.

-Rápido Vash- dijo el castaño tirando de la manga del otro, ahora ambos parecían tener 10 años, Roderich era un poco más alto que el rubio sin embargo esto era disimulado por el rubio por medio de su boina y de sus botas.

-Espera Rode- el rubio ya se había acostumbrado a llamarle asi a petición del austriaco cuya razón fue que no era justo que solo Vash tuviera un nombre corto, asi que también acortó el suyo- no es bueno correr dentro de la casa

El castaño sin tomarle importancia lo siguió jalando hasta llegar a una amplia habitación en medio del cual se levantaba un monumental piano totalmente blanco el cual los rayos del sol hacían ver más resplandeciente de lo que realmente era .

Roderich por fin soltó al suizo y se dirigió aun más animado de lo que estaba hacia el gran instrumento donde no dudo a sentarse en el banquillo que estaba delante de él.

-¿Qué se supones que haces tonto?- dijo Vash a sabiendas de la torpeza de su amigo temiendo que fuera dañar tan caro instrumento. El castaño no se inmuto ya estaba más que acostumbrado a la forma de ser de Vash e ignorando aquella pregunta extendió los brazos sobre las teclas de marfil y las presiono.

Vash que al ver lo que intentaba hacer de inmediato se tapo los oídos en espera del fuerte estruendo que surgirían de aquellos movimientos, sin embargo en vez de eso fue una tonada ligera la que broto de los gráciles dedos de su compañero, esta si bien no era compleja tenía algo que simplemente la hacía resaltar y decir que estaba asombrado por la habilidad que demostraba el usualmente inútil chico era poco.

La silueta del chico que veía empequeñecida aun mas por el tamaño del piano y que este tuviera que estirar al máximo cada uno de sus jóvenes brazos con tal de alcanzar las más lejanas teclas hacia la escena un tanto graciosa, sin embargo el joven de la boina pudo distinguir en el rostro de Roderich una concentración tal que lo hizo dudar verdaderamente de si era del mismo que le conocía. La música lo envolvía llenando cada uno de los recovecos del salón al mismo tiempo que su corazón sesenta más ligero como si flotara. Al cabo de unos minutos el otro chico dio por terminado su interpretación y no perdiendo ni un instante volteo a mirar a su amigo que aun yacía en el borde la puerta con una expresión más que relajada.

-¿y bien? –preguntó sacando de su trance al rubio- ¿Te gustó?

-Hmp… no estuvo mal- contestó un tanto cohibido- para que lo haya hecho un inútil como tu- añadió con tal de que el ojivioleta no viera lo asombrado que estaba.

-¿en serio?- contesto radiante- es la primera vez que compongo una y quería que tú la escucharas primero- siguió feliz de la aprobación de su amigo- Sabes la hice pensando en ti.

El rubio se sonrojó tremendamente ante lo espontaneo de esa confesión.

-No digas tonterías, ahorita que lo pienso es una canción tonta- dijo cruzándose de brazos volteando la cara para ocultar su sonrojo

-Como tú digas, Vash- no creyendo en absoluto alguna de sus palabras, volviendo a interpretarla en el piano

Su canción, esa melodía se había convertido en su canción y Roderich solo la tocaba cuando estaban solo los dos, al paso de los años le había añadiendo y cambiando cosas pero de una u otra forma esta siempre guardaba la misma esencia y le producía los mismos sentimientos que la primera vez. La última vez que la vez que la había escuchado fue justamente el día de su separación donde ambos yacían empuñando las espadas en medio del campo de batalla y esta brotaba de los labios del austriaco en un tenue tarareo como un himno de despedida.

Esos años de felicidad cuando eran niños siempre los recordaría, nunca se lo ha expresado a nadie ni siquiera es capaz de decirlo en voz alta, solo en su mente puede afirmar que los años junto a Roderich fueron los mejores aunque se vieran opacado por el dolor de su traición, porque para él no valía las excusas que era por mandato de su jefe, a él lo único importante fue como su ex amigo empuñaba una espada en contra suya y de su gente. Eso le dolió tanto más no lo admitió por que admitirlo sería asegurar que lo extrañaría, que le había importado tanto y entonces el dolor se volvería real. No, era mejor para él negarlo y callarlo como hasta ahora venía haciendo como prueba de que nada había pasado. Que ese día había perdido su corazón.

La melodía no parecía tener fin y él en el fondo tampoco quería que terminara aun si se tratase de una mera fantasía, la fresca brisa comenzaba a enfriar un poco mas haciendo que el suizo comenzara a frotarse los brazos en busca de calor pero ni aun asi se alejó de la ventana. Asi en esa posición se quedo dormido entre los recuerdos de su niñez.