Comentarios al final del capítulo.
Advertencias: Ésta historia contendrá lenguaje inapropiado y vulgar, escenas sexualmente explícitas (para el único caso de Katsuki y Ochako que son la pareja principal)
¡Disfruten!
El infierno entre tus manos
Capítulo 1
o
o
"El demonio de ojos carmesí"
En la pequeña ciudad de Yuuei, un joven matrimonio acaba de mudarse.
Izuku Midoriya es un chico con una personalidad amable, posee un cabello algo revoltoso de color verde opaco y unos ojos de inocencia y determinación que acaban con facilidad cualquier pensamiento que no sea pacífico… o al menos eso podría ser así para la mayoría de las personas que lo rodeaban.
-¡Ochako! No deberías estar cargando esas cajas, podrías lastimarte –le regañó el peliverde a su esposa por no tomar en cuenta sus indicaciones.
-Yo sólo quiero ayudar –se excusó la joven castaña un poco apenada mientras el peso en sus brazos se aligeraba.
-Te dije que yo me encargaría de todo lo demás. Ya me ayudarías a desempacar –se siguió quejando el joven Midoriya mientras depositaba la caja en una esquina de esa habitación semi-vacía.
Los recién casados habían tenido que decidirse por mudarse apenas cumpliendo los tres meses de haber celebrado su ceremonia de boda, junto a sus apreciables amigos y familiares. Esto porque el nuevo puesto que Izuku había recibido como un ascenso a su excelente desempeño laboral se encontraba en otra ciudad, al menos a unas cinco horas en tren.
El joven peliverde trabaja para una importante compañía empresarial que se encarga de la fabricación y diseño de armas, detonantes y todo lo que se le ordene. Para su esposa no es que aquel trabajo le agradara completamente, pero el joven Midoriya estaba convencido de que él no estaba trabajando para iniciar una guerra, sino para traer paz y proteger de alguna manera a alguien que se encontrara indefenso.
Ochako Uraraka se había enamorado de Midoriya desde sus primeros años de instituto. En toda su vida no había conocido a otra persona que la hiciera sentir como la mujer más protegida y amada de éste universo. Su noviazgo comenzó a unos meses de finalizar la Universidad y después de dos años de relación decidieron comprometerse y casarse. La vida no podría ser más considerada con ella. Poseía al hombre del que se enamoró y bien correspondida estaban casados por la eternidad, una que recién iniciaba.
-¿Mañana conocerás a tu nuevo Jefe? –preguntó Ochako después de entregarle una botella con agua a su marido.
-Eso parece –le sonrió –Aunque quisiera tomarme la tarde libre para poder estar contigo y avanzar con los pendientes de la mudanza.
Uraraka se sonrojó al instante, a pesar de estar casados, aún le tomaba por sorpresa que Izuku se expresara de esa forma.
-Seguro es para que conozcas las instalaciones y puedas tomar tu puesto, además de relacionarte con tu compañero.
Con apenas veinticinco años, Izuku había podido lograr bastantes de sus metas prometidas, pero estaba claro que aún no se encontraba ni a la mitad del camino.
Con un poco de timidez, Izuku abrazó la cintura de su esposa y hundió su rostro en su hombro izquierdo ante la sorpresa de ella. Aquellas muestras tan repentinas de afecto a Uraraka le fascinaban e intimidaban. Sin duda parecía que aquellos momentos jamás se terminarían…
La pareja terminó de instalarse pasadas unas seis horas. No habían decidido llevarse demasiados adornos o artículos. Con los obsequios de su boda había sido suficiente. Su residencia no era lo más espectacular, pero eran jóvenes y aún tenían tanto futuro juntos. La casa era lo suficiente como para ser acogedora para ellos. Tenían lo indispensable, la sala espaciosa para recibir a sus invitados que seguramente se aparecerían en menos de un mes, la cocina era estupenda, los baños se encontraban muy bien instalados y las recámaras… estaba la principal de la pareja, sencilla sí, y además de esa, había dos más. Tenían claro que de su amor debían esperar la noticia de un bebé en cualquier momento.
Era ya el tercer bostezo de Shota Aizawa en la fresca mañana recién comenzada en aquellas oficinas.
-¿No deberías estar supervisando los malditos informes? –espetó un joven con un marcado fastidio a pesar de que recién ingresaba a trabajar.
-Me interesa más que te reúnas con tu nuevo compañero. Ambos son unos genios en el diseño de prototipos. Quiero ver que tan lejos pueden llegar –con un gesto serio, Shota se acomodó en el asiento que le correspondía.
-¡¿Qué mierdas?! Yo nunca mencioné que necesitaría a un puto compañero –ahora con un notorio mal carácter Katsuki Bakugou haría sufrir a todo el personal que se le cruzara.
-Ese no es mi problema, como sea él ya está esperando en su oficina. Será mejor que le tengas preparado unas palabras de bienvenida. –lo despedía Shota dándole la espalda y prácticamente mandándolo a trabajar -¡Ah!, por cierto, se me olvidaba. No quiero problemas, Katsuki. –esta vez, con un tono mucho más serio se dirigió hacia el joven rubio que le despreció mientras cruzaba la elegante puerta de cristal.
-Descuida. Haré que esto se ponga interesante…
El joven rubio llevaba ahora consigo una sonrisa que no representaba nada favorecedor para su futuro compañero. Lo haría mierda.
El día había comenzado muy animado para el joven Midoriya. Hacía una hora que se había despedido de su esposa y los nervios no tardaron en invadirlo. Él siempre se caracterizaba por tener un temperamento muy neutral y una timidez que lo hacía resaltar, pudiéndolo considerar en ocasiones como un tanto torpe y molesto.
Mientras se encontraba observando la oficina que le habían ofrecido, no notó la presencia del imponente joven que se acercaba.
-Veo que ya te estás poniendo cómodo.
Unos ojos carmesí intensos se fijaron sobre él, quedándose inmóvil ante la sorpresa.
-No lo escuché entrar –se disculpó Izuku con un media sonrisa.
-Espero que no seas igual de inútil en el trabajo –en efecto, éstas eran las palabras de "bienvenida" que Katsuki había elegido para Midoriya, su nuevo compañero de trabajo.
Ante aquellas palabras tan frías, el joven peliverde comenzaba a comprender que, en efecto, su estadía en su nuevo ambiente laboral no le sería nada favorecedor, no después de haber conocido a su compañero de proyecto.
Aquel hombre poseía una temible mirada de fuego, pero Izuku no estaba dispuesto a dejarse reducir ante la imponencia de aquel rubio elegante. Mantenía la postura y se centraba en sus objetivos, aunque su trabajo se complicaría un tanto más de ahora en adelante.
Dio un suspiro y mantuvo su paciencia al sacar una hoja fina de diseño que había estado ansioso por mostrar desde que llegó al lugar.
-Esto es en lo que quiero mantenernos ocupados –habló con algo más de seguridad –Si vas a darle más prioridad el tratar de hacerme la vida miserable mientras esté aquí, creo que no te daré el placer –terminó con apenas el aliento en su cuerpo.
-¡Vaya! Maldita sea, balbuceas más de lo que haces –con una sonrisa satisfactoria reconocía las agalla del nuevo para tratarlo de esa forma –Muévete que tenemos las horas contadas y yo quiero llegar a temprano a casa.
No le sorprendía el mal carácter que poseía el rubio, ya esperaba que la amabilidad no encontraría en su primer día de ser transferido pero, para su suerte, aquello que no obtendría en su trabajo lo estaba esperando en casa, junto a su esposa.
Y eso lo hizo sentirse tan afortunado…
-¡Ah! ¡Nerd idiota! –se quejó Bakugou mientras se entretenía mirando los buenos diseños e ideas que Midoriya tenía propuestos sobre el escritorio.
Al parecer, Midoriya había tenido un excelente primer día y no sólo con su compañero, también con el resto del equipo que se encontraba encantado de trabajar con alguien como él y que les permitiera pronunciar más de frases.
-Mientras más te quejes menos pronto podrás llegar a casa –habló Izuku llegando de nuevo a la oficina de Bakugou.
-A diferencia de ti, yo tengo cosas más interesantes que hacer saliendo de ésta mierda. –respondió el rubio con indiferencia.
-¿Por qué no vienes a cenar a mi casa? –con una sonrisa sincera Izuku estaba terminando con el poco buen humor de su compañero.
Katsuki tornó sus ojos en molestia e hizo una mueca de sonrisa forzada mezclada con sarcasmo.
-¡Imbécil! Como si eso fuera a pasar –gritó –No mandaría al carajo mis planes por tus patéticos caprichos –finalizó con una mirada de superioridad.
-Entonces te espero a las nueve. Llamaré a mi esposa para que esté preparada y así puedas relajarte, ¿hay algo en especial que te guste?
-Sí, ¡Vete al infierno!
Izuku le dedicó una sonrisa. A pesar de que la personalidad de su compañero era de asquearse, sabía que no podía tener tanto desprecio por parte de alguien.
Después de concluida su conversación, Katsuki estaba realmente interesado en asistir a la cena en la que había sido invitado. No es que quisiera seguir tratando más con Izuku, estaba más que harto de su presencia, pero aquello que mencionó… ¿él de verdad tenía una mujer? Y sí era así, ¿Qué clase de mujer había decidido estar con él?
Eso sí ya empezaba a calarle. Ambos tenían la misma edad, ¿por qué él había optado por joderse la vida estando en un matrimonio? ¿De verdad era un idiota? Y sí, en efecto lo era, porque para Katsuki Bakugou no había más placer que el hecho de no comprometerse con ninguna mujer. Todas las que habían pasado por sus manos y las había hecho llegar al infierno mismo, eran unas desconocidas sin más valor.
-Una mujer, ¿ah? –murmulló mientras subía a su deportivo y tiraba la colilla de su cigarrillo para comenzar a conducir siguiendo el auto de Izuku.
Las calles se veían más oscuras de lo habitual, quizás el próximo cambio de horario afectara, pero no era algo de lo que Katsuki estuviera al pendiente, la exigencia que él mismo mantenía en su trabajo nunca le permitió gozar de muchas libertades para su tiempo libre, así que pasar a un buen bar, beber hasta ponerse ebrio para después despertar con una mujer desnuda a su lado en algún motel de paso era lo mucho que él conocía del mundo exterior; así que intervenir un poco en la vida íntima de su compañero no era una mala experiencia. No era que quisiera hacer una amistad sincera con Midoriya, por lo desagradable y molesto que le resultaba, pero sin duda le reconocía que poseía talento para lo que hacían.
El rubio ya se había creado alguna imagen mental para quien fuese la esposa de Izuku. Él había estado con mujeres de muy buen cuerpo y características, pero lo suficientemente aburridas como para botarlas después de follárselas. Quizás esa mujer de la que el peliverde tanto ansiaba ver, era incluso más aburrida que todas las demás con las que se pudiera haber acostado.
Cuando el auto de Midoriya se detuvo después de conducir por unos veinte minutos, estacionó su deportivo y bajó azotando la puerta, preguntándose porqué estaba siguiéndole el juego a aquel idiota.
Izuku bajó también y se acercó al rubio para poder guiarlo hasta la entrada de su humilde hogar, quería ser un buen anfitrión y mantener a su compañero lo menos alterado posible, por lo que ya le había advertido a su esposa por teléfono con la clase de hombre que se encontraría…
Midoriya abrió la puerta e incluso antes de entrar un olor agradable provenía desde el fondo de las habitaciones. Esto comenzaba a desesperar a Katsuki.
-¡Estoy en casa! –anunció Izuku entrando y cediéndole paso a Bakugou para que pudiera apreciar el pequeño e improvisado preparativo que le tenían.
-¡Oh! bienvenidos –respondió una voz femenina con un tono demasiado dulce para el gusto del rubio.
-Tssk –se quejó una vez más, pero sabía que no podía mostrarse demasiado desagradable como solía actuar. No era tan desconsiderado después de todo. En sus veinticinco años habría de aprender algo de autocontrol y madurez.
Pero al parecer, todo el agobio que había llevado durante años de su patética vida desaparecieron al encontrarse con los ojos grandes y brillantes de aquella cara redonda que estaba parada al lado del comedor.
¿Quién era ella? ¿Era la esposa de la que tan orgulloso estaba Midoriya? No, eso no podía ser posible…
Y sus pensamientos fueron callados al ver como aquella mujer sonreía grandemente al ver al idiota de su compañero tomarle las manos.
-Tardamos un poco más de lo esperado, lo siento –habló por fin Midoriya –Ochako, él es mi nuevo compañero de proyecto. Katsuki Bakugou –continuó –Espero que no te haya hecho trabajar demasiado ante ésta repentina invitación y lo de la mudanza… Katsuki, ella es mi esposa. Ochako Uraraka.
Y de nuevo el rubio quedó paralizado, ¿de verdad ella sería su esposa o sólo lo estaba fingiendo?
Su rostro cambió una vez más a incredulidad. Aquella mujer, aunque odiara admitirlo y sin hacer nada más que mostrar una sonrisa, se la estaba poniendo dura…
-Bakugou-san, si gusta pasar a prepararse para cenar, nuestro baño se encuentra en aquel pasillo –indicó señalando pero sin apuntar hacia una puerta a la izquierda –Aún tenemos mucho por terminar, así que si necesita algo, no dude en pedirlo –terminó de decir la castaña con una sonrisa complacida y tímida ante aquellos ojos que la miraban amenazante.
Sin decir otra palabra y dando un último vistazo a esa mujer, siguió hasta el diminuto pero cómodo cuarto de baño, donde se observó al espejo. ¿Qué demonios le pasaba? Esa mujer… le había dejado sin habla y había obedecido a lo que le indicaba sin decir más. "Esto debe ser una maldita broma" –pensó.
Abrió el grifo de agua y empapó su rostro con notable enfado y no se molestó en secase, pues al no encontrar alguna toalla disponible y creyendo que no sería necesario, salió sin más contemplaciones, pero no esperaba que aquella mujer castaña estuviera frente la puerta.
-Ah, yo… vine a traerle una toalla, olvidé que no he colocado una aún –se excusó Ochako ofreciéndosela mientras se apenaba.
Esa mujer era tonta… y extrañamente tentadora.
Katsuki recibió la toalla perfectamente doblada y limpia y sin mucho interés pronunció algo inentendible para la mujer de Midoriya. Se suponía que trataba de decirle "Te lo agradezco".
Mientras Ochako se retiraba con respeto, Bakugou pudo divisar la figura claramente delgada y con las curvas muy bien acentuadas. ¡Maldición! ella podía mostrar un cuerpo así incluso con esa ropa que no le favorecía en nada.
El rubio se quedó observándola así hasta que desapareció por el corto pasillo de la casa y después secó su rostro mientras trataba de reflexionar lo que estaba ocurriéndole. Retomando su actitud altanera, colocó la toalla en el lavamanos y se miró en el espejo. Eran pocas las veces en que él decidía hacer aquello, la vanidad no era algo que congeniara con su personalidad.
Cuando regresó nuevamente al comedor que ya estaba listo para disfrutar de la cena que Ochako había preparado, miró de nuevo a la pareja interactuando. Midoriya estaba ayudándole a su esposa a colocar los últimos platillos con una muy marcada sonrisa.
-"¿De verdad serían pareja?" nuevamente volvió a pensar Bakugou al sentarse en una de las sillas que Izuku le ofrecía.
Simplemente aquello le parecía estúpido.
Al ver a su invitado no sentirse demasiado extrañado en su hogar, Izuku se sentó frente a su compañero para darle su espacio, mientras Ochako también se acomodaba junto a su esposo.
-Me disculpo si no es la comida más deliciosa que usted haya probado. Acabamos de mudarnos y… -comentó Uraraka para tratar de animar el momento.
-Está bien –respondió sin interés y cortando las palabras de ella.
Ochako se impresionó un poco ante el tono de enfado con que hablaba el compañero de trabajo de su esposo. Él ya le había dado algunas referencias de qué clase de persona se había encontrado en su primer día laboral después de la transferencia. Le había mencionado por teléfono que el rubio no era muy agradable, que su mal humor estará presente en todo momento, que era irritable y un tanto grosero. Esto último lo dijo dudoso, tratando de aminorar la descripción que estaba ofreciendo a la castaña. Tampoco quería parecer demasiado crítico.
Frente a Katsuki se encontraba un plato de cerámica blanco con algunos vegetales al vapor muy bien cortados, y sobre la mesa también estaba un gran refractario con unos medallones de carne de cerdo que lucía antojable, además de un tazón con una ensalada curiosa donde observaba muchos colores y un platillo más de unas patatas al horno. Pese a que él no acostumbraba a la comida casera, aquel momento le pareció extraño. Él estaba a punto de probar una cena preparada por la mujer de otro.
Cuando el joven rubio se animó por querer probar la carne, dejando de lado los vegetales, alzó la vista con cautela hacia Uraraka, y notó ahora el rostro de esa mujer. Desde el cabello castaño que le caía a los lados y pasaba por sus delgados hombros y esa sonrisa tonta que mostraba con los labios pequeños y apenas con una tonalidad rosada.
Comenzó entonces a llevarse un primer bocado, seguido por la pareja, degustando el sabor exquisito que desprendía el platillo y aquello le cambió un poco el mal gesto que tenía desde que decidió ir a esa ridícula e innecesaria cena.
Sin darse cuenta, Katsuki ya estaba tomando de nuevo otra porción de carne, junto con un poco de la ensalada que antes le parecía ridícula. Odiada admitirlo, pero esa mujer cocinaba jodidamente bien y estaba disfrutando del sabor, la textura, el aroma, los ingredientes… de ella misma.
Y aquello sacudió nuevamente su ser.
En el demás transcurso de la cena, la pareja permaneció intercambiado algunos comentarios, sin llegar a incomodar o molestar a su invitado, Izuku se portó atento y continuaba sonriendo con ánimo al estar en casa, junto a su esposa.
Al notar Uraraka que Katsuki ya no tenía más apetito después de casi haber devorado la mitad de los medallones que ella había preparado y terminar lo último de su bebida se apresuraba a levantarse para traer un postre que ella había decidido realizar de último momento. No estaba muy segura de si ese hombre estaba dispuesto a aceptarlo, pero de igual forma estaba encantada de que Izuku se comenzara a relacionar "bien" desde su primer día con el que le parecía, su odioso compañero de trabajo.
Pero antes de que terminara de moverse para levantarse para ir a la cocina, Izuku la detuvo tomándola por los hombros y con otra sonrisa le indicaba que él se encargaría.
-Ya lo traigo yo –dijo el peliverde.
A pesar de que no tenía la seguridad suficiente como para quedarse a solas con aquel rubio de imponente mirada por al menos unos minutos, se mantuvo sentada con una media sonrisa. Entendía que él solo quería mostrarse como un excelente anfitrión y aunque no necesitaba demostrarlo, para su esposo ese tipo de cosas eran importantes e independientemente de aquello, era también una forma de agradecerle por las molestias que ella se había tomado en preparar todo aquello en tan poco tiempo.
Entonces Ochako estaba en completa soledad frente a esa mirada carmesí penetrante que permanecía con descaro tan fija sobre ella. Los nervios en ella comenzaban a notarse mientras intentaba desviar la mirada y apretaba sus manos en su falda.
-¡Hey! ¿Cuánto llevan casados? –le preguntó Katsuki tan de pronto que Uraraka se sobresaltó de inmediato.
Hubo otro momento de silencio, hasta que por fin a la castaña le salió la voz.
-Recién, cumplimos tres meses ésta semana –respondió con un tono débil.
¿Así que eran recién casados? –"¡Vaya par de imbéciles!" volvió a pensar para sí mismo.
-Sé que es poco tiempo, pero nosotros haremos que esto funcione. A mi esposo le ha ido bien en el trabajo y me parece que…
-Es suficiente –y Katsuki volvía a interrumpirle las palabras que apenas se había a entusiasmado en soltar aquella mujer.
Le irritaba que pusiera esa sonrisa idiota cada vez que ella pronunciaba la palabra "esposo". Le repudiaba que aquello saliera de sus labios con tanta naturalidad.
Y mientras Bakugou continuaba con la mirada insistente sobre ella, Uraraka no pudo evitar sentirse desnudada y eso comenzaba a inquietarla. Pero Midoriya entró para interrumpir ese momento, terminando con la inspiración de Katsuki en seguir atemorizando a su esposa.
La bandeja que traía ahora, poseía tres pequeños recipientes con lo que le parecía a Bakugou un pastel de chocolate o cualquier mierda que fuera que fuera aquello. Izuku se lo ofreció y el rubio lo negó de inmediato.
-No me apetecen los postres –declaró apartándose de la mesa y notó en el rostro de esa mujer un gesto de vergüenza.
-Mi esposa lo ha preparado también. Siento si no era lo que esperabas –se disculpaba el peliverde con su compañero para evitar que el rubio hablara más de lo necesario e hiciera sentir a Ochako responsable del desprecio.
-¿Puedo llevármelo? –preguntó Katsuki apretando la mandíbula y dándole otro vistazo a Ochako.
Era impensable que aquel hombre estuviera hablando enserio. Detestaba los postres, todo lo que fuera dulce. ¡Lo odiaba! Pero en un impulso por querer intentar comportarse había soltado aquella pregunta que iluminó los ojos de la mujer castaña.
Terminó entonces por despedirse, apenas una hora y media desde que había llegado a la residencia. Tomó el pequeño pastelillo que la mujer de Midoriya le ofrecía y ella contuvo la respiración mientras él posaba por última vez aquellos ojos que parecían paralizarla.
Ya afuera, Midoriya terminó por agradecerle las molestias de haber accedido a cenar y esperando que todo hubiera sido de su agrado.
-Puedes volver cuando lo desees, eres bienvenido. Katsuki.
-Nos vemos.
Las palabras cortantes en Izuku no era ya algo que lo sorprendiera, para ser su primer día se estaba habituando más rápido de lo normal y eso lo hizo sentirse orgulloso.
De regreso al interior de su casa, Izuku agradeció a su esposa por el maravilloso banquete que había ofrecido y esa noche él se dedicaría a consentirla…
Durante el recorrido de Katsuki, entre la espesa oscuridad de la noche y con el vehículo completamente cerrado, seguía percibiendo el aroma de esa mujer. Es como si lo estuviera persiguiendo.
-¡Ah! ¡Maldita perra! –explotó finalmente con la furia que le provocaba el no dejar de pensar en ella.
Puso ambas manos al volante de su deportivo mientras dejaba que la sensación de la velocidad lo inundara mientras él se recargaba en el asiento de piel y una sonrisa se le formaba con más notoriedad a pesar de que la luna había abandonado la ciudad de Yuuei esa noche.
Llegó a su departamento entonces, mucho más temprano de lo habitual, parecía que por ese día él amanecería en su propia cama o sofá, lo que fuera. Después de dejar estacionado su deportivo en su garaje, abría la puerta principal y encendió las luces, que para su gusto apenas iluminaban un área decente dentro de las habitaciones y sin prestar mucha atención, como de costumbre, se tumbó en su cómoda cama que no solía visitar muy a menudo. Se llevó el brazo izquierdo a la frente mientras continuaba maldiciendo más que de costumbre el patético encuentro que había tenido con esa pareja.
Y entonces tuvo más tiempo para reflexionar entre la penumbra, que lo que le molestaba de verdad no era el hecho de que hubiera llegado un nuevo puto compañero para él a la oficina, ni el hecho de que tuviera que trabajar con un nerd de mierda tan insoportable como lo era Midoriya, tampoco el hecho de que todo el demás personal estuviera maravillosamente encantado con ese idiota, ni siquiera el mismísimo hecho de que hubiera accedido a una cena en su casa junto a su mujer…
-¡Joder! –volvió a gritar desesperado.
Lo que le estaba quemando en el alma, si era que poseía una, era precisamente esa mujer y era justo a ella a quien maldecía desde sus adentros porque Bakugou Katsuki no quería desear a una mujer ajena y detestaba no poder contenerse.
Entonces, harto de ese día de porquería, bebió de la botella que se encontraba en un pequeño mueble junto a su cama. Vino, whisky, vodka, tequila, lo que fuera, bebería para calmar esa sed que le provocaba aquella mujer.
Aún conservaba en su boca el sabor agradable de la cena que había disfrutado, pues para él, una comida como aquella no lo esperaba en casa todos los días como a aquel idiota de Midoriya; y lo envidió de nuevo.
Dio otro profundo y largo sorbo a su botella, dejándole el nivel por debajo de la mitad en tan solo unos minutos. No había decidido irse a un bar, el humor no le daba para eso, tampoco quería acostarse con alguien, o bueno, tal vez sí, pero estaba seguro de que ella debía estarse revolcando con el idiota de su esposo…
La sangre se le volvía fuego solo de querer imaginarlo y fue cuando decidió sin más contemplaciones que la mujer que ahora poseía Midoriya Izuku le pertenecería a él…
No importaba cuanto tardara, ella iba a tener que aceptarlo y con sus propias manos la llevaría al infierno mismo junto con él.
N/A: Debo admitir que estoy un tanto nerviosa, es la primera vez que escribo para otro fandom que no sea Bleach y espero que me den una oportunidad. Me gusta demasiado la pareja de Katsuki y Ochako por ello me animé a escribir algo para ellos y quise aportar a ésta bonita comunidad.
Sobre la historia, éste es un capítulo introductorio, a partir de aquí nace la atracción y el desarrollo posterior de lo demás, por lo tanto es algo lento, espero sea de su agrado a pesar de que puse a Izuku como esposo de Ochako, la idea me llamó bastante la atención y no es que odie a al personaje de Izuku, por el contrario, me encanta, sólo quise ponerle un toque interesante y aunque sé que me romperé el corazón escribiendo lo demás no quiero dejar pasar esto.
También quise colocar a un Katsuki un tanto más maduro, evitando que su lenguaje de desate, porque a mí me causa un tanto de problema las palabrotas.
Llego a tardar demasiado en actualizar, de una vez lo admito, pero pondré todo de mi para continuar lo más pronto posible, tratando de no perder la calidad en los capítulos.
¡Déjenme un review si les gustó! Entre más comentarios obtenga más ánimos y ganas me darán para continuar.
Nos leemos en la próxima.
