El taxi olía a humo de cigarrillo y curry, y el conductor no paraba de murmurar palabras lánguidas y seductoras a su manos libres con un acento italiano. Curioso, dado que era pakistaní. Tras varias sacudidas y muchos pitidos, injurias y calumnias, por fin llegó a su destino. Me alegré de poder bajar viva, y abandonar de una vez aquel trasto amarillo. Inhalé el olor a gasolina y perrito caliente de la calle, y el calor me golpeó, y me alegré. Al fin estaba en casa.
Giré la llave una sola vez y entré. No había nadie. El eco de mi voz me recibió. Serán gilipollas. Se van y no dan dos vueltas a la cerradura. Yo siempre hacía eso, pero daba igual. Yo era yo. Un momento, no podía ser. Ellos eran los maniáticos es-muy-normal de las dos vueltas. Estaban en la casa. ¿Fiesta sorpresa? Ni de coña. Con un mal presentimiento, entré en la cocina. Observé con atención. Encimera, vasos sucios; fregadero, platos amontonados por dos días; nevera, vacía; mesa, cenicero repleto de colillas; suelo, pegajoso. No me atreví a entrar en el salón ¡Malditos hijos de perra! ¡Se habían olvidado de que volvía! Es más, ¡se habían atrevido a celebrar una fiesta el día antes, SIN MÍ! Desbocada, corrí hacia sus respectivos dormitorios. ¡A la mierda si estaban acompañados! Se iban a enterar. Abrí la puerta del cuarto de Tyler de una patada, y me regocijé de que rebotara sonoramente. Míralos, ahí estaban, los dos juntitos, tirados en la cama, tan dormidos, tan dulces, tan inocentes, tan monos, tan
-¡HIJOS DE PERRA!
Mi grito tuvo el efecto deseado. Tyler botó sobresaltado y Helenna se levantó de golpe. Sonreí maliciosamente.
-Cariños, cuánto me alegro de que os hayáis despertado. ¿No habré sido yo, verdad?
Tyler gimió y masculló "Zorra". Helenna se tumbó de nuevo, buscó a tientas sus gafas y me miró con odio. Cómo lo disfruté.
-¿Cómo os atrevéis, pedazo de insensibles, a montar una fiesta mientras yo estoy fue…?
Pum. Joder. No acabé la frase, ya que tropecé con un montón de mierda a los pies de la cama. Adiós dignidad. Oí las risas, me ruboricé un tanto y me sensibilicé. Soy una persona torpe, así que tropezar, caer, golpearme y demás sinónimos son el pan de cada día. Es simplemente un ligero problema de coordinación mano-ojo. Así que cuando me caí, rompí la tensión. Se rieron de mí a más no poder, y mi furia impetuosa remitió.
-¡Capullos! ¡A callar!-exclamé en un intento de acallar las risas y recuperar dignidad.
-¡Qué mal has quedado…! –boqueó Helenna entre la risa. Sin embargo, me sonrió dulcemente. Así que me tiré en la cama y la abracé.
-Hola.
-Hola-me respondió al abrazo. Su aliento olía a alcohol.
Tyler seguía riéndose quedamente.
-¡Por mí, ahógate!- y me puse a hacerle cosquillas.
-Ajajaja Rose, para, para, ¡PARA! –chilló agitando los brazos sin ton ni son.
Nos quedamos todos callados, medio riéndonos, mirando al techo. Blanco, sin adornos. Corriente.
-¿Qué tal?
-Bien.
-¿Novedades?
-No.
-¿Ligues?
-Un par.
-¿Una noche?
-Una noche.
-Zorra.
-Siento que no ligues, cariño.
Sonreí a Tyler, coqueta.
-Tienes un problema.-como siempre, Helenna se preocupaba por mí.
-Por favor, en medio mes es normal. Simplemente soy, cómo decirlo, sexualmente activa.
-Ya.
-Dios, si me tirara a orcos, entonces tendría un problema. Y dime, ¿son orcos?
Silencio.
-No.
-¡Serás zorra!
Me reí.
-¡No es justo!
-Anda, dame un café y contadme lo que ha pasado. Creo que voy a morir gracias a este trabajo.
Yo trabajaba como ayudante de la redactora jefe de una exitosa revista de moda, y estaba literalmente al borde del colapso. No sé que hacía ahí, ya que yo me había licenciado en Derecho, concretamente Internacional, y planeaba viajar y trabajar en una embajada. Acabé con excelentes notas, y, sin saber muy bien cómo, al llegar a Nueva York
terminé como esclava de una retorcida narcisista, algo sádica y con tendencias psicóticas, que no paraba de repetirme lo gorda, bajita y tetuda que era. Era un estrés constante, ya que yo debía de ser impecable, vestir aún mejor- lo que era difícil con mi cuerpo- y sobresalir entre todos los que querían obtener mi puesto. En la oficina era, en resumidas cuentas, la zorra mayor. Y me encantaba. Y me sentía fatal. Yo no quería herir a nadie, por mucha vena sarcástica que tuviera. Pero ahí estaba, luchando por agradar, sobresalir, mejorar. Acabar y destruir a mis enemigos. Francamente, agotador. Al menos, tenía suficiente tiempo libre. Y conocía a hombres. Hombres guapos, sexys, de vez en cuando, como joyas, hombres inteligentes. Ingeniosos, audaces. Compañeros de cama. Quizás, como debilidad, de citas. De casa, de cine, de restaurantes. Pero iban y venían rápido. Sin compromiso. Con mis reglas. Sin humillación. Tenía veinticuatro años, y no me preocupaba demasiado. Ligaba fácilmente, y podía permitirme mantener un listón. Además, la ausencia de sexo no me afectaba mucho. Quizás fuera ése el secreto. Eso sí, yo era una maestra del doble sentido. Culpa de la lectura excesiva, la rapidez mental y las hormonas.
-Así que quieres montar una fiesta de Halloween.
-Sí.
-Pero estamos a finales de agosto.
-Ajá.
-¿Esperas que te ayude a organizarla… desde ahora?
-Ajáaaaaaaaa.
-Ya.
Di un sorbo al café. Luego miré a Tyler.
-Ni de coña.
-¿Cómo que no?
Puso cara de pena. Helenna rió y se atragantó con el café. Empezó a recoger.
-Mira la casa. ¡Primero limpia lo de ayer!
-¡Eso no tiene que ver!
-¡Estoy de vacaciones! ¿Acaso me ves cara de ONG?
Se rió, pero continuó tratando de convencerme. Acabamos los tres en el sofá, después de limpiar algo de mierda. Me contaron los detalles de la fiesta, quién había asistido, más importante, quién no; cómo habían ido vestidos, quién había acabado con quién... También las semanas anteriores, las fotos que Tyler había vendido en un exposición en el nuevo bar de moda de Nueva York, el reportaje más interesante de Helenna, los cotilleos sobre nuestros amigos, etc. Estuvimos varias horas hablando. Era curioso cómo nos llevábamos tan bien, ya que no teníamos mucho en común. Ellos eran un año mayores que yo, y ya vivían juntos cuando yo me mudé. Tyler, fotógrafo de renombre, era en realidad un diseñador excelente en busca aún de su oportunidad. Helenna era la que más se aproximaba a sus sueños de los tres. Trabajaba como reportera para un canal local, y no le iba mal. Sin embargo, ella quería escribir. Yo estaba segura de que, cuando obtuviera algo más de renombre, le sería fácil conseguir una sección el algún periódico. Y luego estaba yo, oveja perdida, que siempre había sabido qué quería hacer, y había acabado en un trabajo diferente. Al menos, me decía, el mundo de las intrigas políticas no difería demasiado de la aterradora lucha por el poder interno de la revista. Además, en mi fuero interno yo quería ser escritora. Aunque, claro está, toda persona con algo de ego "escribe". Yo conseguía Jimmy Choos gratis.
Al levantarme para ir al baño tropecé de nuevo y estallé.
-¡Recoged esta mierda de una vez!
-Ay Rose, no grites-pidió Helenna- Me duele la cabeza.
-Ah, no me apetece- se revolvió Tyler.
-A mí tampoco, pero no es mi fiesta. Aunque sí mi piso. ¡Limpia!
En ese momento, sonó el timbre. Era nuestro vecino más sexy, Edward Masen. De cabello broncíneo, ojos verdes, complexión alta y fibrosa, algo musculoso. Una delicia. También un yogurín. Un potro de diecinueve años. Fogoso, teníamos la sospecha de que, cual hombre lobo con la luna llena, Edward se transformaba en un depredador sexual cuando tomaba alcohol. No era que me disgustara, pero a Helenna sí. Tyler estaba medio colado por él y yo había compartido un fin de semana con él. Helenna, por el contrario, había salido con él más seriamente. Se llevaban muy bien, pero según ella, "como hermanos". Y el rollo incesto tiene morbo por poco tiempo, al parecer. Pero seguía siéndonos útil como manitas de la casa. No estaba mal verlo sudar y quitarse la camiseta. Decidí aprovecharme.
-¡Hola Edward!-saludé amablemente.
Cada vez que saludaba o hablaba así, me decían que era muy feliciana. Por eso no lo utilizaba nunca en el trabajo.
-Hola Rose. Veo que has vuelto.
-Sí. -compuse una mueca de exasperación- Menos mal, estaba al borde de la muerte. –sonreí- Pero el panorama actual no ayuda. -y señalé a mis espaldas.
Frunció el ceño.
-Ah, la fiesta de ayer. Bueno, yo vengo por eso.
-¿Ah sí?
Me miró preocupado. Helenna levantó la cabeza con interés.
-Bueno, es que no recuerdo bien que sucedió.
Arqueé las cejas, Tyler abrió los ojos y Helenna alzó la voz.
-Edward Masen, ¿otra vez?
-¡No!-pobre, estaba asustado- Claro que no. En absoluto.
-¿Entonces?
Empalideció, pero se recompuso.
-Quería hacerlo.
-¡¿Qué?-exclamamos los tres.
-Lo que oís, me apetecía, es decir, me apetece todavía, conscientemente, tirármela.
Le miramos con incredulidad. Y con algo de desprecio. Mira que decir "tirármela" como si fuera un "te quiero".
-¿Y?
-Pues nada, que tiene novio. Así que me olvidaré de ella, y punto. Muy complicado.
Le fulminé con la mirada, pero dejé el primer golpe para Helenna. Me pareció lo correcto.
Tyler, desde el sofá, sonreía.
-La verdad es que sigues dentro del armario, Edward, y no te apetece reconocerlo.
Puse los ojos en blanco.
- Bueno, mister rompecorazones, digo, relaciones, como castigo debes ayudar a estos pobres a recoger.
- ¿Y tú? –preguntaron los tres.
-Estorbo. Mejor me voy a dormir, antes de que acabe con todos vosotros.
Ante las protestas, me quedé a ayudar un poco, pero en efecto, no hacía más que estorbar. Hacía horas que mi cuerpo cansado y con ligero jet lag me pedía descanso. Así que disimuladamente, y con ligeros remordimientos, me dirigí hacia mi cuarto. Medio muerta, me descalcé y me puse mi pijama, viejo, no presentable, el cual yo amaba. Me acogió como una madre y me envolvió. Aspiré su aroma familiar y me metí en la cama. No soñé con nada.
Bueno, pues con ésto llegamos al primer capítulo. Como ya sabréis, esto es un fic paralelo a "Atardecer", de HikariStrife10. Decidí escribirlo ya que ambas opinamos que son unos personajes dignos de desarrollar, y con su consentimiento lo voy a publicar. También HikariStrife colaborará, ¡ya que los capítulos desde el punto de vista de Helenna serán suyos! Así que si os preguntáis cómo es su vida, cuál es su pasado, y, en definitiva, qué les sucederá, ¡leedlo! Espero sinceramente que os guste, y que os divirtáis y emocionéis leyéndolo. Ya sé que no tiene mucho (por no decir nada) que ver con Twilight, pero creo que vale la pena darle una oportunidad. Además, tendréis perlas sobre la vida sexual anterior de Edward Masen. Muajajaja. Como el personaje principal es Rose, ¡la obra rezumará sexo!
Con esta promesa me despido. ¡Un beso!
P.D. El original y único: .net/s/6129474/10/
