Este fic participa en el Reto de Aniversario «Lo bueno viene de a cuatro» del foro La Noble y Ancestral Casa de los Black. He escogido a los Merodeadores.
Disclaimer: Harry Potter es propiedad de J. K. Rowling.
Agradecimientos especiales a MeriAnne Black por sacar tiempo de debajo de las piedras y betearme esto.
MERODEANDO
I. Peter
Lo único que Peter Pettigrew deseó durante toda su infancia fue un hermano con quien poder jugar.
Desde que era pequeño, cubrió su ausencia de hermanos, primos, vecinos y amigos con muchas mascotas: tenía un perro, dos gatos, tres lechuzas, un búho, cuatro conejos y varios ratones.
Cuando llegó a Hogwarts, su mayor ilusión no era aprender a hacer magia ni ver partidos de Quidditch, sino hacer algún amigo con el que poder mantener conversaciones que no fueran monólogos interrumpidos de vez en cuando por algún ladrido.
Ver el castillo desde el Lago Negro lo dejó impresionado. Hogwarts era enorme y majestuoso, y Peter no podía creer la gran suerte que tenía por haber entrado allí.
—Es chulo, ¿eh? —comentó uno de los chicos con los que había ido en el tren y con el que ahora compartía barca, James—. Siempre soñé con venir aquí.
—Pues como todos —se burló Sirius, agitando su pelo negro—. ¿Tú no soñabas con venir aquí? —le preguntó a Peter, inclinándose hacia él.
—S-sí —tartamudeó Peter, nervioso y asombrado—. Es maravilloso. Llevo soñando con venir y participar en la Ceremonia de Selección desde que era muy pequeño.
—Bueno, sólo queda esperar que no decepcione y te ponga a ti en Hufflepuff, a mí en Slytherin, al lector aquí presente en Ravenclaw y al miope en Gryffindor, porque entonces nos disuelve el grupo. —Sirius sonrió animadamente.
El lector, es decir, Remus, dejó de contemplar el castillo con la boca abierta y se giró hacia sus compañeros de barca.
—¿El grupo? ¿Cómo sabes que prefieres estar con nosotros antes de conocer al resto de alumnos? —le preguntó a Sirius, con pasmosa tranquilidad y algo de amargura.
Sirius lo miró y le sonrió, guiñándole un ojo.
—Porque si hubiera preferido estar con cualquier otro, hubiera ido con ellos, que familia tengo por aquí. —Se encogió de hombros—. Y además da la casualidad de que creo firmemente que los compañeros de barca en primero se hacen amigos.
—Es una buena creencia —convino James, girándose para mirar el castillo—. ¡Oh, mirad! ¡Mirad! ¡YA ESTAMOS LLEGANDO! —gritó entusiasmado.
—¡LLEGAMOS! —chilló Sirius a su vez, zarandeando a Peter animadamente.
—Ya estamos aquí —murmuró Remus como si no se lo creyera, recolocándose por enésima vez el uniforme.
—Nuestro futuro acaba de comenzar —sentenció Peter.
Esa frase retumbó en sus oídos mientras saltaban a la orilla y corrían, entusiasmados, en dirección a las puertas de su nuevo hogar.
Hogwarts les estaba esperando.
—¡Peter, espérame! —gritó una voz desde el fondo del pasillo que Peter reconoció como la de James.
Efectivamente, unos segundos después James llegó corriendo al lugar donde Peter se había parado a esperarlo.
—¿Qué tal, Colagusano? —Su amigo le revolvió el pelo cariñosamente mientras ambos retomaban la marcha en dirección a los invernaderos.
Antes de que a Peter le diera tiempo a responder, Sirius apareció de la nada y le revolvió el pelo. Peter bufó.
—¡Acabo de tener una idea estupenda! —exclamó entusiasmado.
—¿Y cuál es? —preguntó James, empezando a emocionarse él también.
—Veréis, tenemos dos opciones —empezó Sirius, mientras Peter miraba el reloj, preocupado por la hora—: podemos ir a Herbología y recibir una bronca por llegar tarde o podemos ir a visitar Hogsmeade para probar los nuevos dulces de Honeydukes. ¿Qué decís?
—Nos has planteado una decisión realmente difícil, Canuto —opinó James seriamente, pero los ojos le brillaban, divertidos—. Hoy íbamos a aprender cosas realmente útiles sobre la albahaca en Herbología, y yo no sé si probar dulces deliciosos antes que nadie en Hogwarts puede suplir el perderme la clase.
Sirius empezó a contestar, pero Peter lo interrumpió:
—¿Y Remus?
—¿Qué pasa con él? —preguntó Sirius, sorprendido—. Sigue en la enfermería.
—Ya, pero creo que le gustaría probar los nuevos dulces de Honeydukes. No me parece justo ir sin él.
James y Sirius cruzaron una mirada y echaron a andar en dirección contraria a los invernaderos.
—Tienes razón, Peter. Debemos ir y llevarle algo a Remus, es lo único que podemos hacer —contestó James.
—No sé qué haríamos sin ti, Colagusano —acotó Sirius, girándose a mirarlo—. ¿Pero qué haces ahí parado? ¡Venga, corre!
Peter sonrió alegremente y los siguió en dirección a uno de los pasadizos secretos.
Realmente Herbología no sonaba tan apetecible como un día con sus amigos comiendo dulces.
Estudiar con Remus, según Peter, era como estudiar con una enciclopedia andante que hacía las veces de libro de texto, profesor y amigo. Independientemente de donde estuvieran, el tiempo que hiciera o la gente que los rodeara, Remus siempre tenía la explicación correcta y el libro adecuado a mano.
Peter no se lo explicaba. ¿Cómo podía Remus sacar tiempo para estudiar, hacer los deberes, ayudar a quien hiciera falta, sus deberes de prefecto, convertirse en un lobo una vez al mes y encima pasar tiempo y preparar bromas con sus amigos?
—Peter, ¿dónde estás? —La voz de Remus, que estaba intentando explicarle la lección de Transformaciones, lo sacó de sus pensamientos.
Se enderezó rápidamente.
—Estoy aquí, Remus —contestó.
—En cuerpo presente, ya lo veo. Ahora, que me estés escuchando ya es otro tema. —Remus le sonreía divertido—. ¿En qué estabas pensando?
—En que me falta tiempo para todo.
—Ah, no te preocupes, a mí también me pasa. ¿Hacemos un descanso? Creo que podemos engañar a los elfos para que nos den galletas y podemos ir a comerlas fuera, con el sol.
—Me parece buena idea.
—Veamos… Animagia, Animagia, Ani… —murmuró Peter, pasando las manos por los lomos de los libros en la Sección Prohibida, oculto bajo la capa de James.
No se lo había dicho a nadie, pero en una de esas tardes que pasaban hablando del lobo interior de Remus, a Peter se le había ocurrido que quizá ellos podían hacerle compañía de alguna forma no demasiado peligrosa y no demasiado ilegal.
Lo único que había encontrado había sido la Animagia. Había investigado qué era, sus efectos y sus prohibiciones y ahora pasaba su tiempo libre buscando un libro que le explicara cómo convertirse en uno. Cuando lo tuviera, lo compartiría con los demás.
—Sobre Animagia II: Modo de conversión, peligros y soluciones. —Peter sonrió—. ¡Lo tengo!
Desde luego, le parecía curioso pensar que había venido a Hogwarts deseando tener amigos en vez de animales de compañía y que ahora iba a convertirse en un animal precisamente por estar con uno de esos amigos.
Sí, yo de nuevo para el Foro de los Black y sí, yo de nuevo con Merodeadores. ¡Pero es que no puedo resistirme!
Espero que os guste al menos un poquito esta viñeta de Peter 2.0, porque ni a Meri ni a mí nos gustó Peter 1.0 y creemos que esta es un poco mejor xD
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LadyChocolateLover
