Final Inesperado

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Adaptación de novela corta de Corín Tellado titulada "Final Inesperado". Isabella vuelve al pueblo donde se crio, su abuelo ha muerto y ella debe hacerse cargo del negocio… junto a su antiguo amigo, Edward.

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Todo empezó aquel mediodía. Me gustaría contar esta historia desde el principio y sin equivocarme, ni ir muy rápido, pero tampoco detenerme.

Vivo en una mansión ubicada no lejos de una inmensa reservación de flores exóticas que solo se dan en lugares lluviosos, nuestras flores son famosísimas y se exportan al mundo entero. Aparte de los invernaderos que se encuentran en otra de las hectáreas del gran terreno, llenos de cuanta especie de flor que se han creado durante años como también exquisitos perfumes, en lo alto de una colina, más arriba de los bosques, hay un helipuerto donde tenemos un helicóptero y una avioneta. Yo tengo permiso de piloto de aviación, pero rara vez lo he utilizado.

La mansión donde viví casi toda mi infancia ha sido restaurada un par de veces, ya que ha pertenecido a varias generaciones de la familia Swan, así que puedo decir que lo único que se ha mantenido durante estos años son los grandes terrenos floreados con gran variedad de colores, agradables aromas que me recuerdan a mi infancia… adoraba ese lugar.

Soy Isabella Swan, la última descendiente de la familia, que por cierto es una de las familias más antiguas del pueblo y por supuesto con un estatus económico bien acomodado, pero no es algo que se nos haya subido a la cabeza, pero si se ha aprovechado. Estudié en una Universidad de prestigio en Londres, ingeniería agrónoma, por lo que viví mucho tiempo fuera, y ya había olvidado como eran estos hermosos terrenos. Estaba dispuesta a sentarme varios días a observar cada centímetro de tierra, me daban tal tranquilidad por lo que disfrutaría de cada segundo… aunque igualmente me traían nostalgia.

Mi abuelo murió hace poco y me dejó en herencia toda aquella propiedad, en Forks, un pequeño pueblo ubicado en el estado de Washington, muy al norte por lo que estaba casi todo el año lloviendo o por lo menos nublado, el mejor clima para nuestras flores.

Como ya no había quien cuidara exhaustivamente del negocio y yo había estudiado para eso, había dejado mi vida en Londres para volver a mi tierra, a donde verdaderamente pertenecía pero no esperaba que al llegar a ese pueblo todo me fuera desconocido, menos Edward, mi amigo desde la niñez, que había ido a buscarme a Seattle en helicóptero.

Edward era el administrador de toda aquella hacienda, de los bienes y todas esas cosas, debido a que mi abuelo no estaba en las mismas condiciones físicas que hace años, ese chico había sido su mano derecha hasta el día de su muerte mientras yo seguía mis estudios. Recodaba a Edward como un chico amable y cariñoso, pero no al hombre serio que fue a buscarme a Seattle. Yo me crié con mi abuelo, por lo que siempre éramos jugando por toda la hacienda, escondiéndonos de mi abuelo para que no nos retara por jugar cerca de las flores dañando la polinización o las fragancias de cada pétalo. Los recuerdos me hicieron sonreír, pero no tardé en que desapareciera esa sonrisa, Edward y yo nos comenzamos a distanciar cuando yo estaba terminando el colegio, quería ir a estudiar fuera de Forks, fuera del país y desde ahí que no lo veía muy seguido.

Fui ese día porque estaba citada con Emmett, nuestro abogado de la familia, un hombre entusiasta, a quien le gustaba su trabajo, había sido recomendado por un gran amigo de mi abuelo y desde ese día nadie más confiaba en otro abogado que no fuera él. Íbamos a jugar una partida de golf en el club de campo por lo que quedamos en encontrarnos en ese lugar, un club creado para los millonarios del lugar, se podía decir que Forks era de gente adinerada. Dejé mis cosas en casa, me fui directamente al garage donde todavía me esperaba mi Ferrari, regalo de graduación de mi abuelo. No podía expresar cuanto extrañaría a ese anciano.

Llegué en mi coche, obviamente llamando la atención de todos los presentes, por fin volvía de Europa la nieta de John Swan. Cuando descendí vi a un joven pasear de arriba para abajo por la acera del club. Vestía impecable, era rubio y muy guapo. Sin querer tropecé, mi equilibrio no era el mejor que digamos, gracias al cielo el chico reaccionó a ayudarme, me agarró firmemente del brazo para enderezarme, vi sus ojos azules y su boca de dientes perfectos. Un hombre de atractivo extraño, alto y firme, antes de irme del pueblo estaba segura que no existían esos hombres. Me sonrió y se presentó.

- Me llamo James y tengo mucho gusto en conocerla

- Soy Bella – y no dije nada más, no di mi nombre completo, no me gustaba mucho Isabella, así que generalmente daba el apodo que me había colocado mi abuelo, Bella, según él le daba más belleza a mi persona.

- ¿Le apetece tomar algo en el bar?

- Es que me esperan allá arriba para jugar una partida- y sin más me dirigí al campo

Iba muy distraída, parecía como si me hubiese hipnotizado, todavía podía sentir sus ojos en mi espalda penetrándome hasta lo más profundo como si estuviera leyendo mi interior y saber quién era yo realmente, estaba impresionada. Cuando llegué junto a Emmett ni siquiera lo saludé, tomé mis cosas para subir al carrito y comenzar el juego, cuando llegamos el primer hoyo me dijo.

- ¿Quién era?- sabia que se refería al chico con quien me había topado en la entrada

- No se, acabo de conocerlo, dijo que se llamaba James

- ¿Y porque te quedaste parada allí?

- Porque casi me caigo y si no fuera por el, me hubiese dado un buen golpe

- Bien, vamos a jugar- como siempre celoso de lo que le ocurriera a la nieta de su gran amigo

Emmett no tenía mucho años más que yo, bueno, yo solo tenía 24 años y él ya era todo un hombre de 44, pero a la vista de todos todavía era un pequeño con entusiasmo y muy sonriente, pero al momento de centrarse en su trabajo era el mejor de todos, nadie podía decir lo contrario.

Jugamos hasta casi las tres de la tarde, no había jugado hace mucho tiempo por lo que me ganó por varios puntos, pero no estuve tan mal, se podía decir que era el único deporte en donde podía decir que era buena. Luego del juego, Emmett y yo bajamos en el cochecito hasta la cafetería, él se quedó a comer en el club de campo pero yo preferí regresar a casa, nos quedamos de ver en esta por estos días o al día siguiente dependiendo de su agenda.

Al atardecer, llegué a mi casa, me dirigí inmediatamente a mi habitación para arreglar las cosas que había traído conmigo ya que esa mañana no había tenido el tiempo por la cita que tenia con mi abogado, a las pocas horas me llamó por teléfono James. Me quedé un poco sorprendida, sobre todo porque no le había dado mi teléfono o eso era lo que yo recordaba, como un agradecimiento y una negación a tomar algo, pero en ese lugar todo el mundo conocía a mi abuelo y a mi, así que pensé que le había preguntado a alguien, especialmente en el club… Salí con él.

Paseamos por el pueblo, era un lugar pequeño y no había mucho que hacer, todo se reducía a grandes hectáreas de bosques lo que entregaba un gran negocio a lo que se refiere madera, y por supuesto las flores, se puede decir que eso se simplificaba todo, grandes familias adineradas que se dedicaban a empresas agricultoras, agrónomas o familias empresarias que tenían sus trabajos en Seattle pero vivían la mayor parte del tiempo en el pueblo. Como se podrán dar cuenta hay gente con mucho dinero, o eso creo, porque aun no conozco a nadie, no sé si seguían la mismas familias, más que a Edward porque vive en mi casa. Me había ido hace tanto tiempo que ya no creía que estuviera la misma gente de cuando yo era pequeña.

Con James quedamos en vernos al día siguiente en el campo de golf, lo habíamos pasado muy bien. Dijo que no sabía jugar pero que le gustaría acompañarme. Al entrar a la mansión me sorprendió encontrarme con Emmett quien salía de su despacho, me preguntó de donde venia por lo que le comenté de mi salida con James, Emmett frunció el entrecejo, me miró fijamente y entre dientes me dijo.

- ¿Pero que pasa? ¿Es que estas saliendo con ese chico?

- No lo se… Es guapísimo

- Bella, eres ingeniera y conoces el mundo entero, no vas a caer con el primero que se te presente. ¿Sabe quien eres?- bajé la mirada

- Nunca me lo ha preguntado

- Pero lo sabe, estoy seguro- cuando volví a mirar a Emmett este parecía muy enojado, más enojado que cuando mi abuelo me hablaba de chicos.

- Emmett, no se porque me pones en un aprieto con ese chico, no se nota un mal tipo- mi abogado negó con la cabeza mientras volvía a mirar unos papales, malhumorado me contestó

- Bueno, haz lo que quieras, pero me voy a enterar quien es este y luego ya veremos.

Después de esa última conversación, no volvimos a referirnos a ese tema, solo a los negocios. Mientras yo, salí durante un mes seguido con James, solo eran citas, muy entretenidas por cierto, grandes conversaciones donde conocimos nuestros intereses y algo de nuestras vidas, pero nada más allá de eso. Justo a los treinta días recibí una llamada, era Emmett.

- Hoy no voy a jugar, pero te espero en el despacho

- ¿Qué ocurre, Emmett?

- Tengo algo que decirte

El prestigioso abogado Emmett Mc Carty, tenía dos despachos, el suyo en la cuidad de Washington, y el de mi casa, donde trabajaba Edward mientras Emmett no estaba en Forks, muchas veces los veía juntos. Eran dos hombres muy importantes en mi casa y en la reservación. Mi abuelo antes de morir, me escribió una carta donde me decía "confía en Emmett y también en Edward". Y así hacia yo, confiaba en ambos, de vez en cuando me metía en temas económicos para entender un poco más y había veces donde solo los miraba desde el marco de la puerta interesada en su discusión de quienes eran los mejores compradores de flores o perfumes. En eso no podía discutir con los consejos de John Swan, había elegido a los mejores hombres para preservar su sueño, para mantener vivo por siempre las bellas flores y su importancia.

No conocía a nadie más a parte de ellos dos y los que trabajaban en mi casa, una ama de llaves, un cocinero y tres personas dedicadas a la limpieza. Solo conocía del exterior de mi propiedad a James y por casualidad. Si me sentaba a pensar a revivir mis tarde en compañía de ese hombre no podía decir que estaba enamorada de él, pero a veces me revoloteaban mariposas en el estomago que denunciaban sentimientos, y esas mariposas raramente las sentía.

Volviendo al misterioso Emmett, entre en su despacho. Emmett era un hombre soltero, pegado a su libertad, pero muy amable, en especial conmigo y con Edward ya que de cierta forma era el reemplazante como jefe de hogar en esa mansión, era quien estaba constantemente preocupado de nuestro bienestar, desde que yo tengo uso de razón, a lo menos desde que estaba más tiempo en casa, que he visto entrar y salir a Emmett de la casa, como un dueño más del lugar, para hablar con mi abuelo de problemas en la reservación o solo para tomar un trago y reírse juntos. Me senté frente a su escritorio y al otro lado estaba él.

- Hablemos, Isabella

- Si estás diciendo mi nombre y no como siempre, esto es importante, ¿De qué se trata?

- He averiguado algo sobre ese hombre con quien sales, James Witherdale. Es un caza fortunas, es hijo de una lavandera, aunque eso no es ningún obstáculo para que salgan, pero si te pido que tengas mucho cuidado. Si yo estuviera en tu lugar, lo sometería a una prueba, para saber cuales son sus verdaderas intenciones- lo miré sorprendida, no podía creer lo que me estaba diciendo

- ¿Estás seguro de lo que dices?

- Completamente. En Seattle lo conocen bien, aquí no. El busca siempre introducirse en los grupos de niñas ricas. Como es atractivo, a las mujeres les gusta, alguna vez, estuvo a punto de casarse, pero el padre de la chica evitó la boda. Estoy seguro de que no tiene un centavo, de que es un caza fortunas y de que usa su buen físico para embobar a las chicas… ¿Estás enamorada de él?- Emmett siempre era así de directo con las preguntas

- No, pero si sigo saliendo con él, quizás si me enamore

- ¿Y que vas a hacer?- miré a mi abogado, se me ocurría una idea

- Se me ocurre una idea… ya sabes que mi ama de llaves Sue vive en un barrio muy humilde aunque su hijo esta terminando la carrera de historia para dar clases en un colegio de por acá… te voy a decir mi plan…

Le hablé por un buen rato a Emmett sobre mi plan para saber si era verdad lo que se decía de James, me ayudó con algunos detalles para que no hubiera posibilidad de dudas, así que entre ambos teníamos un excelente plan entre manos que podría hacer desaparecer a James como podía hacerlo entrar más en mi corazón. Al cabo de un tiempo, terminamos. Nos quedamos en silencio unos tensos segundos mientras yo no le quitaba la mirada a mi abogado.

- ¿Estás de acuerdo?- le pregunté por fin, el ladeo la cabeza hacia un costado meditando cada movimiento del plan

- Si, es indudable que alguien le dijo que vivías en esta casa y que poseías terrenos inmensos con flores donde se creaban grandes perfumes. Y que el helicóptero de allá arriba es tuyo, que tienes muchos criados y que acabas de llegar del extranjero para hacerte cargo de la hacienda y de las otras propiedades- Emmett era muy juicioso en el momento de que alguien tocara a sus clientes o amigos, en este caso yo, la más importante como decía él- Me parece bien lo que vas a hacer… Estoy de acuerdo, ya me contarás los resultados.

Me despedí de Emmett con una sonrisa sarcástica, él me devolvió una sonrisa sincera, como siempre confiaba plenamente en mis decisiones. No estaba enamorada de James, lo tenía muy claro, o eso creía, me sentía confundida, todo era muy extraño. Seguí caminando por el pasillo pensativa.

Yo tenía 24 años, hablaba varios idiomas, poseía una riqueza incalculable, y tenía a mi lado a personas fieles, que nunca me engañarían. Edward llevaba todo el peso de la administración, era abogado y economista, y en mi casa habían trabajado ya cuatro generaciones de los Cullen, ese es el apellido de Edward. Este era el último de aquella saga, al igual que yo, la última de la generación Swan y posiblemente el día en que él se casara y tuviera hijos heredaría nuevamente la administración de los bienes de los Swan, ósea mi familia. Era como si los Cullen y los Swan estuvieran destinados a ser compañeros inseparables, fieles ante cualquier cosa, amigos inseparables, nunca, hasta ese momento, se me había ocurrido pensar si eso era lo que realmente querían para su vida, aunque estaba segura que Carlisle Cullen, el padre de Edward fue feliz entre las flores y haciendo compañía a mi abuelo.

En los últimos meses, mi abuelo ya estaba muy enfermo, varios fines de semanas, cuando no tenía trabajos que realizar para la Universidad, iba a verlo a la hacienda, siempre lo veía en compañía de Edward. Mi abuelo mi hablaba de la familia Cullen con gran admiración, gran respeto, casi como si fueran de la realeza. A mí, en esos momentos, todo aquello me era indiferente, no era de mi gran interés saber sobre esa familia, salvo que Edward había estudiado una carrera precisa para dirigir y saber todo lo referente a aquella gran hacienda. Eso me pareció muy sorpresivo, era como si la familia Cullen tuviera grabado desde su nacimiento que debían trabajar para la Familia Swan y sus haciendas, eso lo encontraba muy injusto, pero como en esos momentos no me importaba mucho, nunca se lo comenté a mi abuelo.

Aquella tarde me llamó, como todos los días, James. Cuando me invitó a dar una vuelta por el pueblo, suspiré. Y salí con el.

Yo llevaba un pantalón blanco y una simple polera al mismo tono, llevaba un bolso, y unas sandalias plateadas. Me dirigí al encuentro con James, ya empezaba a ponerse meloso, yo no sabía como actuar, después de lo que me había contado Emmett, solo le di un beso en la mejilla y me encaminé hacia su coche, desde que salíamos que nunca más me aparecí con el Ferrari, o salíamos en su coche o a pie. Noté como me miraba extrañado pero yo no le tomé importancia.

Fuimos a un restaurante cerca del club de campo, todo fue normal, hasta el momento que nos toco irnos.

- Si quieres, te llevo a mi casa y así aprovechamos de dar un paseo- dije inocentemente, James asintió

Cuando inicié el camino hacia aquel barrio humilde del pueblo, casi a las afuera de este, al otro lado de la gran hacienda entre los bosques de Forks, pude ver como cambiaban las expresiones de su rostro. Ya estaba de acuerdo con mi ama de llave, Sue, y me había dado las llaves de su casa. El dándose cuenta de donde estábamos no tardó en preguntar.

- ¿Adonde vamos por aquí?

- A mi casa- dije yo con naturalidad

- ¿A tu casa? Pero, ¿no vives allá, en la mansión Swan donde te he dejado a veces?

- No, allí doy clases

- O sea, que no vives allí…

- No, no. Allí vive Isabella, yo soy solo Bella- eso no me lo creía ni yo, no había ninguna otra Isabella a quien apodaran Bella por esos lugares, estaba segura que todos me conocían por Bella Swan porque mi abuelo siempre me llamaba así, pero debía sonar lo más convincente que pudiera- tal vez te informaron equivocadamente cuando empezaste a llamarme. Vamos a mi casa, estoy algo cansada y sentados en la terraza podremos hablar…

- Pero oye, este es un barrio…

- ¿Y?

- No sabia que tu vivías aquí

- Pues ya ves

- O sea que eres profesora… ¿De que?- notaba que no estaba muy convencido, pero tenía que seguir con esto adelante

- De inglés. Estuve trabajando en Londres y aprendí el inglés de allá. Ahora doy clases. Pero vivo en una de estas casitas- no podía decirle que había estudiado en una de las mejores Universidades de Londres si supuestamente vivía por ahí, esperaba que no preguntara mucho más.

Yo estaba abriendo la puerta de la casita de Sue, cuando me di vuelta y veo a James pálido y sudoroso, como si acabaran de darle una gran paliza, no pude evitar darme la vuelta para que no me viera cambiar de expresión, no sabía si de risa o de rabia, ambas emociones tenía en ese momento.

Lo invité a entrar, aunque había una terracita que bordeaba una baranda pintada de blanco con jardineras llenas de hermosas flores, algunas criadas desde un principio en la reservación, pero aunque tuviera esa exclusividad, seguía siendo una casita muy humilde. Como no dio señales de querer entrar a la casa, lo invité a sentarse en la terraza en un sillón de mimbre. El no se sentó, miró su reloj y dijo de improviso.

- ¡Pobre de mí! Se me olvidaba que tenia una cita

- Pues ve… ¿Nos vemos mañana?

- No lo se, porque esa cita me alejara unos días… ya tendrás noticias mías

Y se fue.

Me quedé sentada un rato más en el sillón, me sentía extraña, bajé la mirada al suelo pero al levantar mi rostro sonreí, gracias al cielo por haberle hecho caso a Emmett, él tenía la razón, siempre la tenía. En ese instante apareció de adentro de la casa Sue para preguntarme si necesitaba algo. Solo le pedí las llaves de mi coche para poder irme a casa, lo había dejado estacionado a una cuadra de la casa por si debía irme por mi cuenta cuando el caza fortuna de James saliera corriendo despavorido por ver donde vivía supuestamente.

Esa fue la encerrona que le hice a ese tal James, ya no podía estar segura que se llamara así aunque mi abogado me lo haya confirmado, ahora entendía por qué tanta intención de estar conmigo todo el día. Dejé el coche guardado, en la puerta ya me esperaba uno de los sirviente para dejarme entrar, inmediatamente me dirigí al despacho de Emmett para llamarlo por teléfono, no podía esperar más y sabía que él estaría esperando hasta cualquier hora para saber las nuevas, le conté todo lo ocurrido.

Cuando corté el teléfono, escuché ruidos desde el pasillo, recordé que Edward debía andan por allí y él sabía que me acompañaba un hombre. Me despedí de mi abogado prometiendo programar una salida al club de campo, colgué el teléfono para salir al pasillo donde me encontré con el chico. Me dio las buenas noches preguntándome por mi salida con James, le conté un resumen de lo ocurrido.

- ¡Vaya!- exclamó serio- Estaba esperando a que me dijeras que un día de estos te ibas a casar

- Es broma ¿Verdad?

- A mi no me gusta dar bromas, Bella- dijo Edward con una sonrisa sarcástica

Y era verdad. Antes, cuando éramos jóvenes, él era dicharachero y simpático, me llevaba en su moto, nunca me dejaba conducir a mi porque decía que podía ser peligroso, pero cuando yo quería me llevaba a dar una vuelta. Cuando recién había entrado a estudiar en la universidad e iba de vez en cuando a la casa de mi abuelo, me ayudaba en las tareas, él ya había terminado sus estudios y había ramos muy parecidos por lo que intentaba hacerme las cosas más fáciles. Pero después de que murió mi abuelo, lo veía más lejano, frío, distante… La cocinera me dijo un día, cuando se lo comenté.

- Tiene mucho trabajo, es natural que se comporte así

- ¿No tiene novia?

- Si, creo que anda con una chica… Tanya, es una niña de la zona

¿Tanya? ¿De donde había salido esa tal Tanya? ¿Celos?... Imposible.

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Nota de la Autora:

¿Y bien?

¡Hola a todos! Volví, después de unas largas vacaciones (casi me parecían interminables) he vuelto. Sé que no con lo que ustedes querían… lo sé, la secuela de "Dejarte de amar", créanme, estoy trabajando en eso.

Pero no solo en eso… ¡Tengo mucho que escribir! Tengo tantas ideas medianamente escritas que no tengo tiempo para cada una de ellas, pero les prometo que estarán listas para ustedes, lo mismo con la secuela. No quiero ilusionarlos pero hasta el momento tengo la idea y tengo parte del primer capítulo, pero no estoy muy convencida, me cuesta pensar cómo podría seguir cuando se encuentren en el concierto, tengo tantas ideas en la cabeza que primero debo organizarme y ver por cual comenzare.

Debido a que esta es una adaptación, me fue más fácil avanzarla, en mis vacaciones, mi abuela me entrego esta novela corta de Corín Tellado y no pude evitar colocar a Edward y Bella como los personajes. Ya que la novela era muy corta, la adapte para que puedan disfrutar mucho de esta, tanto como yo.

Serán pocos capítulos, así mientras puedo organizar mi cabeza y ver con qué historia comenzare, espero no decepcionarlos, y espero sus comentarios, como siempre. Gracias a todos por leer y nos vemos. Besos.

Camili