Declaración: Los personajes principales de esta historia pertenecen a sus respectivas autoras (Kyōko Mizuki e Yumiko Igarashi). Inspirada en tres palabras, sin fines de lucro alguno.

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Summary: Broadway, libro, suspiro, tres palabras que ayudaron a crear esta historia en un tríptico que va desenvolviendo un reencuentro en esta época contemporánea.

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Broadway, libro, suspiro.

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By Gissa Graham

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Broadway

El teatro, la magia de poder hacer creer a la gente que todo un mundo puede cambiar, que todo es posible, que la época que presencias es otra, también el país, la ciudad, incluso que el clima que se sientes es diferente al que el interior de un edificio puede proporcionar. Todo eso puede lograr el teatro y hasta más, ¿cuántas posibilidades puede ofrecer un pequeño recinto?, aunque el recinto donde esta historia comienza no es exactamente pequeño, el Majestic Theatre tiene espacio para albergar a más de mil quinientos asistentes, y es ahí en este justo lugar donde se encuentra Terrence Grandchester, quien en medio del escenario ha extendiendo los brazos y ha cerrado los ojos llevando su cabeza hacia atrás. Se siente muy bien, completamente satisfecho consigo mismo, sí, lo había conseguido, él sería el nuevo Erik, el nuevo "Fantasma de la ópera". A pulso había conseguido el papel, audición tras audición a la que había asistido había valido la pena, todo para llegar a ese punto, a ese momento en que debutaría como estelar, día que acontecería en menos de un mes y para el cual ya se sentía preparado.

Con sus ánimos al tope el muy apuesto hombre abrió sus magníficos ojos color mar, para mirar directo a los reflectores por ese momento apagados, aún con los brazos extendidos sintiéndose casi completamente feliz, luego los colocó a sus costados para mirar de nuevo las butacas e imaginarlas llenas, con más de mil espectadores de pie aplaudiéndole. Con una bella sonrisa engalanando su rostro se encaminó hacia las bambalinas, los ensayos, y su propio repaso en solitario, ya habían concluido, era hora de abandonar el lugar.

Salió sin problema alguno, aún nadie sabía de sus existencia más allá de sus compañeros de tablas y quienes lo habían seleccionado como nuevo protagónico, pero sí seguía proyectando como hasta ahora en cuestión de meses sería un reconocido actor, y todo por su esfuerzo y talento. Camino sobre la calle 44 con rumbo a la Séptima avenida, ahí se dirigiría a la estación de metro más cercano, al menos esa era su primera intención pero con su buen humor y con las luces de la ciudad bañándolo no pudo evitar querer caminar un poco más por el circuito Broadway. Continuar por aquel que alguna vez fue nombrado como "El gran camino blanco".

Broadway, por ese sueño salió de Inglaterra, trayendo a su novia consigo, a pesar de las dificultades que eso implicaba, sus intenciones eran casarse, pero, los horribles peros de la vida, ella también tenía sueños, estudiar medicina era el principal, ese no era ningún inconveniente, sí el tener que lidiar con las implicaciones que los estudios de ambos traía.

Al llegar a Nueva York se instalaron juntos y cada uno partía a su respectiva facultad, sin embargo de apoco sus horarios fueron dejando de coincidir y su tiempo libre a escasear, de la misma manera la salud de ella a menguar por querer estar con él. Así que por el bienestar de ambos, incluyendo el económico, se fueron a vivir a sus respectivas universidades, a parte no podía costear más los gasto de vivir juntos y estudiar al mismo tiempo.

En ellos el amor era muy grande, y lo seguía siendo, eso tenía que haber bastado pero no fue así, esa realidad les recordó que sólo los cuentos tiene un final de "felices para siempre" la vida real de una pareja comienza cuando se mudan a vivir juntos, cuando los gastos aparecen, cuando la rutina parece que supera lo espontáneo, eran jóvenes, idealistas, y con muchos sueños. Ahora seguían siendo jóvenes pero las experiencias los habían hecho madurar.

Aquella separación que muchos en Inglaterra predestinaban sucedió, fue una separación lenta, muy lenta, de años, hasta que simplemente un día dejaron de verse. Un año ya sin saber absolutamente nada de ella, año y medio de no ser pareja.

Terry camino más recordando las veces que él y Candy habían caminado por las mismas calles de Broadway, remembrando lo feliz que era a su lado y el dolor de tener que alejarse. Aunque el novel actor tenía sus planes al respecto, en él los sentimientos no habían cambiado, y estaba casi seguro que en los de su "Pecosa" tampoco, por ello ya había pedido un asiento especial, ella sería su invitada de honor, entonces se puso como meta retomar todo de nuevo, no importaba que la relación iniciara desde cero. Siguió su camino sin menguar su sonrisa ni un milímetro, imaginando cómo sería llegar al teatro con ella, como Candy se emocionaría cual niña pequeña al ver la marquesina con su nombre y los afiches colgados en los parabuses. En tres días sería la cesión fotográfica, en cuanto le dieran un cartel se lo llevaría a Candy junto con la entrada para el reestreno.

Sin darse cuenta ya había abandonado el circuito Broadway, ahora tiendas y negocios de todo tipo le rodeaban. Entro en una pequeña cafetería, aprovecharía que estaba ahí para refrescarse con el que desde que llegaran se había vuelto la bebida predilecta de Candy, y ahora de él, pues siempre le hacía remembrar los bellos momentos juntos. Pidió un té chai latte frío; al tomarlo de la barra se extraño de que tuviese puesto un collar para bebidas calientes, hasta que se dio cuenta que una tal Daisy había dejado su número escrito, sonrió muy amplio, sin embargo sólo había un número que quería marcar, y que sino lo había hecho fue porque se había prometido sólo volverlo a marcar cuando tuviera un protagónico, pues si separó de su pequeña pecosa fue por algo que valiera la pena de verdad.

Salió del establecimiento, apenas había caminado unos metros cuando se quedó quieto, como si la hubiese llamado con el pensamiento, en la acera de enfrente estaba su tormento rubio, carcajeando, feliz, del brazo de alguien más. Se asomó un poco para asegurarse que era realidad lo que sus ojos estaban viendo, acción con la que se dio cuenta cómo él no era visto. Se sintió extraño, en un segundo su humor cambió radicalmente, tiró su bebida en plena banqueta ensuciando a un par de transeúntes y ganándose muchos insultos que él pareció no escuchar. Sin mirar nada ni decir nada se fue a la estación del metro más cercano. Las tres estaciones que lo separaban de su destino sólo sirvieron para sentir a su corazón latir en sus sienes, para sentir que en realidad nada había valido tanto como para perderla a ella.

Llegó a su departamento, quiso gritar y tirar todo, pero se limitó a mirar por la ventana. Luego se sentó en un sofá con su laptop para mirar sus recuerdos en forma de imagen fija. Fotografía tras fotografía la historia de ambos comenzó a surgir. Con esas emociones tan vividas comenzó a escribir, todo lo que había vivido con y sin ella, quería sacar todo, escribió sin parar, y siguió escribiendo cuando el día llegó. Marcó a la compañía para avisarse enfermo, continuó escribiendo, no sólo ese día, al siguiente y al siguiente a pesar de ya asistir a los ensayos y a la toma de fotografías. Tres semanas después dejó de escribir, sólo colocó el final.

"Esta historia no narra lo que es, tal vez lo que fue, pero sí lo que espero: que seas feliz.»

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El día del reestreno llegó, con todo lo que Terry había escrito su corazón se había calmado, eso había resultado en una excelente catarsis que le dio la fuerza necesaria para llegar a ese día entero, por ello el recibimiento que le dio el público fue inigualable. Los encabezados en los diarios rezaban, "Ha nacido una nueva estrella en Broadway". Terry había conseguido su sueño, era un actor reconocido de Broadway.

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El fin de curso escolar había llegado a su fin, y con ello unas esperadas y necesarias vacaciones para los estudiantes de carreras tan demandantes como la medicina, por eso Candice se sentía muy animada, relajada de su ajetreada agenda se disponía a ir a su departamento compartido para hacer sus maletas y al fin poder tomar un vuelo hacia Inglaterra para ver a su familia con la que no había podido convivir en mucho tiempo, pero antes tenía que hacer una cosa muy importe.

La rubia pensativa caminaba por las calles neoyorquinas mirando todo en su entorno mientras reía recordando casi dos meses atrás cuando su primo Stear había ido a verla, que diferente se veía sin sus gafas, al fin había decidido operarse, si Terry lo viera de seguro no le reconocería, se decía para sí misma la pecosa mujer. Ese día ella y su primo había hablado mucho sobre Terry y su negativa de querer llamarle hasta que él lo hiciera primero, todo por su tonto orgullo, además de que se sentía tan dolida porque nunca se había comunicado con ella en ese año, "Pero tú tampoco le has llamado. ¿No crees que él también debe de estar dolido?." Fue la coherente respuesta de Stear, su querido científico le había dado los ánimos necesarios para buscarlo, así que ahí estaba ella, dirigiéndose al lugar donde sabía él había tenido una oportunidad, e había negado a saber con respecto a él, pero Nelly, una amiga común le había platicado muy emocionada con respecto de una obra en la que Terrence participaba en el Majestic Theatre. Ya que estuviera fuera del recinto le marcaría, al fin se atrevería a dejar su orgullo a tras y esa locas ideas que sus amigas de estudio le decían sobre que una mujer nunca debe doblegar su dignidad, ¿qué daño hubiese hecho por marcarle o hacerle un mensaje una vez? Ninguno, de seguro ninguno, ya sí se negaba a responder, otra cosa sería. Ahora el tiempo había pasado velozmente y sólo seguía teniendo la misma necesidad, quería verlo, y lo hizo. Poco antes de llegar a su destino un parabuses se lo mostró. De inmediato reconoció esos hermosos ojos marinos, ni azules, ni verdes, sino una extraña mezcla de ambos, como si zafiro y esmeralda estuviesen fundidos. Era él, la mitad de su rostro estaba cubierta con sus bellos ojos destacando en esa totalidad de blanco y negro, aunque no lograban darle mucho crédito a los originales, cien veces mejores, pero era Terry en un inmenso cartel, con su foto, y su nombre en grandes letras doradas. El corazón de Candy se hinchó de orgullo, su Mocoso engreído lo había logrado.

Vio el horario que ahí se anunciaba, la función comenzaría en un par de horas, si era necesario se quedaría a hacer guardia en la salida del gran Majestic Theatre, pero no se iría de ahí hasta verlo, al fin lo volvería a ver después de ese tiempo sin tenerse cerca, nuevamente estarían juntos.

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Continuará...

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Gracias por perderse entre mis letras

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Siiiii, hermosas, estoy de vuelta, ni crean que se librarán de mí, sólo que he estado preparando algunas cositas para la Guerra Florida que justamente empieza el domingo. Si pueden las espero por allá, en el Foro Rosa. Mi hermosa amiga Ayama DV me acompaña, así como mi también lindísima amiga Sundarcy.

Les platico que esta es una historia súper corta, de sólo 3 capítulos, y como sé que No he estado con ustedes por un buen rato, pues se los traigo todos juntos, un capítulo diario.

Mañana el siguiente y el domingo el final.

Les mando un fuerte abrazo a la distancia.