Hola a todos, ha pasado bastante tiempo desde que publiqué por última vez, la verdad es que no planeaba hacerlo de nuevo ya que mi vida se había vuelto bastante caótica pero he decidido escribir algo pequeño para volver. Espero que les guste.
Para aquellos que seguían mis otros fics debo decirles que robaron mi computadora y se perdieron completamente, así que no puedo actualizarlos. Estoy pensando a ver si puedo continuarlos pero no tengo la certeza ya que han pasado muchos años. De todas maneras quiero agradecerles por todos sus lindos reviews, me animan a seguir.
Creditos por los personajes a Chinomiko, Xian Nu Studio, a Beemov y a todo su equipo. La historia es original y completamente de mi autoria.
Disfrútenlo.
No te olvidé
A veces no puedo detenerme, siento que me muevo de un lado a otro sin parar. La universidad nunca me ha parecido algo sencillo, mucho menos cuando he cambiado de ciudad, tal vez la vida pudo hacer sido de otra manera con el apoyo de mis amigos. En fin, ya ha pasado un tiempo desde que volví aquí. En absoluto me ha costado adaptarme, a decir verdad todo ha ido bastante bien. Los chicos son muy agradables conmigo y al parecer las cosas han mejorado entre nosotros y en ocasiones extraño a mamá y papá.
Hoy he ido al bazar. La cafetería está cerrada ya que la jefa nos dio a Hyun y a mí el día libre, a ciencia cierta no se la razón pero creo que está bien, por lo general los viernes habían sido de trabajo arduo las últimas semanas y este descanso no me venía nada mal. Tenía todo el día libre gracias a que el profesor de mi clase matutina estaba en un congreso fuera de la ciudad. El día de hoy decidí tomármelo en solitario. Hyun me había invitado al cine pero me lo he pensado, en realidad quiero estar sola y le he dicho que no de la forma más atenta que pude. Le prometí salir la próxima vez y se ha alegrado.
Continué caminando por la calle, mascaba una barrita de caramelo, solía comerlas bastante después del instituto. El clima estaba agradable, el verano estaba llegando a su fin y el otoño es la época ideal para pensar. Las calles ya no me parecían tan familiares, he caminado por unas cuantas cuadras notando el crecimiento continuo de la ciudad. Dentro de ese laberinto de edificios y casas coloridas me detuve de golpe tras reconocer una casa particular.
—Mi casa —he susurrado.
Tenía los colores un poco deteriorados. Por lo que sabía, mi padre había vendido la casa y desde que volví nunca pensé en visitarla de nuevo. Con curiosidad me acerque hasta una de las ventanas y pude observar que estaba completamente vacía. Me sentí extraña de inmediato, ese lugar había sigo mi hogar durante tanto tiempo y ahora era sólo un recuerdo. No tenía idea de que ver la casa así me afectaría tanto. Trate de permanecer tranquila. —Las cosas cambian— me dije a mi misma— Es parte de la vida, no hay porque sentirse triste. Ciertas cosas son necesarias para poder acceder a otro tipo de experiencias. El dejar ir también es parte de aprender. Lo sabía porque a pesar de todo me había vuelto más madura, al menos un poco.
Retome mi camino, una vez en la parada de autobús no dude tomar uno. No elegí una ruta en específico, únicamente me limité a subir. —Ya me las arreglaré para volver— pensé para mí. Durante el recorrido no pude evitar sentirme idiota. Se suponía que me tomaría el día libre para dejar el estrés de lado, sin embargo, me ponía a pensar en cosas tristes. Tras unos 10 minutos de viaje me percaté de un lugar que no había visto antes. Me levanté en seguida de mi sitio y espere a la parada más cercana. Al bajar pude percibir el aire fresco en mi rostro. — ¡Qué delicia!— expresé. Creo que es un buen augurio. Caminé algunos metros y una vez que llegué al lugar no pude evitar sonreír. Se trataba de un pasillo enorme lleno de pequeñas tiendas de comerciantes locales. Había un ambiente excelente, metí mi mano en mi bolsa para alcanzar mi cartera. Quería verificarlo con mis propios ojos y efectivamente, mi salario de una semana en el café me acompañaba. ¡Esplendido! , con la alegría requerida para este tipo de acontecimientos fui recorriendo el lugar. Todo era bellísimo. Desde el olor a galletas de la panadería hasta los discos de música clásica de la tienda de antigüedades. A pesar de "las nuevas tecnologías" aún tenía gusto por esas cosas. Mi viejo tocadiscos estaba en casa por ahora pero al ver un acetato con unas letras platinadas que decía "Blues" mi sentido común falló y compre ese bebé de inmediato. A punto de salir me encontré una libreta de cuero negro sobre un estante. Me pareció linda y la ojee un poco. No tenía casi nada escrito (unos cuantos rayones por aquí y por allá) y lucía antigua, la olí por supuesto. Es anti normal ver ese papel amarillento envejecido por el tiempo y no tener deseos enormes de olerlo.
— ¿Cuánto cuesta?
— ¡Oh! Eso… no recuerdo desde cuando está allí. —Me exclamó el viejecillo dueño del local un tanto confundido. — Supongo que puedes tenerla por $2.00. — concluyo sonriente.
Pagué y me retiré entusiasmada. Comí una rebanada de pizza y tomé una bebida de arándano en un local pequeño, pasé por una florería donde me limité a mirar las bellas decoraciones, ya por último me topé con una boutique interesante. Al merodear un poco visualice un vestido amarillo precioso. La encargada me lo mostró de inmediato y me invitó a probármelo. Encantada acepté.
Salí del probador buscando un espejo ya que extrañamente no había dentro.
— Cerca de la ventana hay un espejo, creo que la iluminación natural es mejor — me indicó
— ¡Oh! Ya veo… —dije entendiendo la situación
Me dirigí a la ventana. Es cierto que se veía mejor, parecía que irradiaba luz. Mis botas un poco vaqueras le daban un toque especial y no pude evitar reír ante mi originalidad, comencé a girar de alegría, era un vestido ligero y al parecer el único. De esas veces que tienes una suerte enfermiza y obtienes la última prenda en un precio accesible y en tu talla. Mientras daba vueltas, como en cámara lenta vi a alguien pasar frente a la ventana, no podía afirmarlo con certeza pero mis ojos no me engañaban, no podrían. Ese cabello lo reconocería en cualquier lado.
Me costó reaccionar y me paré en seco, casi a punto de caerme me acerque a la ventana para ver mejor pero no podía ubicarlo del otro lado. Traté de salir de la tienda pero la encargada me recordó que llevaba puesto el vestido y tenía que pagarlo.
— ¡Mierda!— masculle — Lo quiero, dígame el precio enseguida —respondí con evidente nerviosismo.
La señora de inmediato me cobró y yo no pude esperar a cambiarme, tan sólo guardé mi ropa en otra bolsa y salí corriendo del lugar.
— ¿Dónde estás? , ¿Dónde estás? — Miraba a todos lados mientras caminaba a paso veloz.— ¡Aparece! — demandé, sin embargo ya no te encontrabas allí, mire los rostros de la gente y ninguno era el tuyo. —No pude haberme equivocado— pensé —yo te conozco, jamás olvidaría ni una pizca de ti.
Finalmente, tras haber dado vueltas por todos lados como loca, me rendí. —Ya basta contigo— me regañe— ya es suficiente, se acabó. — exclame mientras una lagrima traicionera resbalaba por mi mejilla. Me subí a ese autobús de nuevo, ni siquiera me importo la ruta, quería salir de allí cuanto antes. Tenía rabia, no entiendo mi desesperación por encontrarte, se suponía que todo esto ya había quedado atrás. Me senté al fondo cerca de la ventana, la última persona subió al autobús y se ubicó frente a mí. El conductor empezó la marcha y yo alcé la mirada resignada, observe a través de la ventana tratando de dar un último vistazo y el autobús de la ruta contraria venía pasando.
Allí estábamos, detrás de los cristales. Me miraste y yo no podía creerlo, eras tú. Tus ojos se abrieron en sorpresa, creo que me reconociste, sí, me reconociste porque nunca confundirías mi rostro, me lo dijiste un día mientras besabas mi frente. Y yo tampoco lo haría, no lo haría. —Lysandro.
CONTINUARÁ...
De la autora:
Esta historia esta situada después de volver a la universidad y esta creada para despedir a mi personaje favorito tras su salida inesperada del juego: Lysandro.
Espero les haya gustado esta primera parte, en unos días subiré lo que falta. Déjenme sus comentarios, me animan a seguir escribiendo.
