Mirad, en mi vida me había costado tanto escribir un fanfic. Os juro que prácticamente he tenido que usar un sacacorchos para conseguir sacar, moldear y plasmar esta idea que - bastantes veces mientras me peleaba con ella - deseé no haber tenido. Y, claro, el destrozo que me están haciendo en Castle tampoco ayuda a inspirar a mis musas para que vengan a cantarme al oído.
Anyway, el título de la "obra" es un verso de la canción de Clarity, de Zeed ft. Foxes. El poema del principio lo encontré en instagram y fue amor a primera vista. Al principio lo iba a usar con otra OTP pero luego me di cuenta de que se adaptaba mejor a Caskett. Además, hacía mucho que no escribía nada de este fandom...
Actualizaré cada martes hasta completar los cinco capítulos que tiene. Está situado a principios de la 3º temporada, narrado desde el POV de Beckett y los fragmentos en cursiva son flashbacks.
¡A leer!
Prólogo
It's a tragedy, the way or story goes;
Maybe, perhaps, almost.
- If it's love, it must be more than most / P.D
- ooo -
No hace mucho, describieron su historia como una tragedia.
"Una auténtica pena" habían suspirado, llenas de tristeza. Kate recordaba habérseles quedado mirando y pensar cómo era que unas desconocidas – vale, quizá estaba exagerando un poco porque eran amigas de su mejor amiga, Lanie, y eso significaba que más o menos también eran sus amigas – sentían más pena por algo que solo conocían de palabra, que ella, una de las protagonistas.
Lo había vivido en primera persona, había reído y llorado por su culpa, había sido la persona más feliz y más miserable del mundo.
Cuando echaba la vista atrás, no sentía pena, remordimientos o cualquier otra sensación negativa. Nunca habría calificado su historia como una tragedia simplemente porque para ella fue lo mejor que le pudo haber pasado, sin importar que se torciera el camino y nunca terminara de florecer. Se consolaba pensando que nunca llegó a nada por algo, porque no estaba destinado a ser, no era el indicado o no era su momento. Si hubiera pasado, probablemente habría dejado más heridas que las que Kate tenía ahora.
Pero volvía una y otra vez a la sacudida de cabeza compasiva de Bradley, la rubia de enormes ojos verdes que parecían absorberla cada vez que se fijaban en ella. Volvía una y otra vez a la mano posándose en su hombro en un torpe intento de consolarla por una herida ya cicatrizada.
"Una tragedia…"
Kate había hecho sus deberes. Una noche cualquiera se había sentado en el sillón de su pequeño apartamento, cerveza en mano, el portátil sobre un cojín encima de las piernas. Entre Wikipedia, Google y un puñado de Blogs, había conseguido informarse bastante sobre el tema de las tragedias (del latino tragoedĭa, y este del griego τραγῳδία; femenino):
1. Canción de los gentiles en honor de Baco.
2. Obra dramática de acción grande, estilo elevado y desenlace funesto. Antiguamente se desarrollaba entre personajes ilustres o heroicos, e infundía lástima o terror.
3. Figurado. Suceso de la vida real, fatal, irremediable, desgraciado.
Le había hecho gracia que compararan su historia con algunas como la de Edipo, Hipólito y Fedra, Medea, Electra… Mitos griegos sobre dioses existentes solo en la mente de la población.
A la vez, le había molestado ligeramente. Había sentido que le robaban importancia al ponerla al mismo nivel que profecías, amoríos incestuosos, venganzas de mujeres despechadas que lo sabían todo sobre la brujería, etc. Su historia había sido algo real, con personas reales involucradas, cuya imposibilidad de realización había dejado a su paso dolor real. ¿Y llegaban unas perfectas extrañas y le decían que era lo mismo? No, ¡de ninguna manera!
Sin embargo, estaba anclado en su cabeza como un boomerang. Cada vez que lo lanzaba bien lejos con toda la fuerza que le proporcionaba la indignación, las palabras volvían a ella al cabo de un rato y ocupaban su lugar con un retintín orgulloso.
Le había costado dos semanas descifrar el porqué.
Al principio había creído que era precisamente por lo molesta que se había quedado con el tema, igual que cuando te clavas una astilla y no la ves pero sabes que está ahí porque te duele cada vez que rozas la zona. Un poco de meditación con el agua caliente hasta el cuello, la espuma cubriendo su cuerpo y el titilante brillo de las velas arrancando destellos en su copa de vino, le había hecho ver que no era tanto la descripción como lo que había seguido a esta.
La situación que había rodeado a la conversación era básica: Kate había estado de bajón por todo lo que había pasado y Lanie había creído que era una idea genial sacarla de fiesta a una discoteca llena de gente sudorosa con música ensordecedora y luces mareantes. De modo que, antes de poder protestar, la detective se había visto arrastrada por un huracán lleno de energía que prácticamente le había arrancado los pantalones de chándal de encima para meterla en un vestido demasiado corto para su ánimo. Para su sorpresa, Lanie la había guiado hasta un grupo compuesto por tres chicas: Bradley, una morena y Sheila. Las había presentado como sus amigas de toda la vida de la Universidad y luego había dicho que estaban en una misión para animarla. Lógicamente, las mujeres habían querido saber el porqué de estar tan decaída, lo que había derivado en Kate con unas copas de más dando un discurso sobre todo lo que había ocurrido de forma algo inconexa.
- Una auténtica pena – había dicho Bradley con una sacudida de cabeza pesarosa.
- Es una tragedia la forma en que va vuestra historia – había añadido la otra chica (le habían repetido su nombre alrededor de cincuenta veces en la misma noche pero seguía sin acordarse) inspirada por los cinco Martini que se había tomado, su mirada clavada en la detective. – Puede ser, quizá, casi.
Puede ser.
Quizá.
Casi.
Sumida en el vapor y el aroma a vainilla de sus sales de baño, Kate se dio cuenta de la razón que tenía.
