Historia ficticia con personajes del manga Katekyo Hitman Reborn escrito e ilustrado por AKira Amano-sensei.

Camino hacia ti

En Namimori Gakuen se festejaba la ceremonia de graduación. La expectación de toda esa generación era más intensa que algunas de las anteriores, a pesar de que solo un año antes se había graduado el más extremo alumno, y presidente del club de boxeo; solo de recordarlo, a un pequeño grupo de chicos se les erizaba la piel, totalmente ignorantes de lo que estaba ocurriendo alrededor.

La situación era, no más ni menos de lo que se esperaba. Varios de los muchachos más solicitados estaban a punto de abandonar la escuela superior, dejando atrás una hilera de corazones partidos. Durante la emotiva ceremonia, el alumno más destacado académicamente tuvo el honor de dirigir el discurso de despedida a sus compañeros.

No resulto ninguna sorpresa para los recién graduados que el muchacho que subió al estrado fuera aquel extranjero de aire creído, de largo cabello plata atado por una coleta, por supuesto, Gokudera Hayato estaba siendo admirado por una multitud de jovencitas desde la parte de atrás, para su suerte, la muchedumbre le impedía ver a su hermana que tomaba fotografía sin siquiera ver la cámara por empujar a las molestas niñas que la rodeaban. Biachi acompañada de Sawada Nana-san, Lambo e I-pin junto con toda la audiencia de alumnos, maestros y acompañantes disfrutaron hasta la última palabra del profundo y hermoso discurso del peliplata, quien al final se quito los lentes, desato su cabello y con una reverencia agregó:

-Este discurso es menos de lo que se merece, pero es completamente dedicado a usted, Décimo-

Sawada Tsunayoshi se hundía de vergüenza en su asiento, mientras que todos en el auditorio permanecían en silencio ante la declaración del entusiasta autonombrado mano derecha del Décimo Vongola; excepto, claro, por los miembros de la famiglia, del Décimo que rieron y aplaudieron la dedicación.

Este año era especial para Namimori Gakuen, el mejor presidente del comité de disciplina estaba terminando su etapa en la escuela superior, Hibari Kyoya estaba recibiendo ese día todas las confesiones que había evitado con el pretexto de que su cargo debía seguir las reglas, y una de ellas era: No tener relaciones interpersonales llevadas más allá de la amistad. Por supuesto, esto no le sirvió de mucho a las kohai, puesto que ellas todavía tenían que seguir las reglas, pero las sempai y compañeras estaban haciendo fila para hablar con el pelinegro. El, a la tercera confesión, se fue sin decir nada y sin dejar que le siguieran.

Desde la distancia, bajo un pequeño árbol en el patio cercano al auditorio, Yamamoto Takeshi podía ver la escena que le helaba la espalda.

-Que cruel es Hibari-san, hoy es uno de los días que las chicas se sienten con valor de confesarse- dijo ya con demasiadas cartas en la mano, el guardián de la lluvia. Mientras se acercaba algo temerosa otra muchacha a pasos minúsculos con la cara enrojecida.

-Voi!- gritó un hombre desde atrás de la pequeña. – ¡¿Hasta que maldita hora atenderás tus deberes Espadachín de tercera?!- agregó dejando atrás el lento caminar de la muchacha.

-Solo un poco más Squalo, estoy atendiendo a quienes me llamaron- respondió Takeshi.

-¡¿Que no te das cuenta?!- gritó exasperado- Hay unas veinte más detrás del edificio esperando su turno- dijo sin ningún tacto.

Le tomo el brazo y se lo llevo arrastras hacia el frente de la escuela.

La entrada estaba de miedo, mucha gente ajena a la mayoría de los graduados, se encontraban esperando algo. Ya venía aproximándose los miembros que faltaban de la familia del Vongola Deco. Takeshi empujado por Squalo, y Tsunayoshi con Kyoko, ambos con la cara enrojecida, escoltados por Reborn. Ellos se reunieron con Chrome, quien cargaba su diploma con entusiasmo, acompañada por Mukuro Rokudo, Sasagawa Ryohei y el pequeño Lambo dando vueltas por estar en el centro de atención. Un poco separado de la muchedumbre estaba Dino-san tratando de incluir a Kyoya en el grupo sin ningún éxito.

Aunque no lo expresaran con sinceridad, todas esas personas, estaban reunidas para celebrar la buena nueva. Los Varia, los Simon, los Cavallone, el CEDEF, los Arcobaleno, todos vestidos de traje con sonrisas en sus rostros rodearon de inmediato a los festejados.

Entre risas y mucho movimiento, el festejo fue llevado desde la escuela hasta el gran salón de un hotel de lujo, digno de recibir a miembros de mafia italiana. Pero inevitablemente algo incomodaba a Tsunayoshi, no era el hecho de que la mafia festejara su graduación, ni que posible sorpresita le estuviera esperando después del festejo, tampoco que los Varia sacaran sus armas a cada oportunidad que tenían. El joven Vongola no se separaba de Kyoko en ningún momento, pero seguía sintiendo que algo faltaba ese día.

-¿Dónde están Gokudera-kun y Haru-chan?- preguntó desde atrás el líder del CEDEF.

-¡Papá! ¿Qué estas haciendo aquí?… yo no te había visto- dijo muy sorprendido Tsunayoshi, después de volverse para ver de frente a su padre.

-¡He venido a la celebración de graduación de mi hijo! No digas cosas tan hirientes a tu padre Tsuna ~~ dejando eso de lado, me preocupa que dos miembros de tu familia no se encuentren en la celebración- dijo Iemitsu pasando de un inmaduro tono de padre mimoso a uno serio e inmaculado, dirigiendo su vista a la entrada del gran salón.

Tsunayoshi bajo su mirada al suelo, y por poco menos de un segundo soltó la mano de Sasagawa Kyoko, él sabía que Haru no se presentaría en esa celebración.

De pronto, la multitud habría paso a un grupo que estaba llegando. La famiglia de Vongola Nono se dirigía a la del Vongola Deco.

Mientras tanto por un concurrido camino de Namimori, Hayato corría como si su vida dependiera de ello. Su impecable uniforme se había reducido a solo pantalón y camisa, a duras penas traía puesta la corbata en un nudo ya muy flojo, y su saco había quedado tirado en algún punto del camino.

Con la garganta rasposa se detuvo en seco cuando encontró una cantidad razonable de alumnas del colegio Midori. Se dio cuenta de que no era tan tarde, procuró recuperar el aire y se echo el cabello enmarañado hacia atrás. Avanzo lento hacia la entrada del colegio, se ajusto el nudo de la corbata, pero olvido por completo fajarse la camisa.

Aún puedo encontrarla, sé que esto se puede arreglar. Esto no es nada que la mano derecha del Décimo Vongola no pueda manejar. Demonios mi corazón aún esta agitado, no quiero que se dé cuenta de que corrí hasta aquí. ¡Mi camisa!

El joven, apresuradamente se fajo la ya bastante arrugada camisa, esperando que nadie se diera cuenta de su descuido.

-Hahi- se escucho detrás de él antes de terminar de fajarse por enfrente- ¿Gokudera-san?- pregunto ignorante e inocentemente la muchacha.

Hayato termino de fajarse el frente, el cual quedo desastroso, y se dio la vuelta con una mueca de desagrado.

-Tu mujer… Vine a… porque tu…- no puedo terminar una sola frase, que me sucede?!
Él se rasco la cabeza más por inercia que por deseo y aparto instintivamente su mirada de la de ella. ¿Es que no tenía ya planeado lo que iba a decir? Era tan simple en su cabeza: reñir un poco, normalizarla y un segundo después llevársela al Décimo para que aclarasen las cosas.

Ella con su mirada relajada no apartaba la vista del joven, su uniforme lucía perfecto, su rostro reflejaba esa normalidad que nunca antes él hubiese percibido de ella. Parecía tan… distinta.

-Felicidades por tu graduación- dijo sin mirarla.

-Igualmente Gokudera-san- le contestó tan tranquila con una sonrisa de oreja a oreja.

La mirada del joven estuvo evitando la de ella todo el tiempo, pero al momento de su respuesta la miró fijamente. Esa sonrisa, tan falsa, tan molesta.

-¿Qué pasa con esta Haru?- dijo sin ninguna consideración el ya bastante fastidiado guardián de la tormenta. Se acercó considerablemente dejando apenas unos centímetros entre su rostro y el de ella. -Me sacan de quicio los hipócritas- Su mirada monótona y con cierto toque de locura, estaba clavada en la de ella, que a pesar de sentir miedo, empezaba a dejar ver el brillo que la caracterizó desde que se conocieron. Ella intentó alejarse del joven, él la tomó de los hombros para mantenerla a su alcance.

-No quiero alejarme- dijo Haru extendiendo sus brazos bajo los de Hayato, el enterneció su dura mirada y deslizó sus manos desde los hombros de la joven hasta su espalda, dejando que ella se estrechara sobre su pecho apretando la quijada para no dejar que nadie escuchara su sollozos.

Por fin, después de buscarte y encontrar a otra que no eras tu… por fin logré llegar donde te metiste… Haru.