Éste fic, Nee-chan, es para tí.
¡Hoy ya cumplimos un año de habernos conocido! ¿Feliz aniversario xD?. Te quiero mucho Nee-chan, gracias por todo lo que has hecho por mí.

Naruto no me pertenece, sino a Masashi Kishimoto, su creador. Ésto sólo es una historia basada en una idea mía, usando únicamente sus personajes.


Hourglass

Tomó el reloj de arena en sus manos. Lo volteó y vio como la arena comenzaba a caer lentamente.

El pasado, el presente y el futuro.

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Primera Parte:
Pasado

—Mi nombre es Sakura, un gusto conocerte —sonrió la pequeña niña de cinco años.

—Mi nombre es Naruto, Sakura-chan —se presentó el chico rubio de ojos azules de igual edad que la niña. Ambos se habían detenido en la misma tienda, a mirar el mismo oso de peluche, y habían preguntado a la misma vez por el precio del juguete. Se habían visto el uno al otro, para después echarse a reír. Se habían presentado mientras salían de allí.

—Dime, Naruto… ¿a qué juegas cuando estás aquí? —preguntó la niña mientras ambos corrían en una dirección desconocida para ella.

—Pues, hago castillos de arena en la playa y siempre me pongo en la orilla tratando de atrapar peces —comenzó a contar, feliz— O juego con los otros niños, o en mi casa… pero no siempre hay mucho que hacer —terminó admitiendo. A pesar de decir eso, el cariño en sus palabras por su lugar de nacimiento era más que obvio.

Así que a pesar de que a Sakura no le pareció encantador nada de eso, sonrió feliz— ¡Pues, vamos a jugar mucho! —gritó tomándole la mano a Naruto y corriendo más aprisa.

Cuando llegaron a un pequeño parque donde estaban los demás niños, éstos se miraron entre sí, pero se armaron de valor al ver a alguien acompañando al pequeño Uzumaki, así que se acercaron y comenzaron a jugar con una pelota. Tres de los que no se habían unidos al juego, llegaron sobrados y tomaron la pelota en sus manos.

—¿Naruto-tonto? ¿Qué haces aquí? ¿No deberías estar jugando al "niño que no tiene amigos" en la playa? —se burló y los otros dos rieron a compás con el primero.

El rubio lo miró molesto, pero no dijo nada. Sakura lo miró y se sintió mal, así que dio un paso enfrente de Naruto, quedando a solo dos pasos de los otros.

—No debes hablarle así a otros niños —regañó ésta con una mano en la cadera, moviendo el dedo índice en el aire negativamente— Deberías disculparte —le aconsejó, y colocó la otra mano en su costado.

—Cállate niña fea —le dijo, para luego empujarla y que ésta cayera de espalda al suelo.

Naruto se movió por instinto y pudo llegar antes de que la cabeza de ella tocara el suelo, pero sus brazos y piernas estaban sucios y tenía un raspón en un brazo. Molesto, soltó a Sakura con cuidado y se abalanzó sobre el niño pegándole un fuerte golpe.

—¡¿Qué haces, monstruo?! —gritó el niño malo, tapando el lugar rojo por el puñetazo.

—¡No toques a Sakura-chan! —gritó— pégame a mí, si quieres, pero no le pegues a Sakura-chan —sollozó, cubriendo con un brazo su cara empapada de lágrimas.

Siempre era lo mismo. Cuando alguien se le acercaba e intentaba hacer amigos con él, esos niños lo fastidiaban hasta que lo hacían cambiar de parecer y así dejaban sólo al rubio de nuevo. Todo aquel que jugara con Naruto era molestado por los niños que, al ser unos dos años mayores, se creían mucho y, por supuesto, tenían más fuerza que ellos.

El niño se paró del suelo y miró a Sakura, quien aún estaba en el suelo, con rabia.

—Eres una tonta al juntarte con ese niño —le dijo, antes de comenzar a caminar lejos de ahí seguido de los otros dos.

Todos los demás que se habían alejado, miraban a los dos pequeños con lástima, pero ninguno se atrevió a acercarse. Naruto, viendo lo que había causado, salió corriendo de allí, aún llorando.

Sakura bajó la cabeza.

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El rubio corrió mitad del camino y aminoró su paso la otra. Había dejado de llorar al poder calmarse, pero aún así seguía sintiéndose demasiado triste. Era una de las primeras veces que podía jugar con alguien y se la habían vuelto a quitar. Llegó a la puerta de su casa y miró la gran puerta antes de bajar la cabeza y abrir con las dos manos.

—¡Estoy en casa! —gritó, y tras cerrar la puerta se quitó los zapatos.

Caminó por el pasillo y entró a la sala, luego fue hasta la cocina, abrió la despensa, tomó algo de comer y se fue a su cuarto cerrando la puerta tras de sí.

Apretó las bolsas de comida contra su pecho, y volvió a bajar la cabeza.

No es como si él estuviera esperando que alguien le diera la bienvenida a casa; hacía mucho que se había dado por vencido en ese aspecto. Él ya sabía que no había nadie.

Nunca había nadie.

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Sakura había salido corriendo de allí tras darle una mirada molesta a los demás niños que habían parado de jugar con Naruto apenas habían llegado los otros. Al llegar a su casa, tocó la puerta y esperó a que le abrieran.

—Voy —dijeron del otro lado. Segundos después una mujer abrió la puerta y ahogó un pequeño grito de sorpresa al ver a la niña en ese estado— Sakura ¿qué te ha pasado? ¿Por qué estas toda sucia? —preguntó mientras se agachaba a su altura y la tomaba en sus brazos— ¿Te duele? —le preguntó tomando su bracito en sus manos mirando el raspón.

La niña negó con la cabeza en el hombro de su madre.

—Si no te duele, ¿por qué estas llorando mi amor? —preguntó con tono dulce meciendo a la niña que con una de sus manitos se agarraba a la camisa de su madre con toda la fuerza que tenía.

La pelirosa siguió sollozando agarrada al cuello de su mamá mientras ésta la llevaba a curarle la herida, a darse un baño y luego la cambió con cuidado.

Cuando estuvo lista, la mujer la volvió a cargar y la sentó en la cama mientras ella se colocaba detrás y comenzaba a peinarle el cabello.

—Mami —susurró la niña, suave.

—Dime mi cielo —contestó con una sonrisa.

—¿Nos vamos pronto? —le preguntó.

La mujer se sorprendió por el comentario, y de cierta forma le entristeció eso— ¿No te gusta el lugar? —preguntó, terminando de amarrar la cola.

—¿Cuándo nos vamos, mami? —insistió, sin responder al cometario de su mamá.

—Pues, en un par de semanas. Papá está terminando un trabajo —le informó— Pero, dime ¿no te gusta estar aquí? —preguntó.

Y sintió un alivio enorme cuando la niña se volteó con una sonrisa, y le contestó.

—¡Si me gusta mucho! —muy animada.

La mujer sonrió y le abrazó susurrándole cosas como "Qué linda eres" y "Te voy a comer".

La pequeña sonreír mientras su madre le hacía cosquillas.

Tenía una idea que le gustaba mucho.

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El rubio había caminado hasta la playa, ya que el único triciclo que tenía se lo habían roto. Un día había salido y lo había encontrado destrozado, así que ahora le tocaba caminar a todos lados.

Se había sentado en la arena y había comenzado a tomar un puñado para luego dejarla caer, repetidas veces.

—¡Buh! —le gritaron por detrás, provocando que saltara y gritara del susto.

El rubio se alejó, tras aquel salto, pensando que eran los chicos que siempre lo molestaban. Se sorprendió muchísimo al ver a Sakura; ya no estaba sucia y tenía una curita en el raspón. Ver eso le hizo sentir culpable, además de lo avergonzado que estaba.

—¿Qué? ¿Te comió la lengua el ratón? —bromeó mientras se sentaba al lado de él.

Naruto negó con la cabeza y la agachó más, sonrojado.

La niña sonrió, se paró y le extendió una mano al chico— No tienes por qué sentirte avergonzado, ellos son los que deberían hacerlo —le dijo para tranquilizarlo.

—Pero te pegaron por mi culpa —susurró, mirando a otro lado.

—No, me pegaron por mi propia culpa, así que no tienes que sentirte mal ¿ok? —sonrió, mientras lo tomaba del brazo y lo jalaba, intentando pararlo.

—¡No! Si te juntas conmigo te van a molestar —murmuraba entre dientes mientras hacía fuerza.

—¡No importa! ¡Yo quiero estar contigo! —gritó mientras se echaba para atrás, jalando con todas sus fuerzas.

En ese momento, el ojos azules dejó de hacer fuerzas, feliz del comentario. Y debido a eso ambos se fueron hacia un lado, él cayendo encima de ella, ambos llenándose de arena.

—¿Enserio? —preguntó el rubio aún medio encima de ella.

Sakura le sonrió y asintió.

Por unos momentos, la inseguridad surcó el rostro de él— ¿Y si te vuelven a molestar? —preguntó.

—Entonces les daremos una paliza juntos —prometió elevando su puño.

Ambos se rieron, y al pararse, la mayoría de la arena bajó de sus ropas.

Sakura se estaba sacudiendo cuando escuchó una leve risita y se volteó a ver a Naruto con las manos en la boca, intentando contener la risa.

—¿Qué es tan gracioso? —preguntó sonriendo.

El rubio no aguantó mucho más y estalló de la risa, colocando las manos sobre su estómago.

—¡Sakura-chan, tienes el cabello y la cara llenos de arena! —le dijo, para seguir riendo.

Ella lo acompañó y, de un momento a otro, se había agachado, agarrado mucha arena entre sus mano y la había dejado caer sobre la cabeza del chico.

—Ahora estamos igual —comentó, mientras se reía.

Ambos comenzaron a llenarse de arena, tirándola por todos lados mientras corrían por la playa, uno persiguiendo al otro.

—¿Qué quieres hacer ahora? —preguntó la niña. Ambos estaban sentados de nuevo en la arena, respirando agitados, cansados de correr.

—No sé, la verdad —contestó, intentando que le llegara una idea. Haciendo eso, otra cosa le vino a la mente— Por cierto Sakura-chan, tú no te vas a quedar a vivir aquí ¿cierto? —preguntó triste.

—Pues, no. La verdad me voy en dos semanas —comentó, sonriendo triste.

—¡¿Tan pronto?! —se entristeció. Para alguien como él, eso era muy poco tiempo.

—Si… pero mira el lado positivo, ¡nos quedan dos semanas para jugar muchísimo! —gritó, haciendo un gesto de grandeza con las manos.

Naruto sonrió un poco, alegrado por su sencillez— Entonces vas a tener que jugar conmigo todos los días hasta el cansancio —la miró, esperanzado.

Ella frunció el ceño, y él levantó las cejas, asustado y extrañado. Ella frunció los labios y soltó la risa que no pudo contener casi nada— ¡Claro que sí! —accedió, riéndose.

—Pues… ¿qué esperamos? —saltó, emocionado mientras la jalaba de un lado a otro buscando que hacer.

Iban a disfrutar al máximo.

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—Mamá, ya me voy —gritó la niña mientras se calzaba los zapatos.

—Pásala bien y cuídate mucho —deseó desde el pasillo, viendo como su hija se ponía sus zapatillas a toda prisa— Mándale saludos a Naruto ¿ok? —pidió.

—¡Síp! Hasta más tarde —dijo mientras agarraba su bolsito, abrió la puerta y la cerró con cuidado.

Naruto estaba en frente de la casa, del otro lado de la calle apoyado en un palo de madera de la cerca. Al verla, sonrió y se le acercó.

—Hola Sakura-chan —saludó, mientras se ponía a su lado y comenzaban a caminar, mientras él apretaba sus manos contra las tiras de su mochila— ¿Les has dicho que vuelves un poquito tarde? —preguntó, tras escuchar el saludo de ella.

—Sí, pero me han preguntado de muchas formas a donde iba. Ya no sabía cómo decirles que era una sorpresa tuya y que no lo sabía —suspiró— Si no fuera porque confían en ti y saben que no correré peligro, estoy segura que no me hubieran dejado ir —comentó.

—Pero no pienses en eso, al fin de cuentas te han dejado venir —sonrió, contento.

Ella le correspondió la sonrisa— También porque tú les insististe —rió.

Él se colocó las manos detrás de la cabeza— Bueno, bueno… tengo mi encanto —bromeó, alzando el pecho, orgulloso.

—¡Si, seguro! —agregó sarcásticamente.

—¡A qué si lo tengo! ¿Qué no ves que hasta tú has caído en él? —debatió.

—Claro, claro… me atrapaste —rodó los ojos y después le sacó la lengua.

Él sonrió y le tomó la mano.

—Vamos, que no está tan lejos —murmuró, apresurando el paso.

Caminaron por un lado del pueblito no muy habitado, pero a pesar de eso estaba muy bonito y se notaba que nadie había cortado ese lado en mucho tiempo. El césped estaba bastante alto, pero aún así no les fue demasiado difícil moverse entre él. El rubio parecía conocer el camino muy bien ya que hablaba mientras caminaba e iba señalando cosas sin prestar demasiada atención al camino, pero nunca dudó de su dirección.

—¡Ya llegamos! —avisó, abriendo las manos, dejándola ver la inmensidad del lugar.

Sakura abrió mucho los ojos, sorprendida. Estaban como en la cima de una montaña, a pesar de que ella nunca había sentido que estaba subiendo. Estaba todo verde y a pesar de que había pocas flores, eran muy bonitas.

—¡Que hermoso lugar! —gritó, emocionada jalándole la camisa a Naruto mientras seguía mirando el paisaje.

—¿A que si? —sonrió— Vengo mucho aquí cuando estoy aburrido y no tengo nada que hacer —confesó, mirando a su alrededor.

—Es decir, siempre —se burló, riendo.

—¡Claro que no! Yo soy un chico muy ocupado —se defendió, cruzándose de brazos.

—Claro, claro… tienes que cepillarte los dientes, comer y esas cosas ¿verdad? —comentó con tono sarcástico que el rubio no pareció percibir.

—Claro, además de otras cosas —le siguió la corriente. Abandonó el tema sin pensarlo mucho y la agarró de la mano— ¡Ven! Te voy a mostrar donde siempre me quedo —le dijo, comenzando a caminar hacia una dirección.

Fueron hacia adelante, y luego giraron a la derecha, encontrándose no mucho más allá un árbol enorme, muy frondoso que daba mucha sombra. Debajo de éste, había un pedazo de tronco, en el que se sentaron. Al Sakura girar la cabeza, vio unos garabatos tallados en el árbol y pasó su dedo por allí con curiosidad.

—¿Qué es esto? —preguntó, aún viéndolo.

—¿Eh? —murmuró dándose la vuelta y viendo a lo que se refería— ¿Eso? Eso es mi lista negra —informó.

Ella lo miró con una ceja levantada— ¿Dónde se supone que hay nombres aquí? —preguntó, a punto de reírse.

—¡Mira! Aquí está el niño que siempre me molesta, y aquí está el otro y el otro —intentó hacerla ver mientras pasaba su dedo por los garabatos.

—Pero si ahí no hay nada —se rió.

—Vamos, usa un poquito de imaginación que es difícil escribir sobre un árbol tan rugoso —murmuró con un gesto.

Ella se rió y las mejillas de él se tiñeron de vergüenza.

Se quedaron un rato en silencio, disfrutando de la brisa y del paisaje. Pero una idea rondaba la cabeza del rubio, y a pesar de que no quería romper el silencio aún, no aguantó.

—Sakura-chan —la llamó.

—¿Mhmm? —murmuró, abriendo sus ojos, antes cerrados.

—Dijiste que te ibas en dos semanas… —repitió, y ella asintió— ¿Vas a volver a venir? —preguntó, mirándola con cierto temor en sus ojos.

Ella lo miró por un rato, y luego desvió la mirada hacia al frente, apoyando su barbilla en la palma de su manos.

Naruto jugó con sus dedos, nervioso, ansiando su respuesta. Comenzó a mover los pies contra la tierra hasta que no pudo aguantar más.

—¿Sakura-chan? —murmuró.

Pero ella no le respondió.

—¡Sakura-chan! ¿Por qué no me respondes? —gritó desesperado haciendo gestos dramáticos con las manos y cara.

Ella rió y cuando terminó, lo miró a la cara.

—Creo que voy a poder venir cada vacación —le informó.

Naruto puso una cara de horror— ¿Cada vacación? —preguntó, exagerando el tono en la última palabra.

—¡Hey! Por lo menos es algo —murmuró, viendo el piso— Querían venir sólo una vez al año —le dijo.

—¡¿Año?! —gritó, abriendo mucho los ojos y la boca.

—¿Ves? He logrado algo —sonrió.

—Sí, pero… aún así es mucho —murmuró, mirando el suelo.

—Lo sé, pero mis papás dicen que venir muy seguido es mucho trabajo, además de que no somos tan ricos como para eso —rió, provocando que él hiciera lo mismo.

—Te voy a extrañar —murmuró el rubio, mirándola con una sonrisa triste.

—Yo también —le dijo, correspondiéndole la sonrisa.

—Cambiando de tema… hay algo que me ha rondado la cabeza desde que te conocí —comentó.

—Dime —lo animó.

—¿No te da curiosidad saber… por qué me tratan así los demás niños? ¿O por qué me llaman así? —preguntó, evidentemente incómodo.

Ella se puso un dedo en la barbilla— ¿La verdad? Si —contestó.

Él la miró, confundido.

—Pero no quiero que me lo cuentes. Quiero saberlo cuando sea momento de saberlo —confesó, parándose.

Él la miró con los ojos cristalinos, pero se limpió las lágrimas antes de que ella las viera.

—¡Apúrate! Vamos a jugar —le animó ella, levantándolo.

—¡Sí! —se paró, y la siguió— Si bajamos por aquí llegaremos a un lago ¿quieres ir? —preguntó, señalando hacia un lugar.

Ella asintió y, tomados de la mano, bajaron.

Llegaron a la orilla y ambos se pusieron de cuclillas mientras metían las manos en el agua.

—Está fría —se quejó ella, sacándolas y volviendo a meterlas poco a poco.

Naruto se puse de pie, se sacó la camisa y Sakura lo miro con horror. No le dio tiempo de apartarse cuando el chico se tiró haciéndose una bola, empapándola con todo lo que salpicó.

—¡Naruto! —gritó, molesta.

Él salió del agua, y se echó a reír, provocando que una sonrisa pequeña saliera de los labios de la chica.

Luego de unas salpicadas más por parte del rubio, ella terminó dentro del lago mientras nadaban y jugaban.

Cuando salieron, ya el cielo estaba teñido de rojo, así que se pusieron los zapatos y demás lo más rápido que pudieron.

Naruto, al ver a Sakura temblando, sacó de su bolso un pequeño suéter y se lo metió por la cabeza, para que ella sola se encargara de las mangas.

—Gracias —murmuró elevando los brazos, encajando bien el suéter. Al terminar de hacerlo, algo verde claro en el suelo le llamó su atención y se agachó a recogerlo. Se encontró con un bolsito pequeño con la forma de la cara de una rana; estaba un poco gastado, pero se veía que lo habían cuidado muy bien. Lo agitó al lado de su oído y escuchó un leve sonido, que supuso eran monedas. Seguido de eso escuchó un grito que la asustó, y cuando se volteó miró a Naruto al lado suyo tomando la cartera entre sus manos con fuerza.

—¿Se me había caído? ¡Gracias Sakura-chan! No sabes cuánto vale ésto para mí —agradeció con un tono de voz lleno de cariño mientras la miraba y pasaba su pulgar por el dibujo del animal. Sólo la miró unos pocos segundos más antes de introducirla en su bolso con mucho cuidado.

—¿Quién te la regaló? —preguntó, siendo vencida por la curiosidad.

Él sonrió, triste y se volteó a verla— Mis papás, en uno de mis cumpleaños —contestó. Ella no quiso cavar más en el tema, sabiendo que estaba tocando una vieja herida que no había sanado. Intentando consolarlo, le sonrió, y obtuvo el mismo resulta de su parte. Se tomaron de manos y regresaron juntos; les había costado varios minutos volver a comenzar una conversación, pero en ése punto Sakura se sentía feliz de la incontinencia del chico al momento de hablar.

A petición de los padres de la chica, cuando el rubio fue a dejarla a su casa, se quedó a cenar con ellos y toda la nostalgia que había envuelto al rubio había parecido desaparecer por completo. Cuando terminó, se despidió y dio las gracias por todo.

Luego de eso regresó solo a su casa.

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—Naruto, apúrate que ya nos vamos —lo llamó Sakura, mientras tocaba la puerta de una habitación.

El rubio había sido invitado por los padres de la chica a que fuera con ellos al festival que se celebraría ese día, e incluso le habían comprado un yukata ya que el chico no tenía uno. Los ojos les habían brillado muchísimo al recibir ese regalo, y había dado las gracias alrededor de cinco veces.

—Ya estoy casi listo —avisó. Ella abrió la puerta y lo vio terminando de ajustarse el cinturón.

Cuando el ojos azules elevó la vista, se sonrojó al ver a Sakura. Ésta estaba usando un yukata blanco, con flores en rosado oscuro y negro. El obi del último color.

—¿Naruto? —murmuró, al verlo quedarse estático.

Él reaccionó y volteó la cara, intentando terminar el nudo con las manos temblorosas. Ella se acercó, y se colocó detrás de él.

—Ven, déjame ayudarte —se ofreció, poniendo sus manos sobre las de él para poder tomar la cinta.

Naruto quitó las suyas rápidamente y se enderezó, quedando tieso. Ella se tomó solo un momento, hasta que hizo el nudo final.

—Listo —avisó antes de darle la vuelta y tomarlo de las manos.

—Q-qué linda estás —balbuceó, sonrojado.

—¿Te parece? —preguntó, viéndose.

—¡Claro! —admitió con un tono demasiado alto— Digo, sí… si —dijo, esta vez más bajo.

Ella se rió, con las mejillas un poco tintadas— Gracias —y sin previo aviso, le besó la mejilla— Tú también te ves muy bien —le alagó, corriendo hacia la puerta, donde se detuvo al ver que él no la seguía— ¡Vamos! Se nos hace tarde —avisó.

El rubio, con su mano sobre el cachete que había sido besado, sintió sus mejillas arder mucho más. Sonrió, antes de correr tras ella.

Habían llegado todos juntos, pero los dos niños se habían adelantado un poco observando todas las luces y colores por todos lados.

—¡Qué bonito es esto! —gritó Sakura, enamorada de su entorno.

—¿Te gusta? —preguntó, apretando un poco más la mano de ella.

—¡Sí, mucho! En Tokyo no hay cosas tan bonitas. Digo, hay festivales, pero nunca voy a uno porque quedan muy lejos de donde vivo —contestó, hipnotizada por las cosas brillantes y llamativas.

El rubio sonrió, feliz de verla así— Pues, te voy a llevar a ver muchas cosas para que veas lo divertido que es —le dijo, mientras la jalaba de aquí para allá.

La llevó a comer algo primero, que pagaron los padres de la chica. Luego, éstos los dejaron ir solos con la condición de que en tres horas regresaran a un punto de encuentro que habían acordado entre todos.

La llevó a ver los juegos: los de los peces, las bolitas, los peluches, los espectáculos y demás, todos cortesía del dinero que los papás de la pelirrosa les habían dado.

—Ahora, ¡lo mejor de toda la noche! —comentó feliz.

—¿Hay más? —preguntó, emocionada. Su mano izquierda estaba sujeta con la de Naruto, la cual no había soltado en casi toda la noche, y la otra estaba ocupada sosteniendo una pequeña rana de peluche entre su brazo y pecho, mientras que entre sus dedos estaban una bolita y una bolsita con un pez. Todo lo habían ganado Naruto para ella.

El rubio la guió hasta arriba de una montaña y, tras poner un pañuelo en el suelo que sacó de su manga, le indicó que se sentara.

Ella, sin saber que esperar, miraba a todos lados, impaciente.

—Mira hacia el cielo —le pidió él, señalando hacia arriba.

Ella obedeció, moviendo los ojos a lo largo del infinito manto negro lleno de estrellas y segundo después, las flores de colores comenzaron a estallar en ese lugar.

Sakura gritó, de sorpresa y felicidad, al ver aquellas hermosas luces de muchos colores.

—¡Que hermoso! —murmuró, levantándose. La emoción se escapaba por cada poro de su cara. Y su sonrisa era una de esas que se escapan de tus labios sin siquiera darte cuenta.

Naruto sonrió también, viéndola un rato, antes de dirigir su vista hacia el cielo. Le parecía que la chica se veía preciosa con las mejillas sonrosadas, la enorme sonrisa en la cara y, además de eso, el cómo el color de su piel parecía cambiar un poco con las luces.

Se levantó también y lentamente le tomó la mano. Ella se volteó y le sonrió, para luego seguir viendo los fuegos artificiales.

Cuando acabaron, ambos se volvieron a sentar un rato, aún tomados de la mano. Ella apoyaba su cabeza en el hombro de él.

—Gracias por todo Naruto, enserio —agradeció, con la voz un poco quebrada.

—De nada —murmuró, bajito.

Se quedaron unos minutos en silencio, hasta que fue ocupado por los sollozos de la pelirrosa, y no mucho después, el rubio comenzó a hipar.

—¡No quiero que le vayas! —murmuró entre lágrimas, abrazándola.

—¡Yo tampoco me quiero ir! —lloriqueó.

—No te vayas —susurró contra el cabello de ella.

—Como si fuera tan fácil. No puedo quedarme, Naruto —le dijo, mirándolo a los ojos.

—Lo sé, lo siento —se disculpó.

—Ya te vas mañana —murmuró. El silencio hizo acto de presencia por un corto momento, hasta que ella lo rompió.

—Naruto… prométeme algo —pidió, mirando hacia abajo mientras sujetaba las manos del chico.

El asintió, esperando.

—Prométeme que no me vas a olvidar- —

—¡Nunca haría eso! —la cortó, pero ella lo silenció dándole un apretón de manos, indicándole que no había terminado.

—Y prométeme también… —murmuró, con las mejillas sonrosadas— que sólo serás así conmigo —dijo, mirando hacia otro lado.

Naruto, a pesar de sonrojarse, la miró confundido— ¿Cómo así?

—Digo, que nos t-tomamos de manos, y… y que me besas la mejilla, y-y estar así conmigo —tartamudeó.

Al comprender, el rubio sintió sus mejillas arder muchísimo y se quedó estático por unos segundos.

Ella, igual de roja, esperó impaciente la respuesta. Se atrevió a mirarlo a los ojos al no ver reacción alguna por parte de él.

Al percibir su mirada, salió de su trance y la miró a los ojos, serio y nervioso.

—Te lo prometo —asintió. No entendía muy bien lo que había prometido, pero sí lo básico: que sólo se tomaría de las manos, besaría las mejillas, y sería tan cercano únicamente con Sakura. Su corazón latía desesperadamente en ese momento.

Ella vaciló unos momentos, y sin previo aviso dio un corto beso en los labios del chico dejándolo tieso como una piedra.

Ella, luego de apartarse, se había enderezado, mirando hacia el frente, jugando con la tela de su yukata. A pesar de que pasaron varios segundos, el rubio no parecía regresar a la tierra, lo que hizo preocupar a la chica.

—Naruto —susurró moviéndolo. Éste giró la cabeza, aún sin apartar su mirada de donde la tenía clavada— ¡Naruto! —le gritó en la oreja, provocando que él se echara para atrás, cayendo de espalda al suelo.

—Lo siento, lo siento… es sólo que me has sorprendido —admitió, aún tirado, viendo las estrellas— Es… es la primera vez que me dan un… un b-beso —murmuró.

Ella se acostó a su lado, mirando las estrellas también.

—Es… mi primera vez también —murmuró.

Ninguno de los dos se atrevía a verse a la cara.

Sakura, insegura, movió la mano cerca de la de Naruto, poniéndola al lado de la de éste, más no se atrevió a tomársela. Fue él quien tomó su mano, y giró su cara, sonriéndole.

—Esto es un secreto ¿ok? —susurró ella. Ambos se habían puesto de pie, caminando aún tomados de la mano hacia el lugar en el que había quedado para encontrarse con los padres de éstos.

—Ok —asintió, serio.

Ella sonrió, y le besó la mejilla. Estaban sonrojados, pero aún así sonreían con cierta ilusión.

Cuando llegaron donde habían acordado, los padres de la chica estaban junto a otra pareja, charlando.

—¡Sakura, Naruto! —los llamó la mamá, haciéndole señas que se acercaran— Les quiero presentar a alguien —comentó, señalando con un gesto de mano a las dos personas.

La mujer era delgada, de cabellos oscuros y extraños destellos azulados, piel clara y ojos pálidos. El hombre tenía las mismas características; lo único diferente era que él tenía el cabello completamente negro y su color de piel era sólo un poco más oscuro.

Y detrás de ellos había una pequeña niña, con las mismas características de la pareja combinada. Era pequeñita y delgada, cabello corto y oscuro con los mismos reflejos que los de su madre, ojos claros y piel clara.

—Ellos son el Señor y la Señora Hyuuga —presentó. Éstos hicieron una reverencia a medida que los nombraron, acompañado de una dulce sonrisa de la mujer— Y ésta es su hija, Hinata —la señaló con el mismo gesto educado que a sus padres.

La madre de la chica la sacó de detrás suyo, y la colocó delante de los dos niños.

—Espero se lleven bien con ella, es un poco tímida —comentó con una hermosa y dulce voz la Señora Hyuuga. La madre le volvió a dar un empujoncito suave a la niña, la cual dio un saltico y se acercó, mirando hacia un lado, sonrojada, jugando con sus manos.

—Hinata, preséntate —pidió el padre que, a pesar de que tenía una voz imponente, lo dijo de forma suave.

Los adultos lo miraron por un rato más, antes de reanudar su conversación.

La pareja de niños, al ver que la niña no hablaba, se miraron entre sí, y sólo con eso entendieron. Tenían que dar ellos el primer paso.

—Mi nombre es Naruto, un gusto en conocerte Hinata-chan —se presentó, sonriendo.

—Y yo soy Sakura, Hinata-chan. Un gusto en conocerte —dijo, sonriendo también.

La niña balbuceó, levantando el rostro, tomando aire, fuerzas. Ambos niños se sonrojaron al verla mejor.

Que linda, había pensado Sakura, ¿quién no notaría eso?, se preguntó.

¿Quién podría no notar lo linda qué era? Debía ser popular entre los chicos; lástima que es tan tímida.

—M-mi nombre… mi nombre es H-Hinata. H-Hinata Hyuuga. Es… es un placer conocerlos —había susurrado, para luego hacer una reverencia.

El rubio extendió una mano con una enorme sonrisa— ¡Un gusto conocerte Hinata-chan! —repitió.

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—¡Hinata-chan, apúrate! ¡No podemos llegar tarde! —gritaba, varios metros más adelante, batiendo su mano en el aire, apresurando a la chica. La otra la tenía ocupada por un envoltorio un poco grande de papel.

La Hyuuga iba lo más rápido que podía, pero ya llevaban un buen rato corriendo y, aparte de que no podía recuperar el aliento si seguía así, estaba cansada.

Naruto miró hacia adelante impaciente e hizo un sonido con la lengua antes de devolverse y agarrar de la mano a la chica, jalándola hacia adelante. Le tocó arrastrar la bolsa y a la niña.

—G-gracias Naruto-kun… l-lo sient-to —murmuró sin aire, mientras intentaba mantener el paso del rubio.

—Nah, está bien. Lo importante es estar ahí con Sakura-chan —sonrió, triste.

Ambos se dirigían a la estación de trenes, donde ése día partiría la familia de Sakura junto a ésta.

Cuando llegaron, la familia Hyuuga estaba allí despidiéndose de los mayores. La pequeña estaba abrazando un abrigo, con su bolso bien puesto sobre sus hombros.

Al verlos, sus ojos brillaron de emoción, pero la tristeza de la despedida no fue borrada de ellos. La había pasado demasiado bien, y no quería separarse de ellos. Y lo peor de todo es que no podía comunicarse con Naruto, ya que éste no tenía celular, correo ni nada por el estilo. Había pensado en las cartas escritas a mano, pero pedirle que comprara estampillas, sobres y demás para eso le avergonzaba; sabía que el chico no tenía para gastar en cosas que no fueran estrictamente necesarias para vivir.

Su sonrisa se borró al verlo tomando de la mano a una agitada pelinegra que parecía que se iba a caer en cualquier momento o que dejaría de respirar, todo lo demás perdió importancia ante ese asunto.

La promesa, pensó nostálgica.

—¡Sakura-chan! Llegamos a tiempo —murmuró lo último respirando agitado, con una sonrisa; sin dejar de cogerle la mano a la chica.

La pelirrosa se acercó y lo abrazó, y tal y como había esperado, éste soltó todo lo que sujetaba y le correspondió el abrazo; incluyendo a Hinata. La cual al sentir su mano caer de pronto, alzó la vista para ver un par de ojos verdes mirarla serios y cortantes por un segundo, para luego regalarle una sonrisa que correspondió.

—¡Sakura, ya tenemos que irnos! —gritó la madre asomándose por la puerta. El pitido que anunciaba que tenían que entrar al tren sonó, y Sakura le dio un último fuerte apretón a Naruto, el cual lloraba. Sin poder contenerse, soltó un par de lágrimas y, con mucha precaución, le besó un poco más allá de la comisura de sus labios, para luego acercarse a su oreja.

—No olvides nuestra promesa —le susurró. Éste asintió, y se soltó de ella para limpiarse las lágrimas con una mano.

Hinata, quien ya se había levantado, la abrazó llorando también.

—Cuídate mucho, Sakura-chan. Mhmm… Espero verte pronto —murmuró, soltándola, regañándole una tímida sonrisa.

La Haruno asintió, sonrió y le deseó lo mismo, para luego darse la vuelta y comenzar a caminar.

Naruto sintió algo rozar su mano derecha cuando la bajó de su cara y pegó un grito al ver la envoltura aún junto a él. La tomó y corrió lo más que pudo para lanzarla dentro de la puerta antes de que ésta se cerrara. El regalo golpeó a la pelirrosa que recién acababa de entrar al tren e hizo que casi se cayera de frente al suelo. Aterrizada en sus rodillas, se volteó para ver la cara sonriente y aún llena de lágrimas de Naruto, antes de que el tren comenzara a moverse.

A pesar de que le daba curiosidad saber qué era aquella arma que parecía un regalo, no pudo despegar la vista de la figura del chico que corría junto al tren mientras éste se movía cada vez más rápido.

El rubio no pudo mantener la sonrisa por mucho tiempo y comenzó a llorar de nuevo. Ella se pegó al cristal y poco a poco el chico se fue quedando atrás, hasta que ya no pudo verlo más.

Se quedó un momento ahí, hasta que volteó y vio el envoltorio aún tirado donde lo había dejado y se agachó al lado de éste.

Tiró del moño y abrió el papel, encontrando el oso de peluche gracias al cual había conocido a Naruto.

Lo abrazó con todas sus fuerzas, sollozando, y al hacerlo una pequeña cosita rozó su brazo.

Tomó una tarjetica en sus manos y vio con gracia la horrorosa letra de Naruto que decía:

"Eh… cuídalo.

Ambos le debemos mucho

Te quiero. Naruto
(Se dice así, ¿verdad?)"

Rió ante la inocencia de su mensaje. Y volvió a abrazar al oso, ésta vez con más cariño.

Después de unos segundos se paró, atendiendo al llamado de sus padres que le pedían fuera sentarse con ellos; y a pesar de que estaba triste porque no le iba a ver en un buen tiempo, su osito la había alegrado, y mucho.

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"Los recuerdos son algo muy borroso.
Se tiende a dar color a algo que no lo tenía, a hacer las cosas más dramáticas de lo que eran, a idealizar otras…
Se le da más significado del que realmente tenía"


N/A: Para aquellos que no lo saben y desean saberlo, la palabra Hourglass significa Reloj de Arena :).
Realmente me gusta escribir cosas en otros idiomas; me son más atractivas. Pero también me gusta decir qué significan, por si alguien no lo sabe. Si yo estuviera en su posición, me gustaría saber que quiere decir ¿no es cierto? ¿O sólo so yo la curiosa xD?

¡Muy Buenas!. ¡Aquí termina la primera parte! No sé si lo habrán notado, pero al principio hay una frase que deja ver las tres partes en las que constará este fic: pasado, presente y futuro. Dividido en las tres estapas que contaré de una relación.
Una pequeña explicación:
El Pasado es el "como comenzó todo" por así decirlo.
El Presente es el desenlace de la relación, de cómo es, como van las cosas y qué sucede entre ellos. Cómo también el comienzo de los problemas, cómo la mayor parte de ésto. En realidad creo que me tocará picar ésto en dos ya que creo que será muy largo en un solo cap y se hará tedioso y aburrido de leer xD. Ya veré a medida que vaya escribiendo.
El Futuro es, en pocas palabras, como un epílogo. Es parte de la historia, ya que es mi final; el cómo van las cosas de los problemas en adelante, cómo termina todo, cómo quedan las cosas, cómo se resuelven y cómo otras quedan por resolver.

La relación del título con las tres partes es un poco extraña, pero cierta. El pasado, en los relojes de arena, es (valga la redundancia) la arena caída. El medio, ese espacio estrecho por donde cae, es el presente. Y el futuro, es la arena que aún no cae; es decir, la que está parte de arriba.

Espero les haya gustado y que los haya dejado con ganas de saber más.

Con esto, la primera parte termina :)
¡La siguiente será Presente! Y piendo ponerle muchas ganas porque éste fic es para mi querida Nee-chan. Todo, todito es para tí x). Gracias por todo lo que has hecho por mí y por ser como eres conmigo aunque a veces lo que provoque es darme un golpecito en la cabeza xD. ¡Te quiero muchísisisisisimo!

¡Hasta la próxima :)!