La aparición de una chica nueva

(Editado por: W-Kerry)

Esperaba la hora para ingresar al avión. Llegó una chica, cabello largo y rubio, ojos verde agua brillantes... sublime. Pero la vida siempre trae un lado negativo a cada cosa. Ella iba a casarse.

Subimos al avión. Se sentó a dos lugares del mío. Bella apareció repentinamente, sentándose entre ella y yo, interfiriendo con mi vista.

En ese momento, aquella chica se puso de pie, lanzándome una mirada tierna para después irse del lugar.

-¿La conoces?- Preguntó Bella.

-No… pero parece que ella sí me conoce.- Hizo un gesto indescifrable con su rostro, se levantó y se fue molesta… ¿Estaría celosa?

Esa chica vuelve a sentarse a mi lado… Que oportuno.

-¿Cuál es tu nombre?

-Edward- Respondí en forma cortante.

-¿Edward?... ¿Edward Cullen?... Ah! Soy Marina ¿Te acuerdas de mí?

-No, no me acuerdo- Dije, siguiendo su conversación.

Bella no quitó su vista de mí ni un instante… Está celosa.

Descendiendo del avión, Bella tomó mi mano y me besó repentinamente. Quedé sin palabras. No puedo negar que fue agradable, pero, al mismo tiempo, pienso en otra mujer… Marina.

Para mi mala suerte, ella nos vio. Se fue sin despedirse, sin siquiera dirigirme una sonrisa.

Luego de indagar en cada hotel de la zona, decidí quedarme en una casa cercana a la playa. Encantadora, al igual que la vista.

Media noche. Recibí un llamado telefónico de Marina, invitándome a comer. Acepté, quedando en encontrarnos a las 21:30hs.

Minutos después de presionar la tecla roja, recibo un mensaje.

"¿Quieres venir a almorzar conmigo? Luego podríamos ir a la playa o algo así. Bella."

No pude negarme.

Eran cerca del las 12:20 AM cuando llegué a casa de Bella. 2 PM, caminamos hacia la playa, hablando sobre cosas realmente sin importancia.

Mi celular sonó dentro de su mochila. Bella atendió sin mi consentimiento. Era Marina.

Siguió insistiendo, entonces contesté.

-¿Hola?

-Ed… ¿Podemos dejar nuestra cita para mañana?

-Claro… ¿Qué pasó?

-Tengo otro asunto- Cortó.

Bien… da igual, invitaré a Bella a cenar.

Me comentó sobre las llamadas insistentes de Marina que ella había ignorado. Eso me molestó. Ella se excusó, mi enojo no duró demasiado.

La llevé a su casa y me despedí de ella con un beso. Ella me alejó. Traté de ocultar mi asombro.

-… ¿Qué sientes por mí?- La miré con desconcierto por un segundo, sin poder evitarlo. Relajé mi rostro nuevamente.

-¿Podemos entrar a la casa? –Asintió en silencio.

Tuvimos una larga conversación acerca de todo lo que había sucedido entre nosotros desde el momento en que nos conocimos… cada beso… cada mirada… cada palabra susurrada.

En ese momento me di cuenta de que no podía vivir sin ella.