EL CANTO DE LOS PÁJAROS SIN VOZ
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Hace mucho...demasiado tiempo no escribo…mi pluma mucho tiempo ha permanecido guardada, y muy seguramente he perdido el toque de todo escritor…
Pero mi musa, es rebelde como ella sola. Me ha abandonado por los últimos 6 meses, y la entiendo…porque de cierta forma, todo tiene a alejarse de mí. Como dijera alguno de esos filósofos baratos que la historia ha engrandecido, el bien de todo…es alejarse de mí. Todo tiende a irse de mi lado.
Incluso ella. Por quien hubiese dado todo. Hasta esta miserable, oscura y tormentosa vida. Si, lo hubiera hecho. Pero se fue…y ahora, que solo me tengo a mi, mi pluma, mis libros, mis escritos, cargados de palabras que nunca debí escribir, sentimientos que no debí sentir…entiendo que la soledad –que sigue siendo el nombre de una mujer que invita a la compañía– estará conmigo, en este enorme y lúgubre castillo. Por siempre.
¿Quién soy, te preguntarás. Mi nombre real, no interesa. Pero, si necesitas ese rótulo para distinguirme, puedes llamarme Lohengrin. Lohengrin de Vangelis, me hago llamar en el mundo. Porque soy como el hijo de Parsifal. No me pregunten por razones, sinceramente no soy capaz de darlas. Solo sé, que nada sé. Y solo sé, que necesito escribir…y antes, de continuar, por favor, no hagas caso omiso de mi advertencia…
Non Plus Ultra…
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–Lohengrin de Vangelis…ese hombre está bien loco…–murmuró un editor de pacotilla, cerrando un libro recientemente editado por aquella prestigiosa editorial
–Pero mira cuánto vende…–le señaló excitado una gráfica donde la curva de ventas se extendía exponencialmente hasta el infinito– con este tío, nos vamos a forrar de por vida!
El hombre canoso retiró sus lentes, profundamente perturbado. Ciertamente, la pluma de aquel muchachito de dieciocho años mal contados, era como un yacimiento nuevo de petróleo, o un yacimiento de diamantes de la mejor calidad…
Pero, no todo es oro en el mundo. Lo que ese muchacho escribía, era terrible. Sentimientos increíbles. A cada palabra, por cada capítulo, del inicio hasta el desenlace, todo era tristeza. Ni un asomo de felicidad. Era como una combinación de la realidad pintada por Escher, más la visión en blanco y negro de alguien que se resignó tempranamente. No hay forma de culparlo.
El problema residía en que había millones de jóvenes adolescentes, viviendo la etapa más dura de su corta vida. Sus años oscuros. ¿Consecuencia? La tasa de suicidios se disparó en menos de un mes, a más del 100. Por lo general, eso suele ser grave. Las autoridades están preocupadas. La Iglesia hizo que el heredero de San Pedro hablara al mundo, rechazando abiertamente los escritos del joven escritor…los padres de los niños prácticamente armaron una nueva cacería de brujas contra sus libros, y su temido título…pero no hubo forma de hacer que dejara de venderse. Y la gente, seguía lloviendo por las ventanas, desconcertados y faltos de ilusión ante el grado de fatalidad de aquel libro condenado…
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–¿Quién será Lohengrin de Vangelis? –escuchó una muchacha dialogar al televisor con la nada. Uno de esos programas de opinión donde gastan dinero en cualquier barrabasada que se les ocurra. El tema, no se les dificultó. Colaboración gratuita de la tasa de suicidios.
Pero aquella chica, distaba mucho de pensar sobre aquel acontecimiento. Pensaba. Y recordaba. La noche impasible le traía recuerdos de una niñez, ahora lejana, dedicada a capturar seres mágicos que podían destruir el mundo…
Ahora que lo recordaba, era gracioso. Pero entonces, tuvo miedo. Y por miedo accedió a la misión, que luego supo le estaba predestinada. Chistoso, sí. Pero así es la cosa.
Sus formas de mujer se ocultaron bajo su camisón de satén. Se recostó, y buscó el libro que estuviese leyendo. Curioso, nunca tuvo el gusto por la lectura..hasta ahora…pero, nada es inconmutable en esta vida, y así lo entendió ella…y el título temido, maldito y condenado emergió ante sus ojos. Bajo un cielo rojo sangre, deambulaba la trémula figura de alguien que caminaba, y junto a él, en un árbol, un ave que simulaba trinar. Pero el título, decía todo lo contrario: El canto de los pájaros sin voz
La misteriosa advertencia fue lo primero que sus ojos esmeralda captaron. Palabras de alguien arrepentido…profundamente apesadumbrado, a pesar de todo. Lívido de soledad. Tal vez por eso vivía en ese famoso castillo, solo. Y de él, únicamente se conoce su pseudónimo: Lohengrin de Vangelis.
Y comenzó el relato. Al principio, tembló al conocer la historia de aquel muchacho, atormentado por un insomnio incurable, por días negros…y por pesadillas que tendían a cumplirse al término de la distancia. Y empezó a avanzar…y a medida que lo hacía, sus sentimientos se volvieron mezcolanza. Dolor y tristeza, en una sucesión de días negros y noches eternas.
Pero, incluso en el más desesperanzador de los escritos, existe la ilusión. Y es la ilusión, aquella arma de doble filo, la que te pone a salvo, sobre un camino más llevadero…o la que te lleva hasta el infierno, te remata y te tortura, llenándote de remembranzas y te muestra "lo que pudo ser"…aquello que pudiste tener, pero nunca tendrás, por tus malas acciones, por tu mala suerte…uno realmente no alcanza a dilucidar este tipo de situaciones; porque culpa al destino, a la vida misma…
Y mientras se sumergía en un sueño inquieto, la luz del sol de medianoche iluminó fantasmagóricamente toda su habitación. Las palabras, puede que se las lleve el viento. Pero lo que dejaban esas palabras, ESAS palabras, era algo que podía perdurar...para siempre…
Porque bien dicen que el dolor escribe en piedra…para que no se olvide…
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–¿Sakura? Cielos, se nota que pasaste una mala noche…–refirió Camilla, la compañera francesa que hablaba con un gracioso acento francés
–Si, un poco…–trató de cubrir las profundas ojeras que surcaban su rostro– es que estuve leyendo ese libro…el canto de los pájaros sin voz…
–¿Lo estás leyendo? –irrumpió Tomoyo, salida de la nada, y con una preocupación creciente
–Pues…casi puedo entender a los que se han quitado la vida leyéndolo…
–El suicidio no es muy justificable, si me lo preguntas –intervino Camilla, con ese gracioso sonsonete francés.
Sakura se volvió a la ventana, donde el día se presentaba mustio y gris, con un asomo ocasional de un rayo de sol rebelde, que lograba franquear las nubes bizarras. Pero nada más…aunque, de un momento a otro, una sombra cruzó fugazmente. Un golpe lejano y seco fue lo único que llenó ese momento.
De repente, todo comenzó a transcurrir en cámara lenta. Todos agolpándose contra los cristales…una multitud de gente alrededor de ese objeto caído del cielo...gestos de asombro e incredulidad, gritos de niñas desmayadas por la visión de la sangre, por la inconfundible presencia de la muerte, que con su hálito fatal era convocada con cierta frecuencia…
–¿Qué…qué pasó? –preguntó Sakura a Camilla, que se había apartado del cristal
–Un muchacho del 6-A…se arrojó desde la azotea…
Sakura guardó silencio y prefirió no preguntar más
–Ese Hatakane…había terminado con su novia hace poco según tengo entendido –habló una voz salida de la nada, ignorada por unos cuantos, pero que no cayó en vasija rota– había terminado de leer el libro de de Vangelis…
Algunos volvieron a ver al portador de las noticias. Las preguntas se convirtieron en susurros, y los susurros se volvieron rumores. Una víctima más al haber de Lohengrin de Vangelis…y una víctima más a El canto de los pájaros sin voz…
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Wish you were here…
Don´t you know the snow is getting colder?...
Sakura solo ponía atención a lo que relataba la melodía…solo se dejaba embelesar por sentimientos tan tristes, tan nostálgicos…miraba de reojo hacia el libro de las cartas, sellado con su par de preciados amigos en sus portadas…miraba de reojo hacia un osito que tenía un nombre prohibido, y un sentimiento tan aprensivo se apoderaba de su corazón que amenazaba con detener su vital avance…
Y el libro autor de tan genuinas masacres, estaba sobre una mesa. Pero Sakura no se atrevía siquiera a tocarlo; era un libro capaz de asesinar…le tenía miedo, ahora que había visto en carne propia lo que era capaz de hacer…
Una vez más, volvió su vista al oso de felpa, y su mente estableció una conexión entre el libro y el susodicho juguete que no fue capaz de entender. Eran muestras de sentimientos diametralmente diferentes…amor contra odio…vida contra muerte…
Pero entonces… ¿por qué no podía apartar al oso del libro¿Por qué sentía que el oso era el camino hacia Monsalvat, el hogar de Lohengrin de Vangelis?...
Wish you were here…
How I got this feelings for you?...
Una sensación de certeza le invadió de repente. Tomó el libro temerosamente, y buscó…estaba segura de haber leído algo similar…estaba convencida de haber visto esa palabra…
Y ahí estaba…
Un oso es el único recuerdo que de la felicidad me queda…
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Primero voló el avaro pelicano,
ansioso de ser recompensado,
moviendo sus alas blancas…
Luego partió una silenciosa paloma,
volando detrás del pelicano aun más lejano y ahora es un cuervo, volando más que la paloma para demostrar que quiere y puede…
Llega planeando un cisne, buscando un lugar mas tranquilo al lado de un pájaro amigo….
Y finalmente llega una corneja deteniéndose hábil y rápidamente para dar un bostezo y dormir una siesta…
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Notas: bueno…llevo aproximadamente un semestre sin aparecerme por aquí…mis excusas, de nada servirán. Mis escritos han estado tan descuidados y mi musa tarda tanto en volver que casi llego a pensar que debo dejar de escribir… que he perdido mi toque…y llegan cosas como estas. Es algo raro, si me lo preguntan…el poema, no es mío por desgracia...
Para quienes hayan jugado Silent Hill 1...y hayan conocido las teclas ensangrentadas del piano, este es el cuento de los pájaros sin voz...
Lohengrin de Vangelis NightWalker
