Título: Bastante osado
Prompt: Flores/calor(Día 1)
Cantidad de palabras: 1.743
Disclaimer: Free! y sus personajes son de KyoAni, Utsumi y Kouji Oji.
Rin miró una foto, luego otra y otra, y otra más. Todas las fotografías eran de flores de color blanco; el muchacho estaba buscando una similar a la que había aparecido esa mañana en su escritorio.
—Ya déjalo, Rin —le había dicho Sousuke, asomándose desde su litera con la nariz enrojecida—, ¿me quieres matar?
Rin gruñó y siguió buscando. A lo largo de esa semana, alguien había dejado flores sobre su escritorio; algunas eran blancas, otras rojas, unas pocas eran de color naranja o incluso morado. Rin no sabía nada de flores, a duras penas había podido identificar una margarita, de manera que aquéllas cuyo nombre no había podido encontrar habían ido a parar a su habitación, donde se acumulaban encima de su escritorio; para desgracia de Sousuke, quien no había dejado de estornudar cada vez que entraba a la habitación.
—Si sigues molestando, tal vez lo intente —le contestó—, ¿no te da curiosidad?
—No me interesa saber quién te está dejando flores todos los días, pero si me interesa saber por qué te importa tanto.
—Porque quiero saber quién es —contestó Rin, miró a Sousuke para decirle que era lo más obvio y lo vio escondiendo una sonrisa—. Lo sabes.
—Rin… —Sousuke descendió de la litera—. Tú eres el único que no lo sabe —. Y después de estornudar por enésima vez salió del cuarto.
Durante la tercera semana, había encontrado aún más flores, esta vez, en su casillero en el gimnasio. Momotarou se había acercado con una sonrisa traviesa:
—Rin-senpai tiene un admirador, ¿quién será?
—Sí… me pregunto quién será —. Se movió tan rápido que el más joven no lo vio venir y de repente vio la cara de Rin muy cerca, demasiado cerca de la suya—. ¿Quién será, Momo?
—Eh… —Momotarou podría haber salido corriendo, pero el agarre de Rin en su brazo era bastante fuerte, tampoco podía retroceder: su espalda estaba pegada a los casilleros.
—Momo.
—Ah, Rin-senpai, no sé… es… no sé, quiero decir, no es como si fuera alguien de Iwatobi…
—Iwatobi —repitió Rin—¿Quién es, Momo? —No recibió respuesta, el muchacho se había escabullido aprovechando la distracción de Rin, quien de pronto se sentía sin muchas ganas de perseguirlo—, Ai.
—Ah, Rin-senpai —contestó el muchacho, quien acababa de entrar.
—¿Es de Iwatobi? —Rin se cruzó de brazos, Nitori se mordió el labio y miró hacia otra parte.
—Bueno… sí.
—¿Y quién es?
—¡Ah! —exclamó Nitori, mirando su teléfono celular—. Se hace tarde y tengo deberes ¡Lo siento, Rin-senpai! —Y sin decir más, partió. Rin se quedó en su sitio con los brazos cruzados, sólo sonrió cuando reparó en la expresión mortificada de Sousuke al ver la nueva flor.
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La única opción que le quedaba a Rin era, por supuesto, Iwatobi. Sin embargo, todos ellos contestaban con evasivas sus mensajes de texto y otros, como Haruka, ni siquiera contestaban.
De manera que, durante el fin de semana siguiente a la aparición de la flor en su casillero, subió las escaleras que lo conducían a la casa de Makoto, el muchacho no estaba; así que Rin ascendió un poco más, hasta la vivienda de Haruka.
—Es un milagro que no estés metido en el baño —comentó Rin apenas lo vio. Haruka hizo una mueca y entró a la casa, Rin lo tomó como una invitación a seguir y así lo hizo. Cerró la puerta y se quitó los zapatos, caminó por el estrecho pasillo y entró a la cocina, donde Haruka estaba preparando el almuerzo.
—Puedes quedarte a almorzar, si quieres —le dijo Haruka.
—¿Necesitas que te ayude con algo? —preguntó Rin, se sentía un poco fuera de lugar allí y no quería sentarse mientras Haruka hacía todo el trabajo. Haruka señaló una cebolla a su derecha, Rin comprendió el mensaje y en silencio, la cortó en pedazos pequeños los cuales su compañero recogió enseguida.
—Haru —llamó, después de tomar un sorbo de té. Su amigo levantó la cabeza—, ¿quién es el de las flores?
—¿Cuáles flores?
—¡Tú sabes cuáles! Las que han aparecido durante un mes, todos los días en mi salón, en mi casillero... ¡En todas partes!
—No sé de qué hablas.
—Sí que lo sabes, Haru.
—No.
—Haru —. El aludido masticó lentamente su comida—. Me dijeron que era alguien de Iwatobi.
—Puede ser —contestó Haruka y se concentró en mirar un grano de arroz que había caído sobre la mesa.
—¡Haru!
—¿Para qué quieres saber?
—Eh… —Rin sintió calor en sus mejillas y se enderezó, enfocando su mirada en Haruka—. Porque sería bueno decirle que no pierda su tiempo, porque me gusta alguien más.
—Rin —Haruka finalmente levantó la cabeza y hubo unos segundos de silencio, Haruka abrió los ojos ampliamente y por otros segundos, sólo pudo decir su nombre—Rin, yo… no…
—No, no, no, no… Haru, no —Rin gesticuló con sus manos enfrente suyo e incluso empezó a ponerse de pie—, Haru, no hablo de ti.
Haruka suspiró, aliviado y Rin volvió a sentarse; se quedaron en silencio, sin tocar su comida por un rato. Rin fue el primero en hablar.
—Bueno y, ¿quién es el de las flores?
—No soy yo —contestó Haruka—, tampoco Gou.
—Esa última ya la sabía. ¿Es Rei? ¿Nagisa? —Rin agarró los bordes de la mesa fuertemente con sus manos, haciendo una larga pausa antes de decir el último nombre—¿Makoto? —Los nudillos de Rin se pusieron blancos y su mirada casi traspasó a Haruka antes de que éste contestara.
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Cuando Makoto salió de su casa, el domingo por la tarde, supo que algo iba a pasar. Quizá era el silencio, la falta de aves en el cielo o la silueta que se dibujaba al final de las escaleras, que evidentemente, no pertenecía a Haruka.
El joven volteó en la dirección contraria, consciente ahora de quién era y lo poco que quería verlo en ese momento. No porque no quisiera, —si dependiera de él, lo vería todos los días—; era, más bien, la absoluta timidez que lo había invadido de un momento a otro. Caminó, casi corrió, mientras ignoraba sus llamados, esperando que se rindiera en algún momento.
—¡Makoto! —escuchó. Lo había olvidado, Rin podía ser perseverante en exceso, de manera que se volteó abruptamente, sólo para ver al pelirrojo detenerse frente a él y hacerle señas para que esperase mientras recuperaba el aliento.
—Ah… Rin… —Makoto miró hacia otra parte: el cielo rojizo del atardecer; las escaleras que ascendían hacia la casa de Haruka, un gato que pasaba por allí, un anciano caminando lentamente apoyado en un bastón, las hojas verdes de las plantas que bordeaban el camino, un pequeño insecto que revoloteaba por allí… Cualquier cosa, menos Rin.
—Makoto —dijo al fin su compañero—. Eras tú —. Sin esperar una respuesta del otro, se echó a reír, Makoto hizo una mueca que quizá habrá parecido ofendida y Rin suspiró, para después apoyar su frente en el hombro del muchacho, Makoto quiso retroceder ante el repentino contacto, pero su cuerpo no respondió.
—Casi matas a Sousuke. Deberías haberlo visto con la nariz roja… ¡Y cómo hablaba! Parecía una de esas… la de esa película… —hizo una pausa, levantó la cabeza y miró a Makoto —, la de las ardillas.
Quizá fue la imagen mental de Sousuke con la nariz roja, o la idea de escuchar su voz aguda como la de esas ardillas, o los nervios, o todo al mismo tiempo; de cualquier manera, Makoto soltó una carcajada.
—Debería pedirle disculpas —dijo al fin, Rin sonrió.
—Deberías —contestó, muy serio.
—También debería haber hecho esto de otra manera.
—Es cierto. Es decir, no estuvo mal, solo que… Bueno, hubo un malentendido y…
—Lo sé —Makoto rio, suavemente, Rin parpadeó varias veces antes de responder.
—Claro que lo sabes, Haru te lo dijo —. Makoto asintió—. Puedes volver a empezar, con algo más… sencillo. Algo de lo que no se entere todo Samezuka ni todo Iwatobi, por ejemplo.
—¿Qué tal una piscina? —propuso Makoto después de un instante de reflexión.
—Makoto…
—Espera… No es sólo una piscina, es la piscina donde estará entrenando el equipo nacional de natación el otro fin de semana.
—Oh —. Rin inspiró profundamente y se demoró en soltar el aire la misma cantidad de tiempo que se demoraba en eliminar su impulso de lanzarse a los brazos de Makoto para agradecerle. Carraspeó varias veces antes de encontrar su usual voz, firme y casi autoritaria— ¿Aquí? ¿En Iwatobi?
—En Tokio. Una universidad me envió una invitación a conocer su facultad la otra semana y resulta que el equipo de natación también va a estar ahí y… Es una alegre coincidencia, ¿verdad?
Definitivamente, Makoto lo hacía sonar como una "alegre coincidencia", y aunque Rin no se lo creía, también se rehusaba a pensar qué clase de métodos tendría que seguir Makoto para semejante proyecto; así que le creyó.
—Me parece la idea más estúpida que hayas podido tener jamás, Makoto.
—No es más tonto que una piscina con pétalos de cerezo, "romántico, ¿verdad?" —terminó, imitando el tono infantil de Rin, cuya respuesta fue un sonrojo y varios intentos infructuosos de esconder su rostro de la mirada perspicaz de Makoto.
—Es… una idea estúpida, pero no me desagrada.
—Bien, entonces, empaca tus cosas, nos vamos a Tokio el próximo fin de semana.
—Para ser una primera cita, tampoco me desagrada. Bastante osado, Makoto.
Y seguro, si hubiera algún hoyo allí cerca, Makoto se hubiera tirado dentro y quizá Rin lo hubiese seguido, porque no había nada más adorable que ver a Makoto sonrojado, desde la frente hasta el cuello, tratando de encontrar las palabras correctas para reaccionar. Rin reía, animado frente a la perspectiva de pasar el fin de semana juntos y al final, cuando Makoto lo abrazó, inseguro sobre qué más hacer, Rin palmeó su espalda y quizá enrojeciendo un poco también, murmuró algo a su oído y no conocería la reacción de Makoto hasta unas horas después, cuando recibió un mensaje de texto en su celular.
Bastante osado, Rinrin.
Desde su litera, Sousuke asomó su cabeza y soltó una risita.
—¿Rosas, Rin? —preguntó—. Podrías haber sido menos directo.
—¿Qué te parecería un ramo de flores para decorar la habitación? —le contestó, Sousuke hizo un ruido de desagrado y se volteó, tapándose completamente con las cobijas.
—Ni se te ocurra —le dijo, Rin iba a contestar cuando escuchó la segunda frase—. Suerte en Tokio.
Notas: - Semana MakoRin en Tumblr y yo no me la puedo perder. Eso sí, admito que me retrasé un poco por la gripe que me dejó en cama, completamente aletargada por casi dos días.
- Fue en algún momento de mi gripe que empecé a escribir, así que si alguna parte parece extraña, es precisamente por eso, la gripe.
