Disclaimer: nada me pertenece, excepto ideas.
MariSeverus.
Severus estaba seguro, de que cosa peor no podía acontecer en su vida diaria, hasta que veía semejante suceso. Sí, ahora Severus, tenía nuevas responsabilidades. Una pequeña niña de cuatro años, corría hacia él y le miraba con una enorme sonrisa. Tanta felicidad, comenzaba a enfermarlo. Ella se chupaba un dedo y esperaba a que lo dijera. A que dijera algo como... ¡Hola hija!
- Pa...pi...
La miraba con estupefacción. Bien, otra de caridad para Albus Dumbledore. Pronto, podría montar una fundación benéfica. ¡Si ella, era tan lista que hasta había aprendido a hablar, antes que todos los niños!
- ¿No te parece encantadora?- le preguntaba Dumbledore y él, no sabía si reírse, si llorar o simplemente salir huyendo.
- Tan encantadora, como una doxy.
- ¡No hables así de Hermione, Severus!- se quejó Minevrva, a su lado. Severus no se percató de que la mujer estaba allí, sino hasta que se quejó.
- Es Granger y yo, no soy su padre. ¿Por qué no se la llevas a ellos?
- Por que ellos, estarán muy conmocionados de verla de esa forma.- criticó Dumbledore y Severus, hizo un gesto de incomodidad con la voz.
Bien, tenía que cuidarla. La pequeña niña, corría de un lado al otro mientras él la miraba con mucha fijeza. Sí, sin duda iba a enloquecer y luego, tendría él que ser cuidado. Con una sonrisa nueva, ella corría hacia él y se sostenía de sus pantalones. Miraba a Dumbledore con curiosidad y se reía.
- Es adorable...- dijo Dumbledore y Snape, suspiró, en silencio.
- Mientras encuentras la cura, puedes cuidarla. No debemos dejarla sola.
- Lo que sea- dijo Snape con rudeza- de todas formas, solo comen y duermen. No creo, que empiece a hacerme preguntas, sobre teoría de la magia.
- Entonces, que ambos tengan suerte- mencionó Dumbledore, inclinándose para acariciarle la cabeza a la pequeña Hermione.
- No la necesitaremos.
