The sky and its nothing.

"El cuarto era grande. Demasiado grande para ella.

Su respiración se cortaba cada vez que los orbes cafés se detenían en ella, formando un nudo en su estómago del tamaño de Texas.

Las pequeñas sonrisas que uno de los jefes soltaba le ponían la piel de gallina, logrando que en su mente la frustración se acumulara sin poder explotar.

Su cuerpo se sentía pesado, y, movido por una fuerza externa, su brazo se elevó a la altura del castaño que se encontraba enfrente de ella. Sus ojos mostraron confusión por un momento, para luego ser volteados al peliblanco que se encontraba en una esquina de la oficina, llenos de una pregunta que nunca dejo sus labios.

La chica no dijo nada, su mirada pegada al castaño. Su brazo hacia él. Su mano, demasiado fría y pesada, sostenía el arma que en unos minutos atacaría al castaño. Sus ojos se llenaron de lágrimas, sus labios seguían cerrados, no tenía ningún control sobre su cuerpo.

El castaño, Tsunayoshi, El décimo Vongola, observó por un rato al peliblanco, Byakuran, Jefe de Millefiore, para luego posar sus ojos sobre ella. Una sonrisa paso a su cara y dio un paso hacia ella. Sus ojos mostraban poder y ella no podía dejar de ver cómo, en vez de sentir miedo, el solo la veía con la determinación y confianza que ella no podía sentir. Él iba a ser el herido, ella tenía el arma, ¿Por qué era ella la que tenía los ojos llenos de lágrimas y temblaba de miedo?

Sus oscuros ojos chocaron con un naranja brillante, ambos queriendo gritar millones de cosas al mismo tiempo. Ninguno habló.

Ella movió ligeramente la cabeza hacia el albino, rogándole con la mirada que no la obligara a hacerlo. Lo que sea menos eso.

La sonrisa burlona de Byakuran creció en tamaño, sus ojos brillando por el espectáculo que estaba a punto de presenciar.

Ella, con lágrimas cayendo por sus mejillas, volvió la mirada hacia Tsuna. El primer amigo que tuvo se encontraba ante ella, la razón de su felicidad le devolvía la mirada con una promesa vana que ambos sabían no se cumpliría, su jefe estaba de pie frente a ella, con el arma apuntando a su pecho.

Él no se movía, una fuerza impedía sus pasos. Las tres respiraciones se volvieron una. Lo único que escuchaba eran los desbocados latidos de ella, su cara más pálida de lo normal, su oscuro cabello atado en una coleta suelta caía a los lados de su cara, acompañando a las silenciosas lagrimas que caían que sus ojos. Sus labios estaban cerrados y aun así sus ojos fueron los que hablaron. Ella temblaba ligeramente, las lágrimas seguían cayendo.

Y entonces sucedió.

El destinado encuentro entre ellos tres termino en lo que ella había escrito. La risa del albino fue lo único que le llego a los oídos, lo único que rompió el silencio. Los brillantes ojos de antes se encontraban ahora cerrados. Su mente estaba en blanco.

Las lágrimas seguían cayendo y ella jaló el gatillo. Todo acabó."


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