Hacia delante

El cielo no había empezado a clarear cuando sus manos abrieron la puerta, su traje negro de gala se movió al compas del viento cuando salió a la calle. Tras cerrar la puerta comenzó su camino. A cada paso surgía un nuevo recuerdo, el camino desde el hotel hasta su destino no era largo, pero era suficiente para recordar.

Finalmente llego al lugar indicado. El monumento se hallaba ante él, se agacho dejando las flores a un lado. Ahora en ese momento sin nadie a su alrededor las primeras lagrimas cayeron, rodaron por sus mejillas hasta caer al suelo. Le ardían, las heridas de las que ya hacía 65 años dolían como la primera vez, el horror de ese día que no tardo en repetirse se le clavo en el pecho.

Sus rodillas chocaron con el suelo, en unas horas seria el homenaje al recuerdo de esas víctimas, debía estar sereno, por ello ahora, el solo se permitía llorar por ellos. Un ramo de rosas se deposito al lado del mismo que el había dejado, aparto las manos de sus ojos sorprendido y avergonzado de que viesen sus lagrimas. No se esperaba lo que vio.

A su lado, mirando al frente con los ojos cerrados murmurando una oración, probablemente de su propia religión, con el cabello rubio siendo agitado por el viento encontró nada menos que a Vash Zwingli.

La nación suiza, conocida por su neutralidad permanente y su afición a las armas y el dinero estaba a su lado. La sorpresa marcaba el rostro del japonés mientras que la expresión del rubio era seria. Bajo la cabeza mirando en su dirección, dúrate unos minutos mantuvieron el contacto visual sin romper el silencio. Sin pronunciar palabra el suizo se agacho quedando a su altura, Kiku no se esperaba lo que iba a pasar. Suiza puso una mano en el ramo que acaba de depositar y otra en su muslo, por supuesto hubiese considerado esto una ofensa terrible si no fuera porque las palabras que escaparon de su boca le dejaron demasiado impresionado.

-Por aquellos inocentes de Hiroshima y Nagasaki que no llegaran a morir del todo, porque siempre permanecerán vivos en nuestro recuerdo-volvió su cabeza para mirarle directamente, sorprendiendo aun más al japonés al sacar un crisantemo- y por aquella nación que nunca les olvida.

La impresión era demasiada, había otros países en el homenaje, pero nunca ninguno había echo algo así, ni siquiera Feliciano con su fama de hacer cosas sin sentido. En ese momento estaba quedando claro, que Vash era diferente.

Kiku se perdió en su mente sin asimilar del todo que había pasado, solo la ausencia del calor proveniente de la mano del rubio en su pierna le hizo salir de sus pensamientos. Vash se había levantado y ahora le tendía la mano para ayudarle a levantarse, no se lo pensó mucho y la tomo.

Ambos echaron un vistazo al monumento sin soltar el agarre de sus manos. Japón seguiría adelante sin olvidar a todos sus ciudadanos, tanto los muertos como los vivos.

-Es para mí un gran honor ser vuestra nación –las palabras del asiático fueron acompañadas de una profunda reverencia.

-Y ellos están orgullosos de que lo seas.

El moreno sonrió levemente, agradeciéndole sin palabras que estuviese ahí, y para su gran sorpresa el rubio le devolvió el gesto. Con una última mirada al monumento comenzaron a andar de regreso, volverían mas tarde y esta vez todo el pueblo japonés asistiría. A pesar de que el dolor de ese día seguía vivo, Kiku no podía evitar sentir felicidad gracias al apoyo del europeo.

-Tiene que probarse mi último diseño- sugirió el oriental.

-Ni lo sueñes.

Sonrió, era bueno saber que a pesar de su personalidad algo tosca el rubio se preocupaba por él, por eso solo rio ante su contestación y agradeció en silencio que estuviese con él.

Fin