Prólogo:
-¿Quieres ser mi novia? –Decía el chico, frente a unos brillantes ojos rojos.
-¿Qué si quiero? ¡Por supuesto! –Grito la castaña lanzándose a los brazos de su ahora novio, estampándole un beso en los labios.
Se encontraba a las afueras del instituto de su novio. Aunque él le había dicho que no lo fuera a buscar, ella quería darle una sorpresa. Esperaba ansiosa tras la pared soltando una que otra risita, imaginándose la cara de su chico al verla ahí.
Ya habían pasado unos 30 minutos desde que los alumnos comenzaron a salir pero ni rastros de él. Como ya no quedaba casi nadie en el establecimiento, decidió adentrarse en busca de su salón. Le pregunto a un chico que se dirigía hacia la salida en donde se encontraba la sala que buscaba, y tras agradecer, se encamino sin distracción.
Ya podía ver la puerta abierta, estaba tan contenta. Dio medio paso dentro del lugar antes de retroceder mecánicamente. Su cuerpo se congelo recargada tras la puerta corrediza. ¿Había visto bien?
Aunque dudosa, coló lentamente la cabeza dentro de la habitación, aclarando de una forma dolorosa sus dudas. El lugar estaba vacío a excepción de dos chicos al rincón del lugar. Una chica estaba recargada en una de las mesas de ahí mientras que una figura muy conocida para Kari se encontraba besándola desesperadamente, mientras recorría con sus manos toda la espalda de la extraña.
Sus ojos se humedecieron nublándole la vista. La escena que estaba presenciando le causaba asco, y le comenzaba a dar una puntada en el pecho.
Volvió a cargar su cuerpo en la puerta. Tras dar un par de respiros profundos enderezo su figura, y con paso firme, se alejó de ahí…
Capítulo I
Sentía como la arena tibia se metía entre sus dedos, causándole una agradable sensación. Enterraba los pies en cada paso para poder seguir sintiendo aquel cálido cosquilleo.
-¿Quieres apresurar el paso? Es estresante que las tortugas se burlen de ti al adelantarte. –Se quejo de repente un chico alto, moreno y de alborotados cabellos castaños.
La chica detuvo su pie en punta dentro de la arena, mirando de mala forma a su acompañante, quien estaba a unos dos metros delante de ella.
-¡Cállate Tai! Mejor aprende a disfrutar de la playa, en lugar de solo "caminar" por ella. Si no te detienes un poco a disfrutar de los pequeños placeres de la vida, no puedes decir que vives plenamente.
-Ya empezó… -Murmuraba. –De saber que serías así de irritante, ni hubiera pensado en traerte… -Susurro para sí, aunque fue bastante audible para la chica.
-¡¿Qué dijiste?!
-Nada, nada… -siguió su camino como si nada.
La pequeña comenzó a apurar su paso, mientras echaba humos para alcanzar al mayor. Una vez a su lado, se aferro a su brazo y comenzó a tirar bruscamente del hacia abajo.
-Basta… ¿qué haces? –Se quejo el castaño, mientras que ella continuo como si nada, mientras una risita amenazaba con escapársele. –¡Hikari! ¡Ya basta!
Alzo la voz, y ella mientras reía le soltó, sacándole la lengua.
-Eres un quejote, solo quería molestar.
-Pues no lo hagas…
Se acercaron a una fuente de sodas que estaba en la orilla, y se sentaron en una de las mesas.
Las vacaciones habían comenzado hace poco y la mayoría de las personas habían decidido viajar fuera de la ruidosa y estresante ciudad. Como ellos dos.
Tai había decidido irse a la casa que tenían con su familia en la playa. Invito a su hermana pequeña ya que estaba aburrido de verle la cara larga y pensó que así podría distraerla. Sus padres no irían, ya que debían trabajar. Kari iba a quedarse solo unos días más, ya que luego llegarían los amigos de Tai por lo que restaba de verano, y sería aburrido y peligroso para ella quedarse.
Ya hacía dos semanas que estaban allí. El leve tostado en la piel de ambos se hacía notar, dándoles el típico aspecto de chicos en verano.
Habían decidido caminar un rato esa mañana. La chica se había comprado una que otra cosa en el mercado que estaba en la bajada a la playa. Era un lugar muy pintoresco. Después de un rato entraron a una de las fuentes de soda que había para almorzar. Cuando la camarera se acercó a dejar sus jugos, tardo más de lo necesario en soltar el del chico, a lo que ambos levantaron su vista para ver cuál era el problema. Kari soltó un suspiro aburrida, mientras que Tai le sonrió coqueto.
-Si quiera se preocupó de que yo fuera tu novia o no. –Se quejo sorbiendo de la pajilla.
-¿Cuál es el problema? No lo eres. –Respondió él, sonriendo satisfecho con su nueva conquista. La chica no estaba nada mal, y no necesitaba pedirle su número ni nada, pues sabría dónde encontrarla.
-Pero eso ella no lo sabe… -Dijo haciéndolo más obvio.
-¿Y cómo yo? Jamás te he sido un "espanta chicos". ¿Por qué tú tendrías que espantarme a las chicas? –Cuestiono cargando su peso por completo en el respaldo de la silla.
-Porque las mujeres somos distintas… -Explico.
Estuvieron cerca de 40 minutos en el lugar y se fueron cuando creyeron que ya era hora de volver a casa. Tai quería ver una película que habían anunciado hace unos días en la televisión y Kari estaba muy intrigada con una novela que estaba leyendo, pero esta tuvo que esperar en la puerta mientras que Tai le coqueteaba a la mesera de antes, en lugar de solo pagar la cuenta e irse. Cuando salieron finalmente del lugar, continuaron con la charla de antes.
-Solo estas celosa, ya que has olvidado como coquetear. –Burlo el moreno, dirigiendo su vista hacia el frente, sintiendo la brisa golpear su rostro.
-¿Perdón? ¿Qué es eso de olvidar como coquetear? –Cruzo sus brazos.
-Eso. No sabes cómo coquetear. Antes de que salieras con el idiota, era cosa de que chispearas los dedos y tenías una fila de galanes frente a ti. Ahora, ni siquiera notan que estas a mi lado.
Tai termino de hablar con una sonrisa burlona en sus labios. No podía evitar las ganas de reír al ver la expresión de su hermana. Por su parte, Kari paso por alto el hecho de que su tonto hermano mayor había nombrado a su ex novio, y se concentró en eso de "ahora ni siquiera notan que estas a mi lado." No era una chica vanidosa, pero no negaba que su ego se sintió pasado a llevar.
En lo que esperaba a que Tai llegara de comprar unas frutas en un puesto cercano, una idea paso por su cabeza. Desde que estaba esperando un chico rubio apoyado en la baranda que daba a la arena había llamado su atención. Abrió un poco la ligera sudadera que llevaba puesta, mostrando su torso cubierto por la parte superior de su bikini, mientras que sus shorts dejaban a la vista sus largas y esbeltas piernas.
Necesitaba saber que aún tenía el toque. Y toda envalentonada, se dirigió hacia él. Fue cosa de solo tocar su hombro para que comenzaran a charlar.
El chico era agradable, pero Kari se despidió pronto de él.
Sonreía triunfante. Aún tenía el toque.
-¿Y a ti que te pasa? –Le pregunto Tai, quien llegaba cargado de dos bolsas pesadas.
-Resulta que aún se coquetear. –Declaro contenta para comenzar a caminar, dejando a un confundido Tai.
Eran cerca de las ocho y treinta. El cielo rojizo y la cálida brisa daban un ambiente perfecto, así que Kari había decidido salir al balcón a leer.
Estaba tan sumergida en su lectura, que no noto la figura de alguien más junto a ella. En el momento en la tomaron por las costillas, salto de su asiento, lanzando su libro directo a suelo. Observo a Tai reírse desde el otro extremo, y tras dirigirle una mirada molesta, se quitó los audífonos.
-¡Tonto! ¿Qué crees que haces? –Grito, mientras recogía su dañado libro.
-¿Cómo que qué creo que hago? ¿Qué haces tú? Ve a ducharte, arréglate, y prepárate que saldremos. –Le dijo, como si se tratara de lo más obvio.
-¿Salir? –Pregunto curiosa. -¿A dónde iremos?
-La mesera de antes me dijo que unos amigos suyos tendrían una fiesta esta noche, y me invito, junto a mi "amiga de la mesa". –El chico no pudo evitar que una risilla escapara de sus labios con esto último.
Kari bufo.
-Resulto ser una tonta tu "ligona amiga" –Imito el tono de voz que imagino, uso la chica al referirse a ella antes, ironizando lo de "ligona amiga".
Tai río y la abrazo por los hombros.
-Eres tan tierna… -Se burlo, desordenando su cabello. -Ahora arréglate, que yo no tardo nada en estar listo.
Tras pellizcar la tetilla del alto, ganándose una queja que decidió ignorar, bajo por las escaleras y fue directo a la habitación que utilizaba. Se ducho y escogió una camiseta sencilla junto a unos vaqueros ajustados. La noche estaba cálida, y si se trataba de una fiesta, no sería muy conveniente llevar muchas cosas, así que solo se guardó unos billetes en el bolsillo y decidió dejar el teléfono celular en casa. Tai se encargaría de llevar llaves.
Llegaron a la dirección indicada a eso de las 10. El lugar estaba lleno. De seguro todos los chicos de la playa estaban ahí. No tardo en aparecer la amiguita de Tai, saludando esta vez a la castaña. Les explico más o menos donde estaba todo, y dijo que volvería en un rato, guiñándole el ojo coquetamente al chico.
Sacaron una cerveza para cada uno, pero en el momento en el que Tai dio el primer sorbo, vio como la castaña se bebía de un trago toda su lata. Solo atino a reír por el comportamiento de su hermanita. Se supone que esas vacaciones serían para distraerla, y parece que el objetivo se estaba cumpliendo.
(POV Kari)
Ya llevábamos como dos horas en la fiesta. Después de un par de cervezas, Tai y yo nos fuimos al centro de la pista a bailar. Ciertamente no estaba para nada aburrida. Reía de vez en cuando con las caras que ponía Tai. Decía que yo tenía problemas, pero él era el más raro de los dos.
Después de bailar un rato entre nosotros y con uno que otro chico, nos dirigimos nuevamente la barra. Ya llevaba cuatro latas de cerveza encima, y acababa de pedirle un "mohito" bien cargado al barman. Tengo que admitir que estaba tentando a mi aguante, pero que importaba, si terminaba ebria, Tai se encargaría de llevarme a casa.
No estaba de ánimos como para medirme y ser una buena chica ahora. Tai me dijo que se encargaría de cuidarme, y le tomaría la palabra. Quería dejar de pensar en ese estúpido con el que había estado hace tan solo un mes. ¿Cómo las personas podían llegar a ser tan miserables? Digo… si quería estar con alguien más, mínimo hubiera tenido los pantalones para terminar conmigo antes ¿no? Pero claro, era más fácil hacerse el tonto, y no perder ni pan ni pedazo.
En eso que jugaba con la pajilla de mi vaso, apareció la misma chica de antes, tomando del brazo a mi hermano, e invitándolo a bailar. Tai me observo un segundo, y la niña me lo pidió prestado por un rato.
¡Ja! Ahora le importaba mi opinión. Solo le respondí con un leve movimiento de cabeza y una pequeña sonrisa en mis labios.
Los vi cómo se alejaban y perdían entre la masa de gente. Así que sola, y con mi trago en mano, volví al tema de mi ex. Quiero decir… ¡le di todo! Y cuando digo todo, hablo de "to-do". Era el único chico al que creí haber querido en serio, con el único con el que estuve. Se supone que la primera vez es algo importante para una chica ¿no? Pues a este, eso le importo un culo. Un rubio y huesudo culo. Reí para mis adentros. Supongo que los efectos del alcohol ya estaban causando efecto en mí.
Deje de pensar tanto cuando sentí una mano en mi hombro. ¿Qué acaso Tai ya había regresado? Creí que querría estar más ocupado con la chica que solo bailando. Pero no, no era Tai. Y grande fue mi sorpresa al ver al chico de esa mañana sonriéndome en el taburete de al lado.
-Hola… -Dije sorprendida, volteando por completo mi cuerpo hacía él.
-Hola. –Respondió con una sonrisa. -Que sorpresa encontrarte.
-Lo mismo digo. No creí que estuvieras aquí. –Ciertamente, no creí volver a encontrármelo, pero tampoco es como si me quejara.
-Sí, bueno, vine con mi hermano y unos amigos. Aunque ellos están bastante divertidos por ahí bailando con algunas chicas. –Dijo, recorriendo con la mirada el lugar. -¿Y tú?
-También vine con mi hermano, que al igual que el tuyo, anda perdido por ahí. –Ambos reímos por el comentario.
Le eche una ojeada rápida mientras bebía de su vaso. Alto (no tanto como Tai), cabello rubio y desordenado, piel trigueña y unos hermosos ojos azules. Por algún motivo me daban mucha curiosidad sus ojos. ¡Es que dios! Eran preciosos. Su cabello también me llamaba la atención. Mis manos estaban tentadas a acariciarlo. Supongo que consecuencias del alto nivel de alcohol en mi cuerpo… ¿A quién engaño? ¡El chico estaba como para comérselo!
-¿Y no bailas? –Me pregunto de repente.
-Bueno, para eso necesito que alguien me lo pida primero. –Dije sonriendo confiada.
Él rio, se levantó de su asiento y tomo mi mano.
Y Tai decía que olvide como flirtear con chicos… ¡JA!
Deje mi vaso solo con las hojas de menta antes de ponerme de pie y caminar junto a él a la pista de baile.
Aquí la cosa era sin rodeos. Bien pegaditos en el mini espacio que encontramos, nos pusimos a bailar. La música comenzó a sonar más alto (si eso era posible) y ya no se podía oír a nadie hablar. La mayoría de la gente ahora se encontraba bailando.
El chico resulto ser un gran bailarín. Aunque con nuestros cuerpos tan pegados, era difícil descordinar. Sus manos estaban fijas y firmes en mi cintura, mientras que las mías estaban en alto, tirando de vez en cuando de sus cabellos.
Debido al diminuto espacio entre nosotros, nuestros rostros se rosaban de tanto en tanto. Me estaba tentando a besarlo. ¿Y por qué no? Eso era lo que hacíamos los jóvenes hoy en día en las fiestas. Observe a mí al rededor, varías parejas ya estaban en eso. Y estaba casi segura de que Tai estaba en algo más que "eso".
Decidida, y supongo que con el valor que te provoca tanto grado de alcohol en la sangre, acabe con la distancia entre nosotros.
Solo sería un beso, nada más, pero mi mente abandono ese pensamiento cuando una extraña corriente eléctrica recorrió mi cuerpo al sentir sus labios junto a los míos, y asustada, me aleje al instante. En sus ojos parecía estar la misma sorpresa que en los míos, pero no pasaron más de cinco segundos cuando volví a sentir sus labios acariciar los míos.
Movíamos nuestros labios tan a la par que parecía extraño pensar que acabábamos de conocernos. Deslizo sus manos de mi cintura hasta la espalda, haciendo el agarre más firme, mientras que yo tiraba de su nuca buscando más contacto. Cosa que logre cuando su lengua entro en mi cabida, comenzando una disputa con la mía.
No sé cuánto tiempo estuvimos besándonos, pero estoy segura de que fue un laaargo rato. Nos separamos, ya que de seguro estábamos dando un buen espectáculo a los presentes. No era como si fuéramos la única pareja besándose, pero SÍ éramos la única pareja besándose de esa forma.
Solo nos alejamos unos pocos centímetros, con la respiración agitada y sin dejar de mirarnos. Esto estaba siendo demasiado para mí. Mis piernas se sentían débiles, y no era precisamente por el alcohol ingerido. Caminamos sin separarnos mucho, hasta llegar a un rincón algo alejado de la pista. Ahí, sin luces ni personas a los lados, busque soporte en la pared, mientras que el recargo su cuerpo sobre el mío.
Podía sentir su cálido aliento acariciarme el rostro, y aunque fuera tonto, cerré los ojos, tratando de entender el mar sensaciones que esa sola acción me causaba. Comenzó a acercar su rostro nuevamente hacia el mío, acariciándome las mejillas con la punta de la nariz. Dios mío… Me sentía ahogada. ¡Sofocada!
Era un beso suave y lento en comparación a los anteriores, como tratando de disfrutar al máximo los labios del otro. Suspire cuando sentí su lengua acariciar mi labio inferior, y rápidamente comencé a necesitar de más.
Quería que me tocara, ¡Oh dios, como quería que lo hiciera!
Así que cole una de mis manos por debajo de su camiseta, y recorrí lentamente su piel con la punta de mis dedos, tratando de darle a entender que él podía hacer lo mismo. Mensaje que no le costó nada entender, ya que deslizo sus manos por mi cintura, hasta llegar a mis muslos, donde acaricio suavemente, terminando el recorrido en mi espalda baja, la cual tocaba como si de un trofeo se tratara.
¡Por dios! ¿Qué era lo que tenía este chico en los labios? ¿Éxtasis? ¿O un afrodisíaco muy potente?
Presiono más su cadera contra la mía, causando que un pequeño jadeo se escapara de mis labios. Necesitaba más, y ya no estaba pensando con la cabeza precisamente.
Tomé su mano y comencé a caminar hacía el baño de mujeres que estaba a unos metros de nosotros. Asome mi cabeza antes, cerciorándome que nadie estuviera ahí. Una vez segura, lo hice pasar rápidamente, puse el seguro, apague las luces, y lo empuje dentro de un cubículo.
-No puedo tener sexo con un desconocido… -Dije, cerrando el pestillo de la puerta. –Pero tampoco puedo quedarme así nada más…
Me recargue en la pared frente a él esperando una respuesta.
-No sabes cuanto agradezco que dijeras eso. –Me dijo a la vez que sonreía, y sin demora alguna, me tomo de la cintura y apoyó contra la pared.
Estaba abrazada a su cuello, cuando le sentí embestirme. Primero fue lento y suave, pero a medida que comenzábamos a acostumbrarnos, aumento su ritmo, dando caricias más certeras.
Dios… bendito roce que estaba provocando entre nuestros cuerpos.
Pronto me encontraba gimiendo despacio en su oído, cosa que parecía encenderlo aun más.
-… Más… -Pedía apenas. –Ahh… por… favor…
Mi espalda golpeaba fuertemente la pared del cubículo, pero poco me importaba, ya que estaba sintiendo la mejor sensación de mi vida gracias a eso. Sus manos recorrían mis piernas, pero parecía más entretenido cuando acariciaba mi trasero.
Tome el borde de su camiseta, y descaradamente, tire de ella hasta quitársela por completo. Manosee su abdomen, el cual estaba muy bien formado.
-Maldición… -murmuré.
Me bajé de su cadera, y le senté sobre la tapa del inodoro, posicionándome sobre él con las piernas abiertas. Ahora era yo la que embestía contra él.
Tome sus manos y las posicione sobre mis pechos, para luego sacarme la camiseta y quedar solo con el brasier cubriéndome. Sus labios descendieron por mi mandíbula, hasta llegar a mi cuello, en donde se dedicó a dejar marcas que de seguro, me recordarían esta noche por varios días.
Dios… ¿es que acaso esto se trataba de un sueño?
Sentí una de sus manos en mi espalda, intentando desabrochar el seguro del sostén. Cosa en la que estaba tardando demasiado, y yo me estaba impacientando, así que decidí ayudarlo.
El tacto de nuestras pieles completamente desnudas, me causo un escalofrío que recorrió toda mi espina dorsal. Este chico me estaba volviendo loca.
Desde hace rato que había abandonado la razón, y me había rendido al placer que las manos ajenas me provocaban. Así que sin dudar, dirigí las mías hasta su pantalón, el cual comencé a desabrochar desesperadamente. El soltó un gemido ahogado cuando, con una de mis manos, tome su erecto miembro por sobre la ropa interior. Separo nuestros labios por un momento, y me vio a los ojos.
-Que hac… -No le deje terminar.
-Solo cállate y atiéndeme. –Con mi mano libre, tomé una de las suyas y la dirigí a mi zona intima. El solo roce de sus dedos contra mi pantalón me hizo estremecer.
Estaba siendo una cualquiera, lo sé. Pero qué bien se sentía serlo…
Lo escuchaba gemir y jadear. Aunque yo no estaba en diferentes condiciones. Sus dedos me estaban enloqueciendo. Y a cada roce profundo, mi agarre en su miembro se volvía más fuerte.
De un momento a otro, ambos nos detuvimos, y nos quedamos viendo fijo. Nuestras respiraciones agitadas y la música de afuera era lo único que se podía oír.
¿Qué demonios? No sería la primera chica del mundo en tener sexo casual, así que ¿por qué me preocupaba tanto? ¡A la mie**a!
-¿Tienes alguna enfermedad contagiosa o lo que sea que deba saber? –Pregunte rápidamente, dejando las intenciones claras sobre la mesa.
-No. ¿Te estás cuidando? –Respondió de la misma forma que yo.
-Gracias a dios que sí… -Dije sonriendo, sintiendo sus labios de inmediato sobre los míos una vez más.
Se levanto conmigo en brazos, y después de abrir torpemente la puerta del cubículo, me sentó sobre la parte que sobraba a los lados del lavamanos. Entre beso y beso, me quito los pantalones, y al rato yo logre bajar los suyos.
Cuando al fin nuestros sexos estuvieron completamente desnudos, se introdujo en mí.
Diosss…. Que sensación.
Aferre mis piernas a su cadera, mientras jadeaba y mordía su cuello, tratando de calmar los espasmos que mi cuerpo insistía en tener.
Me embistió durante un rato ahí, antes de volver al cubículo de antes, tomando nuevamente asiento en la tapa del servicio.
Comencé un movimiento frenético de caderas contra él, auto-penetrandome, sintiéndome a solo centímetros del cielo. Podía oírlo gemir y rogar por más, mientras que de mi boca solo lograban salir incoherencias.
Ni siquiera con Leo había logrado sentir el placer que estaba sintiendo en estos momentos. Era algo físico, más allá de lo que mi imaginación permitía. No sé qué demonios tenía este chico, pero me enloquecía hasta un grado de tenerme aquí, en el baño de un club playero, a su completa disposición.
Estuvimos un largo rato ahí, besándonos, tocándonos, deseándonos, hasta que comencé a sentir mi cuerpo temblar. Estaba al límite, y él lo noto.
Me apoyo una vez más contra la pared, y con mis piernas amarradas a su cadera, aumento aun más el ritmo de sus estocadas, haciéndome gemir hasta el punto de gritar de placer.
-Más… por favor… ¡más! –Exigí, sintiendo que estaba a punto de explotar.
El gruño bajo, disfrutando tanto como yo, y después de unas religiosas y exquisitas estocadas, ambos llegamos a nuestro anhelado clímax.
Me invadieron varios espasmos, producto del placer que acaba de tener. Su cuerpo también temblaba sobre el mío de vez en cuando.
Después de unos minutos, mis pies volvieron a tocar el piso. Él seguía frente a mí, y nuestras respiraciones aun estaban agitadas. No dijimos ninguna palabra, solo nos observamos, por un largo rato.
Después, en completo silencio, ambos comenzamos a vestirnos. Cuando estuvimos listos, él fue el primero en irse, pero antes de salir, me observo una vez más desde la puerta. No supe descifrar lo que sus ojos querían decirme, y después de parpadear un par de veces, se fue, dejándome sola, tratando de entender que acababa de pasar.
*Mohito: Exquisito trago de soda, limón, hojas de menta y pisco blanco. Se los recomiendo ;)
