Todos los derechos sobre los personajes, así como de la serie en la que está basada esta historia pertenecen a CLAMP. Yo sólo soy un cuentacuentos y no gano nada con esto, es más puede que me esté perjudicando.

En fin, quiero dedicar este fic a Asuka. Ya que es por ella por lo que lo escribo (una apuesta es una apuesta). En fin, sólo decir que espero que por lo menos os entretenga... ¡y ya no digo nada más! ¡adelante pues!

¡¡Una cosa!! las partes separadas con asteriscos son saltos en el tiempo.



TODO POR TI





Touya volvía de las clases sólo. Yuki no había asistido ese día y eso le tenía un poco preocupado. Recorriendo las calles fue haciendo memoria sobre lo ocurrido unos días atrás, cuando tuvo que dar sus poderes a Yue por el bien de su amigo.

-Desde entonces casí no veo a Yuki...- murmuró mientras caminaba.

Sin fijarse, tropezó con alguien al doblar una esquina haciendo que los libros de este cayeran al suelo. Los libros de la otra persona también acabaran en el suelo.

-¡Perdona! ha sido mi culpa- se disculpó de inmediato sin levantar la vista y arrodillándose para recogerlos.

-Lo siento... la culpa es mia- oyó de una voz femenina.

Touya levantó la cabeza para ver quien era con la que había chocado, puesto que esa voz le sonaba y en efecto, conocía a la dueña. Se trataba de Yui, antigua compañera de clase de Touya, pero que ahora estaba en un aula distinta. Llevaba el pelo corto, de un negro azabache con un peinado bastante masculino según los comentarios que se oían. Al igual que Yuki, usaba gafas y siempre parecía tener una expresión de tristeza en sus ojos, como Touya vestía el uniforme del colegio, lo que indicaba que todavía no había pasado por casa para cambiarse.

Se arrodilló junto a Touya y comenzó a recoger los libros sin dirigirle ninguna mirada. Este se la quedó mirando por unos instantes con los pensamientos perdidos todavía en Yuki, pero reaccionó y comenzó a recoger los libros también.

-¡Que extraño!- pensó -esta chica me recuerda a Yuki, pero nunca antes me había fijado en ella...-.

Cuando ambos terminaron de recoger todos los libros, Touya se volvió a disculpar con Yui -te pido que me disculpes, la culpa ha sido mia por no fijarme por donde ando-.

-No tiene importancia, de todas maneras no ha pasado nada- respondió la chica -ahora, si me disculpas, me tengo que ir-.

Pasó al lado del chico a un paso pausado, y Touya pudo ver la eterna mirada llena de tristeza que la caracterizaba. La vio alejarse por la calle y al cruzar ella una esquina, Touya se golpeó la cabeza con la mano.

-¡Hoy me toca a mí hacer la cena!- exclamó de repente.

Se disponía a salir corriendo cuando un pequeño libro medio escondido entre unos arbustos le llamó la atención. Lo cogió y lo sopesó en la mano -debe ser de ella... no se ha dado cuenta y se lo ha dejado-. Se lo puso debajo del brazo y comenzó a correr hacia su casa.

Después de la cena, Sakura ayudaba a su hermano a recoger la mesa. Touya intentó meterse con ella con su típica broma del monstruo, pero ella parecía no prestarle atención. Desde que hacía unos días, el mocoso ese de Sahoran se había marchado, parecía que algo de la alegría que ella tenía también se había ido. No era tan tonto como para no saber lo que la pasaba, y Touya intentaba con sus bromas que se le hiciera más llevadero, pero no parecía tener mucho éxito.

Como cada noche, ella se fue a su cuarto y él guardó la cena de su padre en el microondas, para que cuando llegara sólo la tuviera que calentar. Se sentó en el sofá y pusó la cadena de música dispuesto a relajarse hasta que su padre llegara. La emisora de radio emitía un programa de música lenta y la vista de Touya se paseo por el comedor mientras la escuchaba. Sin querer, se vino a fijar en el libro que Yui perdiera en el choque.

Sabía que no debía abrirlo y leer, puesto que se trataba de un libro de anotaciones, más parecido a un diario que un libro de apuntes; pero la curiosidad unido al aburrimiento pudo más -si le echo una ojeada, nadie se tiene por qué enterar-.

Lo cogió y abrió la tapa. En la primera página, tenía puesto un título, "Esperanzas", escrito con una bellísima caligrafía. Con cuidado, pasó la página y lo que leyó le dejó boquiabierto. Se trataba de un libro de poemas.

Poemas escritos de su puño y letra. Con la misma caligrafía preciosista que parecía ser el sello personal de Yui. Touya se sentó en el sofá con el libro entre las manos comenzando a leer los poemas. Estaban inspirados en una profunda tristeza, algunas páginas parecía que la tinta se había corrido de los trazos como si después de escribirlos se hubieran mojado. Touya estaba impresionado por la profundidad de los sentimientos y en como esa chica lo había plasmado en los versos.

El chasquido de unos dedos le sacaron de la lectura haciendo que el libro se le cayera de las manos.

-Perdona hijo, no quería asustarte- se disculpó su padre.

-No te preocupes- contestó este cogiendo el libro del suelo.

-Parece que estabas muy concentrado en la lectura-.

-Es de una antigua compañera de clase. Tropezamos y se le ha caído... lo recogí para devolvérselo mañana-.

Fue entonces cuando se fijó en un pequeño detalle. En la última página del libro, había una fotografía bastante vieja que sobresalía de entre las hojas. La sacó y lo que vio le quedó sorprendidísimo.

Era la fotografía de una niña abrazando a un niño mientras este miraba al suelo sin saber muy bien que hacer. Era invierno y los dos tenían puestos sus abrigos, unos gorros de lana azul terminado en una bola de color rojo les abrigaba, y su edad no debía exceder los cinco años. Lo que más le sorprendió fue que el niño era él mismo.

Su padre estaba a punto de terminar de cenar cuando Touya se acercó hasta él con la foto en la mano.

-Papa... ¿sabes cómo se hizo esta foto?-.

Cogió la foto y la observó un rato sin dejar de masticar. Tragó lo que estaba comiendo y sonrío -¿te has reconciliado con Yui?... ya era hora- .

Touya se sorprendió -¿qué quieres decir con reconciliarme con Yui?... nunca he tratado con ella-.

-Cuando erais pequeños, estabais siempre juntos- empezó a recordar -no había manera de separaros-.

Touya se sentó en la mesa al lado de su padre para escuchar la historia entera mientras este acababa su postre.

-Vino hace mucho tiempo. Tu madre estaba embarazada de Sakura cuando vino ella con sus abuelos a la ciudad para que ella estudiara en un buen colegio. Trabamos rápidamente amistad con ellos y en numerosas ocasiones venían a casa de visita-.

-Pero yo no me acuerdo de ella- objetó Touya.

-¡Que extraño!- se sorprendió Fujitaka al tiempo que se levantaba para recoger la mesa -recuerdo que vosotros os hicisteis muy amigos... parecía que nada os iba a separar-.

Sakura bajó en ese momento de la habitación para saludar a su padre interrumpiendo la conversación. Los tres se sentaron en el sofá mientras la música seguía llenando el ambiente de una atmósfera relajante.

-Cuéntame más. Me gustaría saber dónde vive- pidió Touya.

-¿Te gusta la chica?- preguntó Fujitaka.

Touya no reacciono a tiempo y ante la cara de asombro,su padre se levantó para abrir un cajón del mueble.

-Creo que esta es la dirección...- le dio una hoja que guardaba en un sobre -por lo menos antes de que pasó con tu madre...-.

Touya cogió la dirección con aire pensativo mientras Fujitaka se acercó hasta Sakura y la cogió en brazos. La niña se había quedado dormida y su padre la llevó hasta su cuarto.

-Será mejor que nosotros también nos vayamos a dormir-.

-¿Eh? sí, sí... ahora mismo voy-.

Una vez en su cuarto, Touya se metió en la cama, pero era incapaz de conciliar el sueño. En su cabeza resonaban los versos que había estado leyendo, así como la imagen de la fotografía. Se giró en la cama quedando de medio lado y la luz de la luna le dio en la cara. Se la quedó mirando fíjamente.

-¿Por qué no puedo recordarla?- pensaba -cada vez que pienso en ella me viene a la mente la cara de Yuki- al final se quedó dormido después de un buen rato sin encontrar la respuesta.

A la mañana siguiente, Touya caminaba con la dirección en una mano y con el libro de poemas debajo del otro brazo. No llevaba la bicicleta como el día anterior tampoco, la había dejado en casa durante unos días mientras le cambiaban los radios de las ruedas. Eso no fue problema, puesto que no le solía costar trabajo levantarse un poco más temprano para ir a clase.

-Esta debe ser- se dijo observando la casa.

Era bastante modesta, pero tenía un aspecto pulcro y bien cuidado. De dos pisos, la parte superior estaba llena de trepadoras; cosa que sorprendió al chico al ser esta del estilo tradicional japonés. Delante de la entrada principal se encontraba un pequeño jardincillo con dos pinos achaparrados flanqueando el caminito hasta la puerta, el césped estaba cuidado y un par de macizos florares se encontraban en las dos esquinas visibles.

Touya entró dentro del jardín dispuesto a llamar a la puerta cuando una anciana abrió llevando un cubo con agua para los árboles.

-Buenos días- saludó Touya haciendo un gesto para ayudar a la mujer.

-¡¿Qué tienen de buenos?!- exclamó ella girando el cubo para evitar que el muchacho lo tocara.

Aquel gesto le quedó a Touya sorprendido, pero se recompuso y preguntó -¿se encuentra Yui en casa?-.

La anciana no se dignó en contestarle y se dirigió hacia los pinos cargando el cubo. Una voz del interior desvió la atención del chico -¿qué es lo que pasa abuela? ¿por qué gritas de esa manera?-. Evidentemente se trataba de la voz de Yui.

-Soy Touya Kinomoto- contestó él -ayer se te olvidó un libro cuando tropezamos-.

La chica salió hasta la puerta sorprendida de encontrarlo allí, pero volvió la vista al suelo y se acercó para coger el libro que Touya la ofrecía. Lo cogió con las dos manos llevándoselo al pecho cruzando los brazos.

-¿Lo has leído?- preguntó un poco temblorosa.

-La verdad es que me ha sido imposible no echarle un vistazo- reconoció este -y tus poemas son verdaderamente bellos-.

-Gracias- fue la respuesta que recibió.

El silencio se hizo entre ambos hasta que Touya lo rompió -bueno, será mejor que me vaya a clase- se giró y fue hasta la salida del jardín.

-¡¡Espera!!- exclamó Yui.

Touya se paró y giró la cabeza hacia atrás -¿sí?-.

Yui salió de la casa -Yukito hace días que no viene a clase...-.

-Sí, ya lo sé- respondió Touya recordando como Yukito le había dicho que debía ir a visitar a sus padres en una ciudad cercana y que pasaría unas semanas con ellos.

-Yo suelo ir sola a clase porque a nadie le pilla de paso mi casa- continuó la chica avanzando unos pasos -a nadie excepto a ti, pero como siempre ibas con Yukito...-.

Sin inmutar su cara, Touya se volvió otra vez hacia la calle -puedes venir conmigo hasta que venga Yukito-.

Salieron los dos del jardín, Touya un poco más adelantado que Yui. La abuela de la chica, se les quedó mirando mientras los dos caminaban por la calle abajo en dirección al instituto por unos instantes. Después siguió regando los pinos menando la cabeza en señal de desaprobación.

No llevaban diez minutos andando cuando de repente Touya hizo una pregunta sin dejar de caminar.

-¿De dónde sacas la inspiración para escribir?-.

La muchacha se sobresaltó al oir su voz, pero respondió enseguida -son cosas que se me ocurren cuando estoy en clase o en mi habitación por las noches-.

-¿No crees que son muy tristes?-.

-Bueno... la verdad es que mi abuela me lo dice a menudo pero...- se calló de repente sin terminar la frase.

Touya la miró de reojo -no hace falta que andes detrás de mí, podemos ir al mismo paso- aminoró su marcha para acomodarla a la de Yui.

Siguieron andando en silencio hasta que llegaron al instituto. Yui se paró enfrente de Touya e inclinó levemente la cabeza -gracias por venir conmigo- y salió corriendo a su clase.

Durante el recreo, Touya casí se había olvidado de ella y como no estaba Yukito, fue hasta la valla que separaba a los estudiantes de primaria de los de secundaria. Allí buscó con la vista a su hermana, pero estaba en un rincón con sus amigas. Sonreía y como hacía un tiempo que no veía esa sonrisa en la cara de su hermana, se abstuvo de llamarla y prefirió observarla.

-Tu hermana es muy guapa-.

-¿Humm?- dijo mientras se giraba para ver quien había hablado.

Se trataba de Yui. Llevaba el libro entre las manos y todavía parecía avergonzada -es que en el libro había una fotografía...-.

Touya se golpeó la frente de repente -¡ah, sí! ¡la foto!... por favor, perdóname, pero es que me la he olvidado en casa. Si tienes tiempo luego, te pasas por allí y te la doy-.

Pareció dudar por un momento y estuvo a punto de denegar la invitación, pero la fotografía era algo muy importante para ella, por lo que al final aceptó.

El día transcurrió sin ningún incidente más, Touya no se volvió a cruzar con Yui en todo el día y volvió a su casa solo. Por la noche, ayudaba a su hermana a hacer la cena cuando llamaron a la puerta.

-¡Ya voy yo!- exclamó Sakura yendo hacia la entrada -¿quién es?-.

-Soy Yui... Yui Amano-.

Sakura abrió la puerta y la saludó -hola, ¿qué es lo que quieres?-.

-He venido a ver tu hermano, me tiene que dar una fotografía...- respondió.

-¿Quién es, "monstruo"?- preguntó este desde la cocina.

-¡Mmmmmmm! ¡yo no soy ningún monstruo!- exclamó Sakura -se trata de una chica, se llama Yui Amano-.

Sakura indicó a la chica que podía pasar. Esta entró y fueron las dos hasta el comedor.

-¡Ibais a cenar! será mejor que vuelva en otro momento- se disculpó la chica.

-Cena con nosotros- respondió Touya sin dejar de cocinar -la verdad es que aquí hay de sobra-.

Yui aceptó con un movimiento de cabeza y se sentó en la mesa mientras Sakura ponía un cubierto para ella. Cuando la cena estuvo lista, los tres empezaron a comer. Touya no decía nada, mientras Sakura la hacía preguntas y no dejaba de hablar.

-¿Sabes? te pareces mucho a tu madre Sakura- afirmó escuetamente Yui, que no había abierto la boca desde entonces.

-¡¡¿Conociste a mi madre?!!- exclamó Sakura con vivo interés.

-Mi padre me dijo que antes eramos muy amigos- la cortó Touya seriamente -pero no me acuerdo de ti-.

Yui se levantó de la mesa -ha sido una velada muy agradable, pero ahora me tengo que ir... ¿me podrías devolver la foto?-.

Touya la sacó del bolsillo de su camisa y se la ofreció. Yui la tomó de su mano rozando la de Touya. En ese preciso momento sintió como si un rayo atravesara su cabeza y pudo vislumbrar a dos niños jugando en un tobogán.

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-¡¡Tírate Touya!!-.

-No quiero...-.

Touya y Yui jugaban en el tobogán, Touya estaba en lo alto de pie mientras ella le esperaba abajo haciendo gestos para que se diera prisa.

-Pero si no intentas bajar por aquí, nunca sabrás lo que se siente-.

-¡¡No quiero!!- exclamó Touya bajando por las escaleras.

Cuando llegó al suelo, Yui se acercó y le cogió la mano -no importa, llegará el día en el que bajarás-.

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Apartó la mano rápidamente y miró a los ojos de la chica. Está bajó la vista y se despidió con una frase rápida y salió de la casa acompañada por Sakura. Touya no se levantó de la mesa y siguió ensimismado hasta que la voz de Sakura le sacó de sus pensamientos.

-Te has comportado muy mal con ella- regañó Sakura a su hermano -era tu invitada y ni siquiera la has dirigido la palabra, además, luego te has quedado como un bobo ahí sentado sin acompañarla a la puerta-.

-Eso no te importa "monstruo"- contestó.

-¡¡No me llames monstruo!!- exclamó Sakura bastante enojada.

Con eso, Touya consiguió que Sakura dejara el tema de Yui, pero por dentro no hacía más que pensar lo que había visto.

A la mañana siguiente, Yui se encontraba en la entrada para ir al instituto -¡¡Ya me voy!!- exclamó antes de abrir de la puerta.

-Hoy pareces más contenta- afirmó su abuela sacando la cabeza del comedor -¿ha pasado algo?- la contestó la puerta cerrándose.

El día parecía radiante, y el cielo era completamente azul excepto por alguna jueguetona nube que parecía estar tomando el sol. Yui respiró con fuerza salió del jardín.

-Pensé que hoy no ibas a ir al instituto- dijo Touya, el cual la estaba esperando el muro sorprendiéndola.

-Me he retrasado un poco, sólo es eso- contestó Yui con una sonrisa -quiero darte una cosa...-.

Yui sacó su libro de poemas y se lo presentó a Touya -quiero que sea para ti-.

-¿Para mí?- se sorprendió el chico -¿por qué?-.

-Ya no lo necesito... ¿nos vamos?-.

Algo había pasado con la chica, su aspecto triste del día anterior se había disipado y parecía que había recobrado algo de la alegría por vivir. En el camino al instituto, ya no iba caminando detrás de Touya, si no que andaba a su lado y conversaba con él.

Pasó el primer turno de clases y vino el recreo. Touya se dirigió hacia la valla como el día anterior, pero esta vez, Yui le estaba esperando allí. Se acercó a ella y buscó con la mirada a su hermana.

-Se encuentra con sus amigas- dijo Yui.

-¡Ah sí!- afirmó este sin mirarla y centrándose en su hermana.

Yui se giró hacía él -la verdad es que tengo algo que contarte-.

-Me estaba preguntando cuándo me lo dirías-.

Los dos se sentaron debajo de un árbol y Yui comenzó a contar lo que había pasado para que él no la recordara.

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-¿Sabes? mi mamá ya no está en casa- dijo Touya a Yui cuando su padre le dejó un momento en la casa de ella mientras él se ocupaba de los papeles del entierro.

-¿De verdad?- se asombró la niña.

-Sí... pero mi papá me ha dicho que ahora está en un lugar muy bonito esperando a que vayamos con ella- la contestó pero sin mucha convicción.

La niña le abrazó mientras le susurraba al oído -a lo mejor está enferma y no quiere tu papá que la veas- se separó un poco del chico -¡¿qué te parece si vamos allí y la damos una sorpresa?!-.

Los ojos de Touya se iluminaron al oir esa propuesta. Hacía dos días que su madre estaba tan enferma que no habían dejado a los niños acercarse a ella, y la posibilidad de verla otra vez era muy tentadora.

-¡Sí, vamos allá!- exclamó mientras se levantaban los dos.

Con sumo cuidado, los dos niños salieron de la habitación. En el comedor estaban los dos abuelos de Yui en silencio rezando a una reliquia familiar que siempre habían guardado. Pasaron con mucho sigilo a su lado, pero los ancianos estaban ensimismados con sus rezos que no se percataron del paso de los chicos. Estos salieron al jardín cerrando cuidadosamente la puerta corrediza. Pasaron al lado de los dos pinos y salieron a la calle.

-Esos árboles no me gustan- dijo Touya.

-Pues yo creo que son como nosotros dos- contestó Yui volviendo la vista hacia el jardín.

-Bueno... pero vamos a darnos prisa en llegar, no quiero que nos regañen-.

Juntos salieron corriendo por la calle en dirección a la casa de los Kinomoto llegando diez minutos más tarde. Se pararon un momento en la esquina de la casa para recuperar el aliento y observar el interior a través de una ventana.

En el interior de la casa se encontraba la familia entera por parte de su padre y por parte de su madre, hasta su abuelo se encontraba en el interior. Todos estaban muy decaídos y con caras muy serias. Incluso su primo mayor, Matskuda Kinomoto, el que animaba todas las reuniones se encontraba serio y no levantaba la cabeza.

-Por aquí no podemos entrar... todos nos verían- observó Yui.

Touya la guiñó un ojo -hay otra manera de entrar-.

Los dos chicos fueron al patio trasero y treparon por un gran melocotonero que estaba allí plantado cuando compraron la casa. Sus ramas crecían vigorosas y por ellas se podía llegar hasta la ventana del cuarto de la pequeña Sakura. Con un poco de esfuerzo, llegaron hasta la ventana, pero Touya era incapaz de abrirla.

-¡Es imposible! ¡parece que está cerrada por dentro!- murmuró mientras se esforzaba por forzar el pomo.

Yui le hizo a un lado -¡déjame a mí!-.

Posó sus manos sobre la cerradura y se interpuso entre ella y Touya. Con un pequeño ruido seco, la cerradura se abrió.

-¿Cómo lo has hecho?- preguntó asombrado Touya.

-¡Aaahhh! eso es un secreto-.

Los dos entraron dentro de la habitación. Esta era la habitación de su hermana Sakura, la cual todavía era muy pequeña, por lo que Fujitaka no quería separarse de ella y cuidarla personalmente. Dormía plácidamente sin enterarse que en su habitación habían entrado dos personas en su cuna. Yui se acercó para ver al bebé y sonrió tiernamente.

-¿No es preciosa?- murmuró bajito.

Touya se acercó un poco y la miró de reojo -es un "monstruo"- farfulló.

-¡Tonto!- le regañó la niña -debes cuidar a tu hermana siempre-.

En ese momento, la pequeña Sakura se despertó y Touya pensó que se pondría a llorar como siempre. Pero al contrario, paseó la mirada de uno a otro y cuando Yui sonrió, ella correspondió. Después se volvió a quedar dormida. Touya fue a decir algo, pero Yui le guiñó antes de que hablara -es un secreto-.

Salieron de la habitación con cuidado y fueron hasta el cuarto de los padres de Touya. La habitación estaba cerrada, pero no atrancada, por lo que entraron dentro sin ningún problema. Con las cortinas echadas y las luces apagadas, una sugestiva oscuridad inundaba la habitación haciendo que los detalles de las paredes y muebles se difuminaran. La cama se encontraba iluminada por cuatro velas en las esquinas de la cama y en su cabecera había un pequeño altar aromatizado con incienso.

Touya se quedó perplejo por la visión. Veía a su madre inmóvil en una cama pulcramente hecha y su piel era de una palidez que asustaba. Se acercó lentamente hasta la cama y tocó una de las manos de su madre que cruzaba su pecho. La sintió helada, y ese frío recorrió su cuerpo de arriba a abajo poniéndole la carne de gallina.

Yui se acercó hasta su amigo y le tiró del brazo para salir de la habitación, pero Touya estaba completamente paralizado, su cuerpo no respondía. Con un gran esfuerzo, logró moverle y apartarle del contacto con la fría piel de su madre muerta. Este se dio la vuelta como un autómata y la golpeó en la cara. Esta cayó al suelo y se llevó una mano a la mejilla sorprendida. Touya empezó a correr y salió de la habitación como una exhalación.

No habían hecho mucho ruido, por lo que nadie de la casa se dio cuenta que arriba se encontraban Yui y Touya. Yui se levantó y se quedó mirando fijamente a la madre de Touya en la cama. Luego asintió como si alguien la hubiera pedido algo y salió de la habitación. Cruzó el pasillo en dirección a la habitación de Sakura.

Abrió la puerta y allí pudo ver a Touya observando como dormía Sakura en su cuna. Lentamente se acercó al muchacho hasta ponerse a su lado.

-Mi madre no está enferma- dijo al fin.

-Lo sé- contestó ella.

-Me dijo que estaba enferma, pero que dentro de unos días se volvería a poner bien... pero creo que no la volveré a ver más- habló como para sí mismo.

Yui cogió la mano del niño mientras observaba fíjamente a Sakura -la volverás a ver-.

Pronunció esas palabras con una profunda tristeza, pero también con una gran determinación. De la mano con la que tenía agarrado a Touya, una cálida luz comenzó a surgir. Touya de repente se encontró más reconfortado a medida que esa luz se iba haciendo más luminosa.

De repente su madre apareció delante de él con la sonrisa que siempre había tenido. Como si la que estaba en la cama de la habitación sólo fuese un maniquí y era en realidad aquí donde se encontraba su madre.

Esta pasó la mano por la mejilla del niño que estaba absorto y no se dio cuenta que Yui estaba apretando los labios y cerrando los ojos con una expresión de dolor en su cara.

-Hasta pronto hijo-.

-Ma... má-.

Su madre desapareció de repente y el chico se quedó con dos lágrimas recorriendo sus mejillas. Lentamente volvió la cabeza hacia su amiga, la cual estaba de rodillas respirando ruidosamente por el esfuerzo realizado.

-Quiero verla otra vez- la pidió.

-No puedo... no tengo tanta magia... soy todavía pequeña- le contestó.

Yui levantó la cabeza y vio la desesperación de su amigo. Se perdió por un instantes en esos ojos que siempre habían sido para ella y tomó una resolución. Se levantó con esfuerzo y cogió las dos manos de Touya.

-Te voy a traspasar mis poderes- comenzó a informarle -pero no recordarás nada de mí-.

Touya se separó de ella de inmediato -¿qué quieres decir con que no me acordaré de ti?-.

Yui bajó la cabeza -En mi familia, todos hemos tenido un poder mágico que ha sido retransmitido de generación en generación. Lo malo es que una vez que se transmite, se pierde toda la memoria y es imposible recuperarla. Nosotros no tenemos problemas porque nos los transmitimos en el momento de nacer-.

-¿Por qué haces esto?- preguntó Touya un poco emocionado.

-Lo hago por ti- fue lo que dijo la niña levantando las manos hasta las mejillas de Touya -sólo por ti-.

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Yui se levantó del árbol dejando a Touya sentado y pensativo.

-Bueno, tengo que irme- sentenció.

-Ahora lo recuerdo todo...- murmuró para sí -¿por qué recuerdo todo ahora?- preguntó en voz más alta.

-Puede que porque no eres de mi familia- sonrió la chica.

Touya se fue a levantar, pero Yui se dio la vuelta y se fue corriendo. Durante el resto del día no la vio; la estuvo esperando a la salida de clase, pero ella no apareció por ningún lado.

Cuando volvía a su casa, cruzó por la calle de ella. En la puerta de su casa, un gran camión de mudanzas estaba aparcado y varios hombres estaban cargando unas cajas que parecían pesadas dentro del remolque. Movido por la curiosidad, se acercó y encontró a la abuela de Yui dando órdenes a los hombres.

-¡Cuidado con esa caja! tiene una reliquia muy frágil!- se llevaba las manos a la cabeza con desesperación -¡pero que hacéis! ¡lo vais a estropear todo!-.

-Perdone- interrumpió Touya -¿está Yui en casa?-.

-¿Y para qué quieres verla?- gruñó.

Yui salió de la casa portando una caja y se sorprendió de ver allí a Touya -¿qué haces tú aquí?-.

-Vine a darte las gracias- contestó el chico -por permitirme poder ver a mi madre durante todos estos años-.

-No te preocupes por eso-.

La anciana apremió a Yui para que montara en el camión, y esta le dio un fugaz beso en la mejilla al chico y corrió hasta subirse en el camión. Touya se quedó allí de pie viendo como el camión arrancaba y empezaba a subir la calle.

En su interior, la anciana se volvió hacia Yui con cara de enfadada -¿por qué te hablas con él? le diste el libro de las cartas del amo Clow, le diste tus poderes a él y a su hermana...-.

-Abuela- la cortó Yui observando como desaparecía la figura de Touya por una esquina -todo lo hice por él-.









FIN......................................................................... ..............................



Ya está terminado. Espero que os haya gustado. En fin, para cualquier comentario te puedes poner en contacto conmigo en redskinhead@latinmail.com

Y no sigas leyendo más porque no hay nada... ¿qué haces perdiendo el tiempo leyendo esto? será mejor que por lo menos escribas alguna historia en vez de seguir todavía aquí (^^U).