Penumbra. Apenas pasaba luz por las rendijas que dejaban las persianas de la nueva casa. Olía a pintura y a nuevo, en general. También olía a ilusión, a futuro... ¡Qué diferencia de aquellas casas donde lo único que se descubría era sangre, horror y, con suerte, chillidos de las víctimas!
Bienvenido. La agente Prentiss había tratado de encontrar un felpudo más personal, pero en los grandes almacenes aun no les habían llegado la sugerencia de tratar el saludo en femenino. Y los pocos que habían no le resultaban ni originales ni apropiados.
Quería que todo fuera perfecto, tanto que como le tenía que recordar muchas veces JJ, se olvidaba de que no iba a vivir sola. Tendrás que empezar a dejar que pensemos las dos, le decía a menudo. Entonces Emily sonreía.
Pero eran muchos años dejando a su inconsciente ir por libre.
En un principio querían aprovechar sus muebles. Prentiss había hecho una lista de todo lo que parecía estar en buen estado. JJ, en cambio, prefería algo nuevo, algo que fuera a ser de las dos.
Son ganas de gastar dinero, se quejaba Emily. ¿Y para qué está sino para gastarlo? Es el significado. Respondía la agente rubia.
Ya sé que no sufrimos necesidades. Pero hay que ser previsores. Nos metemos en una casa nueva, hay que pagar facturas, estará el mantenimiento, incluso algún desastre natural... No podemos confiar en que...
Cuando te pones a dar excusas con esa cara me recuerdas a Spence hablando de estadísticas...
Y ocurría lo de siempre. Prentiss fingía estar enfadada por la comparación, JJ le hacía carantoñas y terminaban con una pelea de cojines en la cama que a veces daba paso también a una pasión desenfrenada.
En el último caso, las dos agentes terminaron en el avión viendo planos de chalets de las afueras de Washington. Prentiss al ver a un Reid curioso mirar las fotografías, argumentó que JJ quería hacer reformas en su casa como las de un amigo suyo, y tanto Morgan como el propio Reid hicieron como que la creían.
Prentiss creía que lo mejor sería que no hubiera muchas puertas, odiaba el sentirse encerrada en una habitación. JJ, por su parte, solo quería un jardín en el que plantar alguna que otra especie de flor rara y el espacio suficiente como para que el perro pudiera jugar y tener su territorio. O para los niños, cuando quieran jugar al beisbol.argumentaba.
También quería una chimenea para el invierno. Es tan romántico hacerlo y terminar abrazadas viendo la leña chisporrotear. Fantaseaba.
Así que la casa apenas tenía paredes, excepto en los dormitorios y los baños. No querrás que los niños o el perro nos pillen en mitad del acto. Hipotetizó Emily. Sería bastante desagradable. Reconoció JJ. Por las explicaciones sobre las abejas y las flores, ya sabes...
La noche anterior a la mudanza, en pleno mes de Julio, JJ trataba de terminarse una tarrina de helado. Mañana habrá que levantarse temprano. ¡¡Y es el cuarto envase que te tragas en menos de dos días!! Prentiss se quejaba y corría detrás de una JJ que se reía y burlaba de ella por no poder alcanzarla. Hace mucho calor. Protestaba la rubia.Es normal que necesite tanto helado. Y además, si lo que te preocupa es que me ponga como una foca podemos hablarlo. Si ya no me encuentras atractiva no tienes porqué seguir fingiendo. Miradas airadas, más burlas, negaciones con la cabeza, bufidos, sonrisas de triunfo y al final, una Prentiss llevaba en volandas a una analista de medios que se reía emocionada al pensar que mañana comenzaría una nueva etapa: UNA VIDA JUNTAS.
