ESTA NO ERES TU
Tendría que hacerlo, tarde o temprano, porque no la entendía en absoluto y además se estaba volviendo loca con la amable actitud de esta "nueva" Regina.
Era tarde ya, casi las 8 de la noche, pero Emma seguía en la estación de policía, paseándose frenéticamente de una punta a otra de la oficina, mientras le daba vueltas al asunto. Lo cierto es que desde que volvieron de Nueva York, Regina parecía un arcoíris andante. Vale que no hubiera perdido del todo su humor negro, y su cinismo seguía intacto, pero no era ni tan mordaz ni tan soez. Era amable, simpática, sociable y buena… estas virtudes podía soportarlas… pero ver a Regina llorar cada vez que se atormentaba por las consecuencias de sus acciones… eso le estaba resultando desatinado. ¡Quería de vuelta a la antigua Regina… y si eso significaba rectificar en la errónea idea de separar la parte malvada, la Evil Queen, de Regina, Emma no lo dudaría. Se sentía terriblemente mal por tener estos pensamientos, pero sabía que Henry opinaba igual que ella. En varias ocasiones se lo había hecho saber con su ceño fruncido y sus miradas cómplices ante el comportamiento extraño de su madre adoptiva.
Sus pensamientos fueron interrumpidos por la vibración dentro de su pantalón. Emma sacó el móvil del bolsillo trasero de su pantalón y vio reflejado en la pantalla el nombre de la alcaldesa. Tragó saliva y respiró al mismo tiempo, atragantándose y tosiendo con fuerza. Necesitaba agua y si quería atender esa llamada, la necesitaba ya. Corrió al dispensador de agua, pero torció el gesto cuando abrió el grifo y no bajaba ni una mísera gota. Se había olvidado nuevamente de recargarlo. El baño fue su segunda opción, pero para cuando llegó al lavabo, Regina ya había colgado.
Después del accidente, Emma decidió recoger y dirigirse a casa de Regina. Aprovecharía la excusa de que le había llamado para justificar su visita. Cuando se disponía a salir, Regina asomaba por la puerta muy sería. Emma no pudo evitar dar un salto por la sorpresa.
-¿Regina? Ahora me disponía a visitarte.- Le dijo Emma sin poder evitar fijarse en que la alcaldesa daba tumbos parada en el marco de la puerta.
-Yo también quería verla.- La pronunciación de Regina no era mala, pero no dejaba lugar a dudas de que estaba un poco ebria. – ¿Quería peguntarle si todavía estaba aquí la botella de Wischi que le regale a ese zoquete?.- Dijo refiriéndose al antiguo sheriff.
- La botella de "Whiskey" que le regaló a ese… al sheriff Graham.- se corrigió.- Está en el mueble bar, pero, está abierta. De todas formas, no le voy a dejar que beba más. Es obvio Regina que ya ha tenido bastante de esto.- dijo quitándole de las manos la botella, no sin un pequeño forcejeo, que la llevó a dejar a la alcaldesa encajada entre la pared y su cuerpo.
Emma estaba tan cerca, que podía oler perfectamente el aliento dulzón y alcohólico de Regina. Apenas tenía maquillaje y estaba tan bonita que Emma pareció quedarse enfrascada en su contemplación. Regina carraspeó incomoda, empujando ligeramente a Emma, que estaba medio atontada pensando para sí misma en por qué la cercanía de la bella morena, la alteraba tanto, mucho más que la cercanía de Hook, tuvo que admitir asustada.
-Tú también vas a tomarte una copa.- Dijo Regina sería.- Creo que la necesitas.
-Que lo creas no significa que…
-¡Cállate Swan!.- Regina interrumpió su argumento sin contemplaciones y le extendió la copa. A continuación se tomó la suya de un solo trago, ante el asombro del sheriff.
Dejó su copa vacía sobre la mesa, se acercó a Emma, que aun vacilaba si tomarse el whiskey, y empujando la copa hacia arriba, le instó a que bebiese. Emma lo hizo como un autómata, hipnotizada por la cercanía de Regina y asombrada por su actitud. Apuró hasta la última gota del aquel maravilloso whiskey escocés, sin dejar de mirar a Regina, que le devolvía una mirada complacida e intensamente ansiosa. Cuando hubo acabado, Regina, de una forma tremendamente natural e indiferente le quitó la copa de la mano y la dejó al lado de la suya. Al volverse de nuevo hacía Emma, su mirada se había estrechado y Emma tragó saliva. Parecía tan segura mientras se acercaba contoneando sus caderas peligrosamente, que la Salvadora no pudo evitar dar pasos hacia atrás, asustada.
-¿Regina…?.- Su voz fue un débil quejido comparable al de un animal enjaulado. – Tu cercanía me incomoda.- Dijo súbitamente. Fue lo único que se le ocurrió. Regina alzó las cejas, su sonrisa se hizo amplia, sabía y pícara.
-¿Hasta qué distancia te incomoda?.- Preguntó Regina juguetona.- ¿Hasta aquí?.- Preguntó de nuevo deteniéndose a tres pasos de la rubia.
Emma se removió incomoda, quiso hacerle entender a Regina que no entraría en su juego con un gesto aburrido de la cara. Regina sonrió desafiante.
-Supongo que si no contestas, es que no he sobrepasado tu límite aun.- Argumentó Regina, dando un paso más con cierta altanería.
Como única respuesta, Emma dio un par de pasos tímidos, tropezando con su mesa. ¿Qué demonios le pasaba a Regina? Se preguntó confundida. ¿Estaba coqueteando o eran imaginaciones suyas? Era absurdo… sonaba absurdo, ¡Joder, era una mujer! Y era ¡Regina!. Pero cuando lo imaginó, no le parecía tan absurdo, sino muy caliente, a juzgar por la creciente humedad entre sus piernas. Aunque, pensándolo mejor, la morena jamás coquetearía con ella. Entonces en su mente pareció encenderse una lucecita… ¡Claro! Esta no era Regina, tenía que ser la Evil Queen, dispuesta a vengarse. Físicamente eran iguales, así que ¿por qué no?. Seguro que venía a matarla, tenía que hacer algo… rápido. Pero sus pensamientos se vieron interrumpidos nuevamente por su cercanía. Emma tragó saliva ruidosamente al sentir los pechos de la morena apretándose contra los suyos, su vientre igual de apretado y el calor que desprendía su cuerpo. La salvadora había cerrado los ojos en un acto reflejo, temerosa. Pero cuando nada pasó, los abrió despacio. Regina o la Evil Queen, Emma aun no tenía claro de quien se trataba, acarició con una lentitud torturadora la nuca de Emma. Sus labios, gruesos y rosados, se acercaban susurrando a su boca, hasta casi rozarla.
-¿Por qué te incomoda mi cercanía, Swan?.- Al llamarla de aquella manera, Emma abrió los ojos de golpe, empujándola lejos.
- ¡Tú no eres Regina!.-Le dijo acusadora.- Eres La Reina.
- ¿Y qué si lo soy?.- Tomó a Emma por el cuello de la camisa y estrujó sus labios contra los de ella. Emma forcejeó, pero no podía ignorar las hormiguillas en su estomago, el pulso acelerado, el placer que ese gesto le hacía sentir entre sus piernas. La empujó con ira, pero la morena forcejeaba no queriendo rendirse, la volvió a besar con furia, esta vez introduciendo su lengua posesiva en la boca de Emma, que no pudo evitar gemir. Pegándose a su cuerpo una vez más. Emma podía notar sus pezones endurecidos, contra los suyos propios y no podía pensar con claridad. Sus manos temblorosas se agarraron a esa parte de la anatomía de la morena, como si fuesen anclas. ¡Dios!. Empujó a Regina/Evil Queen contra la mesa del ayudante. Ahora era la morena quien oponía resistencia. Arañó el cuello de Emma, y la volvió a tomar por la nuca para besarla. Sus lenguas febriles volvieron a jugar.
-Quiero…- Emma se separó un poco para oir lo que tenía que decir.-… que me folles duro.- murmuró al oído de la Salvadora.
- ¡Oh, Dios!.- Emma sintió que sus venas eran ríos de lava ahora. Sus mejillas le ardían y su entrepierna palpitaba. Arrancó la camisa de la morena sin reparos, haciendo que saltaran los botones e incluso rompiéndola cuando quiso sacarla por completo.
- Lastima… ummm… de… oh dios, sigue… si…- Emma estaba mordiendo su cuello con vehemencia y sus manos apretaban frenéticas los pechos de la morena por encima del sujetador negro de encaje.- Lastima de… camiseta.- Murmuró finalmente. Emma sonrió, eso era algo que habría dicho Regina… ¡Oh mierda! ¿Y si era Regina?... ¡Qué diantres!, daba igual quien fuera de las dos, lo que estaban haciendo tenía que detenerlo ya, pero la mano de aquella mujer, colándose dentro de sus bragas y tocando toda su humedad, borró toda la cordura de su cabeza. Los dedos de Regina/Evil Queen eran expertos, lentos, pero duros.
-¡Joder!.- Gritó Emma.- Creía que era yo quien iba a follarte a ti.- Murmuró como pudo.
- ¿Acaso quieres… que pare?.- Preguntó Regina con la voz entrecortada por el deseo, penetrándola fuertemente.
- ¡Noooo!, ni se te ocurra.- Emma gimió, desabrochó como pudo el sujetador de la morena y succionó sus pezones sin demora. Regina arqueaba su espalda, pero sin dejar ni un momento desatendida a la sheriff. Emma sabía que aquellas sensaciones eran nuevas y tan excitantes para ella, que no tardaría en llegar al orgasmo. Ya notaba las pulsaciones con cada roce en su centro. Buscaba que los dedos de la mujer que la estaba volviendo loca profundizaran más y más. Una mano se posó en su culo apretándolo por dentro del pantalón, que Emma aun llevaba puesto.
- ¿Sabes qué?.- Su voz era gutural y seductora.- Me encanta follarte con mis dedos, pero me encantaría… no… mejor dicho, me volvería loca, saboreando tu humedad. Es algo con lo que he fantaseado desde que te vi, Emma.
Aquella confesión, hizo que Emma temblara envuelta en los primeros acordes de su explosivo orgasmo. Antes incluso de correrse, la morena tomó una de sus manos y la introdujo dentro de sus propias bragas.
-Mira como me tienes, Emma, querida.- Estaba húmeda, tanto que la mano de Emma resbalaba. Aquella sensación terminó por darle el ansiado orgasmo. Sus piernas temblaron, sus pies se crisparon encogidos y después de que las convulsiones se sucedieran, se dejó caer suavemente sobre Regina/Evil Queen, todavía con su mano dentro del pantalón. Su frente estaba sudorosa y su respiración acelerada. Era tal la confusión en su cabeza, que no oyó los pasos acelerados de alguien que se acercaba. Es más si hubiese puesto atención y no estuviese en aquella situación, se habría dado cuenta de que aquellos eran los pasos de…
-¿Qué… demonios…
-¡¿Regina?!.
Fin
