El regreso de Bella
Disclaimer: Meyer es la autora de Crepúsculo, yo no.
Summary: Bella Swan es una vampira. No quiere estar sola así que vive con el único familiar que le queda, Charlie Swan. Ella piensa que ha dedejado los problemas atrás, lo que no sabe es que estos están a punto de comenzar.
Prefacio
Italia, Volterra, 2005
— Sabías que iba a terminar así… Era sólo cuestión de tiempo.
Reunir las pocas fuerzas que me quedaban y conseguí decirle:
— Vvv… Vete… Vete al infierno.
Él sólo sonrió.
— Primero las damas.
Y luego todo se volvió negro.
Notas de la autora:
- ¿Les gustó? ¿No? ¿Les pareció interesante al menos?
- Como el prefacio es tan pequeño, también les dejo el primer capitulo.
Capítulo 1
Primer encuentro
Estados Unidos, Provincia de Olimpyc, Forks, 2005
— Me da gusto que estés aquí, Bella.
— ¿De verdad, Charlie? —, le tomé el pelo — ¿No te molesta que no te cuente toda la verdad?
Él sonrió
— Sí, me molesta, pero lo acepto — replicó el.
La verdad es que lo decía en parte en broma y en parte, en serio. Yo sabía que su instinto de policía estaba muy despierto y que no descansaría hasta saber la verdad. Sin embargo, la verdad es algo difícil, algo delicada. Y demasiado complicada para que Charlie la supiera.
— Tengo que irme a clases.
— Por supuesto — concordó, y tomó las llaves de su coche patrulla.
Supongo que se preguntarán porque una vampira asiste a clases. Y encima, deja que su tío (policía para más inri) la lleve al Instituto. Fácil. Primero, aparento quince años eternos. Ni un año más, ni un año menos. Quince. Así que por lo tanto, estoy en perfecta edad para estudiar. Segundo, el estudiar es la forma más fácil de matar el aburrimiento mortal que ocupa la eternidad.
Además, nunca estudié. Los primeros cinco años de mi existencia los dediqué a entender esta vida. A aceptar que nunca envejeceré. Nunca volveré a tener la regla. Nunca tendré hijos. A elegir mi forma de alimentarme… Los otros cinco años, me enfoqué en controlarme frente a los humanos. En olerlos y no querer saltarles a la yugular. En guardar el secreto de mi existencia. Como ven, no tuve tiempo para estudiar.
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Llegué al instituto. Charlie me ofreció una sonrisa animosa que le sale forzada. Le hago un gesto restándole importancia y salgo del coche patrulla.
Paredes verdes. Estoy segura que también son húmedas. Suspiro. Este pueblo necesita conocer nuevos colores.
Me acercó a la oficina de información y me dan los papeles que necesito. Me aprendo de memoria mi horario (de algo sirve tener una sorprendente memoria fotográfica), y lo boto a la basura. Lo mismo hago con el mapa. El comprobante es lo único que necesito, decido, y voy a mi primera clase. Cálculo. ¡Puf!
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Yo pensé que los humanos sólo se vuelven locos cuando están cerca de su ídolo. No imaginaba que se volverían locos con mi presencia. Todos parecen querer saber quién soy. Todos quieren ser mis amigos… Y no sé ni para qué. La mitad de las chicas me desean mentalmente (algunas no tan mentalmente) acné, kilos, y desgracia social. Y la otra mitad, me insulta y me cree una zorra devora-hombres. No, si es que tienen demasiada imaginación…
La única chica que parece realmente amigable, se llama Angela Webber. Aunque es bastante tímida… um, tal vez pueda ayudarla con eso. Por desgracia no estamos solas, ni siquiera en el almuerzo. Hasta nuestra mesa llegan seres indeseados, y Angela y yo, como buenas ciudadanas que somos, no podemos decirles que se larguen. Aunque nos gustaría, ya lo creo que sí.
Suspiro mientras intento que no se me note lo fastidiada que estoy con la reacción de todos hacia mi persona.
Y es entonces cuando los siento… Dos… No, cuatro… No, cinco. ¡Cinco vampiros entrando en la cafetería! Me volteo rápidamente y los miro. Ellos también me miran a mí. Me estremezco. Se nota que son un aquelarre. Sólo a mí se me ocurre… venir al territorio de un aquelarre… ¿Y ahora qué me harán? Me destruirán de seguro. Me dirán que no pertenezco aquí… Le daré un disgusto a Charlie marchándome y entonces…
— ¿Me estás escuchando, Bella?
— ¿Qué…? ¿Qué dices?
Jessica Stanley, la típica chica que se conoce vida y milagros de todos los presentes, en cuya sangre debe existir el gen del chisme, traspasado de generación en generación… Bueno, ella puso los ojos en blanco.
— Digo que ya te fijaste en los Cullen.
— ¿Los Cullen?
Jess hizo un gesto hacia los recién llegados.
— Ellos son los Cullen — y me echó el cuento de la familia Cullen, que supongo que una extranjera como yo debía saber —. La señora Cullen no puede tener hijos — dijo con toda intención.
Hice una mueca imperceptible. Yo tampoco puedo tener hijos, Jess. De hecho, puedo hacer que tú tampoco los tengas. No sigas por ahí, me reclamó mi parte inconsciente.
Miré a los Cullen un poco más. Saciando mi curiosidad de unos vampiros que eran iguales a mí. Bueno, parecidos. Teníamos la misma dieta, pude deducir, al menos por el color de sus ojos. Pero la mirada del vampiro cobrizo me atrapó. Como si él quisiera descubrir algo en mí… Como si yo fuese algo… algo que él debía estudiar. Me incomodaba. Y a la vez… a la vez me gustaba. Lo sé, soy así de rara. De ilógica.
— ¿Dijiste Cullen? — pregunté repentinamente. Tal vez muy repentinamente porque Jess abría y cerraba la boca como un pez fuera del agua. Quise rodar los ojos ante esa actitud —. ¿Dijiste Cullen? — repetí.
— Sí, eso dije…
— Los Cullen son raros — intervino Mike Newton.
No hace falta mucha presentación para él. Popular, el rey del instituto, el adonis de la secundaria, y por supuesto, el arrogante número uno.
Pero yo ya no lo escuchaba. Cullen… Podría ser… ¿Sería el mismo Cullen? ¿Carlise Cullen? ¿El mismo Carlise Cullen que estaba pintado en varios cuadros del castillo de Aro? ¿El que se alejó de Volterra, dejando un diario a su paso? ¿Un diario de sus vivencias en el castillo?
Recordaba algunas frases:
"La eternidad es algo extraño. Vivimos, pero no envejecemos. Sufrimos, pero no lloramos. Nuestra vida, si esto realmente es una vida, es un conjunto de momentos. Momentos que atesoramos con nuestra más que prodigiosa memoria. Tal vez eso es lo que más me gusta de esta vida: la memoria que ahora poseo…"
Su diario me había ayudado tanto. A comprender… Y a decidir. No quería asesinar humanos para vivir yo. No quería acabar vidas para vivir yo. Pero el diario de Carlise me había ayudado. Me había abierto los ojos. Había otra forma… Otra forma de alimentarse. Animales… No se podía comparar, por supuesto. Y después de alimentarme de la sangre humana (manipulaciones de Aro), la sangre animal, me sabía a poco. Pero yo tenía mucha fuerza de voluntad, decidí… decidí cambiar.
— Bella — me llamó Angela —. Tenemos que ir a clases.
— Claro, vamos…
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El resto del día lo pasé como en un sueño. Me movía. Escribía. Le prestaba atención al profesor. Pero lo hacía de forma mecánica. Otra de las ventajas de ser vampiro era que tu atención se podía desdoblar. Podías atender tus pensamientos y a tu interlocutor. Gracias a Dios por ello.
Cuando terminaron las clases, me dirigí al estacionamiento. Había muchas miradas sobre mí, podía sentirlo, pero había una… una que parecía más fuerte que las otras. Y supe de quién era. Edward Cullen… Él estaba apoyado en su auto, un volvo plateado que envidié de inmediato. Ese era un verdadero auto para un vampiro. Y se nota que él lo adoraba. De todas formas, Edward se apoyaba "despreocupadamente" de su vehículo. Sólo un verdadero observador (un vampiro), podía darse cuenta que estaba tenso. Tenso, mirándome, concentrado en mí. Como si yo tuviera todas las respuestas que necesitara.
Me sentí incómoda. Y me dispuse a esperar a que mi padre llegara. Las desventajas de sólo tener quince años…
Notas de la autora:
- Bueno, es la primera vez q escribo un Bellaward, así que espero no destruir demasiado el fandom.
- ¿Les gustó? ¿Lo odiaron? Por favor, díganmelo en un review.
