Notas: Yahoi. Uso de nombres humanos. Portugal es Paulo y Holanda es Dirck. Este último bastante OOC. Hetalia no me pertenece.
España empujó el carrito de supermercado hacia la sección de chocolates y bombones de todo tipo. Portugal lo alcanzó, y depositó una botella de vino en el carro, junto a los demás productos que comprarían, dado que el español pasaría unos días haciéndole compañía a su hermano en casa de éste.
-Quiero algo dulce- dijo Antonio- ¿Tú quieres?
-Sí. ¿Bombones?-el español negó con la cabeza ante la sugerencia de su hermano.
-Llevemos chocolate-dijo España.
Había varias opciones frente a ellos. Entre ellas, una tableta de chocolate holandés.
España arrugó la nariz con desagrado, y Portugal lo tomó sonriendo.
Al parecer el español todavía no digería del todo la relación de su hermano con su enemigo, Holanda.
Después de pagar, ambos se retiraron hacia la casa de Paulo. Antonio se fue al poco rato, diciendo que debía hacerle una visita a Lovino. Portugal quedó solo.
El portugués fue corriendo a la cocina a buscar su precioso chocolate. Se acostó (por no decir que se despatarró) en su mullido y cómodo sofá, para comenzar a disfrutar del suculento dulce.
Era un poco amargo, pero también tenía un sabor dulce, aunque costara mucho descubrirlo. Eso le hizo recordar a cierto holandés. Paulo se sonrojó. Era algo tonto que un chocolate le recordara tanto a Dirck. Pero era cierto, ese chocolate, reflejaba un poco la personalidad de Holanda.
Dejó la golosina por la mitad en una mesita cercana. Se durmió en el sofá, pensando en su querido holandés.
Un rato más tarde, el sonido de la puerta abriéndose lo hizo despertarse. Estaba trancado, por lo que debía tratarse de España, que se había llevado una llave.
Pero no era España.
Era Holanda.
Somnoliento, Paulo se incorporó lentamente. Había olvidado que el holandés tenía una copia de las llaves. El más alto avanzó hasta el sofá para sentarse junto a su novio. El ibérico abrazó al de cabellos color miel. Dirck correspondió atrayéndolo más. Pero la mirada del holandés reparó en el chocolate que descansaba sobre esa mesita. Identificó rápidamente la etiqueta.
El neerlandés besó repentinamente a Portugal. El más alto sonrió contra los labios del otro. El de ojos verdes se separó un poco, mostrando curiosidad por la sonrisa de Holanda.
-¿Chocolate holandés?-preguntó divertido el enemigo de España. El castaño se sonrojó, pero aún así, tomó otro poco del dulce y se lo llevó a la boca.
Ni siquiera le dio tiempo de terminarlo, ya que Dirck volvió a capturar sus labios, esta vez más apasionadamente. El beso tenía un sabor inusual. Un inusual pero delicioso sabor a chocolate que inundaba el paladar de ambos. Finalmente, Holanda se separó de Portugal. Miró esos ojos verdes que tanto amaba (Y que para él no eran los mismos que los de el insoportable español), y le susurró algo a Paulo.
-Te amo.
El portugués sonrió mostrando sus dientes blancos, y acarició la mejilla del holandés.
- Eu te amo mais-respondió para volver a besarlo.
