CIUDAD PRISMATICA.

SINOPSIS COMPLETA

En una realidad alterna, tu lugar en el mundo era casi siempre definido por tu color de cabello.

Los de cabello oscuro, tenían trabajos y vidas tranquilas, como oficinistas o granjeros, los rubios lideraban la política y las finanzas, los cenizos y castaños eran la fuerza militar que mantenían al mundo en paz. Se podría decir que era un perfecto equilibrio de no ser por la discriminación hacia las minorías, los pelirrojos, rosados, morados, verdes y entre otros.

Pero eso estaba cambiando de a poco. Existía un lugar donde todos podían ser, lo que quisieran, independiente de su color de pelo.

Ese lugar era Ciudad Prismática.

Y el sueño de Shijima, una simple pelo oscuro, era ser parte de ese lugar, siendo la primera oficial de policía de cabello negro.

Lamentablemente, en su aventura descubre que su soñado lugar corre peligro, y con la ayuda de un no tan confiable pelirrojo trataran de salvar ese mundo. Naruto AU, GaaShiji, ShikaTema.

Adaptación de Zootopia.

ANTES DE EMPEZAR, ACLARACIONES:

*Shijima es un personaje del universo Naruto, perteneciente a Sunagakure, con única aparición en la novela "Gaara Hiden". No es una Oc creada por mí, o algún otro fan shipper de Gaara. Es igual de canon, como cualquier otro personaje de Naruto, solo que no hay una imagen oficial de ella. Aclaro esto porque me llego un mensaje donde me decían que nunca escucharon de este "GaaraxOc" cuando no es parte de ese tipo de ships. Y su ship con Gaara seria "GaaShiji" abreviado.

*La personalidad de Gaara, como de algunos otros personajes que aparecerán, tendrán la personalidad invertida de "Road to ninja". Lo he preferido así, para que concuerde y con la adaptación.

* "Zootopia" es propiedad de Walt Disney, y NARUTO propiedad de Masashi Kishimoto. Créditos correspondientes a ambos, pero ojo, esta adaptación es de mi autoría.

PARTE 1

En un mundo alterno, muy diferente al que tú y yo conocemos, la humanidad vivía organizada por colores. Estos definían la vida de cada individuo.

Nuestra historia comienza, en un recóndito lugar rural, hogar de una de las protagonistas.

Las serranías, como se las conocía, era el lugar que hospedaba a la mayoría de las personas de pelo oscuro, en todo el mundo.

― En un pasado, cuando nosotros los humanos vivíamos en cavernas y según rumores, casi totalmente desnudos ―empezó a narrar la niña, desde un lado de la plataforma del teatro donde estaban―, los rubios, seguidos de los cenizos y pelirrojos, dominaban de forma tirana y agresiva, reprimiendo a los demás humanos…

Un niño rubio vestido de cavernícola salió al escenario, el cual trataba de asemejar a una jungla, ya que se encontraba decorada con cartón verde en forma de árboles, plantas y follaje. Correteaba a otro niño de cabello negro, quien tropezó, para que el primero lo alcanzase y fingiese herirlo a muerte con su mazo hecho de cartón y papel mache.

Acto seguido, el niño atacado sacaba serpentinas rojas desde su improvisado traje de cavernícola, para dar a entender que era sangre.

― Uh… ahhg… ―articuló teatralmente, mientras se retorcía de forma exagerada, para luego quedar quieto enfrente del rubio―. Muerte… ―terminó soltando como cierre.

― Este hubiese sido el final de Hyun hoy ―siguió narrando la niña, agregándose al escenario―, pero… los humanos evolucionamos ―hizo una señal para que los otros niños que ayudaban con la escenografía, tocaran en el piano del edificio, música de ambiente emotivo y soltaran una caja liviana encima de ellos que llevaba escrito en letras grandes la palabra "EVOLUCION" seguida de "CIUDAD PRISMATICA", ocultándolos por unos segundos, para luego resurgir―, y si bien aún hay roces ocasionales entre colores, hay un lugar en el mundo donde podemos ser ¡Lo que queramos!

El niño que hacía de víctima, ahora se levantaba.

― Así es, ya no soy un humano indefenso, todo lo contrario ―se rasgó el vestuario de cavernícola, para aparecer en traje de oficina―, defenderé a otros con mi inteligencia siendo abogado…

― Y yo ya no tendré que ser un temible rubio toda la vida ―le siguió el primer niño, soltando su mazo y también quitándose su atuendo, para cambiar a un traje blanco de gala―, haré que los demás humanos se acerquen a mí por voluntad propia, ya que sueño ser un futuro alcalde de Serranía.

Entonces la niña que narraba, quiso agregarse a la noción, sacándose la capa que la cubría por completo, para mostrar un uniforme azul.

― Y yo sueño ser… ¡Oficial de policía! ―dijo emotiva, mientras el telón empezaba a taparlos, denotando que era el final de la obra teatral―. Gracias por vernos, que tengan linda tarde.

El público, en su mayoría obviamente de pelos oscuros, habían observado en silencio la obra, con cierta ansiedad y miedo, para luego soltar a risas por el final, por los menos los niños, ya que los adultos se limitaron a aplaudir más por cortesía que por otra cosa.

La niña, luego de minutos, dejó a sus compañeros de teatro, para reunirse con sus padres, aun vestida como una pequeña policía.

― Un pelo negro de policía, vaya que hoy si te desvariaste, Houki ―expresó de forma burlona, Sasori, un pelirrojo de la comarca, que siempre andaba acompañado con su pandilla de rojizos y rubios brabucones.

― Tal vez lo que dije no es fácil de asimilar para mentes pequeñas como la tuya, Sasori de la Arena roja ―le respondió sin miedo la niña, cruzando por su lado―. Y eso es algo decepcionante, ya que se supone que los rojizos a pesar de su mala fama, son muy listos ¿no?

Todos los niños que estaban presentes soltaron a risa por la forma en que lo acalló.

El pelirrojo pensó en agarrarla para vengarse, más desistió y se marchó con su banda.

Llegó ande sus padres, quienes la esperaban con sus cinco hermanos menores.

― Hola papá, mamá, hermanos… ¿Qué les pareció mi obra? Yo fui la guionista.

Ambos padres se miraron por unos segundos, como si intercambiasen palabras de forma mental.

― ¡A mí me gustó mucho, hermana! ―soltó Hakuto, su única hermana menor mujer―, eso de la sangre y la evolución, fue épico… ¿En verdad piensas ser policía?

― Si, así es ―dijo la niña con seguridad.

― Oh… pero papá dijo que no existen los policías de cabello negro…

― Hija, vámonos yendo, tengo que abrir la tienda ―su madre la interrumpió, para luego tomarla de la mano y marcharse junto con sus otros hermanos menores―, Tu papá y Shijima nos alcanzarán luego.

Ya una vez solos, su padre tomó a la niña de la mano para no perderla por la conglomerada feria que había ese día, fuera de su escuela.

― Shijima ¿quieres un helado? ―le ofreció al pasar por una de las tantas tiendas de comida que había en el lugar.

La pequeña asintió.

Ya sentados en una banca, mientras disfrutaban del sol de la tarde, padre e hija comenzaron a hablar.

― Sabes, me alegra que tengas sueños, Shijima ―comenzó diciendo su mayor―. Tu mamá y yo teníamos sueños también cuando éramos niños. Sueños muy locos de verdad…

― ¿En serio? ¿Tener una tienda de frutas y verduras es un sueño loco? ―inquirió la niña, apartando la vista de su helado, para concentrarse en mirar a su padre.

― ¿Qué? Por su puesto que no ―sonrió este, mas su expresión cambió a una seria al cabo de unos segundos―. Mira hija… ―titubeo por un rato, ya que en el fondo sintió un leve recuerdo, de cómo su padre había tenido la misma charla con él, en un pasado―, tener sueños no es malo, pero tienes que tomar en cuenta que vivimos en una sociedad organizada, tienes que forjarte sueños realistas, ya va siendo hora de que pongas los pies en la tierra…

― Pero mi sueño es realista ―respondió Shijima, cambiando su semblante alegre a uno más serio―. Cientos de policías se gradúan cada año, cuando tenga edad, no desaparecerán…

― Sé que no lo harán, pero eso no es a lo que me refiero, tu obra de teatro, tú mismo debes ya entenderlo…

― Dices que ¿por ser alguien de cabello negro no puedo ser policía? ―escupió de forma directa la niña, con una expresión indignada en su rostro―. No, no acepto eso. Los tiempos están cambiando, todos lo saben, ya no hay solo policías castaños y cenizos, el otro día pudimos ver en las noticias que un nuevo escuadrón de policías rubios se graduaría de la academia. Ahora es un rubio, en algún momento alguien de cabello oscuro…

― Los rubios son diferentes, hija, por favor compréndelo ―le interrumpió su padre, mientras apoyaba una de sus manos en su hombro―. La vida de un policía está llena de emociones fuertes y peligros. Es ideal para los humanos cenizos, castaños y hasta rubios, pero nosotros no somos igual a ellos. Nuestra genética no es apta para esa calidad de vida. Lo mejor es que vivamos en tranquilidad y de forma cómoda. Mira, comprendo si no quieres trabajar en la granja familiar como nosotros, o tus abuelos y tíos, pero puedes tomar otras opciones, en el centro de la serranía, por ejemplo ―trató de animarla―, eres muy inteligente, no te costará encontrar trabajo de oficinista cuando crezcas…

― No… yo no quiero eso. Mi sueño es ser una oficial de policía. No es que sienta indigno el trabajo que hace nuestra familia, pero no es algo en lo que quiero dedicar mi vida…

― Shijima… entiéndelo, no hay oficiales hombres de cabello oscuro y menos probable será que existan oficiales mujeres ―su padre insistió, manteniendo una voz tranquila, ya que no quería regañarla o hacerla sentir mal― solo quiero evitar a que te decepciones, cuando lo intentes y no lo logres…

― Pues, si no hay oficiales de pelo negro, yo deberé ser la primera, no me importa cuántas veces me rechacen, lo seguiré intentando, las veces que sean necesarias ―la pequeña se levantó de la banca con decisión, aunque en el fondo se sentí triste de que su padre no lograse entenderla.

Sin querer, tumbó su helado, al ser empujada por un grupo de chicos que pasaron a su lado.

― Oh, lo siento…

― Descuida, no fue culpa tuya ―emitió su padre, mientras también se levantaba―. Ya es hora de que volvamos a casa, no podemos dejar tanto tiempo sola a tu madre con tus traviesos hermanos, hablaremos un poco más del tema luego. Espérame un momento aquí sentada, te compraré otro helado.

―Hum, gracias.

Shijima volvió a sentarse en la banca, mientras veía a su padre alejarse.

A pesar de ser solo una niña, ya tenía una convicción fuerte hacia sus ideales.

Estaba a punto de perderse en sus pensamientos y planificar alguna forma de hacer que su padre ya no insistiese con el tema, cuando vio a Sasori con su grupo, siguiendo a unos niños menores a ellos.

Sin siquiera dudarlo, se levantó y los siguió.

Caminó de forma escurridiza entre la multitud, para evitar perderles de vista.

Cuando por fin dio con ellos, pudo confirmar sus mayores sospechas.

― Sasori, devuélvenos eso, ¡no es tuyo! ―le reclamaba uno de los niños, con miedo, mientras los demás se encontraban aterrorizados ocultándose detrás suyos.

― Hablas en tiempo pasado, ahora estos boletos son míos ―le respondió el pelirrojo, para luego empujarlo, haciendo que se cayese al suelo, junto con los niños que tenía detrás―, ¿Por qué no se van a lloriquear a sus casas?, como los "pelinegros" que son ―soltó con burla, riéndose junto a su pandilla.

Ella no soportaba la injusticia.

Frunció su rostro y se agregó a escena.

― Es de cobardes enfrentarse a niños menores, devuélvele sus boletos y haré como que nunca vi esto ―dijo firmemente acercándose a ellos, extendiendo su mano para que le diese los boletos.

― Te advierto que hace minutos atrás no te hice nada porque eres una niña estúpida, no vengas a hacerte la heroína donde no debes, perdedora ¿No deberías estar en tu granja, ayudando a tus padres con tus apestosas verduras? ―sugirió Sasori, mientras se acercaba más a ella, con la intención de intimidarla.

― Te lo advierto, si no me das esos boletos y te marchas ahora mismo con tu grupo, van a arrepentirse…

― ¿En serio? Quiero ver eso ―la retó.

Acto seguido, puso los boletos en el bolsillo delantero de su camisa, para luego empujarla, haciendo que también cayese sentada al suelo.

Shijima sintió pánico por unos segundos. Era la primera vez que se enfrentaba a alguien mayor. Su rostro se tornó ligeramente con miedo.

― Uy mírenla, tiene miedo, está por llorar… ―soltó con gracia otro de la pandilla

― ¿Qué pasa bebé miedosa? Tú mismo lo has dicho en tu horrible obra ―Sasori se inclinó hacia ella, dedicándole una sonrisa burlona y triunfante―. Los pelirrojos en el pasado también éramos "salvajes" ese instinto sigue en nuestro adna…

― Ah… creo que se dice "ADN", Sasori… ―aclaró un rubio de su grupo.

― Cállate, nunca me corrijas Deidara ―le respondió el pelirrojo, mirándolo molesto de reojo, para luego seguir intimidando a la Houki.

Pero esta no se daría por vencido tan fácil.

― No te tengo miedo ―enunció con firmeza, levantándose del suelo.

― Entonces supongo que puedes aguantar otro de estos…

Sasori se abalanzó sobre ella, con la intensión de empujarla de nuevo, pero esta reacciono rápido y aprovecho su acercamiento para darle un puñete limpio en el mentón.

Este soltó un ligero quejido por el dolor, para luego dar un paso atrás y verificar el daño recibido.

El golpe había hecho que se mordiese parte interna de su boca, haciéndolo sangrar de forma ligera.

― ¡Sasori, estas sangrando! ―arremetió asombrado Deidara, acercándose a él.

Pero este le empujó a un lado, para volver a concentrarse en la Houki.

― Tu no entiendes cuando renunciar ¿o sí? ―le gruñó con rabia, para luego darle una bofetada, en su mejilla, tumbándola al suelo nuevamente.

Los niños que están detrás, aun sentados en el suelo, gritaron asustados.

Shijima se agarró su mejilla, la cual estaba roja por la cachetada.

Sasori se agacho, apoyando su mano en su rostro, para mantenerla en el suelo.

― Ey, Sasori, déjala, los mayores nos castigaran si le hacemos algo mas ―soltó uno de su grupo, un tanto preocupado.

― ¡Cállense cobardes! ―les grito, para luego volver a centrarse en Shijima―. Recuerda bien este momento, pelinegra estúpida. Tú nunca podrás aspirar a algo más que ser una inútil y boba granjera.

Soltó una risotada, para luego irse con su grupo, dejándola sola con los demás niños.

― Cielos ¿Estas bien Shijima? ―dijo uno de los niños que se acercaron a ella, mientras la ayudaban en levantarse.

― Si, no te preocupes, ten ―le respondió mientras le entregaba los boletos que le había logrado quitar al pelirrojo sin que este se diese cuenta.

― Oh, muchísimas gracias, eres increíble ―dijo agradecido el niño, aceptando los boletos.

― Si, ese Sasori no tiene idea de lo que dice… ―objetó otro de ellos.

― No, en parte tiene razón ―le interrumpió ella, mientras levantaba sus lentes que se habían caído en el suelo y se los ponía de nuevo―. No sé cuándo renunciar ―remató mientras una nueva mirada decidida y firme nacía en su rostro.

Doce años después.

La instructora Tenten gruñía como si no hubiese un mañana, a los cadetes de nuevo ingreso. Quienes la seguían a trote rápido, siendo Shijima la última de la tropa, debido a que era la más pequeña de todos los postulantes.

― Ciudad Prismática no es el tierno país que le pintan en la televisión ―soltó con seriedad mientras se acomodaba la gorra de coatch que resguardaba su castaño cabello―, si son débiles, adivinen que… ¡Los aniquilarán!

Ciudad Prismática con el pasar de los años, había tenido un gran avance con la inclusión de los sectores externos. Pero al ser una ciudad llena de diversidad, su ambiente era mucho muy diferente al de otras regiones, ya que se podía encontrar las 4 estaciones ambientales juntas, para mantener a sus habitantes lo más cómodos posibles.

Los entrenamientos fueron muy duros para Shijima.

En especial porque su entrenadora estaba encima de ella cada que podía.

― ¡Mas rápido Houki! Tus compañeros te llevan varios minutos de ventaja ¡Mas rápido he dicho!

Debían saltar las cuerdas, luego de haber corrido por más de una hora; si fallabas caías al fango que había debajo de estas.

Shijima se ganó varios spas de barro gracias a ello.

El saltar/trepar murallas de gran altura eran otro gran desafío.

No era de gran estatura y por más impulso que tomase, no lograba aferrarse a estas.

Y ni hablar de los entrenamientos de combate cuerpo a cuerpo. Esos días despertaba más en la enfermería debido a que la noqueaban con facilidad, ya que sus compañeros eran cenizos, castaños y algunos rubios de gran tamaño y musculatura.

― Deberías rendirte e irte a casa torpe cuatrojos granjera ―le dijo varias veces la entrenadora, en especial cuando la veía fallar.

― Jamás ha habido policías de cabello oscuro y jamás lo habrán.

― Es inútil, vete a casa "pelinegra".

Fueron unas de las tantas oraciones "motivadoras" que le dedicaban en la academia.

Pero no se dio por vencido.

Jamás dejaría que otros definiesen de lo que estaba hecho, o lo que podía o no podía hacer.

Entonces fue que convirtió su desventaja en habilidad.

Ejercitó hasta desfallecer, convirtió su flaqueza en fortaleza.

Si, la naturaleza no la había dotado con fuerza, pero si con una agilidad y pensar mental superior.

Descubrió que, en las cuerdas, no necesitaba fuerza, si no rapidez para no caer en el lodo.

Aprendió a usar la fuerza de su oponente en su propia contra.

Lentamente, los "vete a casa" de su entrenadora, se convirtieron en un "nada mal Houki, sigue así".

Luego del tiempo, la graduación llegó.

El mismísimo alcalde de Ciudad Prismática, Ai, un enorme rubio de dos metros, piel morena y la voz más gruesa que se pudiese escuchar, se había dado cita al evento, junto a su vice-alcaldesa, para presenciar un hito en la historia de la humanidad.

― Con honor, como parte de nuestro proyecto de inclusión de colores, me complace presentar al mundo a nuestro primer graduado de cabello negro, graduada con honores, siendo la primera estudiante de su clase, la oficial Houki Shijima…

Frente ante tantas cámaras de prensa, Shijima subió al estrado, para recibir su insignia dorada de policía, mientras todos los presentes empezaban a aplaudir, incluyendo entre ellos a sus padres, quienes estaban acompañados con sus ahora doce hermanos menores.

― Despierta Hyuga ―le murmuró por lo bajo Ai, a su compañera, quien parecía ser media tímida y se encontraba en silencio a un lado suyo―, no olvides la placa…

― Oh, si… es cierto… disculpen… ―soltó apenada esta, para correr de forma graciosa ante la Houki, para ponerle su insignia dorada que la acreditaba oficialmente como policía―. Felicidades, oficial Houki…

― Muchas gracias vice alcaldesa ―le respondió esta, con orgullo―, no los desilusionaré, este ha sido mi sueño desde niña ―terminó diciendo eso en susurro.

― No lo dudo, esta es una victoria, para nosotros, los de pelo oscuro, debemos apoyarnos ―señaló la vice, con una sonrisa sincera.

― Si, muy emotivo, Hinata, hazme espacio ―la interrumpió Ai, volviéndola a ubicar detrás de él, para posar ante las cámaras, con la nueva oficial a su lado derecho.

― Bien oficial Houki, enseña los dientes…

Los tres sonrieron posando para las luces de los flashes.

El tren avanzaba a gran velocidad, Shijima observaba por la ventana, con una gran expresión de felicidad.

Había sido asignada al corazón de Ciudad prismática, el precinto uno, centro de la ciudad.

Le fue algo difícil tener que despedirse de su familia, en la Serranía. Mas, ahora ellos comprendían su ideal y habían cedido a apoyarla.

Su padre lloró al verla partir, mientras su madre le había armado una maleta llena de comida.

― Por favor, ten cuidado con los pelirrojos ―recordó que le dijo, mientras le regalaba un paralizador portátil.

Era cierto, desde aquella tarde en que llegó a su casa sola, con una mejilla roja debido a su pelea con Sasori, sus padres habían creado cierto repelo hacia los pelirrojos.

― Papá, teníamos nueve años. Sasori era un tonto, que casualmente era un pelirrojo, yo conozco a pelos oscuros que son brabucones ―seguía recordando la charla con sus padres, mientras escuchaba en sus audífonos a una cantante famosa que vivía justo en Ciudad Prismática.

Fue una experiencia única cuando llegó a la estación, y el trayecto al edificio donde alquilaría una habitación.

Nunca había visto a tantas personas de colores de cabello diferentes, andar de lo más común, viviendo sus vidas.

Estaba punto de abrir la puerta de lo que sería su pequeño departamento cuando vio cruzar a sus vecinos, un pelo negro, una pelirroja, un albino y un rubio, cargados con compras de supermercado.

― Oh, hola ―los saludó efusivamente―, soy Shijima, su nueva vecina.

― ¿A sí? Pues somos ruidosos…

― Si, no esperes una disculpa por parte de nosotros…

Fueron las únicas dos oraciones que le dedicaron, para luego encerrarse en el departamento de a lado.

Al día siguiente, siendo su primer día, se presentó a la jefatura de policías.

Un regordete castaño, con remolinos en sus mejillas y una amigable hambre la atendieron.

Llegó al lugar de reunión de los oficiales.

El capitán entró junto con ella.

Era un hombre de tamaño promedio, cabello cenizo, mirada adormilada y unas mascara oscura ocultaba la mitad baja de su rostro

El alboroto de sus demás compañeros se acallo apenas lo vieron.

― Bien, veo que tenemos una cara nueva por acá… ―soltó con tranquilidad, mientras le hacia una seña a Shijima para que se sentase―. No disponemos de mucho tiempo hoy, así que no habrá presentaciones. Tengo al alcalde encima mío con el caso de los rubios "agresivos" desaparecidos…

El proyector de la sala empezó a funcionar, mostrando detrás suyo la imagen de las víctimas.

― Así que nos enfocaremos en eso…

Empezó a nombrar a todos los presentes, y en grupos de a dos, les daba un folder y se iban retirando.

Al final, solo quedó Shijima, quien al principio se mostró emocionada por los casos, mas termino preocupada al ver que no fue llamada a ninguno.

― Señor, señor, espere… ¿Qué haré yo entonces? ―expresó al ver que este se estaba retirando en silencio sin decirle nada.

― Ah, sí, me olvide de ti, disculpa, me cuesta adaptar a los nuevos ―se excusó―, he… parquímetros, zona norte, trata de no perder los conos de tránsito. Tu antecesor repartía cien multas al día, a ver si puedes superarlo…

― ¿Qué? Señor, deténgase, yo fui la mejor de mi clase, puedo encargarme de algo más avanzado que ser policía de parquímetros, señor…

Pero el cenizo no la escuchó y salió del lugar.

Estaba un tanto molesta, pero supuso que era así para todos, ahora tenía que empezar a ganarse respeto de todos ahí, de nuevo, desde cero.

¿Cien multas al día? Hum, yo haré doscientas… hasta el medio día ―murmuró para sí, a modo de meta.

A sí que se dispuso a partir a su zona asignada, en un ridículo y pequeño auto amarillo de tránsito, de un solo pasajero.

El trabajo era demasiado sencillo, incluso aburrido.

Hasta el media día, superó su propio record impuesto, aun número de trecientas multas.

Estaba a punto de guardar los conos de transito que había sacado para señalizar su auto, e irse a almorzar, cuando desde la vereda donde estaba, vio entrar a un sujeto pelirrojo de apariencia sospechosa, trayendo consigo una carriola, a la pastelería que había en frente.

Apagó el motor de su auto y se dirigió al lugar, guiada por su curiosa intuición.

Jamás pensó que ese acto seria el estallante de un problema mucho mayor, que la obligaría a tener que congeniar con aquel pelirrojo sospechoso.

FIN DEL CAPITULO.

NOTA DE LA AUTORA.

Una nueva historia GaaShiji comienza, y esta vez prometo hacerla no tan larga, de unos cinco capítulos máximo :´v.

La hermosa portada fue hecha por mi amigo "Leonardo Amaya – Dibujos", pueden encontrar su página en Facebook.

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