Los personajes no me pertenecen.
Advertencias: Slash.
N/A: He aquí con otra cosita pequeñita que salió de mis dedos. Escrito después de haber escuchado unas seis veces la cancion de Lost de Anouk. Naturalmente, me di cuenta de que no puedo dejar de escribir fanfics de Sirius y Remus, pero bueno.
Espero que les guste :)
Lost
Siente como palpita su corazón una y mil veces en ese instante. Y se le llenan los ojos de lágrimas antes de pensar en lo que sigue.
Y echa la cabeza hacia atrás, adolorido de tanto respirar.
Le duele el pecho, y se aferra a sí mismo porque el hueco que dejó su partida lo está matando. ¿Cómo es que se sentía tan perdido?
Y antes de mirar las estrellas con hastío se pregunta el por qué.
Maldice, escupiendo todas las palabras que se habían atorado en su garganta. Y grita, por James, por Lily, por él.
Corre sin parar. Porque es lo conveniente.
Hoy más que nunca va a gritarle a todo aquello que está destrozándole la mente.
Se hinca en el pasto de golpe, y en sus rodillas aparecen nuevas marcas. Su ropa se cubre de lodo y pequeñas ramas. Por dios, extrañaba sentirlo. Extrañaba sus ojos, extrañaba su voz.
¿Cómo pudo?
Y es cuando empieza a desvanecerse. Porque ya nada es suficiente, porque no se puede liberar del dolor y nadie se da cuenta de que realmente está sufriendo.
Ojalá estuviera cerca. Y si lo estuviera lo estrecharía fuerte en sus brazos, lo golpearía, le diría las peores cosas del mundo, lo reprocharía por lo que hizo e incluso sería capaz de torturarlo, y finalmente, lo besaría.
Siempre había sido así de débil.
Y un rugido sale desde su garganta y sube hasta el cielo y regresa en lluvia. Las gotas le golpean la cara de manera impertinente y fugaz, una tras otra.
Y Remus se quiere morir. Porque ya no quiere sentir nada.
Y sus huesos hacen un crack que le hacen gritar. Su suplicio aumenta cuando, retorciéndose cae de espaldas al piso, y se bate y se golpea a sí mismo incapaz de controlarse.
Es competente y asemeja esa pérdida de razón con el desenfreno que provocaban las caricias de Black.
Se siente humano, aún transformándose en lobo.
Pero diablos, cómo duele.
Y está bien.
Porque, por primera vez, Remus quiere que le duela. Que le duela vivir un mes como a sus amigos les dolió morir.
Se para sobre sus, ahora dos patas, mientras su cuerpo sigue estirándose y ardiendo, y su piel continúa desgarrándose para dejar salir al monstruo que guarda en su interior.
―¡Sirius!
Aúlla, porque a estas alturas ha perdido su voz. Entre gruñidos y jadeos intenta decirle cuánto lo odia, y cuánto se odia a sí mismo por permitirse quererlo aún después de su traición.
Y mientras otros ven a una extraña criatura bajo la luna llena, Remus se siente más Remus que nunca. Porque esta noche es un lobo, pero sigue siendo él.
Sólo que esta vez está solo.
Esta vez no hay Casa de los gritos, ni compañeros, ni amor.
Sólo es Remus, y el viento que huele a libertad cuando corre por matorrales perdidos en algún lugar de Inglaterra al cual ni él sabe cómo llegó.
Y mientras se hunde en su instinto animal y en el fondo desea que nunca más amanezca, alguien igual de perdido susurra:
―Sé fuerte, Moony
Desde una celda que no lo merece, con el corazón hecho pedazos y jurando hacer lo que sea para besar a su amante aunque sea una vez más.
fin.
